Sonidero Marginal, la cumbia en la periferia

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Música

Sonidero Marginal, la cumbia en la periferia

El sonidero de cumbia en la periferia de la megápolis como forma de la resistencia.

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“No es lo mismo marginal que marginado”, afirma Antonio Nieto Cuevas desde un cuarto de su casa en Valle de Chalco. Aquí, entre cuatro paredes grises, únicamente guarda sus colecciones: de vinilos, juguetes, serigrafías, historietas y cualquier cachivache llamativo que va encontrando.

Porque Antonio, también conocido como Katalizador entre la pandilla que hace arte urbano, es un coleccionista de lo popular, de lo folclórico, de lo chundo, de cualquier objeto con esencia de barrio.

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Y nada más de barrio que los sonideros. Esos monstruos de las consolas y luces que mandan saludos a diestra y siniestra mientras “pisan” canciones de cumbia fueron y son parte fundamental en la vida de Nieto: “Cuando era morrito había un baldío en la mera esquina de mi casa. Ahí una vez tocó La Changa y me impresionó chido”.

Por eso, tarde o temprano, Antonio tenía que tener el suyo: Sonidero Marginal.

Lo marginal antes del sonidero

Valle de Chalco Solidaridad está insertado en ese concepto que desde el centro de la Ciudad de México se percibiré distante y riesgoso a pesar de su cercanía geográfica: la periferia.

Este municipio ubicado al oriente del Valle de México cobró relevancia con el salinato ya que ahí empezó el Programa Nacional de Solidaridad (PRONASOL), una iniciativa que tenía el objetivo de mejorar el nivel de vida de los mexicanos a través de la participación social pero tuvo un resultado desfavorable, pues según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), al finalizar el sexenio de Salinas (1994) había 47 millones de pobres, .9 millones más que al inicio de su periodo.

Antonio, que nació en Neza pero creció y actualmente reside en la colonia Providencia en Valle de Chalco, recuerda su infancia, una época sin tantos servicios: “Era como rutinario ponernos alrededor de la radio para escuchar canciones. Sonaba de todo y a veces, cuando mi papá no estaba, le ponía a estaciones donde comenzaban a pasar rock”.

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Desde pequeño conoció y vivió las calles: de su barrio, de Neza, de la Merced o de cualquier sitio al que acompañaba a su papá a chacharear o por material para su zapatería. “Él tenía un grupo de cuates, se hacían llamar el Escuadrón de la Muerte… todos los borrachines del barrio. Había un amigo de mi papá, el Jergas, y su esposa me vendió un casette de Mike Laure. Fue el primero que compré con mis ahorros. Después esa familia desapareció del barrio porque les robaron a su hijo, yo a veces jugaba con él”.

Otro momento cumbre en la infancia de quien a la postre se convirtió en diseñador gráfico egresado de la UAM Xochimilco fue cuando “había un carterista a quien mi papá le vendía chemo. Entonces un día no estaba (papá) y él me pidió que le rolara resistol a cambio de unos casettes. Me dio el Cosmos Factory de Creedence… psicodelia campirana”.

En el cuarto de Antonio 1

Así, entre un niño robado, un programa social infructífero, chacharas, chemo, zapatos, baldíos, Creedence y sonideros, se formó Nieto. En lo marginal.

El Cumbias

“¿Qué se toman?”, es lo primero que pregunta El Cumbias al llegar a su vulcanizadora ubicada en la calle Manuel Ávila Camacho, en la colonia Providencia.

Tras poco más de media hora en un camión que se aborda en la estación de metro Peñón Viejo, esta es la primera parada que hace Antonio “para que un compa (El Cumbias) te diga algo de mi trabajo, él siempre me pide cumbia colombiana de los ochenta con trompetas”.

