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Música

La selva, la ciudad y Mateo Kingman

Este ecuatoriano apadrinado por AYA Records ruge como pantera, es como la lluvia y se transforma en pájaro con su música.

Foto por Annia.

Nacido en las afueras de Quito, la capital de Ecuador. Criado en la Amazonía, con influencias que van desde Simón Díaz hasta Nirvana, de Mercedes Sosa a Cypress Hill, la música de Mateo Kingman podría ser –por sí sola- una selva: espesa, abundante, diversa.

En 2012, agarró una mochila y cuarenta demos que había grabado caseramente. El destino fue Quito. El objetivo: acercarse al productor Ivis Flies. Como para probar suerte, como para ver a dónde le llevaba ese salto al vacío. “Ivis me dijo que sentía que no era mi momento. Que vuelva, quizás, en un año. No sé qué le hizo cambiar de opinión pero me llamó y me dijo que confiaba en mí, que me quería producir”, cuenta Mateo. Así –de repente– tuvo que despedirse de Macas, ciudad localizada en la provincia de Morona Santiago, en la Amazonía ecuatoriana. Allí, creció y se crío rodeado de bosques, animales y ríos. Ver la selva desde lejos hizo que la valore mucho más. La echaba de menos y sintió la responsabilidad de ser un puente, un canal, quizá para que los citadinos la conozcan. Compuso música que lo ayudó a olvidar que estaba lejos de ella. Se transportaba a Macas a través de sonidos, veía paisajes familiares a través de letras (a veces nostálgicas, a veces potentes). Fue una época de mucho apuro, de impaciencia por llegar a más personas con su música, de conectar con alguien en una ciudad en la que él veía a todos desconectados…

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Cuatro años después, la ansiedad de querer hacerlo todo de golpe se transformó en calma. Ahora habla con confianza en él, en su equipo de trabajo, se siente más liviano, está en otro momento. Pero, a pesar de que se carrera haya despegado, Mateo sigue siendo este tipo que utiliza palabras sencillas al comunicarse y no toma las cosas por sentado. Recién ahora empieza a ver los frutos de una cosecha que duró mucho, muchísimo tiempo.

Es verano en Quito y viste unos jeans y una camiseta azul que combina con sus –ya característicos- zapatos Venus. Oculta su mirada tras unas gafas estilo Ray Ban mientras responde un par de preguntas.

- "Experimentaste muchas caídas cuando arrancó tu carrera artística, ¿qué te hizo seguir y no darte por vencido?", le pregunto.

- "Creo que practicar deportes desde muy chico me ayudó a ser disciplinado. Yo era parte de la selección atletismo. Una vez, en una final, fui derrotado. Pero no paré. Ahora juego rugby. Además, soy obstinado. Me gusta conseguir lo que me propongo.

- "¿Recuerdes algún otro momento en el que te tocó levantarte a pesar de todo? ¿Qué vivencia crees que formó tu personalidad fuerte?", le replico.

- "Cuando yo tenía dos años, nació mi hermano menor. Él fue prematuro, lo que hizo que mi mamá aliviane sus responsabilidades en el trabajo y le brinde especial atención a él. Ahí me tuve que parar. Ser más independiente. Mi familia trabajaba en el campo, así que desde muy pequeño aprendí a ayudar, a valérmelas por mí mismo, a tener una relación cercana con la naturaleza, a ser disciplinado. Como estudié en casa, tuve que entender que para todo hay un momento. Momento para jugar, para leer, para ir al río…"

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Su familia siempre lo apoyó, pero, en su crianza, la esencia fue la libertad.

Las alas y los pájaros

“No mates el tiempo viéndolo pasar sentado. Sentado esperando”, dice “Levanta”, uno de los temas más introspectivos del álbum Respira, lanzado el pasado 12 de agosto bajo el sello AYA Records. En él, Mateo desviste su alma y confiesa los miedos y las dudas que sintió, durante un año, al llegar a Quito por primera vez. “Yo estaba acostumbrado a la vida sencilla, conectada con la naturaleza, con el presente. Cuando llegué a Quito me sentí solo, triste, no tenía a nadie, sentía que nadie me cachaba. Así que lo único que me quedó fue escribir y componer canciones”.

