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Música

Recordando a Cerati: una entrevista con Adrián Taverna

Un pequeño homenaje a través de uno de sus grandes compañeros de viaje.

Fotos por Pablo Díaz de Valdés

De tatuajes y pelo largo, tiene la imagen de un rockstar, pese a no ser músico ni haber tocado nunca frente a un estadio repleto de gente. Sin embargo, Adrián Taverna, sonidista y productor, salió hace 30 años del camino del rock más heavy y tomó la ruta del rock más pop, la ruta de Gustavo Cerati. La transitaron como una sociedad. Y luego de más de 2000 conciertos, la transformaron en más que una pieza fundamental de la historia de Soda Stereo. Como él dice: pasaron más tiempo juntos que con sus propias familias. En ese tiempo, Adrián se convirtió prácticamente en un hermano de Cerati. Y a un año de la muerte –o como diría Taverna: la liberación de Gustavo– de uno de los músicos más grandes que Argentina le ha obsequiado al mundo, tuvimos el privilegio de entrevistarlo con la intención de esbozar un pequeño homenaje a través de los ojos de la persona que más conoció al maestro. ¡Ahí vamos!

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NOISEY: ¿Cómo recordaste a Gustavo el 4 de septiembre? ¿Fuiste a algún homenaje?
Adrián Taverna: No, lo recordé como siempre. Yo lo tomo como el día de la liberación de Gustavo después de su enfermedad y su internación.

¿Supiste del homenaje en el Centro Cultural Kirchner?
Sí, supe pero no me interesan los homenajes que le hacen a Gustavo. No me parecen bien.

¿Por qué?
Hasta ahora todos tienen una segunda intención, ya sea política o aprovechándose de su figura.

¿Qué hiciste ese día para recordarlo?
Es inevitable que me acuerde de él todos los días. Es un hermano de la vida. Hemos estado más tiempo juntos que con nuestras propias familias. Yo no tengo necesidad de hacerle homenajes.

¿Creíste alguna vez que Soda y Gustavo llegarían a convertirse en algo tan grande?
Imposible, nadie pensaba eso. Pensábamos en divertirnos y a medida que empezamos a ver que venía más gente a vernos y que el primer disco empezó a funcionar y todo lo demás que vino fue inimaginable.

Una entrevista que le hizo la revista Mix en Los Ángeles en 1993. Recuerdos que Adrián Taverna atesora en su oficina.

¿En qué momento puntual te das cuenta de lo que estaban viviendo? ¿Algún concierto?
Ha habido muchos, pero hacer el primer show en el [foro] Astros en calle Corrientes en 1984. Al año siguiente en el mítico Estadio Obras, que es la “Catedral del Rock” en Buenos Aires. Y ya el salto a Latinoamérica y sobre todo el espaldarazo que fue el Festival de Viña del Mar en el 1987. Eso nos abrió las puertas para todo el continente.

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¿Lo sentías cansado o menos motivado los últimos años?
Imposible verlo desmotivado. Yo siempre cito que en su último disco Fuerza Natural él empieza diciendo: “Puedo equivocarme pero nunca me sentí tan bien”. Es una declaración de principios que estaba viviendo, tenía muchas expectativas y fue muy trabajoso hacer ese disco… es un discazo.

Tú lo conociste bien. ¿Consideras que sus canciones eran muy autorreferentes?
No. Mucha gente pensaba que el trabajo de Gustavo es autorreferencial, pero todos los discos tienen sus canciones autorreferentes de momentos que estaba viviendo, pero otros temas no.

¿Qué crees que estaría haciendo en la actualidad?
Seguramente habríamos hecho uno o dos discos más. Gustavo siempre fue una persona muy inquieta, no le gustaba estar mucho tiempo descansando.

¿Ves alguna banda en la actualidad que tenga potencial de ser tan grande?
La verdad no. Hay buenas bandas, pero no ha habido ninguna que me sorprenda. Las épocas son diferentes, las comunicaciones son diferentes. Para sorprenderme debe ser algo muy especial. Veo muchas repeticiones de cosas que ya escuché.

Adrián Taverna con Soda Stéreo, cuando todos eran muy jóvenes. Foto tomada del Facebook de Charly Alberti.

¿Sentís que la esencia del rock que marcaron bandas como Sumo, el Indio o Soda se fue perdiendo?
Yo más que nada veo que los jóvenes —no todos, ya que algunos se han preocupado por ser músicos— pero la mayoría en los últimos años se han preocupado por ser estrellas y eso hace la diferencia. Todos tienen asesores de imagen y asistentes, pero ni siquiera tocan bien. Me parece terrible, pero hay chicos que están encarando las cosas de manera más seria. Espero termine la era de la boludez.

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¿Las redes sociales están beneficiando a la música?
No. Es como la energía nuclear puede ser maravillosa: la puedes utilizar para hacer una bomba o llenar una ciudad de energía. Con Gustavo los domingos íbamos a un quiosco de revistas importadas que llegaban con meses de desfase. Yo estoy a favor de que te puedas informar al instante y conectarte con alguien en cualquier parte del mundo. Pero me exaspera lo de los cinco segundos de fama de las redes sociales. La fama efímera de artistas que pasan y duran tres meses.

¿Gustavo era curioso en ámbitos fuera de la música?
Le gustaba la historia, el arte. Cuando viajábamos no sólo hacíamos un concierto. Íbamos a volcanes, lagos, pirámides, lugares energéticos. Todo alimentaba el proceso de creación y como personas.

¿Qué aprendiste de él?
Aprendimos mucho uno del otro. Sobretodo las ganas. Teníamos mucha inquietud. Aprendí la disciplina, laburar y crecer todo el tiempo. Yo siempre fui bastante vago y se lo agradezco.

¿Y él de ti?
Mi fuerza y lealtad.

¿Qué sostuvo su relación por tantos años?
Lo único que hace que la relación perdure es la confianza y sinceridad. Hemos discutido, pero siempre respetábamos el uno al otro.

¿Qué hizo que Cerati fuese Cerati?
Sin duda su talento, su creatividad. Fue un genio en un tiempo diferente. No tengo más que elogios.

¿Dónde situás a Gustavo en la escena del rock latinoamericano?
Nosotros fuimos a países que estaban en dictadura como Chile y Perú, y el gran mérito que tiene Soda, es que le demostró al continente que se podía cantar y decir las cosas de otra manera, que divertirse no era una mala palabra y que no todo tenía que ser desde el llanto. Pudo abrir mucho la cabeza de la gente, elevarla, que al final ese es el sentido de la música.