ceremonia 2019
(Todas las fotografías por Feli Gutiérres)
Música

El azar es un libro prestado: Una crónica de Ceremonia 2019

La séptima edición del festival toluqueño me metió en un trip muy reflexivo. Y no fue culpa de Aphex Twin ni del frío.

"Como un libro prestado". Así definió un profesor de la universidad lo que es la suerte. Cuando la tienes, está ahí, en tu escritorio, no la notas, porque todo está tan en su lugar que nada parece raro. Pero se va, y probablemente no vuelve, o lo hace en maneras muy jodidas. Ya sabes, rayado, despegado del forro, con las hojas dobladas, y con una mancha de lo que te juran es vino. Y entonces sí te importa, entonces sí te das cuenta.

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Nací un viernes 13. Nunca he superado esa puñeta de la buena y mala suerte. Mi papá me ha cagado varias veces. Varias. “Todos somos consecuencia de lo que hacemos”, o una cosa parecida, es lo que suele decir. Me niego a pensar que sea así. Muchas veces lo he hecho muy mal y me ha salido bien. Mi mérito también me obliga a decir que me ha pasado lo contrario. Y me acuerdo del video de dos antílopes jugando en la sabana. Un león los acecha, se dan cuenta, y huyen con esos saltitos finos que solo hacen más pintorescas sus muertes. Uno se va hacia un lado y el otro hacia el contrario. El león, sin una razón aparente –el viento o el olor o la carnosidad de uno sobre otro– se enfila hacia una de las presas, dejando al otro en total paz y tranquilidad, siendo testigo del azar. Los dos corrieron lo mismo. Los dos estaban a la misma distancia. Los dos parecían iguales. Pero uno fue víctima de la cadena alimenticia y el otro no.

Peor aún. Le entré al cliché del “viernes tranqui”. Estábamos en el desmadre con uno de esos videojuegos de guitarras de plástico que te hacían sentir como puto B.B. King en la secundaria y tres horas después ya estaba con otros amigos pidiendo como diez veces seguidas “A Través del Vaso” en el Tenampa. Fuimos a una casa otro rato, tomé un Uber y le dije “buenas noches”. “No pendejo, ya días”, me corrigieron. Otro cliché. Dormí lo que pude y me levanté apenitas. Un wey aburrido como yo no está acostumbrado a esto.

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Agarré una chamarra, me encontré con unos amigos para ir a Ceremolly, y llegamos al parque donde íbamos a tomar el transporte que nos iba a llevar a Toluca, cinco minutos después de lo que habíamos quedado. Todo bien, igual estuvimos en tiempo. Como sea, reevalué eso de la suerte cuando me tocó el jodido asiento de la llanta en el camión. Mis bien descritas piernas de zancudo me hicieron ir en una posición muy extraña que me cayó como judicial en la espalda. Pero eran horas preciadas, y me desconecté un rato.

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Tessa Ia cantando mientras yo iba jetón en el camión (Foto de Feli Gutiérres)

Me desperté por el unísono de un “¡no mames!” en el camión. Abrí los ojos y todos estaban volteando a las ventanas de la derecha. No alcancé a ver mucho pero me pusieron al tanto. Otro de los transportes que iba al festival chocó de frente con un trailer y mucha gente estaba herida y evidentemente sacada de onda. Nos detuvimos para ayudar (?) y pues sí, todo estuvo muy aparatoso. “Se quedaron sin frenos”, nos dijo nuestro chofer. Este libro me lo regresaron bien. Y quizás solo por esos cinco minutos que salieron de la factura de mi desvelada. Pero la tragedia no me pertenece, y solo deseo que todo vaya bien para la gente que iba en ese camión. Aunque, inevitablemente, es imposible no pensar en el mito de la mala fortuna en Ceremonia escondido bajo lodazales y el comeback más épico de la historia.

