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Música

Satanismo y black metal: El viaje de Luciferian desde Armenia hasta Noruega

Hablamos con esta banda quindiana acerca de "Black Hearts", un documental que los llevó la tierra del black metal.

Ser metalero en Colombia es algo muy jodido. La falta de apoyo, la estigmatización y las pocas oportunidades hacen que dedicarse al metal sea una lucha continua contra todo. Héctor Carmona sabe muy bien lo que esto significa. En 1996 creó Luciferian, una banda de black metal que tras casi 20 años de carrera se ha convertido en uno de los mayores referentes del metal de Armenia. Desde entonces, ha sostenido una batalla constante por mantener el grupo. En 2014 todo ese aguante fue recompensado cuando la banda fue invitada a protagonizar un documental llamado Black Hearts que se entrenará mañana, viernes 11 de marzo, en el festival de cine Kosmorama, celebrado en Noruega.

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Esta producción filmada en 2014 cuenta la historia de tres amantes del black metal que llegan por primera vez a la tierra que le dio esa esencia oscura y pagana a esta música, a la vez que tienen que enfrentar una serie de adversidades. Los personajes son: un músico iraní llamado Sina que toca escondido, porque el black está prohibido por la ley de su país; un parlamentario griego neo-nazi llamado Kaiadas que enfrenta una pena de 20 años de prisión; y Héctor, quien a parte de dedicar su vida al black metal es un reconocido satanista.

La producción de Black Hearts visitó Colombia para retratar la cotidianidad de Héctor y de paso grabar la epopeya que enfrentó la banda para poder llegar a Noruega. Pero a medida la historia avanzaba la cosa empezó a crecer y crecer. En el filme no solo aparecen las familias de estos músicos, también está Héctor Escobar, famoso poeta y satanista quien era conocido como el Papa Negro y falleció en octubre de ese año. En la grabación también se ve una ceremonia satánica y la historia tiene su gran final con la presentación de Luciferian en en el Rock Al Parque del 2014.

Nos contactamos con Héctor, quien se presentará con Luciferian este viernes en Bogotá junto a Arcturus, para hablar de este viaje, del metal y de satanismo.

¿Qué vamos a ver en el documental?

La película muestra mi lucha y mi pasión por un género que no nació en Colombia. A pesar de que vivimos en una ciudad muy influenciada por el catolicismo y el cristianismo, sigo con la lucha para sacar una banda adelante en un pais donde si vas a pedir empleo con cabello largo y con barba te dicen que no.

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¿Cómo comenzó este viaje desde Armenia a Noruega?

La historia comenzó hace tres años cuando nos llegó por email una invitación para hacer un documental noruego. Los de la producción habían hecho un sondeo en Estados Unidos para saber qué bandas latinas representan al black metal y fuimos escogidos. Al principio pensé que era un borma, pero contesté que estábamos dispuestos. Como al año nos escribieron para decirnos que tenían los pasajes comprados para venir a Colombia y que no solo querían grabar a la banda sino también nuestro aspecto familiar y cotidiano. Eso fue problemático porque teníamos que aceptar que nuestras familias aparecieran y nosotros somos muy esquivos por nuestra ideología y porque aquí en colombia acostumbran a señalar a todo el que no siga el pensamiento “correcto”.

Luego se unieron varias organizaciones que defienden la libertad de expresión, los productores del documental y el Gobierno noruego para ayudarnos a viajar a Noruega y a tocar allá. Estuvimos en un festival de tres días llamado Trondheim Metal Fest, donde fuimos cabezas de cartel en uno de los escenarios. Después al poco de tiempo de volver a Colombia nos invitaron a tocar en Rock Al Parque. Esto fue muy importante para nosotros porque para una banda que no es capitalina es muy dificil llegar allá. Es más, fuimos la segunda agrupación del Quindío que participa en toda la historia del festival. Cuando la producción de Black Hearts se enteró de esto, volvieron a Colombia para grabarnos, lo que fue un acierto grandísimo porque se mostró como vive el metalero latino y la pasión que siente por esta música.

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¿Cómo los recibieron lo metaleros noruegos?

Nos decían que vernos era algo muy exótico porque allá no conocían nada del metal colombiano. Todos comentaban que éramos una incógnita y las bandas noruegas quedaron sorprendidas, incluso nos dijeron que desde ahora vamos a ser una influencia para ellos. Eso nos dejó perplejos. Además nos pasó algo muy alentador. Cuando tocamos, al mismo tiempo se presentaba una banda sueca muy importante llamada Aeon. No sabíamos si la gente iba a llegar a vernos pero sorpresivamente fue muy agradable porque el sitio se llenó. Nos dimos cuento que el metal se siente igual aquí y en todo el mundo.

¿Qué significó para ustedes como banda colombiana llegar a Noruega?

Cuando uno empieza a ensayar lo máximo que quiere desde una ciudad pequeña es tocar en Bogotá. Pero a medida que uno va trabajando todo va creciendo y uno ve que se pueden materializar los sueños que pensaban que eran irrealizables. Estar allá es algo indescriptible, uno veía esos paisajes y le daba como risa. Fue insolito llegar allá gracias a la musica. Además nuestra presentación fue muy especial porque que una banda colombiana llegue a Europa con el apoyo de tantas entidades fue algo sin precedentes. Esto sin duda abrirá muchas puertas para el metal latino.

