La historia de Indigo Ranch, el insólito lugar de nacimiento del nu metal

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Música

La historia de Indigo Ranch, el insólito lugar de nacimiento del nu metal

Durante seis años, un rancho de 24 hectáreas en Malibú, California reverberó con algunas de las canciones más pesadas que se han grabado. Luego todo se quemó.
JG
ilustración de John Garrison
Giacomo Stefanini
traducido por Giacomo Stefanini
Milan, IT
Sergio Ávila
traducido por Sergio Ávila

Las empinadas colinas y cañones de Malibú son susceptibles a incendios forestales, pero el que ocurrió el 24 de noviembre de 2007 fue especialmente destructivo. El incendio de The Corral quemó casi 5.000 acres en solo cuatro días, impulsado por vientos de casi 100km por hora de Santa Ana, y alimentado por chaparrales secos. Para el momento que los bomberos lograron contenerlo, más de 80 estructuras habían quedado en cenizas, entre ellas una vieja casa de campo que tenía adentro un piano que alguna vez le perteneció a Neil Diamond.

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Unos meses después del incendio, el vocalista de Korn, Jonathan Davis, se encontraba en frente de los restos de la casa, arrastrando a sus dos pequeños hijos, llorando. "Ustedes no saben", les dijo Davis. "Este lugar fue realmente especial. Empezó todo un movimiento musical".

Korn había grabado sus dos primeros álbumes en esa casa, una cabaña de cacería convertida en estudio de grabación llamada Indigo Ranch. La música que crearon terminaría siendo conocida como nu metal, un término que Davis odia. "Siento vergüenza cuando escucho esa palabra", me confesó el cantante de 47 años por teléfono desde su casa en Los Ángeles, antes de una sesión de composición con su banda. "Pero supongo que hay que llamarlo de alguna manera".

Sin importar cómo lo llamemos, el álbum debut y homónimo de Korn, de 1994, sí empezó un movimiento, e Indigo Ranch fue su base de operaciones. Durante los siguientes seis años, muchas bandas —Limp Bizkit, Soulfly, Cold, Human Waste Project, Machine Head, Amen, Slipknot— emprendieron su viaje a las cuestas de Malibú para grabar algunos de los álbumes más enfadados y divisivos de la década, todo en medio de sicómoros y palmeras, en un escenario improbablemente idílico. Hasta Vanilla Ice decidió participar en esto, grabando un álbum de nu metal llamado Hard to Swallow en 1998 en Indigo Ranch.

Todos estos artistas sacaron sus ideas de una paleta dispar de influencias: las guitarras brutales pero rítmicas de Pantera; las contundentes líneas de bajo con influencia funk de los Red Hot Chili Peppers y Faith No More; los raps descontrolados de Cypress Hill y Rage Against the Machine; los grooves y el nihilismo de Nine Inch Nails. Al juntar todo esto en el estrecho control room de Indigo, lograron generar algo de sentido llamándole a esta demencia nu metal. El encargado de supervisar todo fue un solo productor, Ross Robinson, quien tenía el talento preciso para canalizar la angustia adolescente en música poderosa.

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El estudio en Indigo Ranch (foto por Bart Johnson)

Fundado en 1974, Indigo Ranch fue el insólito lugar de nacimiento del nu metal. Ni su historia, ni el lugar sugerían algo tan oscuro y claustrofóbico como el aullido primitivo que fue el debut de Korn, o los muchos otros álbumes que le seguirían. Pero por seis años, el rancho de 24 hectáreas ubicado en Solstice Canyon, rodeado de formaciones rocosas que daban contra la inmensidad del océano Pacífico, reverberó con algunas de las canciones más pesadas que se hayan grabado. Luego, todo se quemó.

El dueño de Indigo Ranch, Richard Kaplan, no era un gran fan del metal. Los proyectos de Indigo que lo enorgullecían, según su esposa Julie, fueron grabados a finales de los 70, con Neil Young, Olivia Newton John, y el ya mencionado Neil Diamond, quien luego le vendería a Kaplan su grand piano Yamaha. Pero Kaplan sabía reconocer que había algo bueno ahí. En 1994, cuando los miembros de Korn —en ese entonces una banda desconocida de Bakersfield— tomaron un pedazo circular de cartón de una caja de pizza, lo firmaron, y lo colgaron en la pared al lado de los discos platino o de oro, Kaplan lo dejó ahí. "No te rías", le dijo a Julie. "Probablemente consigan el oro. Son muy buenos".