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Se hicieron amigos gracias al cotorreo callejero: “Un amigo me dijo: 'Qué tranza, te traigo un conocedor de cumbias'. Yo lo vi y la neta pensé que era mulín, no creí que conociera. Como yo lo vi, pero cuando me va diciendo 'conoces a estos, a estos' me dejó pendejo. ¿Sabes dónde me dejó más pendejo? Cuando me trajo un disco de Armando Hernández, mi ídolo. A mí me late como canta ese güey y cómo toca el acordeón, le echa un chingo de sentimiento a la cumbia… con madre. La neta le he puesto mis cumbias a dos tres putos y dicen: 'No mames, eres una verga pinche Cumbias'. A mí siempre me ha latido como canta Armando Hernández, Pastor López, Claudio Morán, Los Bestiales… hay un putero de música”, cuenta El Cumbias dentro de su taller lleno de llantas y manchas de grasa.

Antonio y El Cumbias

Y sigue hablando: “Yo soy coleccionista, güey. Yo le paso temas a él (Antonio) y él me pasa temas a mí. Con él me llevo chido, lo conozco de años y lo estimo porque la neta sí conoce; no me gusta juntarme con güeyes que no saben nada, yo me junto con gente que sí. Él llegó a mi mundo sin saber qué pedo y él en la música la neta mis respetos. La neta cómo él, la cumbia… no mames. Tú lo veras como lo veras pero es verga para la cumbia… Pa' mí, pa' otros quien sabe”.

Tras un par de refrescos y escuchar unas canciones que El Cumbias quiere que Nieto le grabe en un disco, el siguiente punto es la casa de Antonio ubicada a un par de cuadras. En el trayecto confiesa que El Cumbias es del tipo de escuchas que cualquier deejay de sonidero agradece porque “¿Cuántos hay como él? Es un güey que va a ver qué canciones vas a poner y va a decir 'ese sí es buen deejay' porque tiene un marco de referencia, ya no le pasa cualquier cosa. Va un chavo de tu generación o la mía y le pongas lo que le pongas todo le va a sonar igual. Al Cumbias le paso canciones porque él no se dedica a la piratería. Si se las pasara a un sonidero o cualquier medio, el güey va y la maquila”.

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En el cuarto de Antonio 2

Pero, ¿cuál es nombre de El Cumbias?

“Su nombre no lo dice. Prefiere ser conocido como el gran Cumbias, el Cumbias de la Providencia Valle de Chalco”, revela Nieto días después a través de Facebook.

Chacharero de sonidos

La música tropical nunca se ha alejado de Antonio. Aunque a veces, por breves periodos de tiempo que por lo regular tenía durante su etapa universitaria, le ponía pausa a la cumbia y hacía sonar rock. Siempre acababa incitando a sus amigos a poner una canción de Karmito y los Supremos en lugar de una de los Pixies.

Tras terminar la carrera su afán por conocer más sonidos de barrio se intensificó. “Lo que me ayudó mucho fue irme a vivir a Neza un rato”, cuenta Antonio desde el cuarto donde resguarda sus colecciones. “Ahí se da mucho que sales y de repente te llegaba algún sonido de una parte, así de 'Qué pedo con esa canción'. E ibas siguiendo el pinche sonido pa' ver quién tenía la canción. Entonces como que veías: 'Es de una casa… no, es un güey que vende'. Y allá no te los dan a diez pesos; los güeyes que te venden discos piratas de ese tipo, en 50 o 100 baros. También me hice de muchos amigos porque les decía '¿Usted por qué escucha esa canción?', y ellos así de 'Yo tengo esta colección, yo fui esto'”.

El Sonidero Marginal en acción

Gracias a la vagancia, al chachareo y a que en las fiestas sonideras prefiere escuchar a bailar, el también integrante del colectivo Hoja Urbana fue encontrando y adentrándose en los diversos tipos de cumbia: colombiana, peruana, poblana, ecuatoriana, etcétera. “Muchos sonideros se van por el lado colombiano, es una cumbia muy festiva. Hay otras cumbias como la peruana o la ecuatoriana que no le agarras cómo bailarla; el estilo de baile es diferente y luego ya rebajadas es un alucín. Por eso cada sonidero genera su grupo de afinidad que sería más o menos similar a lo que pasa con un DJ de techno y un DJ de trance”, explica.

