Luisa Almaguer
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Música

¿Matar o no matar(me)?: Luisa Almaguer y resistir

Charlamos con Luisa sobre su nuevo disco, 'Mataronomatar' y sobre la vida como una forma de resistencia permanente.

“En el imaginario colectivo, la mujer trans suele ser esta hiper-mujer, hiper-chichona, nalgona, caderona, puta, fiestera, que está al servicio del hombre. Las mujeres trans son cuerpos que están para el placer de los hombres. Se nos exotiza muchísimo, tanto por parte de hombres como de mujeres cis-género. Tiene que ver con que las mujeres trans han estado relegadas al trabajo sexual, lo cual es el estereotipo con respecto a que es la única manera que tenemos para subsistir. Esa es la narrativa hetero-patriarcal masculina que existe sobre las mujeres trans; entonces, por eso mismo se nos ve como objetos y se nos sexualiza tremendamente. Hay que cambiar esa narrativa, empezar a hablar de que existen biólogas, científicas, artistas, y muchas personas trans que hacemos más que eso. También tiene que ver con que históricamente se nos ha relegado a ciertos espacios porque no tenemos privilegios, porque cuando va una mujer trans a pedir trabajo la mandan a la chingada fácilmente. También porque en el porno y el cine, por lo general, las trans que vemos retratadas suelen ser trabajadoras sexuales y esto es algo que los hombres han contado para su beneficio. Se nos ha dicho que ESO es lo que somos: eres sexual, eres peluquera, eres prostituta. Pero nosotras no hemos podido decir quiénes somos.

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Estas palabras son de Luisa Almaguer, una de las voces al frente de la música independiente en la Ciudad de México actualmente. Tiene dos discos en Spotify: Miljilo (2016) y Mataronomatar, que estrenó recientemente.

La vi por primera vez en alguna presentación montada sobre Yiru de Acidandali. Años después la vi interpretando a la Virgen del Sexo en Asco Media, enseñándonos sobre el sexo consensuado. Luego me maravillaron sus historias de Instagram, donde vi a esta mujer de voz tremenda cantar los sencillos de Mataronomatar. También, en esas mismas historias, la vi rodeada de cariño, flores, y aplausos de la comunidad LGTTTBQ+, y cuando ahondé tanto como Instagram me lo permitió en su vida, me di cuenta que, en realidad, Luisa es un testimonio importante para su comunidad, la portavoz en diferentes espacios de las vivencias que ha tenido a través del arte y lo trans.

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Después escuché completo su último disco en Spotify. Es un disco lleno de tristeza y melancolía con el que todos podemos relacionarnos. Habla sobre este proceso durísimo de des-aprender las cosas que nos han enseñado como correctas durante nuestras vidas, donde la tele, el cine y las revistas nos han enseñado cómo debemos ser. Y Luisa logró capturar estas contradicciones entre lo que somos, lo que nos dicen que somos y lo que quisiéramos para nosotros:

“Una persona trans en un espacio cambia todo. Si yo llego a un espacio masculino de músicos, como suelo llegar 'en perra’, cambia todo, se sienten vulnerables. Las personas trans nos hicimos preguntas, nos dimos respuestas e hicimos algo al respecto. Las personas género no, a ellos les dijeron qué eran. Y eso no está mal, pero que haya una persona que cuestione todo en un espacio, también te hace cuestionarte cosas a ti. Definitivamente hay algo que te va a espejear. Los hombres no saben ni qué hacer y es culero porque por lo menos yo me relaciono en un ambiente artístico, musical, con gente que ha estudiado, que tiene privilegios, que según son muy artsy, muy feministos, y aun así me cuesta un huevo relacionarme afectivamente. Imagina a una trans que está en una secundaria en la colonia Guerrero, o alguien que vive en el campo. Ahí nos matan. Soy una mujer muy privilegiada, pero la situación general de las personas trans no es así. Esas son situaciones donde se tienen que jugar la vida”.

