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Música

Nunca olvidemos que Sade es la persona más cool del mundo

Un tributo a una mujer tan innegablemente increíble que ni siquiera la adoración de Drake la puede ensuciar.
Imagen de archivo.

Como se nos recuerda reiteradamente, la música es cíclica. Los géneros, las técnicas de producción, los tipos de sombreros: todas estas cosas tienen lugar en el paisaje cultural y se encuentran transitando hacia el frente y el fondo del escenario, dentro y fuera del foco a medida que las estaciones cambian. Aunque esto no siempre es lo más positivo del mundo, y la retromanía reductora es un síntoma de una enfermedad artística y social, también significa que los artistas que son adorados pero no muy adulados, pueden estar apartados de la escena por un tiempo y volver al primer plano cuando lo deseen. Sade es una de esas artistas.

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En el transcurso de seis álbumes de estudio, Sade –y aquí me refiero a la unidad colectiva de músicos que graban y sacan material bajo ese nombre, no solo a Adu– ha estado merodeado dentro y fuera de la conciencia colectiva, siendo su líder epónima un símbolo de su subestimado y tranquilo atractivo. De hecho, Adu es tan incansablemente cool que no es de sorprender en lo más mínimo que un sentimental como Drake –un hombre que grita "desesperación" más alto que un estudiante avanzado del sexto año con una cuenta en Mubi y fuertes opiniones sobre el futuro del Partido Laboral– se haya alineado con ella.

Y es este imperturbable sentido tan residual y permanente de lo cool el que la hace una figura duradera tan atractiva—un tesoro natural ni irónico, ni caduco, ni a lo Barbara Windsor. Ella es cool de la forma en que lo son Alain Delon y los domos geodésicos. Ella reside fuera del usual reino de la fama, emergiendo cada tantos años para reclamar una corona que le pertenece por ser indiscutiblemente cool.

Claro que, la música también ayuda. La combinación distintiva de una sofisticación humeante (ejemplificadas por grandes hits de sus comienzos como el tema cargado de jazz "Your Love is King", y la favorita de las amas de casa, "Smooth Operator"), baladas sensuales fusionadas con sonidos baleáricos (como "No Ordinary Love" y "I Couldn't Love You More") y el soleado y narcótico rock de enamorados (sip, "Lovers Rock"), crea un mundo sónico sin igual que rebosa de sutil seducción. Al escuchar todo el catálogo, te quedas preguntándote si acaso hay alguna otra cosa que suene tan elegante. Exceptuando tal vez "New Day", de Round Two, o algunas piezas viejas de tropicalia brasilera, probablemente no la hay.

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Pero, la noción actual de lo que es cool es notoriamente algo resbaladiza. La palabra "cool" ha sido ineludible por cerca de 60 años, usada por casi cualquiera y quien sea. Alguien, en algún lugar, probablemente ha descrito seriamente las piedritas o las toallas antibacteriales de cocina como algo cool alguna vez. Cool es lo que deseamos, lo que estamos desesperados por tener, lo que queremos serpor sobre todas las cosas. Lamentablemente, para la mayoría de nosotros, lo cool se evapora al momento que lo buscamos. Lo realmente cool no necesita intentar ser cool, simplemente es cool, y precisamente eso es lo cool de eso. ¿Verdad?

Piensa en Sade. Ella no necesita hacer nada para irradiar una sensación tranquilizadora de lo que es cool. Sade es tan cool que incluso Supreme, una marca que probablemente se consideraría a sí misma como la más cool del mundo, aunque un reciente reporte de tendencias de Google sobre el comportamiento de adolescentes indica que los jóvenes prefieren los exploradores web que la ropa, quiere usar su imagen para promocionar playeras carísimas, en lo que podría ser la colaboración más cool del siglo 21 hasta ahora, una colaboración que a pesar de ser ostentosamente cool, sigue siento, bueno, sí, cool.

El Reino Unido es un lugar definitivamente nada cool; desde la intervención de la cultura juvenil todas esas décadas atrás, para bien o para mal hemos buscado inspiración en el otro lado del Atlántico. Desde los Beats a los B-Boys, los jóvenes de Kent a Kirkaldy han buscado imitar a sus contrapartes americanos, esperando que algo del idealismo ojiabierto y el sentido preternatural de confianza de ese país se les contagie si tan solo compran los jeans correctos de la tienda correcta en su centro comercial local. Cool Britannia fue un mito dañino cocinado en la confusa década de los 60, solo para resucitar en el la década coquera e híper alerta de los 90 –el sueño húmedo de un editor de revista. Pero recuerda esos supuestos ejemplos de lo que es cool para los británicos: Tony Blair, Damon Albarn, y Damien fucking Hirst.

Sade es un diamante brillante en un mar de mediocridad inquebrantable. Bretaña es sombrío, opaco, lúgubre –es un puré grumoso, es John Stapleton, y es una búsqueda de fósiles en Lyme Regis. Sade no es nada de eso. En el 2017, ella podría ser nuestro producto de exportación más fino, y ni siquiera Drake –el hombre menos cool de la historia– puede arruinarlo.