Nusasonic

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Música

La escena musical experimental de Asia está a punto de explotar

​Algunos de los mejores actos experimentales y de noise del mundo convergieron recientemente en la ciudad indonesia de Jogja​ para Nusasonic​, un festival masivo de once días.

Artículo publicado originalmente por VICE Asia.

Es difícil no ser al menos consciente de la escena local de noise si uno vive en Yogyakarta. Eso porque, la mayoría del tiempo, la escena viene a uno, quiéralo o no. Recientemente, estábamos en un bus urbano de Jogja cuando una pequeña multitud se subió con sus brazos llenos de altavoces, cables, y otros artefactos para hacer ruido DIY, y prosiguieron a explotar el bus, exponiendo a los pasajeros a una nueva banda sonora de noise discordante.

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Fue otra presentación de Jogja Noise Bombing, un colectivo que cree en puestas en escena secretas, pero muy públicas, a lo largo de la ciudad. Ellos hacen esto con bastante frecuencia, tomándose parques, calles, y otros espacios públicos. Pero había algo especial de esta presentación porque esta vez, no estaban solos.

La ciudad entera estaba llena de artistas experimentales, 57 en total, para un festival de música internacional llamado Nusasonic. Era el festival experimental y de noise más grande de su tipo que tenía lugar en Jogja y que, fiel al estatus forastero de la escena, abrió once días de música, discusiones, y talleres sin los tipos de patrocinio corporativo que suelen filtrarse en los festivales de arte y música en el Sudeste Asiático.

"Ya era hora de que tuviéramos festivales que se enfocan en cosas como estas", dijo Rully Shabara, una mitad del dúo experimental Senyawa. "Muchos han olvidado su función esencial y convirtieron esto en una industria. Es por es que necesitamos desesperadamente festivales como este con una visión clara".

La música experimental está teniendo su momento en Indonesia, en gran medida gracias al éxito internacional de Senyawa. Pero ellos están lejos de ser los únicos músicos de noise haciendo ruido en el Sudeste Asiático.

Aquí están algunos otros artistas destacados de la escena de música experimental en Asia.

Fauxe

En Ikhlas, el último álbum de Fauze, el ritmo característico de hip hop y downbeat influenciado por la música electrónica del productor singapurense se mezcla en samples de música Hokkien y Tamil, y con diálogos de películas locales, para crear un sonido que es musicalmente —y culturalmente— rico. ¿No es eso genial? Uno puede bailar y explorar la profunda historia del Archipiélago malayo al mismo tiempo.

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Cheryl Ong

Cheryl Ong es algo así como una estrella en sus propios términos. Esta baterista singapurense toca en The Observatory, una unidad de rock vanguardista que acaba de editar un split con los dioses japoneses del psych, Acid Mothers Temple & The Melting Paraiso U.F.O. También hace parte de SA, un ambient trio que utiliza instrumentos chinos tradicionales, pero es su trabajo en solitario en donde Cheryl es capaz de soltarse verdaderamente e improvisar.

Potro Joyo

Puede que Wukir Suryadi y Rully Shabara sean mejor conocidos por Senyawa, pero ambos músicos de noise ayudan a que la escena de Jogja permanezca extraña con proyectos personales y secundarios como Potro Joyo, un acto extrañamente espiritual junto con Wukir y Eko Hadi Wijaya. Potro Joyo es un dúo experimental que toca una mezcla de neo-tribal y música tradicional javanesa. A los dos aparentemente se les ocurrió la idea a pies del Monte Semeru, en Java Oriental, y juntos hicieron una obra maestra moderna de folk-tribal javanese.

Setabuhan

Como si fuera poco, Rully llevó otro proyecto secundario a Nusasonic—Setabuhan. Con Setabuhan, Rully está reinterpretando el tribal y la música trance con ayuda de Ramberto Agozalie y Caesarking, dos percusionistas que tocaron en otro acto de noise de Rully llamado Zoo. La música es cruda, primitiva y acompaña sus presentaciones en vivo con un artista marcial que lanza patadas y cosas (como si ya no fuera los suficientemente intenso).

Sote

Sote se destacó por ser uno de los actos de apertura más llamativos de Nusasonic. El artista, de nombre real Ata Ebtekar, combinó los sonidos de su Irán nativo con sonidos metálicos de computador en formas que eran minimalistas, corrosivas, y profundamente impredecibles. El resultado suena como la banda sonora de una película apocalíptica iraní que no se ha hecho y que definitivamente vale la pena ver.