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NOISEY: Este es el primer disco que sacas, ¿no?
Luisa Almaguer: Este sería el segundo. El primero fue uno de corta duración que se llama Miljillo, de 6 canciones. Ese lo hice yo solita y fue un EP absolutamente autodidacta. Mataronomatar es el primero donde en realidad ya me importó más todo en general. El primero era una necesidad que tenía de hacerlo, sacarlo y cantarlo porque me sentía de la chingada. Y este segundo ya fue más pensado y analizado en muchos sentidos. Aquí hay un productor, hay más guitarras y más instrumentos, a diferencia del primero que era todo en teclado yo. Siempre digo que Thompson, que es el productor, le dio música a la música que ya estaba. Fue un disco más pretencioso o con más conciencia de sí mismo y disfruto mucho tocarlo y ver a la personas cuando lo escuchan.

Es un disco muy íntimo. Tiene momentos catalizadores. Cuando lo escuchas completo, entiendes el contexto y puedes ver que es un producto de vivencias o de diferentes etapas de tu vida. Cuéntame de esos procesos.
Este disco tuvo que ver ––más que con mi vida personal o lo que tenía mi cabeza o en mi corazón––, con lo que veía hacia afuera. En el transporte público, en la calle o en la televisión, todo hacia afuera de mí, más que de mis propias tristezas. Tiene que ver con las tristezas que yo veía en otras personas, en otras poblaciones. Es un disco un poco más social ––más que el otro disco que es todo un break up album clásico de hueva––, este es más pretencioso en el sentido de abordar otros temas, pero tiene que ver más con el exterior mío, no quise ahondar en mí misma. Era el momento de ver qué pasaba con mis compas y mis comadres trans y con la gente que es gay. Con ir al súper mercado y por qué ir al súper mercado me resulta tan vomitivo a veces. Es sobre la gente que va sobre Circuito Interior, el Metro, el acoso y todas esas cosas afuera.

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Viene un discurso en medio que claramente habla de desaparecer y morir. A mí me parece, en general, muy fuerte, en el sentido que no pareciera que hablas estrictamente de una temática o comunidad, si no que es algo muy normalizado que podría aplicar a todos en general.
Es algo que evidentemente nos absorbe a todos. Es un disco que tiene mucho en mente al sistema en el que vivimos, el sistema capitalista neoliberal, asesino, misógino, machista, que tiene consiente eso y a todos nos afecta ––a unos más que a otros. Hay quienes tienen más esperanza de vida y más posibilidades de regresar a su casa vivo. Hay quien tiene más privilegios que otros, pero todos vivimos en el mismo sistema y probablemente seamos asesinados por él mismo.

Matar o no matar. De repente me parecía que en todas mis decisiones estaba decidiendo eso: si vas a al super y compras “equis” marca de comida; qué porno consumes; a quién te coges. Lo que consumimos en general tiene que ver con una decisiones y al final esas decisiones (tal vez muy radicalmente), tiene que ver con esa decisión de matar o no matar. Si eres indiferente, pues eres de un lado o del otro. También tiene que ver con que tengo trastorno de límite de personalidad, entonces me cuesta mucho trabajo ver los grises. Aunque tampoco estoy exagerando cuando digo que la esperanza de vida de las mujeres trans es de 35 años. Eso no es algo que se pueda dar a la interpretación: la esperanza de vida de una mujer trans en México es de 35 años.

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Bajo esos hechos yo no puedo ser tibia. Yo no me quiero morir, yo quiero envejecer, yo quiero hacer muchas cosas, yo no me merezco eso. No puedo permitirme muchas cosas porque no solo determinan mi existencia, si no la de muchas mujeres y muchas mujeres trans en el mundo. Como artistas, tenemos una responsabilidad de decidir: ya basta de la tibiezas, hay que ser más concretos tanto política como socialmente con respecto al sistema, con respecto al machismo y al sexismo. Si no, no tiene sentido. Las estadísticas no van a cambiar.

Cada quien dentro de su género sabe los roles que tiene que cumplir porque los han aprendido toda su vida y de pronto eso choca con lo que eres o quieres, y se vuelve un desastre. ¿Cómo es la vida resistiendo eso que te dijeron siempre que es lo que debería ser?
Es como que todo está en tu contra. La vida se vuelve una resistencia: se está resistiendo. Contra el pendejo que no te quiere llamar por tu género cuando vas a corregir algún papel en alguna institución del gobierno. Es tener que luchar por tu identidad. Es luchar porque se respete el hecho de que existes. Es ridículo pero tienes que luchas contra eso. Creo que es la manera en la que vivimos las personas trans, por lo menos en México.

