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Música

La terapia del aniñado Billy

El enemigo público más vehemente de Damien Hirst es también un músico, un escritor y el dueño de todas nuestras esperanzas. Y si no: ahí está la mota.

En general la vida está repleta de decepciones: tu primer beso, las primeras chichis que viste, la prepa, la universidad, tus padres, trabajar, etc. Eventualmente razonas y te das cuenta que es una cuestión más bien de costumbre, de sobrevaloración hacia las cosas que presenta este mundo; una especie de engaño permanente.

Luego es más bien la forma en la que tomas las cosas que te rodean o que te adaptas a lo que hay con lo que tienes, o en mi caso, aprendes a quejarte todo el tiempo y a lidiar con esa agresión que te carcome poco a poco.

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Eventualmente descubres otras cosas como la marihuana y la pinche bajadota de Ciudad Universitaria en domingo, con tu nueva tabla Sector Nine y empiezas a tenerle gusto a la vida.

La primera vez que escuché a este personaje, deambulaba entre las radios de estos nuevos métodos de streaming musical (el último pago que mi madre permitió que hiciera con su tarjeta de crédito). Sostenía entre las entrañas lo que decidiría hacer con mi vida en el proceso puro de autoconocimiento y estando hasta la madre de la pinche mota como analgésico de cualquier pendejada. Repentinamente, el himno de guerra de Wild Billy Childish and the musicians of The British Empire hirvió mi sangre con un golpe energético que se parecía probablemente a la primera vez que jugué Tony Hawk Pro Skater II y recibía la bendición de Guerrilla Radio con videos de patinetas. Ya después de añadir a favoritos cada pinche canción que salía al azar de esta recopilación, le dediqué el tiempo que merecía a este disco que tenía un chingo de grupos y que tenía como título Archive From 1959: The Billy Childish Story.

Sin embargo, al buscar más sobre la vida de este tipo, mi admiración solamente creció pues, al parecer, si algo tenía este personaje era el hecho de ser un disidente perpetuo, a veces a propósito, a veces sin querer, sin embargo influenciando a tal grado que grupos como Thee Oh Sees portaban el mismo artículo que la gran mayoría de las bandas que tenía Childish. Leí una entrevista que decía que Jack White mantenía correspondencia con él y lo asumí como una especie de poeta maldito de finales de los ochenta y principios de los noventa.

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Su gusto musical flotaba entre un punk rock que podría ser digno heredero de los Sex Pistols comoThee Mighty Ceasars con Loathsome ‘n’ Wild; o con un folk verguísima a cargo de The Headcoats, en donde además de estar él en los micrófonos, está Holly Golightly (la morra que salió en Breakfast at Tiffany’s).

Visitando cada una de las 51 canciones que tiene la recopilación, noté que Childish redescubría cada uno de los peculiares sonidos ingleses citando el sonido de The Zombies o a The Yardbirds como si tuvieran la peor producción posible.

No sóloel sonido me volaba la cabeza, las letras eran particularmente extraordinarias. Menciones directas al abuso sexual que sufrió, al alcoholismo de su padre, canciones de Pocahontas. Era la muestra de la agresión que identificaba perfectamente lo que yo tenía en la mente. ¿Quién carajos era este excéntrico? ¿Por qué no lo tomaban en cuenta cuando podría haber sido una clara figura del punk?

Lo peor es que conforme investigaba más de él, más me daba cuenta de la dura desconfianza que tenía (y tiene a sus 51 años) del sistema que lo rodeaba y que no sólo era brillante en todo lo que hacía, sino que tenía una máquina que lo destinaba absolutamente todo a la revolución o a la muestra de incomodidad que tenía hacia este puto mundo, y en especial al del arte, porque sí, Billy Childish es pintor, escritor, fotógrafo, poeta y aparte un pinche gran guitarrista y cantante.

En los noventa él era uno de los símbolos más importantes del movimiento de los Young Brithish Artists, siendo él mismo un artista y teniendo como novia a la joya de Tracey Enim; sin embargo, negó la cruz de su parroquia con tanta vehemencia que formó una corriente totalmente alternativa a la que magnates del momento como Charles Saatchi (dueño de Saatchi and Saatchi, la mayor firma de publicidad hasta la fecha) apadrinaba a estos artistas del YBA con cualquier cantidad de dinero.

Una especie de soldado de guerra nació en mí,o al menos una calma que podría definir como que nunca iba a estar en calma. El ídolo del maldito Childish era la influencia directa. Libros sobre su abuso sexual, pinturas extraordinarias, haciendo exactamente lo que él quería hacer y mandando a todos al carajo.

Para mí, en el momento en el que descubría Childish conseguí una novia con unas chichis decentes y una idea más clara de lo que quería hacer, que es, básicamente, o que yo quiera en este mundo miserable hasta que haya tapado todas mis oportunidades. Ahora, ya si todo se va al carajo, la tabla y la marihuana seguirán allí y, aunque no haya cambiado mi pensamiento en absoluto, al menos tendré al maestro Childish para acompañarme en este mundo.