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Música

Rumores de sangre: los ecos de la producción azucarera argentina convertidos en música

Fernando Toth explora a través de su sencillo y su video, la historia de represión a los trabajadores de los ingenios azucareros de Tucumán.

A uno siempre le quedan sonando los nombres extraños. Eso fue lo que nos pasó con Fernando Toth, el músico y antropólogo argentino que apareció en nuestro mapa después de haber liberado "Nueva fuerza", en el primer disco del sello bogotano In-Correcto, El Sudaca Contraataca Vol. I.

Desde el 2004, Toth ha estado metido de lleno en el aprendizaje empírico de la música. El cacharreo con máquinas, guitarras, percusiones, computadores y mucha investigación, le han servido a este excavador profesional para ir construyendo un lenguaje intimista, a veces medio cronista, que combina sonidos experimentales de una electrónica oscurona con percusiones sudaca-ritualísticas y sampleos con guiños a historias ocultas. Y todo te lleva a un trance introspectivo de movimientos suaves.

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Y así es "Joi-Joi", su última exportación.

Hace un par de semanas, el antropólogo soltó por su Facebook este  sencillo que estrenó en septiembre a través de In-Correcto, con ayuda de Santiago Álvarez. Con imágenes a blanco y negro en baja calidad de escenas del trabajo con caña de azúcar en la zafra de Tucumán, recortes de periódicos y opresión militar, el antropólogo termina de mostrar la realidad de la industria azucarera de Tucumán, una historia que de por sí ya carga la canción​. El clip "son imágenes de archivo que muestran los años de esplendor de la FOTIA, es decir la creación y consolidación del movimiento sindical azucarero y la radicalización de la política en esa provincia y el posterior exterminio de los trabajadores por parte de la junta militar" cuenta Santiago.

Aprovechando la llegada de este estreno, nos contactamos con Toth para que nos respondiera una sola pregunta. ¿De qué carajos habla "Joi-Joi"?

Fernando Toth:  La cosa es así, el tema lo rearmé de un laburo que me pusieron hace un tiempito para el Bicentenario de la independencia que se firmó en Tucumán el 9 de julio de 1816. A una amiga la contrataron para hacer dos domos institucionales de 360 para un festival interactivo, que iba a durar una semana e iba acompañar el festejo del Bicentenario. Le asignaron los domos del Ministerio de Producción y el del Ministerio de Cultura, y ella me contrató para que hiciera el del Ministerio de Producción, o sea, para hacer la musicalización.

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Entonces me pasaron un montón de información de Tucumán y su producción. Un montón de cifras, un embole total para que hiciera algo divertido. La cuestión es que cuando a mí me propusieron esto yo ya sabía varias cosas de Tucumán. Sabía que históricamente la producción principal de allá es la caña de azúcar y sobre esta hay una historia de opresión y explotación de los trabajadores de las zafras. Es decir, la industria de los ingenios del azúcar está manchada de sangre desde el primer día, desde la época en que se instauraron las leyes de la vagancia para traccionar a toda la mano de obra indígenas que no quería participar en esos ingenios. Así que estaba enterado de que en la última dictadura se torturó gente dentro del ingenio del Ledesma​, por ejemplo.

Pero no sólo sabía eso, también había leído un libro sobre folklore argentino del historiador Oscar Chamosa, que en la primera parte explica el proceso por el cual se canoniza la zamba -en Argentina es con "z"- y otros géneros de Tucumán como la identidad folclórica por excelencia. Eso pasa a partir de 1910, cuando la industria azucarera empieza a tener crisis, pierde el vínculo político que tenía con la presidencia y se le ponen en jaque las medidas de protección que tenía. Entonces, se hace una política cultural con el objetivo de consolidar la idea del industrial azucarero como benefactor de la patria, y a la masa trabajadora de ingenios y fincas como los representantes de la identidad nacional autóctona. Se montan entonces unas campañas a través de la Universidad de Tucumán y parte del Ministerio de Cultura de la provincia para vender esta visión. Los catálogos y todo eso que creaban lo ponían en las escuelas proyectando una identidad nacional blanca, se planteaba una imagen romántica española entre gente que en realidad era mestiza, como muchos. La cuestión es que al final, los tipos terminan haciendo todos los grandes cancioneros del folclore argentino, las coplas, las grabaciones y todo se financia a partir de esta gente que laburaba en la Universidad, o sea los primos de los dueños de los ingenios.

Así que cuando me entregaron todo yo no me podía hacerme el boludo de que sabía todo esto (risas), pero tampoco pensaba hacerme el contestatario cuando me están pagando por hacer una experiencia divertida de eso mismo. Así que conseguí muchas grabaciones en mala calidad de los trabajadores, no de esa época porque no encontré, pero sí de los 60, tocando la guitarra y cantando. Y con samples que saqué de allí empecé a jugar, le metí percusiones y distorsiones, hasta que llegué al tema que, de hecho, lleva el nombre de las melodías de tres notas que hacían los trabajadores de Tucumán. Lo primero que mostramos fue una cosa re-delirante, re deforme, algo que pensamos no iba a gustar, pero cuando lo escuchamos junto a los tucumanos, la productora y Pauli Coton​, que fue quien nos contrató, les gustó. Es más, la productora nos dijo que le diéramos "más ácido", sea lo que sea que eso signifique (risas). Entonces le metí más batería, más percusión tipo acid house, pero cuando lo escucharon los tucumanos dos días antes de estrenar todo, se asustaron porque era muy oscuro.

Ya para este último, que fue el que publiqué, le dejé cosas de ese original como unas líneas de voces que están medio escondidas y los sintes hechos con voces de lamentos de los trabajadores, las guitarras y el tono sombrío. Medio amargo que tenía que tener.

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Sigue a Toth por acá.​