Es muy culero salir a la calle y que te vean raro, o que el taxista te llame de otro género, o ser asesinado y no solo es eso: también luchar en contra de nuestros propios aprendizajes. Yo también tengo que luchar en contra de mi machismo interno. No nací feminista. Eso lo tienes que ir deconstruyendo. Todo el tiempo estoy luchando en contra de mi propio machismo. Soy una racista, soy una especista, misógina, culera, gordofóbica. Todo lo que me enseñaron mis padres, la televisión y lo que consumí. Entonces, esa resistencia también se da en la cabeza de nosotros. Esta lucha es una forma de vida, pero si no lo hacemos así, nos terminan asesinando.

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Terminan siendo decisiones de vida o muerte en su peor formato. En el disco hablas de este proceso de volver a construirnos a nosotros mismos como algo independiente a lo que nos enseñaron. ¿Cómo te haces consciente de lo que socialmente no se te permite y de cómo tus decisiones impactan a tu alrededor?
Es tomar una postura ante eso y ser críticos. Yo ahora soy muy crítica de mi primer EP, que era un disco totalmente misógino de “pélame por favor no me dejes”. Eran 6 canciones para que un we no me dejara. Pero ahora soy muy crítica de eso. En ese momento no lo fui porque no podía, solo tenía sufrimiento, mi corazón roto y no podía entender más allá. Pero ahora ya puedo decir que fue un impulso de lo que vivía en ese momento. Ahora sí intento serlo porque todo es un mensaje, entonces este disco está decidiendo algo, así como todos los discos de las demás pinches bandas, que ojalá se pusieran a pensar su pinche música y fueran más críticos al respecto ––sobre todo cuando tienen letras misóginas. Al sacar una letra, al escribir una canción, al subir una historia en Instagram, al tomar decisiones, estamos contribuyendo a una u otra cosa y podemos empezar siendo críticos.

¿En qué momento decides que hacerte consciente es algo importante? ¿Cómo decides llevarlo a un estilo de vida? Hablando de todo este esquema que dice que es primordial sacrificar algunas prácticas que van más por el lado del placer que por una necesidad fundamental de tu persona, y que pueden beneficiar el contexto en el que vivimos.
Es más fácil para las personas menos privilegiadas darse cuenta de eso. Si eres alguien que ha sufrido por el solo hecho de ser, vas a ser más empático con temas como el racismo o la misoginia. La empatía es algo que se les da más fácil a las comunidades relegadas: a las mujeres, a la comunidad afroamericana, a la comunidad LGTTTBQ+. Es más fácil generar empatía a partir de la experiencia propia. Eso es una cosa que me hizo pasar de entenderlo a sentirlo.

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A mi me llegó de un forma radical, y es de lo que habla "Básica". No podemos estar todo el tiempo con el feministòmetro en la mano midiendo que tan feminista es cada quien. Tampoco se trata de que sea algo punitivo. Todos tenemos nuestros procesos y seguramente habrá algo que no podré deconstruir o que no es tan relevante, como que me gusta mucho coger de misionero, soy una básica y qué, me gustan los hombres y no lo puedo cambiar ––“perdón no soy una lesbiana conversa”––, y probablemente no sea algo con lo que me voy a pelear toda mi vida. Hay tipos de luchas y estoy hablando de todo esto mientras tengo en el escritorio una Mac y un iPhone. Ser críticos también es conocer nuestras contradicciones, porque la mayoría de las veces no lo hacemos. Todo lo tomamos como viene y no solo la comida, también los productos de la tele o el cine. Lo que nos han dicho de la forma de consumir y la forma de responder ante el mundo, en realidad no es así.

¿Cuál fue ese momento determinante para ti?
Para mi fueron varios. Uno fue en mi transición cuando salí a la calle una vez en vestido y me sentí insegura porque un we en un camión me vio y me hizo “sssss” y me gritó. Esa vez fue muy claro para mí. Bajé de nivel, como mujer valgo menos. Salía antes a la calle y nadie me pelaba. Él [señala al fotógrafo], puede caminar al Metro y nadie le va a gritar ni le va a decir nada. Tú como mujer vales menos.

