Chewing Gum: El fin de semana más mod en México

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Música

Chewing Gum: El fin de semana más mod en México

Este fin de semana se lleva a cabo la celebración más importante de la subcultura Mod en el país y tuvimos una extensa charla con su organizador al respecto.

Doce años atrás, una de las subculturas más antiguas del mundo, la Mod, tomó fuerza en México a raíz de una fiesta de fin de semana que inició en un bar de poca monta por Ciudad Universitaria, al sur de la capital. Ahí comenzaron a reunirse Skinheads, Rude Boys y demás adolescentes que venían de los conciertos masivos de ska-fusión organizados en los estacionamientos del Estadio Olímpico o en otras de las instalaciones deportivas de la universidad. Su organizador, dentro de la escena que existe en la CDMX, lo conocen como Moisés Chez y tiene 32 años.

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Hoy, a más de una década de que él y sus amigos introdujeron este estilo británico, Moisés gusta de compartir todo lo que rodea al movimiento Mod en su tienda Chez Nobody Records (donde también edita música), igualmente que en su programa de radio en Rock 101 ( Tortillas negras) y, anteriormente, con su fanzine y hoja informativa ( Underground/Friday on my mind). Dentro de su guarida donde destila soul, reggae, R&B y mucho estilo, hablamos sobre la fiesta a realizarse el 28, 29 y 30 de septiembre; como también de Mods, Skinheads, ska-fusión, entre otras cosas que dieron origen al Chewing Gum Weekend.

NOISEY: El Chewing Gum… es la fiesta más importante en México, en cuanto a la subcultura Mod.
Moisés Chez: Si. Podría ser. Traje la idea de Europa. Tenía 17 años y en Internet vi un flyer del Modstock, un evento que se realiza cada diez años en Inglaterra. La primera edición fue en los 90. Se organizó para celebrar las tres décadas del movimiento Mod. En 2004 lo hicieron otra vez, y fue cuando supe de todo esto.

¿Hace cuánto tiempo que comenzaste a hacer el Chewing Gum?
Ya tiene doce años. Pero antes de esta fiesta, en San Luis Potosí había algo similar, una fiesta jamaiquina [Put on your dancing], con un montón de fanáticos a esta música que, para esos años, era mucho más reggae y ska. Era un rollo Skinhead. Tocaba Jamaica 69 y los escasos DJ’s [con discos de vinilo]. Iba gente de la Ciudad de México, Sinaloa, Monterrey, Puebla… La pasión era la música y nos sentíamos parte de una subcultura.

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A partir de ese momento, para quienes se juntaban, comenzó una evolución, que conocieran otros estilos ligados a la subcultura Mod.
Así es. Yo llevo dentro de la subcultura Mod desde los 17 años.

¿Fuiste de los primeros Mods en la Ciudad de México?
No. Pero un par de amigos y yo fuimos formando una escena. Sin embargo, recuerdo a un chico que tocaba en Big Band [grupo de ska]. En aquel entonces, él tendría diez años más que yo. Lo recuerdo con una parka de plástico, como la del villano de Se lo que hicieron el verano pasado. Hasta andaba en una moto Italika, de esas que parecen scooters… A lo que voy es que se esforzaba.

Era complicado hacerse de accesorios relacionados a la subcultura Mod.
¡Ajá! No había acceso a las marcas. Pero aparte, en todo este tiempo que he estado en el rollo Mod, no se trata de traer un uniforme. Hay ciertos códigos estéticos, pero más bien, lo que tienen los Mods, lo que los define y los hace únicos, es el estilo.

¿Te refieres a que siempre se tiene que andar bien vestido?
Sí y no. Es algo que ha estado marcado desde la primera ola de Mods en Inglaterra, quienes venían de lo sucedido en la Segunda Guerra Mundial, junto a un país gris. La música que había era aburrida, todo era muy de adultos; incluso el término teenager era muy nuevo. Apenas comenzaban a entenderse, a comprender el mundo desde su perspectiva. Así llegó el momento en el que descubrieron el jazz [Miles Davis, Jonh Coltrane]. Imagínate: ¡En aquel tiempo eran mal vistas las pandillas de jóvenes que vestían de traje! Fue la primera subcultura donde grupos famosos como The Kinks o The Small Faces, tomaron la forma de vestir de sus fans.

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Hasta The Beatles adoptaron la estética Mod.
¡Sí! Y son las cosas que enriquecen a las subculturas; hasta el punto de que lo Mod se volvió parte de la cultura británica.

