Como Asesinar a Felipes en los Balcanes
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Música

Haciéndose parte del todo: Como Asesinar a Felipes en los Balcanes

Acompañamos al grupo chileno por su gira en Europa del Este.

La búsqueda hacia la naturaleza de lo novedoso y de lo indefinible, es algo que sigue manteniendo atractiva a la humanidad ¿Quién más aparte de mí está hinchado las bolas de que las ciudades del mundo cada vez se parezcan más gracias a la proliferación de franquicias o patrones arquitectónicos que las inundan de inocuidad? ¿Quién más está harto de que ––por poner dos ejemplos–– la música en todo el mundo se geste bajo las mismas normas o de que la comida ya no exprese una identidad, una historia detrás de su sabor?

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Cada vez es más complicado dar con lo auténtico, aunque claro, como decía mi abuela, "Todo esfuerzo tiene su recompensa". En ese deseo de afrontar situaciones que de tan descabelladas puedan ofrecer a uno la sustancia suficiente como para vivir momentos fascinantes y, por ende, tener experiencias nutritivas que contar, es que terminé girando con los chilenos Como Asesinar a Felipes por los Balcanes. Está claro que intentar definir lo “raro” es una tarea sin sentido, así como es obvio que esta gira es rara de cojones: una banda cuyo arte es original y contrario, que viene del extremo sur del mundo, girando por Serbia y Rumania, cantando, rapeando, recitando en su idioma en medio de una de las regiones más ocultas del imaginario occidental. Rarómetro en rojo, vamos.

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¿Cómo llegan los CAF a girar por esta zona del mundo antes de hacerlo por lugares más “obvios” del viejo continente? La respuesta se encuentra en buena parte en los objetivos naturales y artísticos de Billy Gould. Gould es el productor de CAF, aparte de ser bajista y fundador de Faith No More y CEO punk del sello Koolarrow Records (por favor, pillen el juego de palabras en el nombre de la pequeña discográfica para darse una idea más del humor y las intensiones de don Billy).

En alguna oportunidad DJ Spacio, el encargado de las bandejas, samples y efectos espaciales en CAF me decía con acierto que Koolarrow es "un sello de músicas del mundo, pero de actitud”. A través del mismo, Gould intenta encontrar música que le atraiga sin importar de dónde sea, y una vez que lo logra, su objetivo es difundir a esos artistas y abrir caminos tan complicados de transitar como reconfortantes. La sociedad CAF-Gould ha dado ya varias referencias discográficas de peso e, incluso recientemente, estrenaron una curiosa colaboración world level: “Disparan (Fill the Skies)” es el último single de CAF con un lúgubre y preciso feat. de Chino Moreno, cantante de los veteranos post metal, Deftones.

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La cercanía de Gould con el Este de Europa nace gracias a que Faith No More tocó en la región justo después de la caída del Muro de Berlín. De hecho, estaban en la ciudad alemana en ese momento histórico. La falta de información sobre Europa del Este en Occidente encendió la curiosidad de un joven Gould que se encontraba en medio del revuelo de éxito que atravesaba Faith No More en épocas del Epic. Luego de un show en Eslovenia, estalló definitivamente la fascinación del bajista por los Balcanes, la cual perdura hasta hoy y se materializó en distintos proyectos y colaboraciones con gente de la región a través de los años. Actualmente Gould trabaja para lanzar su propia marca de rakia (la bebida nacional de Serbia ––aunque también sea muy popular en otros países balcánicos––, un fuerte destilado de uvas y otras frutas) en Estados Unidos, producido por expertos ancianos en la campiña del país de Nikola Tesla.

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Dicho esto, este curioso tour surge luego de que CAF tocasen en la edición de este año del festival catalán Primavera Sound, en el cual conocen a otro actor principal de esta historia: DJ Hefe. De nombre original Razvan Radulescu, este viejo amigo de Billy Gould es una figura clave en la escena alternativa rumana. Aparte de ser DJ en Coma, su banda desde 2000 y unas de las más populares en Rumania, fue conductor de la versión vernácula del programa Alternative Nation de MTV y produjo decenas de conciertos internacionales en Bucarest. También es quien gestó la colaboración de CAF con Chino Moreno, de quien es íntimo amigo y actualmente tiene su show de radio “Off the Beaten Track” en la Barcelona City FM.

