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Música

LAO: espacios a punta de sonidos

En su nuevo EP, LAO ha conseguido despojar de su aura religiosa para habitarlo con sus propios sonidos y su propia mística.

Lauro Robles nació en el 85. Casi toda su niñez estuvo rodeado de imaginería tecnológica. Caricaturas, videojuegos, películas, comerciales y el dance y el pop parecían aludir machaconamente al futuro, al mundo virtual y a la tecnología. De manera que le resultó sencillo creer en todo lo que involucrara máquinas. Se interesó a tal grado que pronto convertiría la música electrónica en su territorio natural. El espectro de cosas que hizo desde que tuvo clara su misión ha sido amplio: crear al lado de Tomás y Alberto un emocionante sello digital, producir sus propios sonidos como LAO y contribuir a la difusión de productores propositivos pero groseramente desconocidos en esfuerzos como aquel Estado que aún recordamos.

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Como productor, siempre tuvo claro que lo suyo sería la creación y propagación de sonidos experimentales orientados a las pistas de baile. Desde aquel EP de remixes Smoking Mirror (Tezcatlipoca) tuvimos una pequeña muestra de sus intereses expansivos en cuestiones de sonido y de la red que estaba interesado en tejer con productores de diversas latitudes (Daniel Klauser, de Chile; Trigzo, de Perú; DJ Otto, del colectivo 3Ball MTY…). Se apreciaba también su faceta de explorador de nuevas posibilidades rítmicas.

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Cuando le entrevisté poco antes de su paso por Mutek.mx, en 2012, me contaba lo mucho que disfruta sorprender a la gente mientras baila. Le gusta trabajar directamente con la imaginación de las audiencias y exponerlas a nuevas posibilidades rítmicas.

De igual forma, siempre ha tenido claro que a la hora de producir, sus tracks deben tener mucha personalidad y carácter, de forma que puedan ser manejados como sencillos, que vivan independientes del disco. En el caso de Catedral, el EP que recién ha editado, es cierto que los temas pueden consumirse por separado, pero quien así decida hacerlo, se perderá de la posibilidad de una inmersión en ese espacio que ha conseguido construir a punta de sonidos. Y digo "espacio" tanto queriendo aludir a esa extensión del universo en la que nos hallamos flotando, como apuntando a un sitio con volumen, delimitado por su constructor, en el que podemos experimentar las dimensiones, la luz, las proporciones, las texturas… Como ese espacio arquitectónico y simbólico al que alude en el título de su material más reciente, que LAO ha conseguido despojar de su aura religiosa para habitarlo con sus propios sonidos y su propia mística, una que seguramente tuvo su origen en los entornos virtuales de sus primeros acercamientos a la tecnología vía videojuegos, territorios cuando no deshabitados, poblados por seres espeluznantes.

La imagen para acompañar esta nueva exploración de las máquinas de LAO es de Clifford Sage, un artista de las imágenes generadas por computadora nacido también en el 85, de manera que podemos imaginar que ambos comparten haber sido formados por estímulos audiovisuales similares. Por su capacidad para generar entornos digitales, Clifford Sage ha sido llamado "ambientalista virtual", epíteto que perfectamente podría aplicarse a LAO. Ambos se valen de las interfases digitales y de lo intangible para crear nuevas realidades que tienen el magnetismo del misterio. No dirán que no se antoja emprender una excursión por esa superficie que aparece en la portada del EP. Se adivina inestable, inhóspita… Promete intensidad. Caminémosla con Catedral en los audífonos.

@peach_melba