"Siempre los llamé como las nuevas bandas satánicas; así era como sonaban para mí", dijo Julie. "Soy una chica más R&B".

Kaplan, quien murió en 2014, fue dueño de Indigo durante sus 32 años de funcionamiento, y fue una presencia paternal y querida durante los años de Ross Robinson. Con sus entradas en el pelo y su gigante bigote, Kaplan parecía una versión más joven y divertida de David Crosby. "Nos entendimos de inmediato", recordó Robinson. "Sentía una muy buena vibra con él y con Julie… me veían como a su hijo o algo así".

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Kaplan, ingeniero y coleccionista de equipos, compró el rancho en 1974 y lo convirtió en un estudio, llenando hasta el último espacio con micrófonos vintage, amplificadores y pedales de guitarra, muchos de los cuales había restaurado o modificado. A pesar de lo feo que puede llegar a sonar el nu metal, en Indigo fue grabado en algunos de los mejores equipos del mundo: todos los posibles tipos de amplificadores Marshall, docenas de micrófonos traídos de Abbey Road Studios (incluyendo el AKG C12 de tubos, favoritos de Paul McCartney, de unos 18.000 dólares), y preamplificadores hechos a la medida. "La translucidez, la claridad de esas cosas era ridícula", dijo Chuck Johnson, un ingeniero que pasó su carrera en Indigo, desde los 17, en 1978, escalando de posición constantemente.

Richard Kaplan (foto por Bart Johnson)

El debut de Korn implementó varias piezas del equipo personalizado de Kaplan, incluyendo tres pedales de fuzz Big Muff modificados que Davis recuerda como la clave para el sonido pesado y distorsionado del álbum. "Creo que Ross todavía los tiene", dijo Davis. "Eran crudos, como los circuitos impresos y ya. Todo estaba soldado. Uno tenía que tomarlos y conectar la guitarra con cuidado, porque no había una caja que sostuviera todo en su lugar".

"Richard era un coleccionista consumado de todas las cosas", dijo Chris Brunt, quien ayudó a diseñar el estudio y que trabajo en sus primero años como ingeniero de sonido. Kaplan también era fotógrafo, y tenía una colección inmensa de cámaras vintage, así como de guitarras y álbumes de jazz. "Si tenía un dólar en su bolsillo, se gastaba dos", dijo Bart Johnson, un viejo amigo de Kaplan que trabajó en Indigo como ingeniero de mantenimiento y se autoproclamaba "el tipo de la electrónica".

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Kaplan fue cofundador de Indigo Ranch con Mike Pinder, tecladista de Moody Blues, a quien conoció después de ser el director de luces y fotógrafo de gira de la banda inglesa. En esa época, los Moodys eran una de las bandas más grandes del mundo, y Pinder quería invertir algunas de sus ganancias por temas como "Nights in White Satin" en un estudio de grabación; pero no debía ser en Inglaterra, donde la economía estaba en problemas y los impuestos eran altos. Kaplan, oriundo de Burbank, le sugirió hacerlo en Los Ángeles.

"Terminábamos los tracks completamente sudados y luego salíamos a caminar afuera a este lugar hermoso, perfecto, lleno de luz, donde es muy difícil ser un punk-rocker enojado", dijo Larkin, el baterista de Godsmack. "Era un equilibrio, un equilibrio perfecto".

El lugar que escogieron fue poco convencional, por decir lo menos. Estaba escondido varios kilómetros al fondo de una carretera destapada de un carril que se dirigía a Solstice Canyon. Tiempo atrás, el rancho había pertenecido a los dueños de la Stetson Hat Company, quienes lo usaban como campo de cacería. La casa principal, construida a principios del siglo pasado, "se veía como una cabaña", dijo Davis.

"Estaba rodeado de árboles", recordó Shannon Larkin, actual baterista de la banda de metal Godsmack, que en ese momento grabó baterías en Indigo para Amen y Vanilla Ice. "Uno se sentía en medio de un bosque". La fauna silvestre solía inmiscuirse al rancho, cosa que no siempre era bienvenida; durante la grabación del álbum debut de Slipknot, un zorrillo roció la ventana que daba contra la única ducha del estudio. "Toda la sesión de grabación de Slipknot apestó", recordó su cofundador y percusionista Shawn "Clown" Crahan.

