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Música

El despertar de la nueva psicodelia en latinoamérica (Parte 1)

¿Qué significa? ¿Qué momentos históricos y qué mundos confluyen en esta renaciente movida? Empezamos el viaje.
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​Está creciendo una nueva ola de psicodelia y space rock en los circuitos independientes de diversos países latinoamericanos: en México, Chile, Argentina, Perú, Brasil, Costa Rica, Uruguay, Paraguay, Colombia y Puerto Rico. No se puede hablar de un sonido predominante, sino más bien de artistas que parecen serraras avis en sus lugares de origen, aunque no ocultan una proyección más bien grande. De hecho, varios giran por el mundo y editan sus discos en sellos norteamericanos o europeos. Muchos de los mejores álbumes que se publican en Latinoamérica pertenecen a esta corriente y algunas bandas ya se están instalando como referentes del género a nivel internacional.

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Mira la segunda parte de "El despertar de la nueva psicodelia en latinoamérica" haciendo click aquí.


En los últimos años se ha empezado a hablar de nueva psicodelia o psicodelia moderna para referirse a un conjunto de bandas que toman como base ese sonido y estética que surgió en los 60. Hay cierto consenso en ver a Tame Impala, MGMT y Temples, surgidas en los primeros años del nuevo milenio e instaladas en el mainstream, como los principales nombres de este movimiento. Pero son sólo la punta del iceberg de todo un universo que ya se ha venido gestando desde hace mucho tiempo atrás.

Pero vayamos un poco al comienzo de esta historia. Hay que recordar que la psicodelia no solo fue un género musical, sino que fue la banda sonora de un cambio social en los 60s, que tuvo a los jóvenes como principales protagonistas. Fue también el sonido alumbrado por la exploración con drogas como el LSD, que permitía acercarse a nuevos estados de conciencia y alterar la percepción (es en esa década que el ácido pasó de un uso investigativo a un uso recreativo). Es también el sonido alumbrado por los nuevos desarrollos tecnológicos (la música concreta-electrónica entró entonces al rock), por la revolución sexual, por el imaginario que traía la carrera espacial, y por la fuerte introducción del pensamiento oriental, que configuró toda una época y una actitud. La vida en comunas, el ecologismo, y  las protestas sociales ante el escenario bélico movilizó a los jóvenes hippies de entonces. Y esto se expandió de California a San Francisco, de Londres al DF, y a Buenos Aires, a Sao Paulo, a Santiago, a Lima, a todas partes del mundo.

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En términos estrictos psicodelia es mostrar el alma, hacer manifiesta la psique, es una experiencia tan antigua como la humanidad. Y por su parte, El rock psicodélico es lo que empieza en la década del 60: con The Beatles, Jimi Hendrix, Pink Floyd, Jefferson Airplane, o Silver Apples. Con festivales como el Verano del Amor o Woodstock. Y no cabe duda que la psicodelia expandió los límites del rock de la misma manera que las drogas expandieron los estados de conciencia. En la última entrevista que dio Hendrix a la revista Rolling Stone se imaginaba el futuro de su música como colores e imágenes. Y es que la psicodelia abrió las puertas a la sinestesia y, en cierto modo, eso también la conectaba con ese clima de erosión de disciplinas que el arte de vanguardia entonces proponía.

La psicodelia pegó fuerte en Latinoamérica en la década del 60 y 70. Grupos como Os Mutantes (Brasil),  Orion's Beethoven (Argentina), Laghonia (Perú), The Dugs Dugs (México), The Speakers (Colombia), Aguaturbia (Chile), Los Impala (Venezuela), por nombrar algunos, se cuentan entre lo mejor de la psicodelia a nivel internacional. Eran épocas complejas, de polarización ideológica como resultado de la Guerra Fría y el ascenso del socialismo en Latinoamérica. La nueva canción, hija de esta agitación social, y el folclore, se convirtieron en el estandarte de una nueva juventud intelectual en muchos países. Pero aquella fue también una época de dictaduras, nacionalismos y procesos migratorios complejos que volvieron el contexto bastante álgido y que influyó notoriamente sobre el destino de muchas bandas.

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Fue así como el rock convivió con muchas otras músicas arraigadas en el gusto popular. Aquí hubo hippies, pero también hubo salsa, cumbia, folclore y una variedad de música tropical. Grupos como El Polen (Perú), Los Jaivas (Chile), Genesis (Colombia), Wara (Bolivia), lograron ese mestizaje entre rock y folclore, y fundaron las bases de la fusión que ha permitido hablar de una expresión musical más genuina. Aunque, y hay que hacer énfasis en este punto, de la misma manera la cultura popular fue una antena que supo hacer suyas esas innovaciones, como sucedió con la cumbia psicodélica de Los Destellos o Los Mirlos, quizá los mejores ejemplos.

Toda esta época ha vuelto a nuestra memoria gracias a la aparición de estas nuevas agrupaciones de rock psicodélico, coincidiendo además con un boom de reediciones de ese periodo fundacional y el regreso de un sonido que es apreciado por coleccionistas en todas partes del mundo.