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Hefe quedó maravillado por la actuación de CAF en el Primavera Sound y les ofreció ser la banda telonera en la próxima gira de Coma por su país. Felipe de CAF, comenta: “Teníamos una expectativa extraña. Son países en los que nunca me hubiese imaginado que iba a tocar. Viajar con una banda de música no comercial no es fácil; entonces uno cuando piensa en un tour suele imaginar que tocará en lugares más 'clásicos'”.

Ya en la carretera y aprovechando la gentileza geográfica, la banda comienza su gira menos pensada en la nota de color del tour y lugar de máxima admiración de parte de Gould: Belgrado, capital de Serbia. En el aeropuerto me recibe Sasha, un taxista de confianza de la productora del show, a quien le encanta mi apodo de consumo interno en el círculo CAF (“Don King”) y se pasa el viaje entre chistes irónicos. Antes de llegar a mi destino se asegura de que me haga con unos dinares “No lo hago por ti… es que no quiero llevarte gratis”, aclara por si hacía falta y larga una jocosa risotada.

Para el momento en el que llego al apartamento donde se aloja la banda ––acuñado en una calle antigua del centro de la ciudad, devenida en peatonal con terrazas para tomar café––, los cabros ya habían salido a hacer un reconocimiento básico de la zona y traían el entusiasmo de haber comenzado a experimentar el curioso encanto del barrio.

Distensión y euforia con rakia como moneda corriente y combustible del alma.

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Milica, el ángel de la guardia de los CAF en Serbia, profesora de inglés para serbios y de serbio para gringos, convertida en productora del show, está atenta a cada necesidad del grupo y tira de su red social de carne y hueso para hacer nuestra estadía lo más cómoda posible. Quiere lo mejor para los amigos de su amigo Billy y lo logra cuando nos consigue un magnífico rakia casero, "es de la destilería personal de un amigo mío músico”, jura con entusiasmo.

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Milica

Esa noche es el no-cumpleaños de Milica, quien aplazó el festejo con la idea de llevarlo a cabo la noche que CAF estuviese en su ciudad. Respecto a esta celebración fake con show incluido, se queja con gracia “Tuve que organizar todo sola. El cabrón de la sala no me quiere habilitar bebidas gratis para la banda. Estoy estresada”, expresándose con rasgos soviéticos y gesticulación latina.

El Elektropionir, donde se hará este concierto bautismo, forma parte de un curioso complejo de ocio nocturno, una ex fábrica de cerveza que se avista como una suerte de polígono industrial de la época comunista. Hay bares, cafés, galerías, otra sala de conciertos, design stores, clubes, restaurantes y una atractiva tienda que ofrece vinilos y encantadoras torna mesas vintage. Nuestra sala oscila entre reducto punk y bar semi sofisticado, con un baño en el que puedes mear casi públicamente.

En un hueco de la prueba de sonido y con el estómago acosado por la feliz ingesta de rakia, voy a dar un rodeo con la idea de comer algo. Me concentro para no perderme y poder volver a la sala de concierto. Más allá de los carteles en cirílico y la constante idea de estar muy lejos de casa, Belgrado me ofrece una sensación de alivio a través del hecho de que la calle se “siente” de algún modo como mi ciudad, Buenos Aires. Es más tranquila (afortunadamente), pero tiene un aire similar: los colores, los sonidos y hasta las caras de la gente.

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En el Elektropionir las cosas se ponían a tono entre la técnica de CAF y el crew local con buena dinámica. Si no fuese porque se hablaba en un vertiginoso inglés, la situación podría suceder en Santiago de Chile tranquilamente.

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CAF en Bucarest

Milica resulta tener una convocatoria destacable y la sala se va poblando. Aunque cansados por un vuelo interminable desde Chile con escala en Suiza, los CAF salen a darlo todo y su música enrevesada y contundente parece sorprender al público serbio. Desde mi lugar, que vi a esta banda en vivo en una decena de ocasiones, la coyuntura se aprecia con cierto nivel de surrealismo; como cuando ves a tu equipo de fútbol favorito estrenar una camiseta con la que nunca jugaron antes. El transcurrir del set hace que la audiencia, voluntariosa y atenta, se vaya animando y baile en cada parte que el bombo de Felipe Metraca y los golpes de bajo de SebaBala lo permitan. Luego de cerca de una hora de show, el grupo baja del escenario aplaudido y se dispone a distender y charlar con los asistentes. En breve la sala cerrará sus puertas (es martes), pero Milica sabe dónde continuar festejando su no-cumple y consigue un rústico sótano con olor a humedad en el casco antiguo de la ciudad; con su teléfono móvil como recurso urgente se convierte en la DJ más vitoreada de Belgrado a fuerza de hits de rock n roll local… y de varios litros de rakia, claro.