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Antes de que Kaplan llegara, lo más célebre que ocurría en el rancho era que el actor de cine mudo John Barrymore —amigo de la familia Stetson e infame alcohólico— iba allá para recuperar su sobriedad antes de tener que grabar alguna película. Aparentemente, el actor no estaba muy de acuerdo con estos esfuerzos. "Mientras construíamos el estudio, vimos que muchas tablas estaban sueltas", dijo Kaplan a Tape Op en 2014, "y detrás de cada una de ellas había una botella de más de 50 años de alguna cosa".

El control room con tecnología de punta en Indigo Ranch (Foto por Bart Johnson)

El resto de la propiedad era alucinante. Plantaciones de aguacate y cítricos conducían a un sendero que terminaba en el cañón en el lado sur del terreno. Una formación rocosa llamada Little El Capitan (renombrada luego como "Little El Kaplan", por su nuevo dueño), flanqueaba la frontera norte. Una quebrada recorría toda la finca después de las lluvias de invierno; otro sendero detrás de la casa conducía a una cascada de 24 metros. Desde una banca en el huerto uno podía ver el océano Pacífico. "Muchas canciones increíbles [fueron] escritas en esa banca", dijo Rob Agnello, quien llegó a comienzos de los 90 como asistente de ingeniero.

"Estar ahí fue una experiencia increíble", recordó Davis. "Una energía genial. Uno está en medio de la nada. Era hermoso. Podíamos simplemente ir y coger aguacates de los árboles". Nadie creyó incoherente la idea de hacer una música con tanta tensión en un espacio tan bello. Si hay que decir algo, es que tal vez la paz del rancho era la vía de escape perfecta para que las bandas se tomaran un descanso de toda su oscuridad. "Terminábamos los tracks completamente sudados y luego salíamos a caminar afuera a este lugar hermoso, perfecto, lleno de luz, donde es muy difícil ser un punk-rocker enojado", dijo Larkin, el baterista de Godsmack. "Era un equilibrio, un equilibrio perfecto".

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El espacio rústico no evitó que Kaplan y Pinder convirtieran la casa en un estudio de grabación con tecnología de vanguardia; con una consola de mezcla Aengus/API de 30 canales hecha a la medida e instalada por el excéntrico gurú del audio, Deane Jensen. Jensen, quien era dueño de una compañía de transformadores en el norte de Hollywood, se convirtió en una presencia frecuente del rancho, puliendo todo el tiempo la ya prístina acústica del estudio.

Pinder abandonó el proyecto después de unos años, y vendió su parte del rancho a Kaplan y a otro socio, Michael Hofmann, un amigo de infancia de Kaplan que se había convertido en el gerente comercial de Indigo. Desde su inicio en 1978, Hofmann emprendió una maratón de contrataciones, usando a su favor el espacio idílico de Indigo y sus equipos de primer nivel: Bob Dylan, The Go-Go's, Van Morrison, Lenny Kravitz, Nick Cave, Motley Crue. Sin duda, los clientes de Hofmann eran eclécticos: Oingo Boingo, Kenny G, y Megadeth grabaron sus primeros álbumes ahí. Para finales de los 80, el estudio ya tenía reservas con tres meses de antelación y se daba el lujo de rechazar grandes clientes. "Fleetwood Mac fue uno de ellos", dijo Julie Kaplan, quien en 1986 empezó a salir con el hombre que luego sería su esposo. Ella hubiese querido que también rechazaran a Sting: "es una prima donna".

Un par de tragedias azotaron a Indigo y a Richard Kaplan al final de esa década. Primero, en 1989, Deane Jensen, quien tenía problemas de salud mental y estaba inundado en deudas, se quitó su propia vida. "Lo encontraron en su oficina con una botella de vino vacía y un revolver en sus manos", dijo en una entrevista de 2014 Bill Whitlock, socio de Jensen Transformers. "Se voló los sesos". Jensen tenía 47 años.

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Luego, solo dos años después, Hofmann, el socio y confidente de Kaplan, murió de repente de un aneurisma cerebral. Kaplan quedó devastado. "Michael Hofmann era una de esas personas que no podías reemplazar", dijo Chris Brunt. Hofmann era el mejor amigo de Kaplan pero además, según Chris Brunt, era "la personas responsable por mantener el rancho a nivel financiero y estético".

