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Música

Calafia Puta, o cómo aprendí a dejar de preocuparme y amar el trasheo Tijuanense

Calafia Puta son todas las extremidades de placer que puede proveer un entorno como Tijuana, donde se vive la expresión más cruda de la victoria del capitalismo, todas sentidas al mismo momento y en su totalidad (regurgitadas casi tan rápido como se consu

Foto vía Branzattack

Mi visión de Tijuana––y supongo que mi visión de México––siempre se ha basado en una perspectiva foránea. Crecí y viví la mayoría de mis años en California. Tan solo llegué a conocer la cuidad desde afuera, como la cuna del boom, la calle esa de los congales, ese shantytown de El Norte, ese rave enorme y perpetuo. Tijuana, para mí, siempre fue tan ficticia como real. Una semblanza construida por mitos, sueños, deseos y. . . pues. . . trasheo.

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Tijuana no existe. O bueno, por lo menos no esa Tijuana que tanto se vende. Por más que te avienten (*ahem* aventemos) movimientos culturales, musicales, burros rayados, casinos, cristal, comunidades clandestinas, putas baratas, jamás te acercarás a la imagen completa. (¿Algún escritor circa "boom" que ya haya escrito esta idea de una manera más elocuente y exacta? Se buscan citas y referencias)

Toma, por ejemplo, el caso de Calafia Puta. No, aguanta, toma el caso de Nortec. Pregúntale a cualquier persona que sepa 3 cosas sobre Tijuana y es muy probable que Nortec sea una de ellas. ¿Y por qué no? Nortec fue –y sigue siendo– muy representativo de cierto lugar/época/clica/cura. Pero al final del cuentas es otro vestigio, otra pista falsa de una Tijuana que ya no existe o quizá nunca existió.

Y ahora sí, toma el ejemplo de Calafia Puta, y sea cual sea la imagen que pintan. No salen a salvar el mundo, ni a re-inventar la música. Quizá pintan una imagen de otra Tijuana, o quizá solo de otra banda anarcopunk á la San Pedro El Cortez. Quizá sean el lado sórdido de aquella Tijuana que tanto idealizaba Nortec: trasheo sin sentido, sin promesa, sin futuro; decadencia sin rima, razón o redención. Quizá sean más Tijuana que Tijuana. Quizá solo es cualquier trasheo en cualquier lugar jodido del mundo (sí,Tijuana es un lugar muy jodido).

Y siendo así, la música podría ser cualquier cosa, en realidad. Techno, tribal, tamborazos, al final de cuentas el sentimiento que se canaliza va más allá del genero. (ok sí, el género ¨importa¨, ¨está politizado socialmente, ocupa un lugar en el imaginario social y en las relaciones de poder¨ bla bla pero de eso no se trata esta nota). Da la casualidad que la forma que Calafia Puta ha adoptado para canalizar este caos particular es (and I quote): “ punk powerviolence fastcore tijuana tijuana. mexico Tijuana

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“Powerviolence,” as in violencia. Ajá. ¿Cuantas veces no has escuchado ese rollo cuando te hablan (hablamos) de Tijuana? Puede que Tijuana haya sido un bloodbath, puede que se haya tranquilizado, pero no por eso deja la violencia de permanecer ahí, durmiente y hecha manifiesta solamente en momentos aislados de irrupción espontánea. Esa violencia que siempre estuvo, que no parará mientras dos países con tantos siglos de fricción se continúen encontrando, mientras continúen chocando en un punto nodal, a pesar de si mismos.

Es un tanto cliché hablar sobre urgencia en la música. De hecho, es bastante cliché y choteado. No lo haré. Pero no se puede hablar de una banda como Calafia Puta sin hacer resaltar la duración absurdamente breve y la forma tan tersa y agresiva de sus canciones. No es urgencia tanto como aceleracionismo. Y sí, voy a meter una cita increíblemente pretenciosa de Lyotard en este momento:

“…en el inmenso y vicioso circuito de intercambios capitalistas, ya sea de comodidades o ‘servicios’, parece ser que todas las modalidades de jouissance** son posibles y que ninguna es excluida.”

¿Y como no ver a Calafia Puta como la manifestación sonora y física de todas esas extremidades de placer que puede proveer un entorno como Tijuana, aquel lugar donde se vive la expresión más cruda y burda del triunfo del capitalismo –un mar de maquiladoras, burdeles, jeringas y sueños rotos a traves de tratados fallidos– todas vividas al mismo momento, en su totalidad y regurgitadas casi tan rápido como se consumen? This is Tijuana, or whatever.

Pero, al final de cuentas, ¿importa todo esto? ¿En verdad todas las bandas en salir de esta anomalía geográfica deben cargar con el bagaje de su historia, musical o demás? Y quizá más importantemente, ¿debería ser medida su identidad a través de una cuidad que desafía el mismo concepto de la identidad? Yo no lo creo. Pero pues, tampoco estaría escribiendo esta nota de no ser lo contrario.

*troso.

**Para evitarme un rollo half-baked que abarcará todo un articulo de Wikipedia, entendamos jouissance por todas sus connotaciones fálicas, masoquistas y orgasmicas (todas, por cierto, perfectamente aplicables a una descripción de Calafia Puta).