La mañana siguiente se divide entre perezosos y curiosos. Algunos salimos a recorrer la ciudad, otros se quedan descansando. Posiblemente “bella” no sea el mejor adjetivo para definir a Belgrado, pero eso no le quita ni un mínimo de interés. El movimiento de la ex capital yugoslava es dinámico pero no frenético. La gente pareciera moverse con un extraño sentido de “seguridad”, sin grandes apuros, como dando pasos firmes. Los puestos de regalos de la calle ofrecen lo de siempre: imanes, banderas, camisetas de fútbol e iconografía de algunos referentes locales (Nikola Tesla, Tito y… Vladimir Putin).

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Luego de un reparador almuerzo tardío a fuerza de cevapi ––la comida rápida local, similar al caucásico shish kebab––, acompañado de queso de cabra y ajvar ––un espectacular aderezo serbio a base de berenjenas y pimientos picantes–– el día se acababa y debíamos partir hacia Bucarest en pocas horas. Antes de eso, Milica vino a despedirnos y los CAF hicieron entrega de algunos baluartes tradicionales de su país: una tremenda botella de pisco y una buena ración de merkén, el condimento estrella del pueblo Mapuche, muy extendido en la cocina chilena actual.

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Llegamos a Bucarest en un avión a hélice de la compañía nacional Tarom. Hefe nos recibió cálidamente, aunque con gesto cansado. Había estado ocupándose de su abuela de delicado estado de salud. Eran las 22:40 y desde la van la ciudad se veía penumbrosa e intrigante. Su amarillento alumbrado público nos la mostraba en HD. El chofer, cariñosamente apodado T-1000 por su parecido con el malo de Terminator, nos dejó en Underworld, nuestro nuevo hogar: un hostel punk que cuenta con una pequeña sala de conciertos donde esa noche tocaría “un grupo alemán de post rock”, pero que luego “suspendieron la actuación por no contar con suficientes canciones para tocar”. Como otra muestra de coordenadas, podemos decir que el lobby del hostel abría a las 16 horas.

La siguiente mañana dejó en claro que en la noche de llegada, Bucarest estaba en su vestido de calabaza y que sus encantos aflorarían con la luz del día. Lo que fuera calma y quietud se transformó en dinámica y frenesí. Nuestro barrio era ni más ni menos que el Casco Antiguo. Monumental de a ratos, bohemio de a otros, universitario de día, draculesco de noche. Tan gitano como hípster a todas horas.

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Esa noche sería el primer show de la gira junto a Coma, pero hasta la hora de probar sonido habría tiempo para dar un buen paseo por el centro de la ciudad.

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CAF en Timisoara

El Control Club, una de las salas de moda de la ciudad a la que es casi imposible acceder los fines de semana, será el escenario del debut rumano de CAF. Emplazada justo al lado de Calea Victorei ––la más imponente avenida bucarestina–– se encuentra en un barrio que pareciera comenzar a sufrir de cierta gentrificación pero que aún conserva un atractivo innegable en sus antiguas salas de conciertos y teatros, en sus edificios de arquitectura mágica y en el hecho de tener como jardín al famoso Parque Cismigiu.

En backstage comienza la camaradería con los otros miembros de Coma, todos muy profesionales y gentiles. Para el momento de la actuación de CAF, el Control Club estaba casi lleno y el público se mostraba receptivo e interesado: nada de dejar libres las primeras filas.

Los CAF decidieron hacer esta noche un setlist más bien “rockero” y esa fue una decisión acertada. Al menos los seguidores de Coma ––quienes practican un metal alternativo nacido a finales de los 90 y evolucionado a otros sonidos más amplios––, lo supieron apreciar. La sorprendente cercanía del público y una banda en mejores condiciones mentales y físicas que en Belgrado llevaron las cosas a otro nivel. El show fue excelente; se veían personajes entre el público intentando repetir algunas letras de Koala, el escurridizo y extraterrestre MC de CAF a quien se hace difícil de seguir aún siendo un nativo de habla hispana.

