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Música

Bad Bunny abraza la feminidad pero ¿qué tanto?

La estrella del trap se enfrenta a la masculinidad tóxica pero al mismo tiempo revela los límites de aceptación del reggaetón, que sí, son re poquitos.
Captura de pantalla vía el video de "Chambea" de Bad Bunny

Artículo publicado originalmente por Noisey US.

Hay algo diferente en Bad Bunny. Es un trapero que rapea con micrófonos color rosa intenso, usa arracadas, se viste con shorts súper cortos y se hace manicura. El artista puertorriqueño ha adoptado una feminidad en su vestimenta similar a la de Young Thug y Lil Uzi Vert, lo que lo ha convertido a la suya en una historia de éxito poco probable en géneros musicales tradicionalmente marcados por la hipermasculinidad como reggaetón y trap.

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El video de "I Like It", su colaboración con Cardi B y J Balvin, ha acumulado casi 600 millones de vistas. Más allá de sus expresiones externas de desafío, la reciente estrella de la portada FADER a menudo habla sobre temas que los raperos heterosexuales no suelen hacer. En el pasado, desafió las expectativas poco realistas de la sociedad sobre los cuerpos de las mujeres, las normas de género y la desigualdad en los intercambios sexuales entre hombres y mujeres, rompiendo las ideas rígidas de la virilidad en favor de algo más fluido, menos frágil.

Para quienes seguimos teniendo esperanzas, el éxito del conejo malo es una señal de que la política de la cultura latina está cambiando y se está volviendo más inclusiva. Aún así, ocupa un espacio delicado. Su aceptación de la feminidad es admitida por el mainstream, pero condicionada: Bad Bunny debe probar enfáticamente su heterosexualidad y debe hacerlo con la mayor frecuencia posible.

La idiosincrasia latinoamericana está profundamente arraigada en los valores católicos tradicionales, valores que a menudo van de la mano con la homofobia y la misoginia, y el trap latino no es la excepción. La idea no es hacer una declaración de comparación con otros géneros, sino reconocer que los valores y el contexto social que produjeron al trap latino —como el reggaetón y otros géneros nacidos del Dembow, una herencia rítmica que lleva el nombre de la canción de 1990, "Dem Bow", del artista jamaicano Shabba Ranks— es la herencia cultural de cualquier artista dentro del género.

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Hace casi tres décadas, Ranks, uno de los pioneros del reggaetón, afirmó descaradamente en una entrevista que los homosexuales "merecen la crucifixión", invocando la Biblia para legitimar su declaración. Recientemente, el artista de trap puertorriqueño Anuel AA lanzó una canción que incluía letras homofóbicas y se burlaba de una modelo con VIH. Tras las feroces críticas y la cancelación de su primer concierto desde que salió de la cárcel, emitió una larga disculpa. Sin embargo, desde su lanzamiento, ha colaborado con artistas como Ozuna, J Balvin, Karol G, Arcangel y, más recientemente, 6ix9ine, quien se declaró culpable de usar a una niña en un acto sexual, sugiriendo que a pesar de que la homofobia que impregna el género es menos explícita actualmente, todavía es una parte aceptable de la cultura.

Entonces llega un artista como Bad Bunny, quien se presenta de una manera que a menudo se lee como queer pero que, de cualquier forma, se identifica como heterosexual. Bad Bunny se pronuncia en contra del sexismo y no tiene miedo de ser sentimental. En su balada de piano, "Amorfada", canta con un beat suave de fondo, contando una historia de desamor y traición: "Toas' las barra' y los trago' han sido testigos / Del dolor que me causaste y to' lo que hiciste conmigo / Un infeliz en el amor que aún no te supera”.

Pero su estatus como embajador del trap latino no podría coexistir con su aceptación de la feminidad si no fuera hetero, y si no abrazara el sexismo que impregna el género, como lo hacen muchos de los artistas "progre" que también lo hacen cuando funciona a su favor. Cuando le preguntaron acerca de los rumores sobre su sexualidad durante una entrevista, Bad Bunny respondió de una manera clásica y machista: "Quien tenga dudas que me traiga la mujer pa' casa, para ponerla a criar los hijos míos". Como si tales declaraciones contundentes de heterosexualidad no fueran suficientes, sus letras continuamente tocan este tema. Tomemos, por ejemplo, su canción "Soy Peor", donde canta: “Tengo la blanquita que me hace lap dance / La rockerita que se lo meto con to’ y Vans / Las prietas, las rubias, modelos y eso sin contar todas las fans”.

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Puede haber espacio para cierto nivel de desviación del machismo en el trap latino, pero en 2018, sencillamente no hay artistas abiertamente queer que experimenten éxito mainstream en el género. Los artistas latinos queer del trap y del reggaetón, creadores de la estética femenina por la que tipos hetero como Bad Bunny han sido elogiados, han tenido que abrirse rutas por sí mismos, principalmente a través de YouTube y las redes sociales.

Kevin Fret, un artista gay de trap altamente feminizado, ha acumulado una cantidad impresionante de seguidores en las redes sociales sin el sello de ningún artista importante; su single reciente, "Soy Así", tiene más de 30,000 visitas desde su lanzamiento hace unos meses. El artista mexicano de reggeatón Sailorfag comenzó a subir freestyles a Twitter hace unos años, y desde entonces ha lanzado dos videos musicales oficiales; uno de ellos es "Polo Acartonada", que desafía explícitamente la homofobia y la masculinidad tóxica en formas lúdicas y obscenas.

Solomon Ray, otro reggaetonero abiertamente gay, comenzó como un rapero que cantaba en inglés. En una entrevista con Into More, habló sobre cómo la comunidad de hip hop lo rechazó y de la respuesta de la comunidad gay a su música: "Cuando salió mi más reciente single, 'El Otro', quedé sorprendido de que muchos gay mostraran tanto apoyo. Muchas personas me dijeron lo orgullosas que estaban de tener a alguien como ellos en este género”.

Mientras tanto, Bad Bunny camina sobre la línea de la respetabilidad de género. Aunque a menudo se enfrenta a la masculinidad tóxica al abrazar la feminidad y desafiar los roles tradicionales de género, su historia nos recuerda los parámetros estrechos dentro de los cuales eso es posible. Aún así, Bad Bunny está expandiendo lo que significa ser latino, hombre y heterosexual para toda una generación de jóvenes. Tal vez algún día nos ayude a reimaginar el trap latino, o cualquier iteración del Dembow que venga después y la gente que tiene cabida en ese espacio.

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