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Música

Quantic y Nidia Góngora forman el idilio perfecto del Pacífico moderno en ‘Curao’

Escucha aquí la sublime creación del productor inglés y la mística cantaora colombiana.

Selva, río. Arrullo, marimba. Downtempo, currulao. Pacífico, moderno.

La unión entre el melómano empedernido, guaquero absoluto y nómada sonoro William Holland a.k.a Quantic y la mística, poderosa y sublime Nidia Góngora debía resultar en algo tan mágico como Curao, un álbum tan visceral como espiritual.

Joya absoluta y obligatoria.

Curao es el lugar en el que se encuentra el sonido ancestral del folclor Pacífico mezclado con sutiles tintes de arreglos electrónicos. Un espacio sonoro donde la marimba de chonta o piano de la selva, se hermana con el downtempo, donde el currulao convive con el dub, donde la chirimía y los aires de drum&bass se cruzan, se mezclan.

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En esta creación de 18 canciones divididas en dos LPs está la selva, el río bravo, la lluvia; el arroz con coco, el borojó, los cangrejos, los camarones, el viche; la religión, los arrullos, la redención; la marimba de chonta, los redoblantes, los vientos metálicos. Todo en una descripción que es puro realismo mágico donde se pintan los paisajes del Pacífico profundo.

El disco arranca con una intro de sonidos de lluvia, tambores y rituales, que lo sitúan a uno en aquellos paisajes propios de la Costa Pacífica colombiana, al igual que todos los interludios que hacen parte del disco. En su primera parte canciones como "E Ye Ye" y "Dub del pacífico" reflejan los sabores y los sonidos de esta zona del país. Mientras "Que me duele?", "Se lo ví" y "Muévelo negro", revelan historias vivenciales de la cotidianidad, desde los dolores que aquejan el cuerpo, hasta el baile y la jodedera.

El disco continúa con "Amor en Francia", "Ojos vicheros" y "Ñanguita", canciones en las que el folclor Pacífico y detalles de la electrónica se hacen más fuertes. Más adelante canciones como "Dios promete", "María no me llevó" y "Maldito muchacho", son los lugares en los que la tradición religiosa se convierte en arrullo redentor y súplica, mientras "No soy del Valle" y "Un canto a mi tierra", son la apropiación de la tierra y el empoderamiento de las raíces.

Este es, en últimas, un viaje a lo ancestral con un sonido moderno en el que queda claro que la unión Quantic-Góngora siempre nos va a traer magia sonora para abstraernos en selvas profundas y místicas.

Escúchalo aquí abajo.