Siete años de una noche de éxtasis con Green Day en Colombia
Foto: Oscar Muñóz

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Música

Siete años de una noche de éxtasis con Green Day en Colombia

Recordemos esa vez que a Green Day se le dio la gana de venir a la tierrita.

Fotos por Oscar Muñóz. Instagram: @munozoscar

"After 22 fucking years, it's Green Day's first show in Colombia!", gritó Billie Joe Armstrong, inyectándole toda la adrenalina y euforia posible al su presentación en el festival Nem Catacoa aquella noche del 10 de octubre en el Club Polo de Cajicá y dando inicio a una noche en la que invitaron gente al escenario, besaron fanáticas, regalaron sus guitarras y cantaron sus clásicos, alegrando los corazones de los casi 30,000 asistentes al festival y dándonos un show para el recuerdo en un festival que no vio su segunda versión.

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Cuando era pequeño, uno de mis primos mayores se sentaba frente al computador a escuchar música a todo volumen para que ninguno de los primos pequeños lo jodiera. En algún momento, ese primo llegó a ser mi imagen a seguir: una persona despreocupada, que se concentraba en jugar Doom mientras canciones extrañas retumbaban en su cabeza. Queriendo acercarme un poco más a él, opté por ser parte de su mundo imitando lo que a él le gustara. Ahí apareció Green Day.

Un día me senté junto a él y le quité los audífonos y él ni siquiera volteó a mirarme. Aproveché la cercanía y me quedé escuchando música que no entendía, en un idioma que apenas estaba aprendiendo. Sonó 'Good Riddance' y me dio risa el inicio de la canción, donde se repite, seguido de un '"fuck". Mi primo me sonrió y dándose cuenta de que me estaba gustando lo que escuchamos, comenzó a contarme sobre la trayectoria de la banda, sus cinco álbumes de estudio, el origen del nombre y cómo llegó él a conocerlos. Escuchamos juntos las canciones y él me las traducía, y así Warning se convirtió en mi CD favorito sin siquiera tenerlo.

Después de eso usé Kazaa para bajarme lo que más pudiera de Green Day y compré American Idiot, esperando que fuera algo parecido a lo que me habían mostrado o, por lo menos, que me acercara más a mi primo. Sin embargo, él se fue del país, no sin antes dejarme sus tesoros de la banda, Dookie, Insomniac, Nimrod y Warning.

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Cuando en 2010 que anunciaron el festival Nem-Catacoa se materializó mi sueño de verlos en vivo. El Nem-Catacoa era un festival de dos días que en tres escenarios presentaría bandas de muchos géneros y países, desde Tego Calderón hasta Jamiroquai, pasando por El Cuarteto de Nos y el talento colombiano de V for Volume, The Mills, 3 de corazón, y The Hall Effect. Y el broche de cierre estaría a cargo de Green Day. El mismo día que anunciaron el cartel comencé a hablar con amigos y familiares, y a buscar una manera de financiar una boleta de $300.000.

Después de vender dulces, una cámara y libros, conseguí la plata. Convencí a un par de amigos y ya estábamos preparados para ver el concierto de nuestras vidas. Las tres semanas antes del concierto me la pasé escuchando todo lo que me encontrara de Green Day, me comí el álbum de American Idiot, repetí con mi novia todo Dookie y me bañaba con canciones de 21st Century Breakdown, álbum que sacaron en 2009 y estaban promocionando en esa gira.

El día tan esperado, el diez de octubre de 2010, logramos estar a menos de cinco metros del escenario principal. Mientras esperábamos a que comenzara el show comenzamos a molestar y a cantar las primeras canciones que se nos vinieran a la cabeza, como 'Bohemian Rhapsody' de Queen y 'Beat It' de Michael Jackson. La gente a nuestro alrededor nos gritaba que hiciéramos silencio, pero fuimos tan insistentes que llegamos a tener un gran coro al que se unían cada vez más personas ansiosas, que buscaban maneras de entretenerse mientras esperaban a Green Day.