De hecho, los Mods derivaron de los Teddy Boys.
Es correcto. Sólo que los Teddy Boys escuchaban rock & roll. Pero el contacto con la música negra se da con los Mods; específicamente con el jazz, el soul y el R&B. Eso, para muchos jóvenes de aquel entonces, fue algo interesante.

¿A México cómo llega la subcultura Mod?
Llega a través de los fanzines, pero con una información errónea, diciendo que los Mods habían surgido de los Skinheads, cuando fue al revés.

¿Tú como diste con la subcultura Mod?
Fue hace más de doce años, cuando empecé a editar mi fanzine. Y casi al mismo tiempo organicé la primera edición del Chewing Gum… Esto sirvió para salir de la duda de: “¿Qué era el movimiento Mod? Empecé a buscar en libros y a tener contacto con personas de otros países.

Sin embargo, podría decirse que la subcultura Mod, en México, sí evolucionó del estilo Skinhead.
Más o menos. El primer contacto que hubo con todo esto fue gracias a la música jamaiquina, y el concierto de The Skatalites, en 2002, el cual marcó un antes y un después. Volvió todo esto más masivo.

Fue algo masivo porque estaba muy fuerte el ska-fusión, de donde surgieron muchos Skinheads y Mods de México.
Sí. Todos de adolescentes escuchábamos ska-fusión. Y cuando se supo que vendría por primera vez The Skatalites, muchos ya estábamos empezando a meternos en ese mundo del verdadero ska y el origen de todo esto, gracias al Internet.

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Era otro mundo.
¡Completamente! Ya pasaron casi veinte años. Sin embargo, yo todavía tuve la oportunidad de escribir fanzines, fotocopiarlos, de “vivir el culto”, como considero es una verdadera subcultura. Los jóvenes desde hace más de medio siglo empezaron a reflejar la manera en la que ellos entendían el mundo; hayan sido los Pachucos, los Cholos, los Punks. Todos venían de la clase trabajadora.

En México surgieron de lugares como Neza, Tlalnepantla, Ecatepec… Incluso mencionas que tú y tus amigos tenían que viajar a San Luis Potosí. ¿Cómo fue la esencia del primer Chewing Gum?
Tenía mucha ilusión y energía. Como te comentaba, había visto lo que se hacía en el Modstock y quería hacer algo así con mis amigos; sólo que no teníamos dinero, no existían DJ’s. Era algo muy difícil. Aún así, siempre traté de hacerlo con lo que pude, estando consiente del lugar donde vivo, y dándole ese toque de lo que verdaderamente tiene que ver con la subcultura Mod.

¿Cómo se pudo llevar a cabo todo eso que deseabas?
Se logró gracias a un gran amigo que se llama Dante. Él ahora pincha discos en la Pulquería Los Insurgentes. Dante era un chavo bien clavado en el northern soul, cuando nadie sabía qué era eso. Imagínate: Un güey de 14 años escuchando esa música [risas]. Él hizo contacto con un DJ inglés llamado Chris Morgan, quien estuvo metido en ese rollo de los 70, en Inglaterra. Entonces, cuando Chris llegó a México, traía una colección de discos que sorprendió a todos. Recuerdo que aún no había DJ’s de soul. Yo, a lo mucho, tenía treinta vinilos, puros clásicos de Otis Redding, Aretha Franklin… No conocíamos más. Era muy chistoso porque éramos como siete güeyes que nos considerábamos Mods, y el resto eran Skinheads. Para ellos era algo divertido que siete güeyes trataran de hacer algo diferente. Al final siempre convivimos en el mismo lugar.

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El primer Chewing Gum fue todavía algo más underground.
Sí [risas]. Fue una reunión de siete Mods, sus amigos Skinheads, algunos cuantos de otros lugares del país que ya estaban interesados en esta subcultura, junto a Los Padrinos que vinieron de San Luis Potosí [la primera banda Mod de esta generación en México]; junto con otra banda de reggae de Sinaloa [Los Borbotones], y Chris Morgan.

Ya que mencionas a Los Padrinos, no sé si la vieja época de rock & roll mexicano de los 60-70, también la subcultura Mod haya repercutido en ellos.
Sí. Fue algo que descubrimos a la par del primer Chewing Gum… Como ves, ahorita en la tienda tenemos una exposición de Los Ovnis. Ellos participaron al segundo año. Su acto fue algo que también tomamos de festivales como el Modstock , donde buscan leyendas para que se vuelvan a presentar. De hecho, los Chewing Gum… más recordados han sido con Los Ovnis y el otro con Los Monjes. Había como trescientas personas. No sé imaginaban que cincuenta años después, sus canciones seguirían sonando.

