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Música

Misterio, mística y marimba: Una conversación con el Maestro Gualajo

Oriundo de Guapi, en el Pacífico profundo, el abuelo más veterano del piano de la selva nos revela la magia tras uno de los secretos más íntimos de la Afrocolombia.

Fotos de Luis Carlos Osorio P.

Sentado en el lobby de un hotel sobre la avenida Jiménez estaba José Antonio Torres, más conocido como Gualajo. Tenía una boina, una chaqueta de cuero y unos pantalones, que a pesar de no serlo, se le veían anchos. Hombre flaco, de piel negra cobriza y rostro marcado. Alto, con unos ojos profundos y atentos, y una sonrisa muy blanca que exhibió varias veces durante la conversación.

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Es Gualajo, el maestro. El viejo pianista de la selva. El heredero de una cultura que hace cientos de añós llegó de África a Guapi, a las profundidades del Pacífico, a la familia Torres. Un legado que aterrizó en ese municipio del Cauca, forjado a punta del olvido estatal y posteriormente de una guerra ajena. Ahí, su abuelo Don Leonte fundó una estirpe de músicos. Una tradición que atrapó al padre de Gualajo, también de nombre José Antonio, quien como lutier e interpreté, se la transmitió a él y a sus cuatro hermanos.

Ahora él es el abuelo. El que carga con el sonido de la marimba de chonta en su estado más puro, el que solo sale de las entrañas de la selva. Un personaje que oye los ritmos en los sonidos de los animales y del río. Que ha creado metodologías de enseñanza propias, adoptadas por universidades, y que ha sabido llevarle a la nuevas generaciones el currulao, la juga, el torbellino, el pango, el patacoré, el bunde, el aguabajo y todos esos ritmos que decidió mantener vivos cuando se fue de Guapi hace veinte años. Y así, andando, atendiendo a los llamados porque mantenerlo en el presente se volvió su lucha, ha llevado el sonido por esta y otras fronteras: a Suiza, a Alemania o a Francia.

Hoy es una leyenda viva. El héroe del Petronio Álvarez que ocupó el primer lugar en la categoría de marimba en el 2005, que repitió en el 2006 y que luego, para el 2008, fue declarado fuera de concurso. El mismo año en que fue catalogado como el rey en el festival de este instrumento. Él, la columna vertebral del Grupo Gualajo, que desde 1998 y con dos álbumes, sigue echando semilla. Una que ha dado paso a grandes marimberos como Hugo Candelario, Esteban Copete, Juan David Castaño, y que ha inspirado grupos como La Revuelta, Tumbacatre, La Mojarra Eléctrica, Curupira, entre otros.

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Gualajo, el ser humano. El personaje de otros mundos que el nuestro se obstina en olvidar. El hombre con historias de una selva viva, repleta de lo que se ve y de lo que no. De relatos donde la marimba se conecta con las vivencias y con la magia oculta de estos lugares, para que en ella confluyan los misterios más profundos del Pacífico. Los secretos que se esconden en los árboles, en el mar, en las quebradas, en la lluvia, en la noche. Un instrumento poderoso, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, que se afina con el cantar de las mujeres y se inspira en el gorjeo de las aves. Hablamos con el maestro, en fin, sobre misterio, mística y marimba.

***

Maestro, ¿cuál fue su primer contacto con la marimba?

El primer contacto que yo tuve con la marimba fue desde que nací. Nací y me crié oyéndola. Mi papá las construía. Después me tiró por aprender y él fue el que me enseñó. Y me quedé así hasta ahora, eso hace más de unos sesenta años. Desde ahí he venido tocándola donde me han llamado.

Se dice que incluso usted nació encima de una, ¿es verdad?

¡Ah! Esa historia. En ese tiempo no había hospital ni nada en Guapi. Y si había no sabían sacar una criatura. Las que asistían eran las parteras. Había una señora ahí al frente de la casa que, de nacimiento, solo tenía una mano. Ella era la partera, era una verraquera. Todos los hijos que tuvo mamá los recibió ella. Francisca, se llamaba. Cuando estábamos crecidos, todos le decíamos Mamá Pacha. Ella ya murió. Pero cuando yo nací tantas eran las marimbas que mi papá hacía y negociaba, que esa casa estaba llena, llena, llena. Era su empresa. Pero marimbas buenas, no como esas que están haciendo ahora. Eran pensatónicas, no pentatónicas… ¡Pensatónicas!. Entonces, no había donde colocarme, por lo que Mama Pacha me cortó el ombligo ahí sobre una marimba. Desde que yo nací el instrumento me recibió.

