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Música

Brandt Brauer Frick Ensemble, o de la dificultad de ser parte de MUTEK

Un show enormemente disfrutable, pero que se queda un poco corto frente a los momentos triunfales y extraordinarios que MUTEK nos ha regalado en otros tiempos.

No entiendo porqué lo pensé durante todo el concierto, eso de que estaba en Broadway a mediados de los noventa. Porqué venían a mí imágenes de esos espectáculos que recuerdo muy lejanos, como STOMP!, en donde los bailes sincronizados y un estruendoso sonido de percusiones se convertían en el eje fundamental de las propuestas neoyorkinas. Pero eso, para bien y para mal, fue lo que me dejó el ensemble de Brandt Brauer y Frick. Esa sensación, en parte recuerdo, en parte concepto estético.

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MUTEK es la más importante y, debemos admitirlo así, la mejor, de todas las propuestas de festivales musicales que hay en el país. Por sus escenarios han pasado muchos de los artistas que, para mi generación y la de algunos otros, han marcado la pauta en términos de lo que debe de hacerse y lo que habrá de hacerse en el terreno sonoro. Su organización, siempre elegante e impecable, asegura por lo menos buenas semanas de sentarse a escuchar, a mirar y a reflexionar (esto, lo fundamental) lo que ocurre y va a ocurrir en este terreno de las artes.

Por eso es que sirven ejercicios como del del Brandt Brauer Frick Ensemble. Porque uno no puede más que asumirlos como parte de un proyecto que implica la más alta de las exigencias, y esa valorización es rica y necesaria tanto para los proyectos como para los que asistimos, organizamos y gestionamos la promoción de los mismos. Si es "una mamada", es una "mamada" dentro del contexto de MUTEK. Ahí la gran diferencia.

En este contexto, lo del Ensemble alemán resulta sorpresivo, justamente, por su carácter más bien simpático, más bien ameno, pero corto a la hora de medirlo en cuanto a propuesta. Es una pequeña orquesta, serán una docena sus integrantes, que busca generar las mismas estruturas de la música electrónica pero con sus instrumentos "clásicos". ¿El problema? Que no aprovechan, justamente, su carácter de orquesta (en términos de espacio, de tiempo, de texturas, de tonos) y mimetizan, tal cual, los elementos más bien simples y muchas veces faltos de carácter como los que produce un secuenciador digital. Entonces, en vez del rico sonido de un violín, lo que escuchamos es un pequeño gesto de cuerdas cada dos compases y nada más, por dar algún ejemplo.

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Sin embargo, no deja de ser increíblemente agradable. A final de cuentas, son tipos que tienen una musicalidad impresionante en los dedos y pueden generar momentos de verdadero disfrute, donde los ritmos y las melodías más "intrigantes" para cualquier escucha se convierten en ganchos del que el público no se puede escapar.

Son buenos, buenísimos, como buena es una orquesta dedicada a ambientar prácticas circenses, obras de teatro, espectáculos de otro tipo (y quien piense que esto es peyorativo se equivoca), pero se siente esa falta de "totalidad" en la propuesta del Ensemble.

Quizá por eso me acordé de STOMP!, ese show en donde un chingo de tipos mamadísimos hacían el ruido más increíble con basureros, cajas de cerillos, botellas viejas y vidrio: era un "novelty act" (y es terrible que no exista traducción de eso al español), una cosa que saca sonrisas a quien sea por su ingenio pero que no puede ser tomada en serio dentro de sus diversas disciplinas (ni el teatro, ni la danza, ni la música). Un poco lo mismo pasa aquí: un show enormemente disfrutable, pero que se queda un poco corto frente a los momentos triunfales y extraordinarios que MUTEK nos ha regalado en otros tiempos.

Seguiremos informando.