Háblame de los inicios de Luciferian.

En ese tiempo era muy complicado porque no había Internet y para encontrar músicos tocaba por el boca a boca. Además era más difícil conseguir apoyos y los señalamientos eran más jodidos. Te podían insultar en la calle solo por llevar un camiseta de algún grupo. En ese tiempo sucedió lo de Garavito y cuando aparecieron los niños muertos, en la región empezaron a culpar a los metaleros y a las sectas. En ese momento comenzó una persecución impresionante contra el metalero, contra el que pensaba diferente y contra las organizaciones satanistas que no tenían que ver nada con esto, porque el satanismo no tiene ningún pensamiento o creé en los sacrificios de niños ni nada de eso. Incluso cuando venían amigos de otras ciudades, los detenían. Era una auténtica cacería de brujas. Todo era muy jodido pero las ganas y la pasión que uno sentía por la música nunca lo hicieron dudar. En el 2002 empezó el proceso fuerte de la banda y en el 2006 lanzamos el primer álbum. Después la banda se fue consolidando y comenzamos a hacer giras por Sudamérica, hemos hecho cuatro hasta ahora.

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¿Cómo comenzaste en el satanismo?

En los 90 empecé a hacer nexos con amigos como Don Héctor Escobar y comencé a conseguir fotocopias de textos, porque conseguir los libros era muy difícil y costoso. Así inició mi instrucción. El problema es que uno indagaba con los otros “satanistas” que eran metaleros y en vez de aclararte las dudas generaban una gran confusión porque nadie tenía claras las respuestas. Era una fachada para dárselas de malos y en vez de decirte cosas para bien te las decían para mal. Leí la Biblia Satánica de Anton Lavey y eso fue decisivo para mi porque me cambió la perspectiva de varias cosas. De a poco me fui dando cuenta de cómo era la realidad y que cada individuo es su propio Dios. Para nosotros Satán no es un ser de cachos y cola, es un símbolo de lo qué es el ser humano en realidad. Él es el único que representa al humano en la Biblia, el resto son puras figuras falsas e hipócritas que dicen que van a obrar de una manera y hacen otra cosa. Satán es una figura que nos representa porque es lujuriosa, puede ser vengativa y no se niega a sus instintos ni a sus gustos, es muy similar al humano. En el satanismo no debemos sentir miedo o culpa de las cosas que son naturales para el ser humano. Uno debe buscar llegar a un punto de vivir de una manera en la que se obre bien.

¿Cuál es la diferencia entre los satánicos y los satanistas?

El satánico es como un cristiano a la inversa que cree más en la imágen. Nosotros reconocemos que satanás está dentro nuestro en donde también existe una fuerza de bien, cada quien ve cómo la entiende. Para nosotros es muy importante la dualidad y el equilibrio, porque si uno se vuelca sólo a los excesos puede acabar mal. Por ejemplo, yo no soy cerrado ni tengo problemas en compartir con personas que tienen otra ideología o religión distinta a la mía. Cada cual tiene un pensamiento diferente y hay que respetar a la persona ante todo. Hay que entender que la religión y la política son culpables de los males de la humanidad y hay que intentar no caer en ese mismo cuento. Yo no puedo ir a la casa de mi abuela a criticarla y meterle mi pensamiento por los ojos. En el documental le preguntan a mi madre: “señora usted qué opina de que su hijo sea uno de los principales íconos satanistas en Sur América”. Ella que es catolica queda sorprendida de la pregunta y muy inteligentemente dice: “yo confió en él, sé que es una persona inteligente y si ha buscado ese camino yo lo respeto”. Muchas religiones te dicen esto es negro y punto no hay una posibilidad de crear un debate sobre algo y no debería ser así.

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¿Qué fue lo que más te impresionó de Noruega?

Lo que más me impresionó de ese país fue la mentalidad. Allá la persona del común tiene ganas de ayudar al prójimo y entre todos buscan ponerse la mano para salir adelante. Aquí eso nos falta, desde chiquitos nos enseñan que para salir adelante hay que llevarse por el camino al que sea.

¿Por qué crees que el metal latino es tan crudo y extremo?

Aquí, con todo respeto, hacemos el metal con hambre y con ganas de salir adelante. La falta de ayuda a uno lo motiva a hacer las cosas con más ganas. Eso hace que nuestro metal sea muy pesado y muy extremo, y que esté hecho con muchas bolas. En otros países hay más apoyo del Gobierno y si eres músico eres visto al mismo estatus de cualquier profesional y te respetan igual que un ingeniero o a un doctor. Aquí es muy difícil ser músico y conseguir empleos buenos. Nuestro metal está forjado en la necesidad y esto se ve reflejado en lo extremo de las bandas.

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Está planeado que "Black Hearts" se entrené en Colombia en abril de este año. Mientras tanto pueden estar pendientes de Luciferian por aquí y por aquí.