En vez de contratar un nuevo gerente comercial, Kaplan intentó manejar el estudio por su cuenta. Julie lo ayudó con la contaduría. Pero sin los conocimientos de equipos de Jensen, y sin la guía de Hofmann, Indigo Ranch perdió a la mayoría de sus clientes y cayó en el caos después de solo dos años.

"Richard seguía coleccionando muchos equipos", dijo Brunt. "El lugar se estaba llenando de cosas. Llegó al punto en que el control room quedó tan repleto que me negué a trabajar ahí. No era amigable. No tenía la calidez o la personalidad de antes".

Y a este caos llegó un productor novato de 27 años llamado Ross Robinson, directamente del pueblo desértico de Barstow. Aunque había empezado en la música tocando guitarra en bandas de thrash metal, Robinson tenía una apariencia calmada, hablaba en voz baja y proyectaba un aire de autoridad que superaba la edad que tenía. Había producido el demo de Korn de 1993, Neidermayer's Mind, y los había ayudado a conseguir un contrato con Epic Records. Pero Epic solo le dio a Robinson 14.000 dólares de presupuesto para producir su álbum debut, una suma mínima en esos días. Indigo Ranch era económico, y los equipos vintage eran justo lo que Robinson buscaba.

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"Entre más natural sea, más longevidad tendrá la grabación. No será encasillada como algo de este o ese periodo", me dijo Robinson por teléfono desde su casa en Venice Beach. "Y además al criarme en Barstow, al interesarme en el motocross y, en general, en estar en exteriores, fue perfecto para mí".

La llegada a Indigo Ranch era sorprendentemente complicada. "Cuando uno iba por primera vez uno era como, '¿a donde mierdas estamos yendo?'", dijo Davis. "Es en medio de la nada". Incluso después de que la carretera fue pavimentada en 1979, sus curvas y bajadas eran aterradoras; excepto para Robinson, quien disfrutaba recorrer la montaña en su BMW 850 a toda velocidad. "Es un loco de la adrenalina", dijo Davis, recordando una aventura particular con su productor: "Nos llevó a Indigo Ranch tomando todas esas curvas a casi 130 kilómetros por hora. Pensé que íbamos a morir".

Robinson llevo esa misma fiebre por la adrenalina al estudio, donde exigía un compromiso del 100 por ciento de cada miembro de la banda en cada toma que hicieran. Era hijo de un gurú de la autoayuda y trataba su tiempo en el estudio casi como una forma de terapia, alentando a las bandas a intentar habitar emocionalmente cada canción que tocaran. "Es casi como actuar bajo el Método", dijo el asistente de ingeniero Agnello, quien trabajó con Robinson en casi todos sus proyectos en Indigo.

A diferencia de muchos productores, a Robinson no le gustaba sentarse frente a la consola y dar consejos verbales después de cada toma. En vez de eso, "estaba siempre en la sala con la banda", dijo Robinson, y saltaba y les gritaba qué hacer o los alentaba. Si sentía que alguien no estaba tocando con suficiente intensidad, le daba un empujón, le pegaba al instrumento o incluso le lanzaba cualquier objeto que tuviera a la mano. Robinson era particularmente exigente con los vocalistas y bateristas. "Le lanzó una matera a Joey [Jordison]", recordó Crahan, de Slipknot, sobe las sesiones de baterías en la grabación del primer álbum. "Todavía tengo la matera".

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"La gente ha convertido mi método en historias tontas de violencia, o cosas así, para hacerlo sonar mejor, pero mi intención era dar más vida, más fuego".

Robinson insiste en que su enfoque tenía buenas intenciones y que quería que los músicos dieran lo mejor de sí mismos. "La idea era que fuera hermoso y contundente", dijo. "Y si sentía que la contundencia se estaba apaciguando yo— ¡rrrah!". Hizo un pequeño rugido, acompañado de una risa nerviosa y de autodesprecio. "La gente ha convertido mi método en historias tontas de violencia, o cosas así, para hacerlo sonar mejor, pero mi intención era dar más vida, más fuego".

