No más lágrimas negras, por favor: Una charla con Mon Laferte
Imágenes cortesía de Universal Music

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Música

No más lágrimas negras, por favor: Una charla con Mon Laferte

Mon es un vivo ejemplo de la lucha real que implica ser un artista exitoso. Hablamos con ella sobre la perseverancia, su nuevo disco y, claro, Maluma.

Mon Laferte tiene los brazos forrados de tatuajes. Lo noto tras saludarla, justo cuando alguien de su disquera le hace llegar una copia de su más reciente disco, La trenza, una obra que su autora tiene por vez primera en sus manos en formato físico; entonces descubro que a la cantante ya le es difícil encontrar espacio para rayarse. "Está bien bonito, quedó hermoso", suelta la chilena mientras hojea el booklet que acompaña al plato y yo analizo los trazos que hay sobre su piel; me llama especialmente la atención la sirena que habita en su antebrazo izquierdo, así que aquilato el tamaño de sus pezones y la consistencia de sus escamas mientras Mon contiene la emoción ante un extraño como yo. La cantautora está feliz, incluso la voz le tiembla un poco. "No mames, he luchado toda la vida por esto —me dice mientras señala su disco—, ¿cómo no voy a sentirme feliz? Peleé tanto. Todos me decían que no, mi familia me decía que no iba a llegar a ninguna parte; pero yo quería tener la razón, ¿quién no quiere tenerla? Y ahora les digo a los que no me creyeron: ¿ven?, les dije. Tarde, pero ya llegué".

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Minutos antes del encuentro, escuché algunos temas de La trenza. El álbum cuenta con las participaciones vocales de taquilleros del calibre de Bunbury y Juanes y posee un sello sonoro similar al de la obra que lo antecede, Vol. I, la colección de temas que llevó a su firmante a conocer la fama; aunque esta vez quenas y charangos alcanzan a colarse. Para conseguir tal injerto, la autora escuchó harto folclore sureño y rock n' roll de los cincuenta, además del repertorio de Los Ángeles Negros, Los Bukis y Los Saicos, como ella misma dice: "De Los Saicos soy súper fan, por eso me di el capricho de grabar 'Ana' a mi manera". "Ya no quiero lágrimas negras, por favor ya no", me confiesa la de los tatuajes cuando le digo que, a diferencia de su álbum previo, ahora luce contenta en la tapa, "Es que cuando hice Vol. I estaba muy triste. Fue hasta cuando lo acabé que empecé a sanarme, me esforcé por hacer cambios en mi vida con tal de ser feliz. Alimentación, yoga, un montón de cosas que me llevaron a estabilizarme emocionalmente".

Noisey: Mírate, ahora te sobran fans, Mon, pero no siempre fue así.
¿Sabes qué? Francamente yo estaba cansada, empecé a cantar y a tocar desde los catorce años y ahora tengo 34 (perdón, 29). Es decir, llevo veinte años tocando puertas. Cómo no iba a sentirme agotada de la lucha, de la imposibilidad de trabajar en otra cosa con tal de no dejar la música. Y no es que quisiera hacerme famosa, me bastaba con tener lana para pagar la renta a fin de mes. Cuando hice el Vol. I me sentía triste, estaba deprimida, pero de pronto las cosas empezaron a funcionar y dije, a huevo, por fin me están pagando por cantar mi rolas, ya no tengo que sufrir para pagar mis deudas.

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Antes del éxito, solías viajar en metro en la CDMX y grababas tus canciones tú misma, en casa. Ahora no podrías cruzar el torniquete que lleva a los andenes sin que te asediaran y tienes de tu lado un gran presupuesto para hacer canciones.
Cierto, ya no puedo subirme al metro. Y sí, esta vez entré a estudios de grabación profesionales en México y Chile, con los aparatos más chingones a mi alcance. Trabajé con ingenieros increíbles, les daba yo indicaciones y ellos me ofrecieron el sonido que yo buscaba. Para el disco anterior me pasé horas luchando en mi casa para que sonara decentemente una guitarra. Lo hacía todo: escribía, cantaba, tocaba y además era la ingeniera de audio.

¿Y qué tal fue codearte con Bunbury y Juanes?
A Bunbury lo conocí porque él hablo muy bien de mi disco en una publicación. Yo no lo podía creer; ¿él dedicándole un post a mi disco? Y dije, bueno, me le voy a acercar. Fui a un show suyo y él a uno mío, hicimos clic y ya. Juanes es súper buena onda. Fíjate, me preguntaba: oye, ¿te gustó cómo canté?; y yo le decía, claro, tú eres Juanes, haz lo que quieras, ¿qué te voy a dirigir yo?

Ahora que levantas pasiones descarriadas en tus fans, naturalmente una oleada de gente que te odia ha aparecido ¿Cómo manejas esta situación?
En general recibo más cosas buenas que malas. Tengo haters, pero creo que no tantos. Además, trato de no tomármelo personal. La gente se queda mucho con el personaje que ven sobre el escenario, no piensa que soy un ser humano común. Por eso no creo que exista un odio real hacia mí. La gente dice, "ay, Mon Laferte me caga, la odio", pero te aseguro que esa mismas personas podrían sentarse a tomar un café conmigo y capaz que terminamos siendo amigos porque yo no me lo tomo personal si me dicen que les cago. Además, sé que muchos dicen todo eso por modita, nada más. A veces hasta me río de tantas tonteras que salen.

Ahondando en ese tema, por ahí hay un video donde estás como público en el festival de Viña del Mar, viendo el show de Maluma, haciendo gestos que, algunos usuarios dicen, son reprobatorios.
Efectivamente vi el show de Maluma. Toda esa semana me paré a las seis de la mañana y no dejaba de dar entrevistas hasta las seis de la tarde. Luego, me arreglaba e iba a Viña, a ver los conciertos hasta las cuatro de la mañana. A esto agrégale que hacía un frío de la chingada, horrible. Debo decir que antes era bien fiestera, pero ahora me acuesto temprano y ya no salgo a fiestas, soy como una abuelita, tímida. Y no me gusta llamar la atención, me daría vergüenza que me vieran bailar reggaetón. Y sí, de pronto hice una cara, porque hacía frío o qué sé yo, pero ¿no crees que tendría que ser estúpida para hacerle cara a un artista cuando todas las cámaras estaban apuntándome?

Por otro lado, bien lejos de los que te detestan, en la red hay videos de niños desgarrándose la garganta felices, azotados, echándose una de las tuyas.
Antes cantaba en fiestas para niños, disfrazada de payasita. Y los niños se iban, se paraban y se echaban a correr si los aburría. El infantil es un público cruel por ser tan honesto. Ahora me mandan muchos videos de niños cantando mis canciones y no entiendo por qué sufren tanto al hacerlo. O sea, ni siquiera saben lo que estoy diciendo. Tengo una letra que dice "me siento mutilada" y una niñita me la cantó así: me siento nutilada. Me voy a poner hippie pero creo que los niños se emocionan con mis temas por un asunto de vibración. Todo en el mundo vibra y hay canciones mías que llevan a un nivel de vibración profundo, temas donde de verdad tienes que abrir tu boca y tu corazón para echar esa notas, donde hay que aventar todo pa´fuera. Y si a los niños les gusta gritar y llorar fuerte, bueno, pues mis canciones les quedan bien ¿no?

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