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Música

Estamos mamados de los celulares en los conciertos

Un llamado a que disfrutemos de la música en vivo gritando, voleando mecha, saltando, llorando pero no más con un aparato entre las manos.

Estereo Picnic, 2017. Día uno, 1AM. De la nada se apagaron las luces, la música de las bocinas paró. Finalmente había llegado el momento: el fin de esas horas de espera con la misma pola caliente en la mano escuchando canciones programadas.

Era cuestión de segundos para finalmente ver a Justice después de tantos años. Respiré hondo, las manos se me empaparon de sudor, abrí bien los ojos y traté de empinarme lo más que pude para poder ver el escenario por encima las cabezas de los dos tipos de metro noventa que tenía al frente. Todo mientras me llevaba la uña del pulgar derecho a la boca.

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Era el momento.

De repente, un mar de pantallas y flashes iluminó el recinto y ese mínimo espacio que tenía para mirar directamente a la tarima se cubrió por un montón de brazos sosteniendo aparatos rectangulares.

¿A lo bien les tocaba tener el celular levantado durante media hora para grabar a un artista que tenían al frente? Qué gran mierda. Solo me quedó cerrar los ojos para gozarme las canciones en medio de ese sancocho humano y esperar que no me metieran un codazo -o un celularazo- en la cabeza.

Está bien: cada quien pagó su boleta y estaba en todo su derecho de hacer lo que se le dé la gana, con tal de no molestar a los demás asistentes. Pero es que esos videos desenfocados, tomados todos desde el mismo ángulo, con un audio en el que solo se escuchan bajos estallados y gritería, y con una imagen corrida por la empujadera habitual de la masa son pura basura digital, y difícilmente alguien los volverá a ver.

No nos mintamos. Puede que la idea sea tener un registro permanente de ese momento pero, amigos, lo bonito de la música en vivo es que es pasajera, no sirve de nada empeñarse en "guardar" el momento y ni siquiera vivirlo con la angustia de retenerlo cuando está pasando de verdad. En nuestra cara. Y ni hablar de los personajes que ahora están haciendo videos en vivo de Instagram o Facebook durante los conciertos, como si tuvieran que transmitirle su experiencia a los demás para parecer cool.

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Se trata también de esas necesidad de figurar en redes sociales para demostrar que se estuvo ahí, y sentir esa deliciosa sensación de aprobación que nos regalan los likes en esta era digital. Pero todavía más triste aún es ver a la gente sacando su celular del bolsillo cada cinco minutos durante el concierto para ver quién ha reaccionado en redes al contenido que acaban de montar. Hay quienes incluso le dan la espalda al escenario durante un buen rato con el objetivo de figurar en su propio video.

Y es que el problema no es solo que los celulares sean físicamente molestos dentro de las multitudes y que irónicamente ahora estemos experimentando la música en vivo a través de una pantalla sino que, muy coherentemente con este mundillo millenial de las redes sociales, genera una desconexión público-artista que está transformando negativamente la forma en la que consumimos música en vivo.

Los mismos artistas lo están diciendo, y aunque todavía no hay registros de ninguna banda o artista colombiano que se haya parado sobre la raya para sentar una posición acerca de este tema, Andrés Calamaro, en su toque en el Teatro Metropolitano de Medellín del año pasado, sentó un precedente en el país. En plena presentación le dijo a un asistente que grababa: "No tengo nada contra tu luz interior, pero la de tu cámara me desconcentra mucho" -como reportó El Colombiano- y unos días después, publicó todo un comunicado en su página de Facebook explicando su descontento y asegurando que "hay que recuperar el placer de escuchar un concierto" .

En el exterior personajes como Alicia Keys, Adele y Jack White le han pedido en medio de los conciertos a sus audiencias que no los graben e incluso, la primera, implementó el uso de los forros Yondr en sus recitales para que los asistentes físicamente no puedan tener acceso a sus celulares mientras estén ahí. También se reportó que el año pasado Apple consiguió la patente de una tecnología que usaría señales infrarrojas para desactivar las cámaras de sus celulares y que la podrían estar implementando dentro de poco en grandes festivales.

Pueden ser soluciones a corto plazo útiles para calmarle la pataleta a artistas emputados, pero es que tampoco se puede tratar de prohibir el uso de los celulares y restringirle a la gente que quiere hacer cuando tiene su artista favorito al frente. Basta con empezar a pensar que esto es un tema de realmente sacarle el jugo a lo que pagamos por una boleta -que normalmente es mucha plata- y no creer que sacar fotos y videos es la manera de recordarnos a nosotros mismos o demostrarle a terceros que estuvimos ahí.

Desde esta columna simplemente los invito a gozarse los conciertos de principio a fin y siempre teniendo en mente lo más importante: conectarse con la música, con la persona que lo está dando todo en la tarima y no preocuparse por unos putos likes en redes sociales o por hacer un video que en unos meses ni siquiera van a recordar que tienen. Que se perderán en el time line con el resto de información prescindible. Para revivir un concierto están las grabaciones oficiales y el trabajo de fotógrafos profesionales que publican en medios de comunicación. Cada vez más parece que lo normal ahora es tener un celular en la mano y no entregarse de lleno al sonido y al ambiente. Dejemos de preocuparnos tanto por tener un recuerdo de pésima calidad de esos momentos increíbles y más bien vivámoslos con alegría, con menos celulares, pero con más baile.