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¿Cómo es el proceso de aprendizaje? ¿Quiénes fueron sus maestros y a quiénes ha transmitido el legado?

Hay una ventaja o desventaja, no sé, pero los toques en la percusión del pacífico hay que enseñárselos a las personas porque no son fáciles. La misma cosa que los del Atlántico. Y uno tiene que aprenderlos. A mí me enseñó mi papá y yo les he enseñado a las nuevas generaciones. Donde me llaman voy. He sido un verraco aquí en Colombia en el asunto de la marimba, porque los mejores marimberos los he sacado yo. Tenemos a Hugo Candelario, a Copete, a Chigualito, a Juan David Castaño. En este año que terminó, le estuve enseñando a otros muchachos en unas comunas ahí en Cali. Y a otros aquí en Bogotá.

Para usted, ¿qué es lo más importante de transmitir y mantener este conocimiento?

Lo más importante es que los muchachos aprendan, para que esto no se termine ni se entierre, como decimos nosotros en la costa. Quien pueda que aprenda a tocar la marimba. Hay gente que lo hace, pero lo raizal no lo saben. Las vivencias no las saben.

¿Cuáles son esas vivencias?

Las vivencias son lo que ocurre en la costa pacífica. De ahí se sacan letras. Y las raíces son las que yo, desde que nací, he venido oyendo. Los aires musicales de allá. Antes de morirme yo quisiera tener una escuela para enseñarle a la gente, al que vaya.

¿Hay relación entre las vivencias del pacífico y las vivencias del atlántico? Sé que usted tuvo su encuentro con Paito, el maestro de la gaita negra, hace unos años aquí en Bogotá para el tercer disco de Curupira.

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Sí, y grabamos juntos. “La cumbia de la mar”, fue la primera cumbia que se pudo hacer del pacífico. Porque sé que es música de allá, pero con las vivencias yo la saqué. Yo he sido muy selvático y del mar. Nunca pensamos con Paito que la marimba iba a pegar con la gaita, pero él es un monstruo y toca mucho. Y Gualajo medio toca la marimba. Esa curiosidad la tuvo Urián Sarmiento, y lo hicimos y dio buenos resultados. Nos dimos cuenta que sí se puede hacer, pero no hemos podido hacer muchos ensambles. Queremos sacar un CD que una las dos.

Por sus historias, maestro, ve uno esa relación gigante entre la marimba y la selva. Hay una mística, una magia que las conecta, ¿me podría hablar un poco de eso?

La magia de la marimba en la selva… En primer lugar es que hay que saber conocer la madera. En qué tiempo se puede cortar. No siempre se puede, sino no le suena bien. La otra magia que hay es que uno tiene que ir a la selva y ponerle cuidado a lo que se mueve en ella por las noches. Como en todas partes, en la selva por el día anda un personal y por la noche anda otro personal. Y aquí en la ciudad es lo mismo, hay algunas personas que por el día no andan pero por la noche sí. Ahí es donde está la sabiduría, en esas personas.

¿En las de la noche?

En las de la noche. Porque la noche es una capa gruesa. Es la más gruesa que puede haber en el mundo entero. Ahí se mueven todos los secretos.

¿Cómo encontrar esa sabiduría?

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Se oye en la oscuridad. Ahí la escucha.

Y la marimba, ¿qué papel juega dentro de esa selva?

La marimba tiene un ritual. Lo que pasa es que usted tiene que tener una buena capacidad para poder escucharlo. Hay que estar entre el mar y la selva para poder descubrir muchas cosas que tiene. Le cuento. Yo cuando estaba aprendiendo a tocarla los tacos se me desaparecían. Mi papá metía una palanca, un palo largo, de una viga a otra viga de la casa y mantenía siempre ahí colgado el instrumento. Cuando nos poníamos a tocar había un vasito donde poníamos los tacos, al terminar los dejábamos ahí. Pero luego empezaron a desaparecer sin saber quién los cogía. Había un árbol grande cerca al pueblo por una vereda que se llama Sansón. A mi papá le gustaba mantenerlo bien limpiadito y cuando nos poníamos en esas, estaban los tacos ahí paraditos. Y yo le decías “papá vea los tacos acá” y José Antonio, mi papá es tocayo mío, llamaba a mi mamá, Rogelia, “¡ve los tacos acá!”. Los viejos de antes eran unas personas que sabían las cosas y de una mi papá me decía: “ojo, hijo, acá está apareciendo un espíritu”.