Bajo el mando de Robinson, las sesiones de grabación del álbum debut de Korn llegaron a lugares muy oscuros. Davis, el cantante y principal escritor de letras de la banda, prefería escribir canciones que le dejaran "gritar sobre la horrible infancia que vivió", escribió el guitarrista Brian "Head" Welch en su biografía de 2007, Save Me From Myself. Sus compañeros de banda lo ayudaron: "Todos nos sentimos conectados de alguna manera porque todos compartimos algún tipo de dolor de infancia", escribió Welch. "El dolor de ser rechazados, de ser acosados, el dolor de no entender el amor que nuestros padres sentían por nosotros. Todos tuvimos problemas similares con nuestros padres en nuestra infancia… se sintió bien estar enojado y dejar que todo saliera a través de nuestra música pesada".

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La exploración del trauma infantil de Davis llegó a su pico más oscuro en "Daddy", el último track del disco. Sobre un groove rocoso y amenazante, Davis describe la experiencia de ser agredido sexualmente por un amigo de la familia cuando el era solo un niño (no por su padre, insistió después, a pesar del título). Repite el coro de la canción —“I scream / No one hears me / It hurt / I’m not a liar”— hasta que uno lo escucha entrar en llanto, buscando la respiración entre los versos. En los últimos tres minutos de la canción, Davis se descontrola, insultando y llorando a más no poder. Sus compañeros de banda, que estaban tocando al tiempo en el estudio, no sabían cómo responder al colapso del cantante. "Todos miraban a través del vidrio como diciendo '¿qué hacemos?'", recordó Agnello. "Y todos les dijimos, '¡sigan tocando, sigan tocando!'".

Tan pronto terminaron, Davis salió corriendo de la cabina de voz —se puede escuchar el portazo al final de la canción— y desapareció en lo profundo del cañón por varias horas. "Nos miramos los unos a los otros y todos estábamos con lágrimas en los ojos", dijo el ingeniero Chuck Johnson. "Fue de otro nivel".

Para el final de la década, la mezcla de furia y angustia del nu metal se convertiría en una serie de pataletas caricaturescas (ver: "Break Stuff" de Limp Bizkit). Pero en el debut de Korn, con la voz elástica de Davis en el frente, era algo fascinante. Davis era un nuevo tipo de frontman del hard rock; un marginado que sabía tocar la gaita escocesa (que grabó en exteriores en Indigo para el comienzo de "Shoots and Ladders", reverberando contra el cañón) y que era constantemente matoneado en la secundaria por usar delineador y escuchar a Duran Duran. Como cantante, probo su valor al ser capaz de sonar tanto vulnerable como psicótico, tanto herido como desafiante. "I’m not as good as you? / Fuck no, I’m better than you", gruñe Davis en "Divine", mezclando inseguridad con confianza, cosa que terminaría por ser el mantra de la banda (y eventualmente un cliché del género).

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"Él sabía como meterse en tu cabeza e inspirarte y hacerte querer lograr algo grandioso", dijo. "No era divertido. Pero así es que lo hace Ross".

Aunque años después Davis llamaría algunas veces, un poco bromeando, a Robinson como un "sádico", él le da todo el crédito al productor por ayudarle a sacar tantas emociones viscerales con su voz. "Él sabía como meterse en tu cabeza e inspirarte y hacerte querer lograr algo grandioso", dijo. "No era divertido. Pero así es que lo hace Ross".

Robinson no pide disculpas por haber capturado en cinta el trauma de Davis. "Mi intención siempre fue crear un espacio seguro, un lugar en el que él no tuviera que contenerse", dijo Robinson. "Uno no canta así con un imbécil en el cuarto".

El álbum debut de Korn, que fue lanzado en octubre de 1994, no cambió el mundo del metal de la noche a la mañana. Sus sencillos casi no sonaron en radio, y las publicaciones que se molestaron en reseñarlo quedaron completamente desconcertadas; el L.A. Times dijo que la banda parecía habitar un "universo de pesadillas aislado" en el que "golpeaban colectivamente sus cabezas contra puertas que ni siquiera podían ver". Pero la gente de la industria percibió la mezcla única de groove metal, grunge y hip-hop, y querían saber quiénes estaban detrás de eso.

Una de las primeras bandas en interesarse por ellos fue Sepultura, una grupo de thrash metal de Brasil que por su parte ya había empezado a gravitar más hacia un estilo más groovero. Después de escuchar a Korn y a otro proyecto emergente del nu metal, Deftones, "empezamos a bajar nuestras afinaciones", dijo el guitarrista de Sepultura Andreas Kisser, "yendo por el groove; más partes grooveras en vez de partes de death metal rápido".

