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Música

Fiordos, rituales de Black Metal, y vikingos atascándose: así fue el festival de metal más grande de Islandia

El festival de Eistnaflug es el festival de metal más alegre y acogedor al que hemos ido, tomando en cuenta que todos están viendo a las bandas más pesadas del mundo.

Fotos por Grace Hollaender

Todos los años, a la mitad del breve verano islandés, miles de personas hacen el viaje al pequeño poblado oriental de Neskaupstaður para un fin de semana de puro heavy metal en el Eistnaflug festival. Algunos viajan en automóvil, admirando la indescriptible belleza natural del país en la cansada manejada de más de diez horas desde Reykjavik; otros vuelan al aeropuerto del cercano Egilsstaðir y posteriormente toman el camión por las nevadas montañas. La mayoría de estos viajeros son islandeses, pero son cada vez más los extranjeros —yo incluida— que descubren la magia de Eistnaflug cada año, y el festival ha crecido de manera exponencial como resultado de ello.

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Este año, el evento de tres días (o cuatro, tomando el cuenta el show para todas las edades del miércoles) trajo consigo su cartel más fuerte—¡Carcass! ¡Behemoth! ¡Rotting Christ!—y se mudó a un lugar mucho más espacioso dentro del gimnasio de una escuela, teniendo con este tres sedes en total. El foro principal albergó las bandas grandes y extranjeras, mientras que el antiguo hogar del festival, Egilsbúð, fue el hogar de algunos de los actos más underground (incluyendo a la increíble colaboración en vivo entre Ulfsmessa II con NYIÞ, Naðra, y Misþyrming), y el foro en un sótano, Blúskjallarinn, nos ofreció un vistazo a algunas de las escenas más extrañas, experimentales e intrigantes del metal islandés.

Pese al cartel extremo, la vibra en general de Eistnaflug es de pura alegría. Es el festival de metal más alegre y acogedor al que he ido, con excepción del Roadburn, en Holanda. Es el evento metalero más grande del año, y la camaradería entre los asistentes, las bandas y el staff del festival es algo verdaderamente maravilloso. Entre los miles miembros de la familia extendida del Eistnaflug, los cuales se la vivían tomando cerveza Tuborg y shots de Brennivin (la brutal bebida islandesa mejor conocida como la “Muerte Negra”) beneath the midnight sun, me sentí completamente en casa, a pesar de que esta esté a más de tres mil kilómetros.

Abajo pueden ver las fotos que tomó nuestra increíblemente talentosa fotógrafa Grace Hollaender, quien se encuentra actualmente en Reykjavik completando una residencia artística. Los sonrientes (y, a veces, pintados) rostros, yuxtapuestos con los fiordos y las fotos de las presentaciones, te dan apenas un esbozo de idea de lo especial que es Eistnaflug, y de lo suertuda que me siento de haber regresado.

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Kim Kelly quiere mudarse a Islandia—pero hasta entonces, está en Twitter: @grimkim