El aquelarre pagano que fue el Festival del Diablo III
Foto: Pablo David G. | NOISEY en español

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Música

El aquelarre pagano que fue el Festival del Diablo III

Asistimos al ritual metalero más importante del año en Colombia donde la sangre, el sudor y los puños fueron los protagonistas en medio de una celebración maléfica.
Pablo  David G
fotografías de Pablo David G
Mateo Rueda
fotografías de Mateo Rueda

El pasado 25 de noviembre las montañas de La Calera, un municipio en las cercanías de Bogotá, recibieron una horda de melenas y chaquetas negras que, en una liberación del ser, entre mefistofélicos mosh pits y wall of death consagraron la tercera edición del Festival del Diablo. En esta ocasión el evento contó con un escenario alterno, en donde bandas como Chite, Pitbull, Triple X, Ataque de Pánico y Absolution Denied pusieron a darse en la madre a una buena cantidad de asistentes a ritmo de hardcore y punk. El gran momento de la noche lo dirigió la agrupación paisa I.R.A que, a pesar de los problemas de sonido, logró que el público se conectara en un gran baile y gritos de resistencia de ese batallón unido que siempre está ahí, en la primera fila. Los encargados de cerrar el escenario fueron los originales de Brooklyn, Merauder.

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Foto: Mateo Rueda | NOISEY en español.

El diablo en su gran plenitud era el que coronaba los escenarios en donde los colombianos de PSP, Soulburner, Sagros, UnderThreat, Revenge y Kariwa, además de los venezolanos de Krueger, fueron los encargados de abrirle el día al metal. La bareta, el alcohol, las melenas al aire y las gargantas ya estaban afinadas para lo que se venía, que no era poco. El regreso de Criminal tras 20 años de haber pisado tarimas colombianas, vino además acompañado de su retraso, un periodo de tiempo muerto en el que ninguna guitarra tronó y le dio tiempo a quienes tenían que hacer dos filas interminables para atacar aquella hamburguesa negra o beber de la sangre del diablo.

Y aquí, hay que decirlo, la logística no fue la mejor, las filas eternas hicieron que más de uno tuviera que decidir entre comer o ver a su banda.

Foto: Pablo David G. | NOISEY en español.

Finalmente fue el turno Criminal que, con un Anton Reisenegger arrepentido por la tardanza, le devolvió el caos y la devoción a los fervientes seguidores del báratro. En este punto los problemas de sonido y logística se empezaron a notar más. Lastimosamente los miembros de la banda y el público que esperaba a Terrorizer fueron los que más sufrieron, los californianos tuvieron problemas con su vuelo de Tampa a Miami, arribaron a Bogotá pero sin sus equipajes. La organización del festival no supo manejar esta situación y al no realizarse la prueba de sonido se tuvieron que bajar en menos de 10 minutos. Por supuesto los chiflidos y las quejas no esperaron, el público estaba emputado y con ganas de destruirlo todo. Witchery fue el siguiente en presentarse, pero la voz de Emperor Magus Caligula tardó en salir, el sonido de nuevo era partícipe de forma negativa pero, independientemente de esto, se plantaron muy bien en el escenario. La banda suiza Samael presentó en su totalidad el Ceremony of Opposites, álbum que les daría un giro en su carrera al incluir toques electrónicos e industriales a sus presentaciones y que, en un ritual baphomético, nos puso a todos en comunión con el gran satán.

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La noche caía y el diablo aún tenía una declaración que dar. La parada en tarima de Exodus sin duda fue un momento de éxtasis increíble, los pogos ya tenían su forma final y el ‘pit’ no dejaba de correr sangre y sudor. Zetro dejó claro que definitivamente es un frontman de los de antaño. Nunca dejó de entregarse y agradecerle a un público que se encontraba en el interior de su puño. El sonido, a veces intermitente, no fue excusa para que, con canciones como "Bonded by Blood", "War is my Shepherd" y "A Lesson in Violence", se disfrutara de una gran presentación. Apenas"Strike of the Beast" dejó de sonar, se hizo un breve silencio. Inmediatamente, en medio de las montañas, se empezó a escuchar un grito casi al unísono:

¡SODOM! ¡SODOM! ¡SODOM! ¡SODOM!, aclamaba el público mientras un Angelripper se vislumbraba a la distancia.

El trío alemán se valió de su mejor artillería para pasarnos por encima cuál Blitzkrieg en Polonia, que aunque es cierto que les faltaron algunas canciones en su repertorio, en la hora y 15 minutos de su show nos dieron lo mejor de sí. No hay palabras para describir cómo Tom, Bernemann y Markus le volaron los sesos a los más de 3000 asistentes a esta fiesta realizada en las entrañas del tártaro. Sodom nos llevó desde lo más mundano con "Outbreak of Evil", "Witchin Metal" y "The Saw is the Law", hasta los confines de los males de la guerra con himnos como "Napalm in the Morning", "Remember the Fallen" y "Agent Orange". Al final el fuego no se quemó y con "Bombenhagel" cerraron esta maléfica presentación. La lluvia comenzaba a caer mientras los teutones de Accept se encargaban de cerrar esta edición. Con el carisma que lo identifica, Mark Tornillo hizo cantar "Princess of the Dawn" y "Midnight Mover" a un público que aún tenía un cartucho por quemar.

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Foto: Pablo David G. | NOISEY en español.

Fue un festival con altibajos, no nos mintamos. Los problemas de logística, las filas para comprar, el sonido e incluso la salida fueron un caos casi total. Al diablo también le está quedando pequeña la locación para la demanda de metachos que piden más y más al festival. Indistintamente de esto y de los problemas que pueden enriquecer y mejorar la experiencia, la música, la celebración a ella y la profesionalidad de grandes bandas fueron el plato fuerte, satán está satisfecho y eso es lo que importa. Así se vivió este día de magia oscura:

Foto: Pablo David G. | NOISEY en español.

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Foto: Mateo Rueda | NOISEY en español.

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Foto: Mateo Rueda | NOISEY en español.

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