El tributo de Linkin Park a Chester Bennington fue poderoso y catártico

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Música

El tributo de Linkin Park a Chester Bennington fue poderoso y catártico

"Linkin Park y sus amigos celebran la vida en honor a Chester Bennington" en el Hollywood Bowl, cumplió exactamente con su cometido: celebrar la vida.

Este artículo se publicó originalmente en Noisey US.

No existen guías para dummies del duelo, no hay una forma correcta o incorrecta de lidiar con la pérdida. El modelo de Kübler-Ross describe "cinco etapas" que se experimentan sucesivamente, a medida que uno enfrenta la muerte. Tan útil como pueda ser una plantilla, el duelo no es este proceso lineal de pasar de una de estas etapas a otra. Como la mayoría de las cosas en la vida, es más complicado. En la práctica, la pérdida parece más como aturdimiento total, como zumbidos o descalabrarte, a través de una mezcla borrosa de emociones, un pastiche de los sentimientos más fuertes que puede experimentar un ser humano, todos al unísono o como en buqués, mientras el espíritu se arrastra de un lado al otro por el dolor, la incredulidad, el amor, la aceptación, y todo lo que que quepa en medio.

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Las permutaciones de todos estos sentimientos irradiaron del escenario del Hollywood Bowl el viernes pasado 27 de octubre por la noche, donde se llevó a cabo un baño de purificación a las 17,000 personas reunidas allí para el concierto en honor al difunto vocalista de Linkin Park, Chester Bennington. El show consistió en los cinco integrantes supervivientes de la banda junto a un elenco de estrellas pop, que fue de Deryck Whibley de Sum 41 a Alanis Morrisette.

Pero el evento no fue solo sobre Chester Bennington. Bajo el título de "Linkin Park y sus amigos celebran la vida en honor a Chester Bennington", el concierto buscó no solo conmemorar los 41 años del difunto, sino reafirmar las vidas de todos los que fueron tocados por su música, y celebrar el acto de vivir en sí mismo. Marcó la primera vez que Linkin Park se presentó en vivo desde el suicidio de Bennington el 20 de julio de este año y estaba claro que ellos, y muchos otros asistentes, necesitaban una experiencia catártica de este tipo.

Mike Shinoda, el host del evento y líder de Linkin Park, se entregó por completo al aspecto festivo de la noche. Se la pasó sonriendo durante el evento de tres horas, abrumado por el apoyo de admiradores y compañeros, orgulloso de que el extenso y logísticamente complejo tributo que había ayudado a organizar había llegado a buen término, y feliz de estar de nuevo en el escenario, trabajando en su dolor como Bennington hubiera querido que lo hiciera, como el propio Bennington lo hizo durante años. La positividad inquebrantable de Shinoda fue su forma de procesar el dolor por la pérdida, de celebrar la vida. Parecía como si él y sus compañeros de banda necesitaran de esta noche para seguir adelante.

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Y los fans también la necesitaban. En agosto, Rolling Stone reportó que el día que el mundo se enteró de la muerte de Bennington, la Línea Directa Nacional de Prevención del Suicidio en Estados Unidos recibió un aumento del 14 por ciento en sus llamadas. Los cuatro monitores que delimitaron el escenario del Hollywood Bowl revelaron el amplio espectro de sentimientos que habitaban en la multitud, a menudo contrario al humor festivo de los que estaban en el escenario. Cuando las cámaras se volvieron a ellos, mucha gente del público apareció en la pantalla cantando entre lágrimas. Otros gritaban la letra de las canciones en una especie de exorcismo. Y otros solo estaban mirando absortos a la tarima, como en shock, en un vacío que ninguna cantidad de poder estelar, ningún número de invitados especiales, parecía capaz de llenar.

Entonces comenzó oficialmente el show. Las luces se apagaron y los monitores se prendieron. Las pantallas comenzaron a reproducir un comercial extendido de Mercedes-AMG, la división de alto rendimiento de Mercedes-Benz que copatrocinó el evento. Un auto de carreras AMG color plata y adornado con calcomanías de Linkin Park se abrió paso en una pista, Bennington gritando de alegría en el asiento del copiloto. Esto se sintió -de una manera visceral y desasosegada- como un banderazo rarísimo para un concierto conmemorativo, como una interrupción de la atmósfera que Z-Trip estaba cultivando momentos antes. Y no creo ser el único en pensarlo, ya que el comercial luce por su ausencia en la transmisión en vivo del evento, que ya está en YouTube.

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Mi conexión personal con Linkin Park ha sido leve (léase: inexistente fuera de borracheras con amigos de la prepa) durante los últimos 14 años. Pero en mi preadolescencia eran indispensables. Todavía recuerdo haberle quitado el celofán a una edición especial del Hybrid Theory, e irme en mi patineta con una copia del Meteora girando interminablemente en mi Discman. En ese momento, las letras de Bennington, su gruñido exquisito y su cadencia temeraria, eran una representación auditiva exacta de la enajenación adolescente que sentía. Después, mucho antes de que se publicara Minutes to Midnight en 2007, mi gusto cambió.