Nuevos tiempos, nuevas visiones

Pero ¿Qué significa hacer psicodelia hoy en día? La misma pregunta se la hizo John Doran en un ensayo escrito para The Quietus publicado en septiembre del 2014. Doran habla allí de una división que se ha establecido en el uso del término "Psych", una para clasificar cierta música y otra para hablar de los efectos que produce. De ello podemos inferir: ¿es nueva psicodelia porque podemos asociarla a un estilo y ciertos productos culturales de una época, vestimenta, sonidos e instrumentación? o ¿es nueva psicodelia porque busca volver a esa suerte de efecto de revelación, esa nueva expansión de la conciencia?

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Los tiempos han cambiado. El escenario no es el mismo paras estas nuevas bandas de rock psicodélico. Con el ascenso y consolidación del libre mercado, con la globalización, con el flujo de información, con un MTV Latino que ahora es sólo el recuerdo de un modelo que alguna vez forjó los gustos de una generación, los circuitos independientes de música alternativa se han ido fortaleciendo. Hoy todos saben que los sponsors y marcas tienen el ojo puesto en todo aquello que participe de esa obsesión moderna de exhibirse virtualmente, y que las oportunidades están allí. Son las redes sociales los mejores canales de comunicación, y es ahí donde también se dan a conocer las nuevas estrellas del indie latinoamericano, cuya música inunda plataformas como soundcloud, spotify o youtube.

Para quienes optan por un sonido menos convencional, ajeno a la estandarización reinante, las dificultades pueden ser mayores. De ahí que Internet se ha convertido en la puerta de acceso a una red de relaciones con desadaptados en todas partes del mundo, que sumando, ha terminado por convertirse en un gran mercado global, internacional y con una gran comunidad de intercambio donde es posible insertarse. De ahí que si algo distingue a muchas de las bandas de nueva psicodelia es que se mueven con ese espíritu internacionalista, y quizá eso vuelca a varias a cantar en inglés, como sucede con grupos como Föllakzoid (Chile), Fantasmes (Puerto Rico) o 3am (Perú).

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Es verdad que a las bandas de nueva psicodelia en Latinoamérica las percibimos muy influidas por un sonido muy boga en esta época, pero los entornos no son los mismos, y su persistencia de raras avis en sus lugares de origen las hace ser combativas y su desmesura sónica las hace ser un tanto incómodas. Y ni hablar de quienes optan por salirse del formato canción, cuya actividad es ya heroica. Es temprano aun para saltar en un pie ante la gestación de un movimiento, pero sí para observar con expectativa el crecimiento de un sonido que hoy se encuentra entre lo más interesante que producen los circuitos independientes en Latinoamérica.

Antecedentes en el mundo

El año cero para la llamada nueva psicodelia es impreciso, pero puede decirse que la década de los 90 fue un caldo de cultivo para el surgimiento de toda esta ola de nueva psicodelia. Fue el inicio de las grandes raves y de la masificación del éxtasis, ¿No es acaso Tame Impala una banda que parece hija de las raves? En sus shows los subs golpean el cuerpo como si estuviéramos sumergidos en la pista de baile. Los 90 fueron también la década de la aparición de internet y de una apertura de información global, de una cultura de archivo y recuperación de muchas joyas oscuras del rock psicodélico -que hoy vemos en reediciones-, gracias a plataformas como napster y youtube.

Hace poco en una entrevista al grupo Farflung en la web Metal Nexus, hablaban de un continuo de psicodelia que a lo largo de los años pasa por ciclos de popularidad y oscuridad. Hoy son estas bandas de nueva psicodelia, como Tame Impala, las cabezas de carteles de grandes festivales. Pero lo cierto es que en el underground han ocurrido muchas cosas y Farflung es un perfecto ejemplo. Esta banda, liderada por el multifacético Tommy Grenas, empezó en los 80s haciendo garage y luego una suerte de rock industrial psicodélico para finalmente dar vida a Farflung a principios de los 90s, oscilando entre el naciente stoner rock y el space rock. Hoy con muchos discos publicados, no hay casi recuento sobre nueva psicodelia que no mencione alguno de sus discos. Sellos especializados como Nasoni (Alemania), Heavy Psych Sounds (Italia) o Headspin Records (Holanda), dan un buen repaso de diversas agrupaciones afines, sobre todo europeas, que vienen tocando en el under desde hace buen rato.

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Podemos decir también que toda esta nueva psicodelia puede tener un antecedente en el New Weird American, uno de los tantos nombres que se le dio a un conjunto de bandas que se dieron a conocer a principios del 2000 y que recuperaban cierta tradición folk y psicodélica, y añadían un fuerte componente experimental. Artistas como Devendra Banhart, Black Dice, Joanna Newsom, Animal Collective, Jack Rose, No-Neck Blues Band, Fursaxa y muchos otros,  se convirtieron en el referente de un nuevo rock experimental norteamericano permeable a múltiples influencias (del folk al acid rock o al avant garde), haciendo gala de un neohipismo, y que encontraban complicidad con bandas de diversas partes del mundo. Muchos de los artistas involucrados sin embargo ya venían tocando desde hacía buen tiempo y hoy muchos de ellos también son nombres que se citan en cualquier recuento de nueva psicodelia.