¿Qué hacen los espíritus con la marimba?

Mire, le cuento. Mi papá una vez estaba haciendo unas marimbas para el doctor Octavio Marulanda. Eran cinco y eran para traer a Bogotá. Yo por eso le tengo tanto agradecimiento a la gente de aquí de la capital. Y entonces, estaba con una Coleman de noche haciendo la última cuando ¡RAAA! Le salió un espíritu. Ahí fue que quedó la marimba de los espíritus. Las vendió todas, pero esa no. Viejo malicioso que sabía. Ahí está todavía, es la marimba más vieja que tiene el pacífico. Es la de la historia, la de los Torres. Ahí aprendimos todos. Nosotros hemos sido los héroes, los presidentes, los alcaldes, la policía, los jueces de la marimba.

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Maestro, ¿y alguna noche que recuerde donde usted haya presenciado esa mística del instrumento?

He tenido muchos recuerdos, pero eso no lo puedo hacer más ahora porque estoy acá, en la ciudad. Yo era cazador. Me embarcaba en mi potrillo bien de noche, allá en la selva y oía que venía un tipo corriendo, corriendo, corriendo por la loma de arriba. En esa parte había mucho animal, pero brincaba como una persona. Había un charco grande y llegaba ahí ¡YUM! al agua. Y a lo que yo alumbraba allá donde caía al agua ¡TAZZZ! Se me quemaba la bombilla del foco. Y más allá oía que gritaba ¡UAAAAUUAA! Pero así duro, entonces se me erizaba el cuerpo. Como uno no carga un solo bombillo lo cambiaba y maliciosamente decía “para allá no voy a volver a alumbrar porque se me quema mi foco”. Luego cuando me encontraba con mi papá, porque nosotros nos sentábamos a tomar agua de piña, eso era muy bonito, y le contaba toda la escena, él me decía así: “¡Uyyy! pendejo, ese es Toynará”…

¿Toynará?

Sí, Toynará… ¿Sí lo ha oído nombrar?

No…

Bueno, ese es uno de los elementos que andan por la noche. Y otra vez traía el bombillo… pero ¿el diablo es diablo por qué?

Por viejo…

Por viejo. Venía yo bajando, cuando veo dos ojos. Dos ojos pero bien adentro, y yo dije “esto qué diablos”. Había visto toda clase de miradas pero no esa. Yo en la selva botaba el foco y reconocía: “allá hay una víbora, allá hay una rana”, conocimiento que tengo. Pero no esos ojos. Entonces yo saqué la escopeta y le hice un tiro ¡Juepuchica! Después que le hice oí una cosa que ¡PRAAAA! Sonó ahí al lado… mire todavía se me eriza el cuerpo…

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(se levanta la chaqueta de cuero y me muestra su brazo delgado)

Se me erizó el cuerpo. Me vine bajando y llegué a la casa. al otro día maluco, maluco, maluco. Mi papá preguntó que por qué no me había levantado, pues el vivía muy pendiente de mí. Yo le conté que desde que tiré esos ojos estaba así. “¿Qué ojos fue que tiraste?” me preguntó, y le conté la escena…. Vea se me eriza el cuerpo todavía…

(Vuelve se remanga la chaqueta y me muestra el brazo)

Y llega mi papá y me dice “usted tiró fue a un muerto”. Mi abuela, que estaba ahí pidió que buscaran agua florida, que machacaran bien eso y me lo sobaran . Me lo hicieron y me mejoré.

¿Son muertos?

Son muertos que han vivido allá, entonces los espíritus quedan allá. Y por la noche salen.

¿Tuvo varios encuentros, maestro?

Pero de cacería por la noche, porque yo me iba a la selva alta a las doce de la noche, cuando me zumbaban los oídos. Yo no he conocido miedo. Y usted oye hablando gente y cuando más los entiende pasa a murmullo, murmullo, murmullo. Ánimas que ha vivido ahí y quedan.

¿Existe una relación entre esas ánimas y el poder de un instrumento como la marimba?