Y si hubiera seguido escuchando hasta 2007, habría notado que los gustos de Linkin Park también cambiaron. Eso fue lo que pasó: sus gustos cambiaron. Incluso dada la conexión relativamente reciente que tuvo la banda con Mercedes, las acusaciones hechas por algunos fans a principios de este año sobre que Linkin Park se había "vendido" -accusiones a las que Bennington respondió con furia bien documentada- se sienten fuera de lugar. El sonido de la banda estuvo en una franca transición del nu-metal al pop puro durante una década. ¿Y es posible que una banda cuyo primer álbum fue platino 11 veces sea un "sell out"? Con un debut que genera tanto dinero, el componente comercial se vuelve en parte intrínseca de la vida del grupo, independientemente de su evolución sonora. El cambio en el sonido no tuvo ningún tipo de predominancia en la mercantilización. Esa ha estado ahí siempre, como resulta inevitable con cualquier acto musical que conquista las listas de Billboard tan fácilmente.

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No reconocí las primeras tres canciones que tocaron. Y sin embargo, mientras Shinoda cubría las partes de su compañero de banda fallecido, ondas de misteriosa resonancia se sentían palpables en la letra. "Weep not for roads untraveled" cantó, "Give up your heart left broken/ And let that mistake pass on/ 'Cause the love that you lost wasn't worth what it cost". Después, con el ánimo mayormente reenfocado, Linkin Park tocó una canción que sí reconocí. La versión que la banda hizo de "Numb", sin voz y con el escenario a oscuras excepto por una luz encima de un micrófono vacío en el centro, fue fácilmente el momento más impactante de la noche. Algunos fanáticos cantaron la parte de Bennington, pero no fue el rugido de 17,000 voces escuchadas más tarde cuando Shinoda invitó a la multitud a llenar colectivamente las voces de "In the End". Durante "Numb", muchos se sentaron reverentes, sopesando la ausencia de Bennington. El tono emocional que Z-Trip había establecido antes de que comenzara el concierto, había regresado inequívocamente.

Y no desapareció. Mientras que los vocalistas invitados iban cantando las partes de Bennington con diversos grados de éxito (Takahiro Moriuchi de ONE OK ROCK fue un punto culminante, y Jonathan Davis de Korn el nadir), se volvía cada vez más evidente lo especial que era la voz del cantante. Los monitores fueron utilizados entre canciones para mostrar videos de Bennington corriendo a través de escalas vocales de un modo legítimamente impresionante, y otros de músicos de renombre como Paul McCartney y los miembros de Metallica, compartiendo historias encantadoras de Chester y su ética de trabajo profesional.

Los momentos conmovdores pasaron uno detrás del otro a medida que la noche continuaba, con artistas invitados tocando selecciones relevantes de sus repertorios, así como colaboraciones con Linkin Park. Alanis Morresette debutó una canción inédita sobre la presión de sufrir problemas de salud mental estando en el ojo público. "I Miss You" de Blink 182 fue sincera, apta y la tocaron impecablemente. Y todo llegó a un punto máximo cuando la viuda de Chester, Talinda Bennington, subió al escenario para expresar su gratitud por todo el apoyo que ha recibido en los últimos meses y para hablar sobre la importancia de prestar atención a la salud mental. "Es hora de que reconozcamos que nuestra salud mental es tan importante como nuestra salud física", declaró, recibiendo como respuesta una ovación desbordada. Explicó que las ganancias de la noche se donarían al Fondo Music For Relief's One More Light, y anunció un próximo recurso de salud mental llamado 320, en honor al cumpleaños el 20 de marzo de Chester. Una vez más, el Bowl dejó escapar un rugido de apoyo catártico.

No hay forma correcta o incorrecta de ponerse triste. El concierto logró precisamente lo que se propuso hacer. Edificó el espíritu de artistas y fans. Recaudó dinero para importantes organizaciones benéficas. Fue realmente una celebración de la vida de Bennington y de todas las vidas que lo rodean. Y muchas de esas vidas son de estrellas pop. Es posible que los aspectos comerciales del concierto que me parecieron desagradables: los autos de exhibición, el anuncio inaugural y un cuestionable plug de redes sociales, sean simplemente elementos inextricables de la vida de músicos que han poblado toda su carrera los charts; tal vez estos modos de publicidad deben ser incluidos en una celebración integral de ese tipo de vidas. Tal vez no fue tan extraño como parecía.

Antes del encore final, Shindoda se dirigió a la multitud una última vez. "Chicos, no sabemos a dónde iremos desde aquí. Pero ciertamente apreciamos su apoyo cuando lleguemos. Seguiremos compartiendo esas cosas con ustedes a través de los canales habituales. Pero lo más importante ¡es que mantengan a Chester en su corazón y lo hagan sentirse orgulloso! Las cámaras se voltearon hacia la audiencia. Había muchas menos lágrimas que antes. Ahora casi todos parecían compartir la ebullición de los músicos arriba del escenario. Fue esa la nueva etapa en la escala de la pérdida, a la que los llevó este concierto tributo, con suerte un paso más cerca de encontrar la paz.

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