Tuboleta, TuTicket y Co.: los platos rotos los está pagando la gente

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Tuboleta, TuTicket y Co.: los platos rotos los está pagando la gente

EDITORIAL // Más allá del escándalo, las inconsistencias en los manejos de dinero por parte de empresarios pone sobre la mesa un problema donde los más afectados son los consumidores.

El pasado 11 de febrero, la revista Semana publicó un artículo en el que los empresarios del festival de música electrónica Storyland acusaban a la empresa Tuboleta de duplicar entradas al espectáculo y de quedarse con parte de la plata recaudada en la boletería. La tiquetera respondió con una carta que publicaron nuestros hermanos de THUMP, para decir que tal acusación era "falsa" y que habían abierto dos procesos legales contra Storyland: uno civil por una supuesta deuda por parte de los empresarios del festival y otro penal por la falsificación de cheques.

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Tres días después, en NOISEY publicamos una investigación con la cual pusimos sobre la mesa temas como la demora o la no devolución del dinero a consumidores tras la cancelación de eventos; las denuncias de supuestos malos tratos y negligencia por parte de la tiquetera y las riñas entre promotores y empresarios. TuTicket, por supuesto se defendió de los señalamientos.

Luego vino la indignación en las redes sociales. Pero, como sucede con casi todos las controversias que "sacuden" a diario a Colombia, el tiempo empezó a correr, el debate de fondo se fue diluyendo y el asunto pasó al olvido.

En NOISEY hoy levantamos una voz de protesta, pues no queremos que este tema de las tiqueteras se olvide tan rápido. Y nos motiva algo muy sencillo: en medio de las acusaciones, los odios y las agendas de cada uno de los grandes actores de la organización de espectáculos en Colombia, el que paga los platos es el público. Y es la gente que paga sus boletas, que debe aguantar cancelaciones y colas y luego termina perjudicada, a la que queremos defender. Es con la plata de ellos con la que se está jugando.

"¿Cómo puede ser que los responsables de responder por esa plata –el gerente de TuTicket y los promotores– acepten públicamente que perdieron el rastro de los 110.559.664 de pesos recaudados en boletería?"

Desde hace tiempos es evidente que falta regular la industria del entretenimiento. Por eso es saludable que sus secretos, más de uno impuro, salgan a la luz y sean exhaustivamente discutidos. Los ciudadanos queremos saber cómo se están moviendo los recursos que se invierten en una boleta y de qué manera se están garantizando nuestros derechos como consumidores. Un ejemplo: ¿Cómo es posible que el dinero desaparezca, como sucedió con el evento de música electrónica para menores de edad We Are One que se realizó el 6 de agosto de 2016? ¿Cómo puede ser que los responsables de responder por esa plata –el gerente de TuTicket y los promotores– acepten públicamente que perdieron el rastro de los 110.559.664 de pesos recaudados en boletería?

Todo esto tiene un ingrediente bastante paradójico. Quizás incluso ilógico. No tiene sentido despertar literalmente el odio de tantas personas e ignorarlo después. Esto, por supuesto, no justifica pero sí explica por qué hay incidentes violentos contra los empleados de las tiqueteras en las taquillas.

Nos atrevemos a pensar que la cosa sería muy distinta si hubiera una mejor comunicación con la gente y manejos más transparentes de los recursos. Nos atrevemos a pensarlo porque hay otras empresas como Primera Fila o Atrápalo que se han mantenido fuera del ojo de este huracán.

Tan grave como la falta de claridad en las cuentas (hechas con la plata de los ciudadanos) es la pasividad de la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC). Por un lado, la propia reglamentación que aplica en estos casos parece insuficiente. Y por otro lado, hay precedentes: solo entre 2015 y 2016, la SIC recibió 136 demandas contra TuTicket. De estas, 29 ya terminaron en decisiones administrativas, y en 20 ocasiones la SIC declaró que TuTicket efectivamente violó los derechos al consumidor. Es necesario que las autoridades pongan la lupa, aceleren los procesos e identifiquen la magnitud del problema.

Desde NOISEY nos resta por ahora invitar a la gente a denunciar o, por lo menos, a expresarse en los foros que existen para ello: en las redes sociales y en los propios medios (por favor, ¡también hablen con nosotros!). Solo así podremos exigir una rendición de cuentas y saber si se trata de un patrón en la conducta de una industria que es clave, no solo por el entretenimiento, sino por la manera como activa la economía.