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Música

De los 'beatniks', pasando por el punk, hasta el nuevo gucci: una breve historia de la boina

Analizamos cómo ha evolucionado una de las prendas más estereotipadas del mundo.

Imagen vía @armelola

*Artículo publicado originalmente en i-D.

Si existe una pieza que sea capaz de despertar tanta adoración como el rechazo más absoluto, esa es sin duda la boina. Como accesorio, esta especie de gorro de fieltro tiene la capacidad tanto de hacerte parecer una persona un tanto pretenciosa como de convertirte en un icono subversivo. Por tanto, ¿cómo es posible que una misma prenda pueda ser entendida de maneras tan distintas?

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Desde su popularización, la boina siempre ha tenido claros componentes folclóricos y militares, y así lo han demostrado personajes como el Ché Guevara, que hizo de ella una pieza clave para entender su imagen —comercializada hasta la saciedad y convertida en 'merchandising' de todo tipo—. Sin embargo, a pesar de su vertiente más funcional, esta prenda sobrevive en nuestro imaginario debido al estereotipo que los artistas, bohemios y 'beatniks' en general propiciaron de ella a lo largo del siglo XX y por eso, llevarla se puede entender a menudo como un gesto bastante esnob.

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Faye Dunaway. Fotograma de 'Bonnie y Clyde'

Cuando pensamos en el tipo de gente que lleva boina, a menudo lo primero que aparece en nuestra cabeza es un grupo de parisinos que fuman sin parar y discuten sobre filosofía y, por algún motivo, la sociedad ha idealizado esa imagen (hasta Carrie Bradshaw se planta una en la cabeza cuando Big vuelve de viaje mientras le añade un "le french" a todo lo que dice).

Esta concepción de la prenda como elemento atado a la intelectualidad viene dado a que muchas personalidades de la cultura del siglo XX la han convertido en su rasgo distintivo, desde escritores como Simone de Beauvoir o Hemingway a actrices de la talla de Brigitte Bardot o Faye Dunaway. Sin embargo, en el caso de Dunaway vemos cómo la cultura pop empieza a concebir la boina como un sinónimo de rebeldía gracias a su papel de fugitiva en Bonnie & Clyde. Un personaje arrebatador que ha inspirado a artistas como Rihanna y Beyoncé, que hizo su propia versión de la película en forma de colaboración junto a Jay Z.

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Imagen vía @sex.pistols.public.image

Siguiendo esa línea más revolucionaria, no podemos evitar pensar en personajes como Johnny Rotten de Sex Pistols —que la combinaba con la chaqueta 'bondage' de Vivienne Westwood—, Debbie Harry y la 'groupie' Nancy Spungen. Todos se adueñaron de la boina en los 70, la transformaron en un símbolo contracultural y consiguieron expropiarle su carácter más "ñoño" gracias a su espíritu transgresor.

Pero el punk no es la única subcultura que ha hecho de la boina algo suyo. Por ejemplo, en el universo 'harajuku' es muy común ver a las jóvenes japonesas apostando por versiones más llamativas y estampadas de lo que estamos acostumbrados a ver y customizándolas con todo tipo de complementos, pins y demás ítems extraordinarios.

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Imagen vía @gucci

Está claro que la moda siempre ha vivido de las reinterpretaciones que los jóvenes hacen de la ropa mediante su forma de vestir y, como era de esperar, los diseñadores no han tardado en lanzar sus propias versiones de la prenda. Firmas como Stella McCartney, Marc Jacobs, KTZ o Maison Margiela ya nos han presentado las suyas —en terciopelo, de peluche, con tachuelas o repletas de pedrería- en temporadas anteriores, pero si hay alguien que realmente ha conseguido que consideremos acoger la boina en nuestro día a día, ese es Alessandro Michele. El excéntrico clan de 'geeks' de Gucci es el mejor representante de la fiebre 'chaos magic' que está atravesando la industria y que, con su enigmática y atractiva imagen, está logrando convertir en objeto de deseo todo lo que se pone (y con la boina parece estar consiguiéndolo).

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Imagen vía @mattardell

Instagram también se ha hecho eco de esta especie de resurgir y cada vez es más común ver a nuestras personalidades favoritas de Internet sucumbir al carácter versátil de la boina: modelos como Fernanda Ly y Sita Abellán la han adaptado acompañándola de 'chokers', el pelo teñido de colores, faldas de colegiala, medias de rejilla y botas infinitas. Otros 'influencers' como Armela Jakova, Sami Miró o el modelo y artista Matt Ardell también son asiduos a esta prenda y están consiguiendo resucitarla entre las nuevas generaciones gracias a su visión menos convencional de la moda.

Es por eso que, en una época cargada de referentes visuales y tendencias cada vez más efímeras, los jóvenes necesitan constantemente un símbolo que consiga hacerles destacar entre la masa, desprendiendo a este tipo de prendas de todo cliché y prejuicio. En una reciente entrevista para BoF, la estilista Lotta Volkova aseguraba que "las subculturas han muerto y que ahora todo se basa en remezclar conceptos", así que si se cumple esta premisa, estamos seguros de que nuestras redes sociales acabarán completamente inundadas de gorros personalizados.

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