Pero no se trata de rastrear una genealogía que pueda ser interminable e imposible de fijar. De lo que se trata más bien es de entender un fenómeno actual. Porque si en algo se diferencia la nueva psicodelia de sus precedentes inmediatos, es que ha conocido el estrellato pop.

Y es que en estos días la nueva psicodelia se mueve entre el mainstream y el underground, entre lo abiertamente comercial y lo independiente. Y hay festivales que se encargan de concentrar toda esa diversidad. El Levitation Fest o el Liverpool Psych Fest, por ejemplo, suelen convocar a viejas glorias de los 60s como a consagradas y jóvenes bandas de todas partes del mundo. Están también el Space Fest, el Yellowstock o el Cophenage Psych Fest y un sinfín de festivales afines alrededor del mundo que funcionan como catalizador de un sentimiento que recorre el underground. Porque si algo se ha extendido es la geografía. En una nota en The Guardian, Craig Pennington, el organizador del Liverpool Psych Fest hablaba de su festival como aglutinante, pues podía reunir bandas de Chile, USA, México y Dinamarca, algo que antes hubiera sido impensable. Hablaba pues de la emergencia de una global psychedelic village.

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Mundos Paralelos

¿Y de qué está compuesta esa diversidad psicodélica? Vayamos primero a la fuente. Si hay un precursor en esta historia ese es sin duda Spacemen 3 (UK), y si hay una banda que encarna el sumun de la psicodelia actualmente esos son los Acid Mothers Temple (Japón). ¿Qué tienen ambos en común? Pues que son artistas que aparecieron con un background bajo el brazo, modelaron una especie de repertorio de recursos, muy vasto sí, pero que tenía unos referentes claros. Del sonido de Spacemen 3 han sacado partido e imitado hasta la saciedad bandas en todas partes del mundo, no por nada Peter Kember, aka Sonic Boom, ha sido requerido como productor de los discos de MGMT y Panda Bear (Animal Collective). Pero el legado de Spacemen 3, como del rock psicodélico de los 60s y el kraut rock alemán, ha trascendido hace buen rato los predios del rock y se ha instalado como referente para una multiplicidad de formas musicales, que van de la electrónica a la improvisación. El ancho mundo de la psicodelia hoy en día difícilmente puede agotarse en el rock.

Cuando hablamos de nueva psicodelia estamos hablando entonces de un espectro muy amplio. Y los dos ejemplos citados nos pueden ubicar en dos universos bajo los cuales se extiende este movimiento. Uno que tiene que ver con ese aire sesentero, pasado por el punk, que trae Spacemen 3 en los 80s y que también procede de bandas como Loop, Jesus and Mary Chain, Spiritualized, Brian Joneston Massacre, y que ha continuado en grupos como The Horrors, Moon Duo, Deerhunter, Hookworms, Dead Meadow donde se suele cruzar garage, shoegaze y  post punk. Y por otro lado está la psicodelia de alto voltaje como la que practica Acid Mothers Temple, que reactiva la desmesura del krautrock, con esos jams cósmicos que se alimentan de mucho drone y stoner. En esa estela están artistas como Ashtray Navigations, Boredons, Keiji Haino, Reynols, Sumburned Hand of The Man, Vibracathedral Orchestra, Comets on Fire, Richard Pinhas, Circle, los nuevos Psychic TV. Estos han sabido definir también un terreno de exploración, en donde free jazz, improvisación y noise son concebidos desde aplastantes descargas de psicodelia.

Pero hay más. Están los artistas que apelan a cierto tribalismo como Goat o Animal Collective. Hay artistas que toman referencias del prog rock y el pop psicodélico como Broadcast, Foxygen,  Kikagaku Moyo, Jane Weaver, Aqueserge y Julia Holter. No hay que olvidarnos del stoner rock ni del garage, mundos en sí mismos que abren sus puertas generándose mutua retroalimentación, ahí podemos encontrar a bandas como Farflung, Electric Moon, The Myrrors o Wo Fat, Ahí mismo también las bandas que retoman el Occult Rock, como Purson, The Devil's Blood, Kadavar, Seremonia, Aqua Nebula Osscilator, o Silvester Anfung II.  No podemos dejar de mencionar a grupos como Khun Narin o Super Onze, que ameritarían un artículo aparte pero cuya presencia en sellos discográficos independientes parece asociada a la obsesión de encontrar psicodelia en todas partes.  La lista será simplemente infinita, pero en todos hay una vuelta en diversos grados y formas, de un estilo forjado a partir de eso que originalmente fue la psicodelia en los 60.

​ESPERA LA SEGUNDA PARTE EN LA QUE HAREMOS UN RECORRIDO POR EL PRESENTE DE VARIOS PAÍSES DE LATINOAMÉRICA. ​