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Música

En el Estéreo Picnic, Totó la Momposina fue la mamá de todos

Pasado, presente y futuro se manifestaron en la tarima a través de su voz y del talento de un grupo de músicos alucinantes.

Fotos por Julián Gallo

Bajo el cielo nublado y una incesante llovizna que seguía humedeciendo el lodo del parque de la 222, hacia las cinco de la tarde, caminando desde la parte de atrás del escenario, apareció Totó la Momposina. Si Canalón de Timbiquí un par de horas antes ya había dado un golpe contundente con la fuerza de la música del Pacífico, y Rompe Rayo nos había regalado un despliegue absoluto de creatividad, ahora Totó, con una voz firme y poderosa -a pesar de estar enferma- y un conjunto de músicos impecables, empezó un canto que dejó una huella indeleble en la historia del Festival Estéreo Picnic.

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Difícilmente alguien no ha oído de ella, y así no conozcan su música a profundidad, reconocen que su nombre está grabado en la historia, presente y futuro de nuestra música. Totó es sinónimo de identidad, de amor por lo propio y de una dignidad inquebrantable que nos liga a este territorio que llamamos Colombia y a la manera como este se ha configurado. En su música suenan los ritmos y las historias de la profundidad de este país, de su cotidianidad, de sus anhelos, y de aquello que lo motiva a bailar.

La voz de Totó, que rompe en el tiempo, sigue atrapando generaciones. En el Festival Estéreo Picnic, con una muestra de autoridad, fue conquistando a un público que, si bien pudo haber ido buscando otras propuestas musicales, no pudo dejar el cuerpo quieto. La cumbia, el porro, el bolero, la música palanquera y un repertorio que incluyó temas con arreglos medio jazzero, pusieron a bailar y a remover el lodo del escenario principal una vez más. Los tambores hicieron que el corazón de los asistentes se acelerara, la fuerza se contagió y Totó dio "la lección", como ella misma la llamó.

Fueron 45 minutos donde miramos para adentro. Donde "El Pescador" logró erizar la piel y conmover hasta el llanto, y  "Prende la Vela" no hizo mover los huesos. Todo por medio de un canto y una música rebelde. Rebelde y hermosa. Un sonido y un baile que no dejan de manifestarse contra las injusticias que se viven en nuestro país y que saben que la libertad por medio del arte la encontraremos en nosotros mismos.

Sin reservas, entregando todo con su voz, y con un despliegue técnico alucinante por parte de todo el grupo, Totó nos regaló un show memorable. Nos dio toda la alegría necesaria para seguir creyendo en lo nuestro y en las muchas voces, y en los muchos músicos que ella representaba sobre esa tarima. En ellos está nuestra fuerza.

Gracias Totó por la lección.