Las jóvenes propuestas del Vive Latino siguen haciéndolo una referencia obligada
Todas las fotos por Carlos Álvarez Montero.

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Música

Las jóvenes propuestas del Vive Latino siguen haciéndolo una referencia obligada

En nombres como Kali Uchis, Chicano Batman o Vaya Futuro, recae la verdadera relevancia del festival. Aquí, lo más destacado del espíritu Indie en el día uno.
Esta nota es presentada por Aeroméxico

El rock no muere ni se transforma, se queda estático hasta que todas sus instituciones se convierten en columnas sagradas de templos ancestrales. Todos los grandes monumentos del rock, épicos y avasalladores, se han convertido en el llaverito, la pluma, la taza tequilera del recuerdo pero de algún modo sigue provocando emoción, coros ensordecedores y mucho sudor; está vivo porque sus practicantes lo están. Tal vez así se sentía el Vaticano hace unos 100 o 200 años, pero sigue siendo el año 1 después de Cristo para los devotos; hay ocasiones en los que la pasión se contagia.

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Como todo lo que alguna vez fue revolucionario del rock, los festivales han pasado a su plano muy especial. Históricamente los festivales se hablan en singular: Woodstock, Isle Of Wight, Lollapalooza, etc. Inclusive si hubo más ediciones de tal o cual festival, se definen de una manera tanto por la música como para la generación de asistentes que no es difícil pensar en ellos como lo titánicos que son en nuestras memorias y eso ha cambiado. Los festivales ahora son entes comerciales y muy bien estructurados, un negocio que nos trae lo mejor de lo mejor, nuevo y viejo en un solo evento pero con poco que distinguir unos de otros.

No el Vive Latino. Pueden pasar 19 ediciones y sigue habiendo algo que lo hace su propio evento, perpetuo a través de dos décadas. Dices Vive y piensas en ciertas bandas, cierto público, cierta vibra que está ahí año con año; para bien y para mal. Aunque es cierto que el festival más grande -e importante, se argumenta- de rock latinoamericano a nivel mundial sigue siendo meca. Hay vicios grandes, sobre todo cuando se trata de la selección musical, la cuál cada vez parece irse más a la nostalgia de las primeras ediciones de este mismo festival, cuando el ska, rap rock y el alternativo radial eran reyes. En una de esas y el rey se queda sin ropa.

No es que falten actos nuevos en su cartel, sino que falta variedad, representación de nuevas tendencias; los que ahora hacen cosas increíbles que en un futuro se volverán obligados. Hay nuevas caras tocando viejos acordes y sí, hay muchos que los quieren escuchar, pero aquellos que van más allá de los límites del VL valen mencionar y saber qué tal les va, porque de ellos es el futuro.

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Así vemos a un Vaya Futuro abrir un escenario y tener buen impacto, su rock psicodélico y melódico que comenzó más indie de guitarras puntiagudas ahora asomando una cara más alegre, pero con un camino melódico propio. Vimos a Él Mató A Un Policía Motorizado revestir las cadencias acordes de la primera generación del Rock En Tu Idioma argentina y darle un tinte tal vez kraut, tal vez shoegaze del lado más espacial y tener una gran respuesta de la audiencia. También vimos a nuevos clásicos, que si bien Titán y María Daniela y Su Sonido Láser disfrutaron aún de medios masivos para darse a conocer en su época, su manera de hacer las cosas era parte de una nueva generación que pertenece a oídos sordos que se quejan de que ya no hay buena música. Es muy diferente la nostalgia de Molotov a la de Titán, ya que una fue un ritual de la juventud mientras que la otra fue una reaseguración que algo diferente era posible e igual de válida.

Tal vez necesitamos a un pariente lejano a nuestra continuidad para entender lo que ha sucedido, sucede y sucederá en esto de la música latinoamericana, para que el VL no se convierta en un panteón en el futuro cercano. Chicano Batman tocaron como los grandes: fuerte, al punto y llenos de gozadera; sus canciones que cruzan entre la cumbia y la psicodelia y de vuelta se desarrollaron como heavy metal si este tuviera el ritmo, textura, y sobre todo, sabor de la mítica Fania. No necesitaban canciones rápidas o atascadas, todo se desarrolló al paso de un atardecer en la playa, inclusive en sus mensajes más contestatarios.

Kali Uchis también trae consigo una fusión muy peculiar, combinando su sangre colombiana con las canciones de girl groups sesenteros y R&B contemporáneo. Aunque su música está enfocada al mercado anglo general, su set en el Bunker Doritos dejó clarísimo que no puede negar sus raíces latinas, cabe en cualquier escenario a cualquier hora de cualquier edición del VL. Con una personalidad totalmente cautivante, el público vivía de los alientos entre versos y coros, pero fue su fiel cover a “Sabor A Mi” que la selló como grande no sólo en términos de artista; por la cantidad de público presente, sería difícil pensar que su influencia será todo menos insignificante.

Es por actos como Chicano Batman y Kali Uchis que el Vive se mantiene como punta de lanza, por lo que los asistentes pagan un boleto para ser agradablemente sorprendidos además de corear sus clásicas favoritas en los horarios estelares. Todo en orden en el Vive, en su propio orden.