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El sexto álbum de Sepultura, Roots, grabado a finales de 1995 con Robinson en Indigo Ranch, ayudó mucho a la legitimización de la escena del nu metal. Aunque la falta relativa de proezas técnicas alejaron a algunos puristas del metal, la mezcla de riffs pesados e instrumentación del folclor brasileño le dio al disco una sensación experimental y artística que logró convencer a muchos escépticos. Como el debut de Korn, esto era emocionantemente pesado, con líneas de bajo y bombos que jalonean la mezcla como las poderosas contracorrientes de las costas de Malibú.

"Ross siempre fue inflexible", dijo Agnello. "El bombo tenía que ser muy sencillo". Mientras mezclaban todo en cinta de media pulgada, añadió el ingeniero Chuck Johnson, "le metíamos bajos a eso. Yo venía de un entorno de jazz y no sabía de metal. Solo quería que sonara grande. Estaba acostumbrado a hacer R&B donde el bajo está muy presente, así que le subí al bajo y lo hice reventar".

Conforme el nu metal fue ganando popularidad, con Korn apareciendo en las portadas de revistas de metal y abriéndole a Ozzy Osbourne (quien estaba presente cuando la banda recibió su primer disco de oro, cumpliendo la profecía de Kaplan), Robinson mantuvo al equipo de Indigo Ranch ocupado. Produjo álbumes para Manhole (con Tairrie B, en su momento la primera rapera firmada bajo el sello de Eazy-E, Ruthless Record), Cold, Human Waste Project, y Soulfly, la nueva banda del exvocalista de Sepultura, Max Cavalera. También logró sacarle un espacio al segundo álbum de Korn, Life is Peachy, así como el álbum debut de la banda de rap-rock de Florida llamada Limp Bizkit. Todo esto ocurrió en Indigo Ranch en el lapso de solo dos años.

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Para mediados de 1998, el ritmo vertiginoso de Indigo estaba desgastando a todo el mundo. Robinson estaba reservado para producir cuatro álbumes —de Vanilla Ice, Amen, Slipknot y Machine Head—, los tres últimos con Roadrunner Records, un sello independiente que había aprovechado toda la fiebre del nu metal. Pero las sesiones se estaban alargando y se cruzaban unas con otras, obligando a los ingenieros a trabajar durante todo el día. "Yo dormía debajo de la consola o en el control room", recordó Johnson. El vocalista de Amen, Casey Chaos, había sido contratado para trabajar en el álbum de Vanilla Ice, Hard to Swallow, y terminó viviendo seis meses en el rancho, de los cuales pasó durmiendo su gran mayoría en una cabina que no estaba siendo utilizada. "Me estaba volviendo loco", dijo. "Una mierda tipo The Shining… con las paredes cubiertas de sangre y mierda y pedazos de papel". Kaplan intervino para ayudar, ajustando los micrófonos y las baterías, casi siendo un segundo ingeniero no acreditado. "No soy un tipo al que le interesen los créditos", dijo en su entrevista de 2014 con Tape Op. "Probablemente debí hacerlo, pero no fue así".

"Me estaba volviendo loco", dijo Casey Chaos. "Una mierda tipo The Shining… con las paredes cubiertas de sangre y mierda y pedazos de papel".

No ayudaba que casi todos en el rancho se drogaran constantemente; con la notable excepción de Robinson, un adicto a la salud cuya substancia favorita era la hierba de trigo. Las bandas habían estado siguiendo los pasos de John Barrymore en Indigo desde el comienzo. El trago y la hierba eran omnipresentes y tanto Welch como Davis admitieron haber consumido metanfetaminas durante la grabación del primer álbum de Korn. En medio de las maratónicas sesiones de 1998, "todos consumimos drogas y bebimos; no era un secreto", dijo el baterista de Amen, Shannon Larkin.

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Incluso el equipo de Indigo "salía mucho de fiesta", admitió Agnello; incluyendo al jefe, Kaplan, quien eventualmente terminó uniéndose a Alcohólicos Anónimos. Aunque el equipo del estudio se enorgullecía de su ética de trabajo, las largas horas de grabación hacían difusas las líneas que dividían los negocios con el placer. "Tomábamos un descanso y yo me iba al baño a oler una línea", dijo Johnson. "Siempre lo mantuvimos bajo control. Pero no éramos ángeles".