Tres horas después de salir, llegamos. “Vivir es increíble” escrito en la entrada. Qué irónico. En el camino hacia la entrada ya llovían los emojis de durazno de Bad Gyal, y La Plebada tocaba a lo lejos pero se escuchaban considerablemente más los bajos y metales de Coco y Orlando de Clubz. Caminamos hasta el escenario donde la tuba reflejaba el sol y el Ezequiel acompañaba a una banda de sombrerudos encabezada por Fntxy y Cozy Cuz. Apenas poniéndonos el blunt en la boca, se terminó “La Galliza” y los niños del rancho se despidieron. Me la deben.

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Bad Gyal (Foto de Feli Gutiérres)

Y volvimos a la carpa donde tocaban los regios. Nos sentamos por algo para alivianar la sed del camino mientras escuchábamos lo que pasaba. Clubz está divertido. Se me hace raro seguir viéndolos tan temprano en un festival pero chance tiene una razón de ser. Son bonitos para darle sentido al calor, a la pre-fiesta. Verlos en la noche estaría raro. Nunca me ha tocado pero siento que sería como unos pancakes mañaneros de iHop muy espolvoreados. Ya’ knuw.

Nos quedamos otro rato ahí. Lo último que queríamos era caminar. Y realmente gran parte de mi experiencia en el festival estuvo dentro de esa carpa que tenía un nombre muy posmo de esos que se le ocurren a los organizadores para que poner a una marca en él tenga sentido. Esperamos a Denzel Curry porque era lo único hip hop que íbamos a poder ver en el día (ya se nos había pasado Flohio). Entró con “Gimme the Power” de Molotov y pues obvio ya sabemos lo que sucedió. A todos nos gusta mentarle la madre al pinche sistema con nuestro vaso de Corona mientras subimos stories a Insta. Realmente todo tiene que ver con que Denzel es heredero de la nueva tradición de hype mans que tanto le gusta a los blanquitos de ‘Murikkka. Travis Scott, Juice Wrld y esa camada de g’s. Y también tiene que ver con que entiende el pedo. No quieres ir a un festival para escuchar a un wey regañándote una hora. Quieres escuchar “Chop Suey” y empujarte con tus amigos treintones. Quieres que “Bulls on Parade” suene a todo volumen porque sabes que nunca veremos a RAtM juntos de nuevo. Denzel es muy responsable en ese sentido. 5 de 5 fueguitos para él.

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Denzel Curry (Foto de Feli Gutiérres)

Ahí mismo tocó Yaeji que era otro de esos nombres que pasaron de oído a oído desde que se anunció el cartel. Con todo su equipo montado en una mesa, entró a ponerle play a su pista y se volvió a meter como a escondidas para entonces sí regresar a hacer su entrada triunfal. No sé qué edad tenga, pero es otro personaje que ya entiende muy bien cómo está el rollo. Ni siquiera tiene DJ. Ella solita corre sus pistas y se baja a cantar. Es una especie de house meloso con r&b kawaii para bailar con los brazos pegaditos. Como haciendo figuritas de play-doh invisible con las manos. Y no sé si era el eco de la carpa, pero la gente abrazó a Yaeji bb con muchos gritos muy fuertes. Muy. Está chido porque la morra se siente muy natural, anda con una playera larga y un micrófono que parece el control remoto con el que canta en su cuarto.

Me seguí negando a moverme de ahí. Estoy convencido de que esa carpa es nuestro nuevo Bizco. Nunca voy a superar la nostalgia del Bizco. Tienen esa esencia similar de mucho house y mucho techno con otros sabores más variaditos para quitar el frío. Tipo Die Antwoord con Baio, The Wookies y Basement Jaxx el mismo día en el mismo escenario. Qué bonitas épocas. Acá el sucesor de Denzel y Yaeji iba a ser Jon Hopkins. Estaba parado atrás de un hippie que se parecía a Robert Plant con una capita rosa. Olía mal. Creo que así huele Robert Plant. El wey prendió su toque mientras contaba con un español muy raro cómo se le quedó su coche en La Marquesa y los ángeles verdes tuvieron que rescatarlo. Andaba en otra elevación. Jonathan Julian nos puso a la par. El tipo es clavadito y con mucha razón. Se sentó sobre un microscopio gigante y nos dividió a todos en moléculas que mezcló entre sí. Empecé a ser parte del hippie de la capita rosa. Nos cogió mentalmente. Tocó todo el Singularity completo en lo que fue quizás la hora más valiosa de mi día.