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Pero, sobre todas las vertientes, Nieto prefiere la música chunda: “Son grupos tropicales equiparables a los de garage que incluso los sonideros menosprecian porque no tienen el virtuosismo de los colombianos: la voz del cantante es la frecuencia de voz que pudiera tener el chavo conductor del micro. Además de que me gustan, son discos baratos. Un grupo así son Los Plebeyos que tuvieron el hit del "Pipiripau"…el estilo mexicano de hacer cumbia”.

El cuarto de Antonio 3

También se fija mucho en las portadas de los discos por un factor identitario: “Son personas comunes y no lo digo por demeritar; o sea, es un güey que podría haber sido mi tío o así. Normalmente la industria de la música no solo te vende música sino imagen, por ejemplo: el Justin Bieber es un güey que nunca vas a ver aquí en el barrio. A mí lo que me gusta es que de estos discos encuentras personas comunes, cierta familiaridad fisonómica”.

Por eso, cuándo le piden una foto con su disco favorito, elige uno de Rigo Tovar.

Con el paso de los años, el acervo y conocimiento sobre cumbia de Antonio se incrementa. Pero su proceso de búsqueda no cambia: “Sigo con la misma dinámica de lo que escucho mientras voy caminando. En el tianguis hay personas muy especializadas. A veces mis cuates como Fariseo hacen transmisiones en vivo: ponen una canción, la escuchó, 'y ¿de a cómo?'”.

Sonidero Marginal

Cuando Antonio frecuentaba el sobrenombre de Katalizador para hacer murales conoció artistas con estéticas que le resultaron interesantes. Uno de ellos fue Bélico, vecino del barrio que hace su obra con basura: “A mí me gustó su obra. Entonces un día le dije: 'A mí me gusta un chingo la música sonidera, ¿por qué no hacemos un sonidero? '. Yo a cargo de la música y que él ambientara con su obra”.

Era el año 2006 y así empezó Sonido Calavera. Pero el gusto duró poco porque “tuvimos algunas diferencias porque éramos más chavos”.

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Pero la espina musical ya había perforado su mente. Entonces conoció a otro artista, Charritos, que tenía un sticker con la leyenda Charrito Soundsystem. “Le dije: 'Oye güey, si yo soy sonidero por qué no llevamos a la práctica al Charrito'. Durante un par de años funcionó pero de pronto creo que el Charritos sintió que me estaba apropiando de su concepto y mejor decidí hacer Sonidero Marginal por el 2015”.

Con Sonidero Marginal se fijó adentrarse al entorno sonidero y ya no tanto con artistas urbanos.

Desde entonces Nieto se ha presentado en eventos variopintos: desde un concierto en la ENAH o una feria de publicaciones anarquistas hasta una celebración de la pasión de Cristo en un cerro cercano a su casa y un bautizo donde le pidieron una canción de Cepillín.

Pero esta diversidad en su quehacer no le incomoda, al contrario, disfruta el promover ritmos que siente parte de “una resistencia frente a las mismas elites locales, la maquinaria cultural. Van contracorriente”.

Sonidero Marginal en acción

Por eso la labor de Antonio no se detiene. Y planea seguir utilizando su contexto marginal a su favor: “Normalmente vivir en la periferia de la ciudad es vivir en la periferia de todos los procesos culturales. Yo desde siempre he estado con la música sonidera, la sonidera psicodélica, pero nadie te pela hasta que un fresa o alguien dentro el centro de la ciudad lo lleva a la práctica. Y lo mismo pasa con el arte: el graffiti era mal visto pero ahora… hay festivales. Lo que pienso es que muchos de nosotros trabajamos desde el margen, en los bordes. Y me decía un amigo que no es lo mismo ser marginal que marginado porque una persona marginada es alguien que excluyen pero una persona marginal es así por sus condiciones o pura utilidad”.

Síguelos en Facebook: Sonidero Marginal; Colectivo Hoja Urbana; Charrito Soundsystem.

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