A pesar del abuso de substancias y de las molestias de programación, "todos hicieron lo que tenían que hacer", dijo Crahan, de Slipknot. "Todos hicimos buen arte. Todos salimos vivos. Todos hicimos lo que debíamos. Pero siempre odié al sello por hacernos eso".

Desde un punto de vista puramente técnico, el álbum debut de Slipknot podría ser el más grande logro de Ross Robinson. La banda, conformada por nueve integrantes enmascarados, contaba con dos guitarristas, tres percusionistas, un turntablista, y un sampler/tecladista. Hacer coincidir todas esas partes en una sola cosa frenética es un gran desafía; especialmente las capas de baterías, que fueron grabadas sin metrónomo y editadas análogamente en una cinta de dos pulgadas. "Teníamos cinta en todas partes", recordó Agnello. "En el piso. Sobre las máquinas".

Lanzado en el verano de 1999, Slipknot representó un momento importante en el nu metal. Se convirtió en el álbum debut que más rápido se vendió en la historia del metal, llegó a ser doble platino, y alcanzó nuevos niveles de crudeza y agresión en sus densas capas de percusión, guitarras y elementos electrónicos. Pero también fue el comienzo del fin del nu metal en Indigo Ranch.

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Los últimos dos proyectos de Robinson en Indigo, de las bandas de post-hardcore Glassjaw y At the Drive-In, se alejaron por completo del nu metal (así que, en ese sentido, en realidad fue el LP homónimo de Amen de 1999, un estallido de furia hardcore tipo Black Flag que, por ser producido por Robinson y ser lanzado tras el debut de Slipknot, fue clasificado como nu metal. "Fue la cosa más triste", dijo Chaos, quien todavía culpa las bajas ventas del disco en Estados Unidos por cómo se clasificó desde la prensa). Para el año 2000, Robinson se hablaba del Everything You Ever Wanted to Know About Silence de Glassjaw como su intento de "destruir el rock Adidas", en referencia a Korn, que utilizaban sudaderas Adidas en sus primeros años, así como a su sencillo de Life is Peachy, "A.D.I.D.A.S". Con su coro infantil, "All day I dream about fucking", la canción se convirtió en una plantilla involuntaria de la transformación del nu metal en una especie de rock de fraternidad gringa, con una fanaticada que probablemente habría molido a golpes a Davis en su época de delineador.

“It was separate from the rest of the world," Robinson says of the albums he recorded at Indigo Ranch. "And then there were bands that would take the formula, and it didn’t feel authentic.”

Para 2001, cuando bandas como Linkin Park o Incubus ya tomaron elementos de nu metal para insertarlo en el rock radial mainstream, Robinson había pasado a otros estudios y a otros géneros. Produjo álbumes para The Cure y Tech N9ne, y trabajó con nuevas bandas que encontraba en MySpace. Volvió de vez en cuando al nu metal, pero nunca a Indigo.

"Creo que las drogas eran algo pesado ahí", dijo cuando le pregunté por qué había dejado de trabajar en el rancho. "Y fui tan ingenuo que no me di cuenta [al comienzo]". Pero al final, eso empezó a afectar la calidad de su trabajo. Los equipos alguna vez prístinos, se encontraban al borde del colapso; los ingenieros como Johnson, que en un momento fueron los mejores de la industria, habían quedado fuera de juego. "No podía hacer una primera mezcla y mandarla sin que tuviera algún error", dijo Robinson. Hasta el día de hoy, él suena arrepentido por cómo terminó su tiempo en Indigo: "es desgarrador".

La relación de Robinson con el género que él ayudó a formar sigue siendo complicada. En 2016 escribió el tuit: "No hago bandas que copien a Korn. Ese estilo es un cadaver podrido de mi pasado". Sin embargo, cuando hablamos por teléfono hace poco en una mañana de agosto, fue más prudente. "Para mí fue algo separado" del nu metal, dijo de los álbumes que grabó en Indigo Ranch. "Fue algo separado del resto del mundo. Y luego otras bandas tomarían esto como fórmula y dejó de sentirse auténtico". Eso se extendió a proyectos con los que él trabajó —aunque se negó a nombrarlos—, que Robinson asegura que se "estaban convirtiendo en, ya sabes, un estilo de vida tipo Mötley Crüe, de "Girls, Girls, Girls"; y era algo completamente distinto cuando lo empezamos". Y volvió a reír nerviosamente. "Pero sí, estoy orgulloso de todo eso".