Supongo que a partir del primer Chewing Gum… la escena Mod mexicana tomó fuerza.
Por supuesto. Hasta Chris Morgan vino por cinco años consecutivos a pinchar. Así fue como el northern soul, el soul, el R&B y en general todo lo relacionado con lo Mod creció y muchos comenzaron a vivirlo realmente.

¿Cuándo crees que empezó a haber gente nueva interesándose en todo esto?
Fue a partir de la cuarta-quinta edición del Chewing Gum… Lo que ayudó mucho fue la organización de las fiestas mensuales, en especial en un lugar llamado Hooligans, al norte de la ciudad. La residencia era de ladrillos rojos, había cabina para el DJ, el dueño era fan del britpop. Estaba perfecto.

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Gente joven, en lugar de dejarse llevar por modas de música actual, descubrieron, digamos, “nueva música vieja”.
¡Exacto! Y ese mirar hacia atrás se dio desde el primer revival Mod de 1977 a 1979, paralelo al punk. Popularmente se dio con The Jam al frente de todo esto. Cuentan que ha ellos, como a The Chords, The Lambrettas y otras bandas, les preguntaban: “¿Por qué regresar a lo Mod?”. Su respuesta era que el punk no era elegante.

¿En el presente cómo se encuentra la subcultura Mod en México?
Disminuyó mucho con la edad, el tiempo y “la vida de adulto”. Se vio un cambio generacional, pero al pasar los años se acercó gente nueva, chavitos de 17-18 años que están volviendo a retomar todo esto.

Pero para la mayoría de las generaciones esto es algo muy raro.
Sí. Demasiado raro. La cultura pop actual no da para acercarse a este tipo de subculturas, a menos que tengas un hermano, un tío, o algo así por el estilo. Pasa como dice Howard Becker en su sociología de la desviación: Primero ves algo raro que te llama la atención, pasas la barrera para acercarte a eso, te acercas y comienzas a nutrirte de ese rollo, y después de cierto tiempo generas un discurso; es cuando lo adoptas como tal y haces fanzines, quieres formar una banda, buscas discos, te vuelves DJ… Se convierte en ese Do it yourself que tienen todas las escenas underground, donde ellos generan su propio contenido.

Pareciera ser que, ahora, las nuevas tendencias es la “música urbana”… Maluma, por ejemplo.
[Risas]. Pero sí te das cuenta todo el asunto Mod y lo que vino después es algo sumamente urbano. Lo que me gustó de todo esto, es que no era una rebeldía acotada que, por ejemplo, tenía el rock & roll mexicano, o la rebeldía plástica norteamericana. Literalmente, la subcultura Mod, su estética, la manera cómo ellos hablaban, su música, terminó transformando al mundo. La música británica transformó todo lo que estaba pasando en ese momento.

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Ahora, también se da un rally de scooters en el Chewing Gum… ¿Cuál es la historia que hay detrás?
El Vespa Club Ciudad de México poco a poco se interesó en el Chewing Gum… Tenemos contacto desde la edición número seis. Antes sólo eran fanáticos de los scooters. En la fiesta encontraron este link con los Mods, a través de la película Quadrophenia .

¿Organizar esta fiesta es riesgoso? Lo pregunto porque la escena Mod, en México, sigue siendo algo no tan conocida.
Siempre ha sido un riesgo. Siempre yo he puesto el dinero. Al principio comencé gastándome como 2 mil pesos. Viéndolo en retrospectiva, ha sido algo muy divertido; sin embargo, los últimos cuatro años, es cuando fue todavía más riesgoso. Un ejemplo fue cuando vino Brenda Holloway, toda una leyenda de Motown Records. No sé por qué fue muy poca gente. Incluso, este año es la primera vez que contamos con patrocinadores.

Sin embargo, con el hecho de haber traído a Brenda Holloway, fue algo muy gratificante.
Fue algo que no me imaginé que llegaría a pasar. Su presentación estuvo muy chingona. Me decía a mí mismo: ¡No mames, está aquí! Con lo que me quedé fue que conviví con una persona súper humilde. El concierto fue en La Faena y terminó muy sorprendida. A mí me sorprendió cuando me dijo que en cincuenta años de carrera, nadie, ningún promotor, había ido por ella al aeropuerto, y después la había ido a dejar.

