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Música

Pipe Bueno le cantó a las manicuristas de Colombia

Uñas y fantasía en una velada que pasará a la historia.

Al ver como la luz morada resplandecía de forma casi poética sobre los cuadraditos plateados que caían sobre mi cabeza, no puede evitar sentirme como si estuviera en una comedia romántica, justo en la escena en la que los personajes se dan cuenta que se aman y de repente todo brilla. Me sentía como en una especie de sueño extraño, hasta que un alarido me devolvió a la realidad. Hace por lo menos dos hora no me podía mover y me dolían las piernas. Gracias al sofocante calor que hacia en el pabellón siete de Corferias, el olor a naftalina que se respiraba cuando entré a ese alfombrado cuadrado de concreto había sido remplazado por una fresca fragancia a chucha emanada por los sudorosos cuerpos de las decenas de mujeres que gritaban eufóricas a mi alrededor. Era como estar en el medio de un orgasmo colectivo producido por un tipo flaco de pecho ancho llamado Pipe Bueno.

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Ese jueves 28 de julio, desde por lo menos las cuatro de la tarde se formó una fila de fanáticas de este ídolo de la música popular, que con sus temas estilo ranchera y bolero que hablan de amor, despecho e infidelidad, se hizo famoso en las cantinas del país desde que tenía 16 años. Ahora con 24, se paró sobre esa pequeña tarima junto con su orquesta para celebrar el día de la manicurista y así iniciar una pequeña gira por Colombia auspiciada por una marca de esmaltes llamada Masglo.

Para muchas de esas mujeres que esperaban pacientes para entrar, la pinta era lo de menos. Lo importante eran las uñas. Al recorrer la cola uno podía encontrar una serie de diseños intrincados y coloridos, muchos increíblemente creativos. Algunas de las presentes mostraban una compleja paleta de colores pasteles sobre la punta de sus dedos. Otras tenían diseños llenos de líneas y formas geométricas. Gran parte de esas uñas eran como miniaturas pintadas con el cuidado y la paciencia de un relojero. Era impresionante ver cómo en ese pedazo de queratina que crece sobre los dedos sobresalían ramos de flores y mariposas dibujadas con mucho cuidado y detalle. El manicure es todo un arte y quien crea lo contrario tiene que acercarse a ver el trabajo de esas mujeres que se la pasan todo el día oliendo esmaltes y limando uñas para llevar el pan a la casa. Quién diría que con un kit de 17 mil pesos que incluía una boleta doble para pasar un velada con Pipe se puede hacer todo eso.

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Eso es creatividad carajo.

Mientras recorría la fila le pregunté a varias de las presentes ¿qué es lo que más les gustaba de Pipe? “Pues que está muy bueno” respondían todas con risas. Interesante respuesta.

Cuando al fin llegó la hora de entrar reinó el caos. Todo el mundo se lanzó contra la puerta y literalmente entró la que pudo. Claro, todo sea por ver a Pipe lo más cerca posible.

Mientras se llenaba el pabellón siete, sonaba música ambiental genérica tipo video informativo de avión, y las amantes de Pipe se pegaban lo más que podían las unas de las otras. Era como estar igual de hacinado que en un Transmilenio pero lleno de gente extasiada. Cada que paraba la música o se subía un técnico a probar los equipos, el lugar se llenaba de alaridos. Le pregunté algunas de esas mujeres a las que les brillaban los ojos mientras esperaban a que Pipe saliera, ¿por qué está tan bueno? Todas las respuestas fueron sonrisas nerviosas. No entendía en dónde yace la buenura de Pipe y nadie me podía dar una respuesta concreta. Para esas mujeres que llegaron con sus mejores galas, algunas con los uniformes de las peluquerías donde trabajan, muchas con sus uñas echas un vitral de inglesia y con la ilusión de ver a ese amor platónico que tanto las hace soñar. Pipe Bueno simplemente está bueno y ya. No hay que darle más vueltas al asunto.

Después de una hora de estar parado sin poder mover un musculo, medio mareado por el olor a pelo planchado de la pelada bajita y gordita que se reposaba sobre mi hombro y cansado de luchar para mantener el equilibrio y no caerme por accidente sobre las nalgas de alguna de las presentes, el desgraciado al fin salió. En un principió la orquesta tocó un popurrí de los éxitos de Pipe, como para calentar motores, cuando apareció el hombre de la noche con su bufanda y camisa blanca, su chaqueta negra y sus jeans, tembló ese hijuemadre edificio. Los gritos sonaban más duro que la música y una sensación de éxtasis se sintió en todo el lugar.

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Cualquier cosa que Pipe hacía era motivo de euforia. Saludaba, gritos. Miraba para un lado, gritos. Movían un brazo, gritos. Cuando se dio la vuelta y meno las nalgas, todas mojaron los calzones. Sin duda es un frontman muy simpático que de alguna forma mágica enamora a toda su fanaticada y sabe muy bien cómo dominar a su público. Pipe Bueno es como un novio perfecto que le dedica serenatas a su amada, le pide perdón cuando la caga, sufre por ella y a quién las “malas mujeres”, que por cierto son su vicio, le rompen constantemente el corazón y solo quiere una princesa que puede estar perdida en esa público.

En un momento empezó a comentar una canción y dijo: “cuando escribí esta canción estaba pensando…”, inmediatamente todas gritaron al unísono: “¡EN MIII! En otro momento dijo: “Les quiero pedir algo”, atrás mío alguien grito: “Pídame lo que quiera papacito”. Maldito Pipe, a mi nunca me han dicho eso en la vida. Pero lo más loco fue cuando literalmente hizo gemir a toda la audiencia.

Ese día estrenaba su nuevo sencillo “Ay ay ayyy”, una canción que habla de un man que instala cámaras de video en la casa y descubre que su pareja lo engaña con todo el barrio. El coro incluye varios gemidos de placer orgásmico y para emularlos invitó a tres chicas a subir al escenario. En ese momento todas alzaron la mano. Ahí me di cuenta que los pocos hombres que estaban tenían la función de alzar en sus hombros a sus acompañantes. Incluso la gordita del pelo planchado me pidió que la alzara. Las tres elegidas debían gemir y la que lo hiciera mejor podía gemir junto a Pipe. Ganó Nathaly que fue con su esposo Marco. Ella lloró durante todo el tema y gimió como en su noche de bodas. El resto de las presentes, embriagadas de la ambrosia que emanaba Pipe acompañaron el idilio de Nathaly gritando: “Ay, ay, ay”. Lo más curioso es que Pipe cantó dos veces esas canción. Es más repitió tres canciones ¿Tiene tres discos y repite canciones?

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Supongo que hay que darle al público lo que quiere.

Al final, todas sus amantes lo despidieron gritando: “Se lució, Pipe se lució/lalala” y salieron de Corferias cantando “Ay ay ayyy”.

Sin duda se lució.