Y sin su mejor cliente, Indigo Ranch empezó a languidecer. El comienzo del nuevo milenio fue complicado para estudios vieja escuela con equipos análogos y, en general, para toda la industria de la música. "Creo que esta cosa de iTunes nos sacó de la industria", dijo Julie, la viuda de Kaplan. "Todo el mundo estaba descargando, así que él no recibía sus regalías".

Richard Kaplan murió de leucemia en noviembre de 2014 a los 68 años. Ocho años antes, había vendido Indigo Ranch por 2,85 millones de dólares a una pareja de un fondo fiduciario, según Julie. "El rancho se estaba convirtiendo en una carga", dijo el ingeniero y diseñador Chris Brunt, quien mantuvo el contacto con su antiguo jefe hasta su muerte.

A menos de un año de que Kaplan vendiera Indigo Ranch a sus nuevos dueños, el incendio de Corral Fire azotó todo el Solstice Canyon y destruyó todo a su paso. Para ese entonces, todos los equipos de Kaplan ya se habían trasteado; todos menos el grand piano de Neil Diamond, el cual habían comprado los nuevos dueños.

"La tierra había sido purgada", dijo Rob Agnello sobre el incendio que acabó con Indigo Ranch. Agregó que Solstice Canyon se llamaba así por las ceremonias de los solsticios de invierno y verano que celebraban con música los indígenas Chumash, siglos antes de los Stetsons o Kaplan o Pinder. "Así que siempre creí que todo eso vino de la tierra, la música de ahí". La era de Indigo Ranch, cree Agnello, "había sido cosa del destino".

Julie Kaplan recuerda el día exacto en que su esposo se rehabilitó: abril 1 de 1999, poco después de las extenuantes sesiones con Amen, Slipknot y Machine Head. La sede de Malibú de Alcohólicos Anónimos, donde Richard Kaplan luego sería tesorero, conmemoraba su aniversario unos meses antes ese mismo año. "Llevaría 19 años limpio y sobrio", Julie dijo orgullosa.

Durante los últimos 15 años de su vida, Kaplan se convirtió en una figura querida en la comunidad de AA de Malibú, acompañando a mucho otros alcohólicos en su proceso para rehabilitarse. "Se convirtió en alguien fundamental para ayudar a muchas otras personas"", dijo Chris Brunt. En su funeral, "noventa por ciento de las personas ahí no tenían nada que ver con la industria de la música. Habían sido personas a las que él había ayudado".

"Le gustaba divertirse, ¿pero a quién no?", dijo Davis. "Ese era el rock ’n’ roll".

Muchos de los músicos e ingenieros que pasaron por Indigo Ranch también se rehabilitaron. Chuck Johnson dejó el rancho casi al mismo tiempo que Robinson y se rehabilitó en 2004. Después de una temporada en rehab y de unirse a AA, Larkin se les unió a comienzos de 2016. "Todos pasamos por muchas mierdas", dijo Davis, de Korn, cuya banda está completamente sobria ahora. "Yo me rehabilité primero. El otro mes cumplo 20 años" (Después de entrevistar a Davis para este artículo, su segunda esposa, Deven Davis, murió el 17 de agosto por causas desconocidas. El 23 de agosto Jonathan publicó una declaración frente a su muerte, en la que dice que "ella tuvo una enfermedad mental muy seria y su adicción había sido un efecto secundario").

Uno de los últimos actos de Kaplan, antes de morir, fue ceder el nombre de Indigo Ranch al Beach House Treatment Centers, un grupo de viviendas para rehabilitados en Malibú. El nuevo Indigo Ranch, ubicado a 16 kilómetros del original, es un grupo de casas a lo largo de casi tres hectáreas, con piscina y canchas de tenis; y un estudio de grabación, solo para los residentes. "Creemos que podemos conectarnos con los clientes por medio de la música", dijo el cofundador Charlie Bentz, quien fue muy amigo de Kaplan gracias a AA.

Davis, quien perdió contacto con Kaplan después de varios años, se alegra por su legado. "Es genial. Me alegra que se haya rehabilitado. Es bueno. Le gustaba divertirse, ¿pero a quién no?", dijo Davis. "Ese era el rock ’n’ roll".

Andy Hermann es un escritor y editor radicado en Los Ángeles. Síguelo en Twitter.