Colombia 2066: Según Llorona Records, nuestro escudo será el rostro de un viejo indígena mirándonos fijamente

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Música

Colombia 2066: Según Llorona Records, nuestro escudo será el rostro de un viejo indígena mirándonos fijamente

La utopía de uno de los sellos insignia de la nueva música colombiana es estremecedora. Hay esperanza.

En 50 años, Colombia se llamará Oykerapon, que significa la flor de la montaña en lengua embera.

Nuestra bandera tendrá un fondo azul, con un triángulo verde como una montaña con una flor en su cima blanca, nevada. Dejaremos atrás el amarillo, el azul y el rojo cargados de ese patriotismo nocivo que representa más cosas malas que buenas.

Nuestro escudo será el rostro de un viejo mirándonos fijamente. Tendrá pómulos prominentes, rasgos indígenas, recuerdo de los pobladores originales de esta tierra. Una suerte de gran hermano que nos recordará de dónde venimos.

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En vez de "Libertad y Orden", nuestro lema será "Somos un pedacito de esperanza".

La duodécima estrofa del himno nacional será una estrofa de "Fuego de sangre pura", la canción clásica de los Gaiteros de San Jacinto escrita por Rafael Pérez García. Dirá:

Mi tierra guaca explorada

Sin tribus  y sin caciques

La raza negra ha quedado

Que con la alegría nos visten

Porque con fuerza y valor ganaron el paso libre

Hay mezclas de su cultura con la del indio aborigen

Hacen vibrar el lamento que hoy nuestra tierra vive.

Seremos un país trilingüe: hablaremos español, creole y una lengua indígena.

La religión principal será una mezcla ecléctica entre el hinduismo, la santería, el politeísmo indígena y los principios elementales del catolicismo como el perdón y la compasión.

Nuestro mapa volverá a su condición previa al fallo de La Haya y finalmente  lograremos recuperar el mar que rodea a nuestras islas San Andrés, Providencia y Santa Catalina. Así mismo, las licencias mineras habrán sido suspendidas de manera definitiva y los parques naturales y áreas protegidas se duplicarán. Los molinos de viento también entrarán a hacer parte del paisaje. El territorio florecerá y se recuperará lentamente.

La preservación de los páramos y las selvas nos permitirá exportar agua. Junto con esta, el recurso más preciado será el mambe y los derivados naturales de la hoja de coca.

El campesino, el afro y el indígena serán los guardianes de la palabra, el alimento, los recursos y la tradición. El respeto, dignidad y el crecimiento de territorios autónomos y de gestión colectiva, como los consejos comunitarios y los cabildos indígenas, será toda una revolución social, política y económica.

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En 2066, serán aprobados los estudios del metro de Bogotá. Igualmente, Martín Santos Jr. y Jerónimo Uribe liderarán la intención de voto para las elecciones presidenciales de ese año de manera significativa. Se espera que el 8% de la población asista a las urnas.

En cuanto a drogas, habremos llegado a la conclusión de que la prohibición solo genera violencia. La información clara y el consumo consciente y responsable serán la base de un política preventiva.

La discusión sobre el tema LGBTI se superó en el 2020. Para ese entonces se logró aprobar una ley que garantiza los mismos derechos civiles y políticos para todos. Mutuo consentimiento será la única base parámetro frente al cual se podrá juzgar una relación.

La última revolución popular será el movimiento por la desconexión. La tranquilidad y la paz de estar libremente fuera del alcance de los medios de comunicación.

El juego favorito entre los niños será contarse historias, recordar de memoria canciones y cuentos. Las pantallas serán cosa de los viejos.

En el futuro, seremos recordados como la generación que votó no a la paz, pero también por ser la que volteo sus ojos hacia adentro y empezó a reconocer su historia, la que tuvo claro que como los mejores colombianos aún no habían nacido, era importante sembrar.

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