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Ya eran casi las nueve de la noche y nos cagabamos de frío mientras esperábamos que algo pasara. Queríamos ver a los tres grandes por los que pagamos una boleta absurdamente cara y subirnos la temperatura a punta de saltos y gritos. De repente, escuchamos el bombo que reventaba los odios de la audiencia. Las manos me sudaban y la cara de todos los espectadores era un elogio a la ansiedad por estar cerca de la banda, por escucharlos en vivo. Estábamos preparados para ver a Billie Joe salir de manera triunfal al escenario, pero esto no pasó. Lo que nos encontramos fue a un hombre disfrazado de conejo rosado, con una cerveza en cada mano, tambaleándose y aparentando borrachera. La mascota gigante se sentaba en la batería, levantaba las manos esperando que todos nosotros gritáramos a su favor, se caía, tomaba cerveza en el piso, se la regaba a la audiencia y se quedaba mirándonos, detallando cada momento, tanteando el lugar en el que se había metido. En el público la risa no se hacía esperar, y tampoco los gritos de emoción.

Cuando el conejo salió del escenario escuchamos con una voz quebrada y el sonido de grabadora vieja, mientras Billie Joe iba entrando lentamente al escenario mientras cantaba 'Song of the Century'. Tré Cool se acomodó en la batería y procedió a reventar el redoblante, mientras nosotros nos quedábamos estupefactos y en silencio. Siguieron con 'Know Your Enemy', de 21st Century Breakdown, y ahí comenzó el verdadero show. Billie Joe se movía por todo el escenario, levantando las manos para alentar a las masas; compartía el micrófono de Mike Dirnt mientras reventaba la guitarra con sonidos distorsionados y gritos al público. Tré golpeaba el redoblante con una mano mientras las luces del escenario se iban moviendo al son de la canción. Sin detener la furia con la que había comenzado, Armstrong continuó con su ataque y deseo de dejar impresionado al público, de mostrarnos su mejor ángulo con un inicio estrepitoso y retumbante para todo los que allí nos reunimos. "After 22 fucking years, it's Green Day's first show in Colombia!", gritó, y el público se volvió loco.

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Sin titubear decide llamar a alguien del público, y un niño de no más de 12 años se monta al escenario para a sentir a sus ídolos de cerca, quienes lo presentaron como un Rockstar que estaba en el mejor momento de su vida. El niño, poseído por el espíritu del punk y deslumbrado por las luces del escenario, se quita la camiseta y comienza a ondearla, terminando de calentar al público que lo celebraba mientras Billie Joe se arrodillaba ante él, pidiéndole su bendición.

Un niño persignó al "Jesus Of Suburbia".

Tras tres canciones de su nuevo álbum después, la banda continúa dándole más y más energía al show reventando el primer momento con uno de sus himnos que, hasta hoy, nos llegan al alma. Entre estruendos de bombas cayendo y aviones de guerra pasando, comienza el riff de una guitarra conocida y llena de nostalgia, 'Holiday', de A merican Idiot, se hizo sentir con el salto que nos pegamos todos los asistentes, hundiendo los pies en el barrial en el que se había convertido el suelo del Club de Polo de Cajicá.

Quedaba claro que la banda no iba a dejar a nadie con ganas de escuchar sus éxitos y que tocarían desde Kerplunk hasta 21st Century Breakdown, complaciéndonos a todos. Se presentaron con una fuerza temible en la que demostraron que a pesar de sus dos décadas de trayectoria son una banda joven y con deseos de seguir siempre "frescos" ante cualquier público, sin importar cuánto tiempo les hubiera tomado llegar a este.