¿Cuál es la novedad para esta edición?
Es la primera vez que todas las bandas son del extranjero. Por eso le puse California special. Fue algo que se empezó a gestar con Roger Rivas [órgano y piano de The Aggrolites], y la gente de Angel City Records.

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Algo que siempre ha estado presente y no pueden faltar son los DJ’s.
Sí, para esta ocasión viene Mark Morales [fundador de Angel City Records]; Nick Castro [líder de Young Elders]; Roach Sánchez [líder de The Hurricanes], Stevuck Montgomery [voz de Melbourne Ska Orchestra]… Habrá bluebeat, soul, boogaloo; hasta algunas cosas más clásicas, de los primeros años del movimiento Mod.

En cuanto a las bandas que vienen, ¿qué podrías decir de ellas?
Actualmente la escena Mod es mundial. La que tiene más actividad es la escena europea, porque es algo muy endémico. Sin embargo, la escena californiana desde los 80-90 ha sido muy fuerte. Hay mucho ska como Hepcat, The Aggrolites, Jackie Méndez que viene este año y hoy en día es una de las cartas fuertes. The Inciters, por ejemplo, ellos tienen casi 25 años tocando, y también vienen de la escena ska, de una banda que se llamaba Durango 95. Los Young Elders vienen de San Francisco, donde hay una tradición de música psicodélica y soul.

¿El contacto con estas bandas supongo que siempre es directo?
Sí, por supuesto. Por ejemplo, conocí a Rick, [líder de The Inciters] hace diez años. No tenía para traer a la banda completa, pero le propuse que él viniera a pinchar discos. Y lo que hay dentro de esta subcultura es que, si eres parte de la tribu, eres parte de la tribu… me explico. Imagínate: Un Mod de 17-18 años escribiéndole a un güey de 40 años que vive en San Francisco, para decirle que su banda está bien chingona, y que le propone venir a México a poner música. Yo le iba a pagar el vuelo y al final él mismo se lo pagó. Vino a echar desmadre. Algo muy cagado es que aún vivía en casa de mis jefes, en Neza, y ellos no eran un poco más grandes que él [risas].

Cómo estás expresiones tienden a darse en las periferias, ahora que mencionas que eres de Neza.
Este tipo de expresiones desde siempre se han dado en lugares así. Tal vez en estos lugares se busca algo más. Viviendo en las periferias uno tiene menos opciones.

Es como el querer escapar de lo cotidiano.
Un poco. No sé si se busca escapar, pero sí se está consciente que ahí no hay más. Normalmente en lugres como Neza, Tlalnepantla, Ecatepec hay rock urbano, Darks, Punks… y rock urbano y rock urbano [risas].

Pero precisamente el auge del ska-fusión, en algún momento fue lo diferente y, ahora, gracias a él, surgieron cosas como del Chewing Gum.
Sí. Hace 25 años el ska en general era algo súper nuevo. De hecho, a los Rockers y los Chavos Banda les cagaba. Pero a partir de eso, todos los que estuvimos involucrados tuvimos que construir nuestra escena. La gente del ska-fusión tuvo que picar piedra como nadie para poder tener respeto. ¿Qué salió de ahí? El Non Stop Ska Festival, un gran evento que OCESA volteó a ver. No obstante, creo que todos fuimos aportando algo. CHema Skandal tenía sus ilustraciones, Ruffy con su fanzine Tiempos rudos , Carlos René administraba una página de ska nacional [Mexska], yo armé mi fanzine y esta fiesta… Fue cuando muchos dijeron: “Sí esos güeyes lo hacen, yo también puedo”.

Por último, para quienes se quieran acercar a esta subcultura, ¿qué podrán encontrar en la doceava edición el Chewing Gum?
Habrá Skinheads, quienes siempre han estado apoyando. Igualmente habrá mucha nostalgia de la escena clásica que va de 1963 a 1965. Sin embargo, ya son cincuenta años los que tiene está subcultura que ha ido evolucionando, y en donde se siguen descubriendo cosas; pero ha permeado la ropa vintage, la música retro. Tampoco es algo así como, “sino vienes disfrazado de Mod, no vas a entrar a la fiesta”. Eso es algo muy estúpido. No vamos a prohibirle el placer a alguien que guste de conocer esto. Al final de todo el Chewing Gum… se llena de gente apasionada a la música.

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