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El clima estuvo buen pedo. Otra cosa del azar. Cuando íbamos caminando al escenario de Rosalía sí sentí el chiflón tho. Comenzó el esperado show de la catalana en la tarima “Vivir es increíble” –ja– y pues todo bien. Tiene su bien afinado ensamble de músicos, coristas, bailarinas y a el Guincho, pero hablando de manera personal, y a lo mejor exigiendo más de lo que debería un wey al que ha ido a ver a las mismas bandas por años presentando exactamente lo mismo, sí hay un dejo de decepción de mi parte. Creo que el show está perfectamente elaborado. Un performance brutal. Quizás la show woman más grande que haya habido alguna vez en la música en español. Pero es una cosa tan bien hecha, que cabe dentro de una de las críticas más achacables a Rosalía: la naturalidad alrededor de la producción que la envuelve. No se sale del guión, no se envuelve con la gente, y prácticamente parece estar únicamente enfocada en hacer lo suyo y que todo salga bien. Más allá del pañuelo verde, de una chamarra recogida y de unos flashes prendidos –que no sé si aparezcan en todos sus shows–, no hubo mucha espontaneidad. Y tampoco creo que sea algo criticable. Ya quisiera yo que algún día mi banda favorita se comprometiera a hacer un espectáculo y no pararse a tocar sus guitarritas o a rapear frente a una pantalla con su logo. La realidad es que yo quizás pagaría hasta por ver a Kanye West recitando mierda republicana en suajili, so no shame.

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Rosalía (Foto de Feli Gutiérres)

Regresamos un rato a la carpa donde estaba Modeselektor –a quienes ya había visto como veinte minutos alguna vez precisamente en el Bizco Club– y siguen trayendo mucho filo. Los vimos de lejitos porque la hernia veinteañera del asiento del camión ya estaba jodiendo seriamente con mi experiencia, pero ahí dejamos un poco de suela en el pavimento. Subieron de invitadas a Flohio y Pussy Riot, quienes llevaban una manta gigante de “aborto legal y seguro” <3. Es cosa de destacar porque creo que deja muy claro que Ceremonia es además uno de los pocos –sino el único– festivales en México con una agenda claramente marcada en cuestiones de diversidad, apertura, liberación corporal, y demás ideales que logran trasladar con eficacia a una experiencia de mercado.

Nos volvió a dar hambre y yo me compré unos nuggets. Un wey se enojó porque al parecer le dieron un nugget menos que a mí. Pensé: “hay veces que a todos nos toca un nugget menos en esta vida rey, tranquilízate”. No le dije nada, y comencé a comerme mis nuggets mientras él discutía brevemente con la señorita encargada de los nuggets. Según ya había empezado Massive Attack pero no se escuchaba nada. ¿Piden que no toque nadie a la misma hora que ellos y de todos modos no se escuchan? Hablé del tema con mis amigos. En realidad ese escenario todo el día estuvo bajito, quizás por el preset. Ya acercándonos, la mezcla se escuchaba hermosa, pero sí, esa bestialidad que me prometieron quienes los vieron entre rayos y litros de lluvia en un Corona Capital simplemente no estaba apareciendo aquí. Tuvieron a esos invitados que habían anunciado y Adam Curtis fue poniendo varias frases en español gachupín sobre Trump y el PRI y esas cosas que al parecer odiamos. Después pusieron una canción de Avicii que no entendí. No sé si fue una especie de tributo bonito o quisieron copiar la estrategia de hypesongs de Denzel Curry o si simplemente se pasaron de manchaditos con el fallecido. La neta es que ya para ese punto andaba como orco. Y sí, quizás Massive Attack sí “estuvo cabrón” a su manera. Igual y pa’ la próxima con más calmita lo siento más.