La marimba es virtuosa para las ánimas que la han tocado en esa época. De allá, donde uno las oye, sacaban el material para hacer el instrumento los marimberos que ya se habían muerto.

Donde está la madera están las historias…

Precisamente. Y si usted va y hace una marimba y la deja, le echa una tapadita y al mes va y la saca… esa marimba, ¡mejor dicho! Sale bendecida de los mitos.

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¿Y el duende de la marimba?

El duende sí, son los mitos. El duende sapo es para la guitarra, pero el duende propio para tocar la marimba se llama Perlita. Ese es un indio que usa gurupera, lo que usaban los indios.

¿Así se viste el duende?

Así se viste. Él no es alto, es pequeño. Me ha salido varias veces. Es como ver un niño bien simpático, pero pequeñito. Tenía un sombrero grande, como el vueltiao, pero de otra calidad, es muy antiguo y como un paraguas. Hecho en hoja de un árbol que se llama Castaño. Pero el duende no le sale a todo el mundo. Es un espíritu que no le hace daño a nadie, antes los ayuda, porque si usted es amigo de él, sale brincando, por el techo y le da alegría. Es músico pues.

¿Toca la marimba?

¡Ayyyyyyyyyy papá! Y tiene otra cosa él, pero esa me la reservo… jajajajaja.

¿Y vio a los dos duendes?

No, no. Al de la marimba. Si estás con las ánimas nunca te hace falta nada. Puede que te pierdan las cosas, pero de la noche a la mañana aparecen.

Maestro, me hablaba hace un rato que la marimba, para hacerla, toca seguir un proceso específico, ¿cuál es?

Sí. Con mi papá esperábamos que estuviéramos en Luna llena y ahí íbamos contando. A los ochos días de menguante, que ya está menguada, va usted y corta esa madera. La raspa y la trae a la casa. Y al año, solo al año, la trabaja. Así más le suena, más le dura y menos se apolilla. Sino le sale destemplada. Por eso uno dice que hay marimbas malas y hay marimbas buenas. El que no sabe corta la chonta en cualquier momento y no.

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Es muy bonita esa conjunción que existe entre la música, la cotidianidad, la selva y su mística. Da la impresión que todo está conectado.

Es que mire, el suplemento es ese. Es como la sal, el arroz y el aceite. Toca hacer ese suplemento para vivir en la vida. Ahora la gente solo vive por vivir.

Con todo este conocimiento, ¿cómo es su presente? ¿Qué quiere lograr?

Yo quisiera que la gente le diera compasión, nos dieran la razón y nos ayudara a parar la casa de mi papá en la costa pacífica. Ya el río se la llevó. Queremos renovarla. Yo he dejado a Colombia en alto y ahora quiero levantar esa casa que no es ni para mí. Yo sé hacerlo todo, solo necesito que nos ayuden a hacer la casa.

(NDA: Hoy, a través de la Fundación Gualajo, que venía gestionando la preservación de la casa de su padre para convertirla en una escuela taller, el maestro hace un llamado a mantener esta historia. Después de dos años y ocho meses llevar documentación para declararla bien de interés cultural, el río se la llevó. Como ya no había casa no declararon nada. Gualajo sueña con levantarla para que la marimba y la magia siga existiendo).

Maestro, dígame uno de los momento más bonitos que recuerda con la marimba

Yo fui el primero en llevar la marimba de Guapi a Europa. Era una admiración. Yo la tocaba y por la resonancia que daba, los gringos de allá creían que tenía micrófono adentro. Llegaban y la alumbraban para ver y no tenía nada. Le daban a la tabla y se preguntaban “¿pero por qué?”. Yo ya les dije por qué era, pero para que el canuto amplifique una tabla y suene así, no es fácil.

¿Qué es lo que más le gusta de su instrumento?

Más que todo el sonido. El sonido es estupendo. Cae al agua y nunca se ahoga. Corre por la superficie del río hasta lejos. Es muy bonito oír una marimba en Bogotá, pero oírla sobre el río Guapi es diferente. Allá está en medio de la selva y está la corriente de agua, y más lejos se escucha.

El río lleva el sonido…

¡Eso! Lleva el sonido. Es una belleza…

***

El maestro Gualajo se estará presentando el martes 8 de marzo en la Universidad de los Andes a las 7 p.m. Para inscribirse haga click acá. Si quiere estar pendiente de la Fundación Cultural, Artística y Musical Gualajo únase por aquí.