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Tù has tenido ambas experiencias.
No, el mundo ha tenido ambas experiencias de mí y me ha leído de dos maneras. Me leía como hombre, pero yo nunca fui hombre, nunca me sentí así; entonces yo nunca te podré decir cómo es ser un hombre, pero los demás me trataban así. Sé lo que es que te lean como tal y por lo tanto sé que si te leen como tal, es más probable que llegues a tu casa bien. Pero si te leen como mujer, es más probables que llegues después de algún tipo de abuso. Eso fue muy fuerte para mí. Subirme al Metro y saber que yo había bajado muchos escalones de privilegios y que ya no podía salir al Oxxo en la noche, por decir algo, como mi hermano, o como lo hacía antes, o peda. Ahora ya no puedo sin tener miedo.

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¿Por qué tu interpretación es que caíste escalones en privilegios?
Es muy claro. El acoso y el no acoso, los ojos que te ven, cómo te ven. Como un pedazo de carne que se puede sexualizar y que pasa por su espacio. Como hombre eso no pasa, y esa es una experiencia. Pero de repente dices: “OK, soy mujer, y soy una mujer trans”. Entonces ya no tienes identidad, tus papeles (legales) no coinciden, entonces tienes que hacer los trámites. O vas al doctor y los doctores te tratan de la chingada.

Eso es algo que mencionas en "En el refugio": “dejar de sorprenderme si un doctor me trata bien”.
Para las personas trans ir al doctor es un pedo porque es nuestro cuerpo. Pero los doctores no saben. Los doctores son una misóginos culeros y sobre lo trans no saben nada. No saben ni qué cara poner, ¿cómo te sientes tú si estás en la manos de un we que pone una cara de que ni sabe qué pedo? ¿O que te dice “joven”? Y tú: “Me llamo Luisa, y él responde “mmmh sí joven”. ¿O los hombres trans? Que dicen “soy un hombre con vulva”, aunque para ellos es más fácil leerlos como hombres porque el proceso de la testosterona es mucho más amable.

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No es como ir al doctor para cualquier persona. Sabes que te vas a enfrentar a un maltrato. Imagínate el nivel de ansiedad en el que te puedes meter. Eso es en el servicio público, pero yo tenía un seguro privado y cuando cambié mis papeles (con respecto al género), ya no supieron qué hacer porque nunca les había llegado un caso así. A mí me vale madres porque yo les estoy pagando, pero ellos decidieron que ya no me darían el servicio y eso es discriminación. En todos lados el acceso a la salud es difícil, ahora imagínate para un hombre trans ir al ginecólogo. O en mi caso que voy al urólogo. Todo esto se traduce y termina siendo violencia para nosotras. Entonces, nuevamente, eso es resistir. A veces te da ansiedad, pero no sabes que es porque te están violentando.

En general, es una transición violenta, no solo físicamente u hormonalmente, pero en todo los sentidos que conlleva un cambio de género.
Sì. Las transiciones para un hombre trans suelen ser al revés. Es como “we, ya me escuchan y ya nadie me ve en la calle”. Se dan cuenta de cómo empiezan a ganar privilegios. Cada transición es única, y hay tantas definiciones de trans como personas trans en el mundo. No es lo mismo la transición de una morrita en el Estado de México, que la transición que tuvo Caitlyn Jenner. Ahí entra la interseccionalidad de dónde estamos cada quien. Pero aún así, para Caitlyn Jenner que es millonaria y de derecha, le fue difícil. Imagínate para las demás.

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El consumo y el arte trans están en un boom que se relaciona más con lo drag, ¿no? Por lo tanto, este es el arte que se espera de una persona LGTTTBQ+.
Exacto, ¡noche gay! Y tampoco. No todos somos así. Hay una diversidad de artistas trans como La Bruja de Texcoco, que es una vieja gorda, gigante, con barba y huipil tocando el arpa, la guitarra, y cantando como una perra música tradicional mexicana reinterpretada por una trans. Está Manitas Nerviosas, que hace música electrónica. Está DJ Guapis. Hay una diversidad y una oferta de artistas trans que es necesario conocer. No somos nada más el show drag que, por cierto, de mí no hay nada más alejado que eso.