“Respira porque el miedo te da alas” es otra de las frases presentes en el disco. Esta llegó a Mateo a través de un curandero. Dentro de su vida simple y relajada, los chamanes y las plantitas medicinales también jugaron un rol importante en su búsqueda, en su enfrentamiento y aceptación de su luz y su oscuridad.

Los pájaros, los senderos, la lluvia también son elementos súper presentes en sus líricas. Los sonidos de las aves y de los riachuelos se contrastan con toques modernos de sintetizadores, percusiones que hacen que hasta el más escéptico mueva los pies. Otro de los elementos geniales del Respira son las colaboraciones variadas y atractivas, como la canción “Mi pana”, en la que participa Guanaco M.C. “Suelta la pala, suelta el machete y vamo’ pal’ monte a bailar”, invita uno de los versos.

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“Yo no estoy inventando nada nuevo. Todo estaba ya está flotando en el aire, yo solo decidí qué tomaba, qué adoptaba para mi música”, dice.

“She don’t want no rock and roll”

“The Seed”, de The Roots fue la primera canción que despertó en él la curiosidad de componer canciones que abrazaran al hip-hop como influencia principal en la base rítmica y sonora. “Si te fijas, muchas canciones de mi disco tienen una estructura semejante a “The Seed”. Una intro que estalla con un verso cantado como rap que se matiza con un estribillo con un canto más suave que llega a otras notas, a otras armonías”.

Su primer encuentro con este género fue cuando viajó a Suiza a los 16 años para realizar un intercambio. “Pasé de la selva a una ciudad en la que no encajaba y no entendía nada. Todos mis compañeros estaban obsesionados con artistas como Jay-Z, Cypress Hill y Lil Wayne. Yo quise investigar y decidir qué me gustaba y qué no de ese género que, al principio, me disgustaba, pero me terminó encantando. Me embalé un montón con el hip-hop”.

El Viejo Hombre de los Andes

EVHA es el proyecto alterno de Mateo. Este marcó el comienzo de una nueva etapa en su vida. Un cambio de página, un caminar a donde sea. En las canciones de EVHA ya no hay tanta tristeza, la percusión (Mateo se inició en el sendero musical con la batería) forma la base musical de este proyecto que es uno de los más innovadores de la escena ecuatoriana.

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EVHA nació de una manera más natural. Sin tantas mutaciones como su proyecto Mateo Kingman, que en un inicio se llamó Maki. “El nombre Maki no se sentía tanto como yo”. Así, se quitó varias capas, expectativas y todo mejoró, el río se desestancó y fluyó con un caudal poderoso e imparable. ¡Mateo y EVHA están listos para volar!

¡Salta y vuela, guacamayo!

La energía que le contagió el hip-hop hizo que, en el escenario, desborde potencia, bailes salvajes, como si se convirtiera en animal. Con el paso del tiempo, su puesta en escena se controló un poco, pero mantiene el entusiasmo y la efervescencia.
La exploración musical de Mateo Kingman en ‘Respira’ llegó a un proceso de florecimiento este 2016. Sus participaciones en festivales como Terrasónica, Quito; y la FIMPRO, de Guadalajara, México, recibieron comentarios positivos en diarios como La Nación de Argentina, y felicitaciones de artistas de la talla de Gustavo Santaolalla. Además, fue uno de los primeros músicos en firmar con el sello AYA Records (cuyos fundadores son Grant C. Dull, de ZZK; e Ivis Flies, de Pulso). Mateo es uno de los artistas ecuatorianos que formarán parte del cartel del Hermoso Ruido. Un showcase altamente recomendado con fuertes dosis de fuerza de pantera.

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Mateo Kingman se presentará en Bogotá en el Festival Hermoso Ruido que se celebrará del 15 al 17 de septiembre. Para estar en contacto con este hombre de la selva entren por aquí.