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Un rato después, Coma daría show que más allá de mostrar su destreza como banda en vivo (todos los detalles sonaban en su lugar sin resignar espontaneidad ni sentimiento), dejaba al descubierto el comportamiento del público local. "Se suele decir que el público latinoamericano es muy intenso, pero los rumanos no se quedan atrás. Es muy fuerte lo que les pasa cuando ven a su banda favorita, son muy demostrativos. Me llamó mucho la atención", define Felipe con razón. Se han visto lágrimas de emoción entre esos fans sensibles pero revoltosos.

El post show fue todo lo que se espera de una gira como esta. Risas, euforia, conversaciones interesantes, chistes multiculturales, amigos nuevos y litros de birra de invitación.

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Aunque CAF tenía agendadas dos paradas más en Cluj y Brasov, la siguiente fecha en Timisoara en el marco de un festival de hip hop llamado Vest Fest, sería mi última jornada junto a la banda. Llegamos luego de un larguísimo (700km en diez horas), viaje en van que comenzó a pocos minutos de terminar la noche del Control Club y en el que recorrimos muy buena parte de la sinuosa geografía rumana. A través de pueblos pintorescos, centrales atómicas abandonadas y ríos rebeldes, se pasó el día, condimentado de chistes internos e ironía controlada, una característica destacable de la familia CAF, quienes luego de diez años de convivencia conocen bien su propio paño, incluso cuando las cosas no salen del todo como estaban planeadas ––un “problema” recurrente y foco de bromas era cuando se ordenaban los menús de Gallardo (saxo/vegano) y Macarena (técnica de luces/vegetariana), momentos que dieron a la única enemiga del viaje, una camarera de pocas pulgas que tuvo que cambiar un plato tres veces.

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Ya en Timisoara y un poco tarde para el horario asignado de soundcheck, la van comandada por nuestro querido T-1000 aparcó en zona de backstage del Vest Fest. Organizado en el parking de un mall enorme, este festival de tres días convocó a unos 10, 000 millenials que parecían saber divertirse escapando de la mirada celosa de la policía local.

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Time Table del Fest Vest en Timisoara

Luego de una cena reparadora (y espectacular) compartida con los Coma, hubo espacio para el descanso. Allí Spacio me mostró algo de su proyecto en ciernes Cinema Tornamesa. "Es como si CAF fuera solo mío", aventura y sonríe sobre esta atractiva idea que contornea con éxito entre la música incidental en blanco y negro y el trip hop groovoso.

Volvemos al recinto. Después de otro set efectivo y emotivo de Coma, CAF salió a escena. Esta vez la conexión fue aún más profunda que en las fechas anteriores. A medida que transcurría el set más y más público se fue interesando, sobre todo la franja de más edad que esperaban por ver a Parazitii, el colectivo de hip hop más longevo de Rumania. Hubo algo de headbanging y mucho bailoteo en el piso, y hasta algún que otro chalado “volando” con sus ojos cerrados, inmiscuido en el certero tono de Koala y el delirante y brillante andar del saxo de Gallardo.

La relación con el público fue inspiradora. Había mucha sorpresa entre los asistentes. La banda agradeció largo y tendido y se bajó del escenario con gesto innegable de “reto superado”. “A veces me pregunto para qué hacemos esto”, me decía Felipe en medio de un momento existencialista unas horas antes. Esas caras y reacciones podrían dar una respuesta clavada a esa pregunta.

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La banda seguiría escribiendo su propia historia por dos días más en este país increíble, pero era mi turno de volver a casa, la vida del periodista free lance suele tener algunas limitaciones… aunque no me quejo: pude ser parte de un periplo que bien se pareció a un sueño, pero no en el sentido romántico, el del anhelo, sino a por esa magia que sucede al conectarse los electrodos de nuestros cerebros cuando dormimos. Esa alquimia que genera imaginarias situaciones inconexas, con personajes a priori sin relación, pero en las que todo termina en un resultado positivo y al momento de despertar te encuentras con una sonrisa en la cara.

Sonaré solemne o cursi, da igual, pero me es inevitable pensar que mientras los buenos se sigan juntando para pergeñar sus enriquecedoras aventuras y estas magias aún sucedan aquí o allá, habrá espacio para la esperanza de un mundo dinámico y variopinto, abierto a la sorpresa y opuesto al páramo desangelado en el que los intereses de los mismos de siempre desean convertirlo.

Mira el resto de las fotos del viaje abajo y ¡salud!

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Felipe y Hefe

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En la carretera de Bucarest a Timisoara

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Bucarest

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Bucarest

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Bucarest

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Bucarest

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Bucarest

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CAF en Timisoara

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CAF en Timisoara

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El team completo de CAF en Bucarest

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