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Modeselektor (Foto de Feli Gutiérres)

Caminamos hasta el siguiente escenario porque iba a tocar Aphex Twin. Mi jornada estaba por acabar, quizás para mi cuerpo ya la había acabado. El consenso fue un "lo vemos veinte minutos y ya", tampoco nos sentíamos en condiciones de digerir algo tan atascado. Probablemente sí esté un poco arrepentido. Pero me reprocho más haberme sentado en el maldito asiento de la llanta. También debo abordar el elefante en la sala, porque sin ser una persona particularmente grande, ya no siento tan fácil llegar a festivales desde que abren y quedarme a patear botellas. En realidad es una plática ya bastante frecuente entre mis pares. Igual y somos de una generación de bebés llorones o lo que sea. Así pues, nos quedamos solo un ratito frente a ese escenario con láseres y el logo de Aphex Twin preguntándonos cada dos minutos si Richard D. James ya había salido. Pero no fue así, quien sabe cuánto se tardó. Mejor nos fuimos y al día siguiente todos me hicieron sentir como pendejo. Sobre todo por esos visuales con "El Matador" Hernández y el Pirata de Culiacán. Me hizo falta ese rave de ñoños.

Lo poco que escuchamos y el cambio de horario me terminó de taladrar el cerebro. Vamos de regreso al camión y ahora me siento hasta atrás, en los lugares de los populares. Adiós asiento de la llanta. Gracias Ceremonia, porque este libro me lo devolviste entero.

Fotogalería

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Kuro Deko Kuro Deko (Foto por Feli Gutiérres)(Foto por Feli Gutiérres)

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Kuro Deko (Foto por Feli Gutiérres)

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Kuro Deko (Foto por Feli Gutiérres)

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Kuro Deko (Foto por Feli Gutiérres)

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Tessa Ia (Foto por Feli Gutiérres)

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Tessa Ia (Foto por Feli Gutiérres)

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Tessa Ia (Foto por Feli Gutiérres)

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Bad Gyal (Foto por Feli Gutiérres)

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Bad Gyal (Foto por Feli Gutiérres)

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Bad Gyal (Foto por Feli Gutiérres)

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Bad Gyal (Foto por Feli Gutiérres)

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Pablo Vittar (Foto por Feli Gutiérres)

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Pablo Vittar (Foto por Feli Gutiérres)

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Pablo Vittar (Foto por Feli Gutiérres)

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Pablo Vittar (Foto por Feli Gutiérres)

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Pablo Vittar (Foto por Feli Gutiérres)

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Pablo Vittar (Foto por Feli Gutiérres)

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Pablo Vittar (Foto por Feli Gutiérres)

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Pablo Vittar (Foto por Feli Gutiérres)

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Pablo Vittar (Foto por Feli Gutiérres)

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Pablo Vittar (Foto por Feli Gutiérres)

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Pablo Vittar (Foto por Feli Gutiérres)

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Pablo Vittar (Foto por Feli Gutiérres)

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Denzel Curry (Foto por Feli Gutiérres)

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Denzel Curry (Foto por Feli Gutiérres)

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Denzel Curry (Foto por Feli Gutiérres)

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Denzel Curry (Foto por Feli Gutiérres)

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Denzel Curry (Foto por Feli Gutiérres)

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Rosalía (Foto por Feli Gutiérres)

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Rosalía (Foto por Feli Gutiérres)

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Rosalía (Foto por Feli Gutiérres)

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Rosalía (Foto por Feli Gutiérres)

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Rosalía (Foto por Feli Gutiérres)

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Rosalía (Foto por Feli Gutiérres)

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Rosalía (Foto por Feli Gutiérres)

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Modeselektor (Foto por Feli Gutiérres)

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Modeselektor (Foto por Feli Gutiérres)

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