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Fue un concierto sin bajadas, en el que cada canción interpretada prometía —y cumplía— seguir subiendo las expectativas de la audiencia. Con ayuda de luces, fuegos artificiales y bengalas por aquí y por allá, Billie Joe se regocijaba con los gritos de euforia que pegábamos con cada canción que tocaban, dejándonos en un éxtasis ni el hijueputa. 'Letterbomb', 'Give Me Novocaine', 'Are We The Waiting' (canción durante la cual Billie Joe montó a una chica al escenario que abrazó a toda la banda y se despidió con un beso), 'St. Jimmy' y 'Boulevard Of Broken Dreams' del álbum American Idiot retumbaban en el sistema de sonido, uno tras otro sin pausa entre ellos dejándonos aturdidos y en busca de un momento de calma que nunca encontramos, pues continuaron la revolución con 'Geek Stink Breath', 'Hitchin A Ride' y 'When I Come Around', hasta que Tré Cool tomó riendas del concierto para tocar y cantar temas que pocos sabíamos, pero que de igual manera disfrutamos. 'Dominated Love Slave' y 'All By Myself' fueron la muestra perfecta de la poca madurez que ha representado al baterista desde el comienzo de la banda.

Después de hacer un cover de 'Iron Man' de Black Sabbath y 'High Way to Hell' de AC/DC, Billie Joe invitó a un voluntario del público a que cantara con la banda. Le entregaron el micrófono y le preguntaron si se sabía las letras de 'Longview'. Sin dudar, el hombre comenzó a recitar cada palabra de la canción como si llevara cantándola desde 1994, desplazándose sobre el escenario y metiéndose en la boca el micrófono de Mike Dirnt; se paseaba por los platillos de Tré Cool y se regocijaba con la compañía y presentación de Jason White (porque aunque Green Day se presenta en sus videos como una banda de tres personas, en realidad está conformada por más de seis participantes. Los otros tres, aunque no tan conocidos, son fichas clave para la agrupación. Son: Jason White en la segunda guitarra, Jeff Matika, también guitarra y Jason Freese en el piano y Saxofón).

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No sé si fue el momento o la emoción que el hombre reflejaba, pero hasta el día de hoy siento que ese tipo cantó 'Longview' mejor que cualquiera de los participantes de la banda. Ese vocalista suplente manejó el escenario de manera magistral, ganándose los merecidos aplausos del público y la banda, además del respeto y la guitarra de Billie Joe.

Sonó 'Minority' y quedamos todos esperando más, esperando que ese momento nunca terminara y que tocaran todas las canciones de todos sus álbumes. Sentíamos que, aunque no tuvimos un minuto de calma durante el show, necesitábamos algo más. Necesitábamos canciones que eran más himnos que muchas de las que tocaron, que los llevaron a la fama desde 1988 hasta ese día. Sabíamos que ya se habían pasado de su tiempo y que dos horas y media a más de 2600 metros sobre el nivel del mar, probablemente los habría acabado físicamente. Tras esperar un rato, volvieron al escenario más calmados, pero igual con fuerza. Volvieron dos veces para finalizar su show con 'Good Ridance' y hacer soltar lágrima a más de uno (donde me incluyo). Recordé esa primera vez que la escuché, sentado en silencio junto a mi primo.

Escuchar esa canción me llevaba a recordarlo todo, llevándome a revivir los anteriores álbumes y canciones piratas que crearon muchos de mis gustos musicales de ahora. Ver a Billie Joe, a Dirnt y a Tré me generó una pequeña tranquilidad y unas grandes ganas de seguir en la fiesta, de destruir las cosas en las que creía y de esperar volver a verlos en algún momento de mi vida. Las luces, el manejo impresionante del escenario y la música hicieron un show que se convirtió en parte de mi memoria. Además, la inesperada participación de dos fanáticos en el escenario me dejó con la idea de que tal vez yo pudiera llegar a compartir escenario junto a estos seis grandes de la música.

Ahora, después de siete años de esa presentación tan magistral, después de ver a Billie Joe regalando su guitarra y demostrando quién era a partir de su carisma y sus canciones, después de no tener ni idea de quién era ese conejo pasado de tragos o ese niño que probablemente ahora odia a Green Day, vuelven a Bogotá con el tour del álbum Revolution Radio, el décimo segundo CD de la banda que sigue siendo joven a pesar del paso de los años. Siete años después se despierta esa esperanza de muchos de los que fuimos a Nem-Catacoa de ser parte del escenario, de participar y cantar junto a cualquiera de ellos. Este 17 de noviembre, Bogotá volverá a tener su día verde.

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