Bronko Yotte Matanga Felipe Berríos DJ Pérez Macarena Campos Quemasucabeza
Felipe Berríos. Foto por Carlos Molina

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Música

Bronko Yotte no está solo

De profesor de lenguaje a consolidar un grupo con Macarena Campos y DJ Pérez, Felipe Berríos se alista para publicar su sexto LP, ahora con Quemasucabeza.

“Estoy acá, lavando los platos. Hace una semana nació mi hija, la primera. Estoy con post-natal, que es súper necesario, se necesita tiempo para hacerlo bien”. Felipe Berríos anda con el mundo pies para arriba. Ya no es un ser por sí solo, haciendo rimas, llegando a casa solo. Ahora tiene una hija, tiene un grupo musical.

Hace diez años, su largo debut, Vive el nivel, llegó como bomba renovadora para un Chile que no dejaba de añorar el rap noventero. Rompió códigos, traspasó géneros, se escuchó junto a Gepe y Cristóbal Briceño, de Ases Falsos. Introdujo sus rimas en el indie y acercó el rap al pop, con todo un corredero de folclor experimental.

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De gala, su último álbum de larga duración, fue publicado en 2016, y en ese entonces la dinámica interna en Bronko Yotte seguía siendo distinta, y los cambios se empezaron a mostrar en el EP Nimbo, de 2017. “Quería centrarme mejor en complejizar la estructura de las canciones”. El gran sentido, eso sí, fue hacer notar más la importancia de Macarena Campos y Daniel Pérez, el resto de Bronko Yotte. “Hasta el Gala no se había manifestado tanto, o no tan directamente. Esa fue la importancia de este limbo: aparte de ser una transición, es una bisagra que sirvió para abrir nuevas posibilidades sonoras en lugar de encasillarse o reprimirlas”.

Felipe Berríos. Foto por Carlos Molina.

Felipe Berríos. Foto por Carlos Molina

Porque Bronko Yotte hace rato dejó de ser un MC de profesión Profesor de Lenguaje.

Y Felipe Berríos dejó de caminar solo, como la revelación de reflexión de casa más que de barrio. Hoy Bronko Yotte es un trío, que a veces se convierte en sexteto en directo. Para los tres que conforman el núcleo del proyecto, se ha convertido en una camaradería perfecta desde hace cuatro años más o menos, ganando terreno en la fértil música urbana chilena. Un trabajo orgánico que los ha tenido en cientos de festivales, como su paso por el venidero Lollapalooza Chile, en menos de un mes.

El proyecto ya tiene registro de sobra y experiencia también. Ha mutado orgánicamente con relatos complejos y reflexivos, abriendo sonidos mucho más allá de un freestyle o un rapeo antojadizo; estamos frente a una triada de coros bien acoplados, de pistas precisas, y un contador de historias que no necesita sacar el panfleto. Un MC que dejó de caminar solo, que agarró del brazo a un par de amigos para levantar el proyecto de su vida, mientras esta misma se convierte en su nuevo plano a retratar.

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NOISEY: Estás presentando "Matanga", el primer adelanto de lo que será tu próximo disco. ¿Cómo ha sido este camino post Nimbo?
Felipe Berríos: Partí escribiéndola pensando en ese loco que andaba en una marcha feminista y andaba de torso desnudo, con un cartel, y que después se supo que debía la pensión de su hijo. Eso se me vino a la cabeza. Estoy tratando de ser descriptivo más que abanderado; quiero describir lo que sucede y cómo eso empieza a conectar con otras cosas. No quiero hacer matanga, jajaja.

"Matanga" tiene ese ritmo de guaracha. Encuentro que es súper necesario hacernos las preguntas sobre cómo nos incorporamos en la música. En Centroamérica lo conectan muy bien: nuevos ritmos tienen una derivación reconocible del folclor, de la región, como el reguetón. Es rico y necesario hacer esa búsqueda desde acá igual, reconocer esos sonidos que son de campo, que te hacen sentir, que tienen que ver contigo y con tu historia.

A veces se puede lograr con pocos recursos sonoros y eso me pone muy feliz. El bajo tiene una intervención pequeña; Pérez hizo un trabajo fabuloso y Maca hace el coro de manera simple e impecable. Un proceso del que me considero un director creativo, que ahora trabaja en pos de un colectivo. Caí en la anécdota de samplear un vinilo que encontré en el persa. Es algo simbólico, que hace un rato los productores están volviendo a hacer, y para mí fue especial y choro.

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¿Cuál fue el track que sampleaste?
Me da lata compartir tan específicamente qué cosas sampleo. Primero porque me gusta fomentar la búsqueda del dato freak, ese aspecto nerd de samplear. Quien quiera cachar, igual lo hará buscando. Por otro lado, me da miedo que un día me llame un abogado. En Chile todavía está bien en el aire el uso de ese recurso, o mejor dicho, ni siquiera hemos entrado a la discusión, que sí han tenido los gringos desde hace mucho tiempo. El grupo que sampleé es gringo, de hecho.