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Es un tema de consumo de moda, pero también es mucho porque es algo que se exotiza. Tal vez si no lo están viendo y solo lo escuchas, todas estas artistas que me cuentas no puedes detectarlas como trans, pero luego existe todo lo drag que cae en la obviedad y por lo tanto exagera la personificación de una persona trans y lo vuelve digerible y “divertido”.
A mí me ha costado en ese sentido eso porque no saben dónde chingados bookearme ni dónde meterme. He tocado en una misma noche con Sailor Fag y Margaret Y. Ya cuando nada que ver, les dije “bueno, ahorita ya media hora de estar tristes y le entramos a la fiesta”. También puedo echar desmadre, encuerarme y subirme a un wee y cotorrearlo, cosas que se estilan de mi comunidad [risas], pero no es lo que me importa más y no quisiera enfocarme en ello. Es como que no quedo con esos shows y no saben cómo acomodarme. Entonces también he tenido que hacer yo mis propios shows.

Entonces, todo esto ahora es una parte super fuerte de la personalidad que reflejas en tu arte, eres la Virgen del Sexo, tu música habla de todos estos temas y tal ¿Cómo lo traduces en todas las cosas que haces?
Intento hacerlo de muchas maneras, intento que no sea repetitivo, que no sea aburrido, intento no ser muy regañona porque siento que no es nada efectivo y, al contrario, algo que me funciona mucho es hacerlo llegar con el humor, lo histriónico, entonces la Virgen del Sexo nació de preguntarme cómo chingados le hablo de feminismo a la banda sin que se enojen, porque a mi me enoja lo que está pasando, pero es menos probable que este mensaje llegue si estoy bien emputada y mentando madres, que si me disfrazo de una pinche virgen y me pongo de payasita a decir el guión.

¡El guión es super bueno! Yo los empecé a ver y pensé que era una mamada, pero de repente ya estaba aprendiendo algo de eso.
¡Exacto! Yo escribo los guiones y la agenda es muy clara en la Virgen. Son temas muy claros para abarcar, con humor, pero todo es información relevante. Por otra parte, me preocupa el tema trans, por eso también está el podcast con Puentes MX: La Hora Trans, es quincenal y es un espacio separatista para personas trans o de género no binario, que hablan conmigo de sus historias, es algo muy simple pero tiene que ver con escuchar este otro tipo de vivencias, de pubertades y de maneras de manejar el afecto. A mí me parece importantísimo que se escuchen estas historias de vida, porque a partir de eso, el otro puede empatizar. En realidad todos estamos en una transición enfermiza y todos hemos estado en esa puerta de lo trans más allá de lo que dijeran que era nuestra biología. Lo transhumano, quienes tienen implantes, todos usamos ropa, casi todos modificamos nuestros cuerpos de alguna manera y eso ya es ir en contra de lo natural y de lo que te dijeron que corresponde a tu género. Lo trans nos atraviesa a todos de muchas formas, pero entonces… ¿por qué México es el segundo paìs donde más nos matan? Hay que hacer que salgan esas historias simplemente porque se nos ha negado la posibilidad de existir.

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¿De qué viene eso?
Se nos ha borrado históricamente, tanto a las mujeres como a las personas de géneros no binarios. Acaba de ganar un oscar la película de Freddy Mercury pero es lo más straight wash de mundo, es la película más heterosexual de la historia para que el fan heterosexual de Queen (como mi tío), vaya a ver la película y no se espante. Ese tipo de cosas apelan al hombre blanco heterosexual y se borra la existencia de lo que no tiene que ver con eso. Todos los cuerpos que no somos para consumo masculino somos borrados, ¿dónde están las gordas?, ¿dónde están las maricas?, ¿las estrías?, ¿los granos?, se borran.

Es como si no existiera, pero sí existimos y sentimos igual que los otros…¡no mames!, ¡es básico!, pero si tenemos que explicar por qué tenemos que existir, estamos jodidos; entonces tenemos que estar existiendo con más fuerza de lo que ya lo hacemos.

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