Felipe Berríos. Foto por Carlos Molina.

Felipe Berríos. Foto por Carlos Molina

La canción tiene sus riesgos. Sigue siendo Bronko sin caer en la obviedad de un sucesor de Gala o Nimbo…
Es un riesgo, sí. Es un rapeo que es canto, un canto que es rapeo. Canto más. Es una cosa menos estricta en lo que a rap se refiere, eso tiene un grado de peligro para cierto público del hip hop que es más conservador, y también para aquellos no raperos que esperan ciertos guiños obvios del género. La idea de haber tenido un disco corto antes fue abrir el paso a la música que viene, a la identidad que va a tener. No se trata de hacer de todo, sino de conectar lo que se hace, y cómo eso se conecta con lo que estamos viendo en el ambiente, partiendo por lo musical.

Ese paseo entre estilos es bien característico del proyecto. Hoy, en términos urbanos, vivimos en tiempos de trap. ¿Qué opinas del género y cómo repercute en tu música?
Considero que el trap es una variante del hip hop: destaca aspectos estéticos que ya estaban en el rap y se relaciona con la experiencia de nuevas generaciones, de los milénicos, de los centénicos sobre todo. Se reconoce a la plata como algo que se quiere y se busca; no sólo se quiere crecer artística o profesionalmente, se busca plata y se hace algo menos espantoso, menos demonizado.

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Acá hay un lote de cabros que han aprovechado esa bandera, se han unido, se han tirado para arriba por el hecho de estar súper conectados, y eso para mí es ejemplo para el rap y para otros estilos.

Mi música la pienso como un bloque más que como una casa, entonces tengo este castillo de legos que se puede desarmar o permite incorporar piezas para levantar mi propia construcción, y ahí claro que entra el trap. Puede ser poco, harto, depende de la canción, pero esas decisiones siempre parten por el interés musical y no por tratar de darle el palo al gato.

Felipe Berríos. Foto por Carlos Molina.

Chile tiene un nutrida historia de lucha y registro social en su rap. ¿Crees que el trap se puede hacer cargo de ese legado?
Creo que se está haciendo, está sucediendo de a poco. Estoy pensando en la Princesa Alba cuando dice que se maquilla para ella. Eso dentro de la consecuencia de su estética es político y representativo, sin ser demasiado denso. Creo que los discursos del trap involucran a comunidades, que cada vez se irán haciendo más grandes.

Lo bacán es que el trap se la puede. Si fuese más allá, como escribir un trap consciente, podría ser forzado, pero creo que los cambios que quedan en el tiempo son los que se van dando de a poquito, como ese detalle de la Princesa Alba. Hay que cocinar lento.

Y, ¿cómo llega un proyecto urbano-rapero-incluso-trapero a Quemasucabeza?
Empecé a trabajar con la agencia de booking y comunicaciones de Quemasucabeza, que es Armónica. Estuvimos todo el 2018 en eso, doce meses que permitieron conocernos mejor y sin presiones. Eso llevó a lo discográfico. Tenemos una parada parecida sobre la música independiente, son personas que trabajan a pulso pero muy en serio, y fomentan lo mismo en el resto, lo que permite moverse en bloque.

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Yo los admiro hace tiempo, me he ido acercando de a poco, y este paso más formal llegó en el momento más maduro del proyecto, y justo cuando Quemasucabeza se abre a nuevos sonidos, un nuevo grupo de auditores pero de manera genuina. Veo un común denominador con proyectos como Niños del Cerro, Fakuta, Pedropiedra, y es el amor por la canción. Siento que todos ponemos la música en el centro de todo. Hay un trabajo de imagen, de promoción, de moda, lo visual, pero creo que todo parte desde la música. Eso me da mucho orgullo.

Felipe Berríos. Foto por Carlos Molina.

Felipe Berríos. Foto por Carlos Molina.

¿Qué podemos saber del disco nuevo?
‘Matanga’ es lo más listo. Estamos armando otras cosas, procesos de secuencia, de mezcla, va a ser rápido. No me gusta demorarme mucho, trato de ser disciplinado en eso, para que el álbum refleje una época, la de uno y la del momento que se observa en el entorno.

El trabajo va a describir lo que estoy viviendo: el ser papá, los afectos, los amigos, el colectivo. Lo demás se irá viendo a medida que esté más avanzados. Trato de no ponerme temáticas a priori; mejor escribir e ir descubriendo en el proceso lo que está dentro mío.

Tengo en mente algunas colaboraciones, pero tengo que preguntar primero, jajaja. Pero quiero incorporar otras voces, tengo muchas ganas de cantar y que la gente me sigue y nos sigue, cante también. El canto es algo súper simple y poderoso, sirve para conectar hacia adentro, lo que sale de la boca es lo que está en la imaginación, y la imaginación también es una comunidad.

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