Estos artistas de Los Ángeles están revolucionando el jazz

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Música

Estos artistas de Los Ángeles están revolucionando el jazz

Kamasi Washington y Thundercat están haciendo del jazz algo cool otra vez, pero no son los únicos ayudando a que LA reclame su puesto como una ciudad donde suena lo más atascado.

Este artículo apareció originalmente en Noisey US.

Desde los años 20 hasta comienzos de los 50, Los Ángeles fue una mecca del jazz. En ese entonces, los habitantes de la ciudad eran deleitados en Central Avenue con presentaciones de artistas que forman parte del panteón de héroes del jazz: Dexter Gordon, Ella Fitzgerald, Charlie Parker, Louis Armstrong, Charles Mingus y Billie Holiday, quienes solían tocar en los clubes en "The Avenue", como se conocía a esa zona de la ciudad, e hicieron de LA una de las principales ciudades jazz de la época.

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Cuando los grandes del jazz viajaban a LA de otras partes de Estados Unidos, casi todos se hospedaban en el Dunbar Hotel, un venerado espacio sociocultural de la comunidad negra y posiblemente la joya de la corona de los sitios para tocar jazz en Central Avenue. No solo tenía algunas de las presentaciones y fiestas más salvajes de Central, con "chicas y champaña por doquier", sino que el Dunbar también fue el anfitrión de la primera reunión en la Costa Oeste de la NAACP (La Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color), con invitados tan ilustres como Langston Hughes, Thurgood Marshall o W.E.B. Dubois. Como nexo de expresión intelectual y artística, el hotel sirvió como centro y como símbolo de la escena de jazz de Los Ángeles a principios del siglo XX.

Después de los 50, el deterioro económico acabó con muchos de los negocios de Central Avenue y el Dunbar no fue la excepción; terminó cerrando sus puertas oficialmente en 1974. Cuando se reabrió el negocio en los 90, ofreciéndoles vivienda de bajo costo a los ciudadanos de tercera edad, el hotel había vuelto a ser la encarnación del jazz de Los Ángeles, pero por razones muy distintas a las de su era dorada. El Dunbar y la escena jazz de LA, que alguna vez fueron epicentros de un movimiento poderoso, en los 90 se convirtieron en los hogares olvidados de fantasmas de una época pasada.

Varios fueron los factores que conspiraron para causar este declive. El principal fue la flexibilización de las prácticas de vivienda y alojamiento llamadas "redlining" que, antes de considerarse inconstitucionales por la Corte Suprema en 1948, limitaba los lugares en los que los afroamericanos podrían comprar y ser dueños de propiedades; que era sobre todo en South Central LA. A medida que se fueron mitigando estos acuerdos discriminatorios de vivienda, la comunidad que había hecho del Central Avenue el epicentro del jazz en la costa izquierda, empezó a buscar oportunidades en otras zonas, y The Avenue se silenció.

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Pero la atenuación de las luces en Central Avenue no significó el fin del jazz en Los Ángeles, solo hizo que fuese más difícil de verse. El jazz de Los Ángels, difractado, disperso y descentralizado, tal vez no se veía como el gigante que había sido durante la primera mitad del siglo, pero logró sobrevivir, esparciéndose por la icónica vastedad de la ciudad. Del World Stage de Leimert Park, al Lighthouse Café de Hermosa Beach, y al Piano Bar en Hollywood, músicos como Billy Higgins, Chico Hamilton y muchos otros, siguieron dejando perplejas a las audiencias aun cuando el jazz a nivel nacional se estaba enfocando en ciudades como Nueva Orleans, Chicago y Nueva York.

Pero los últimos años han devuelto ese foco a Los Ángeles. Aunque es difícil definir con exactitud el momento, el resurgimiento del jazz enLA puede ser rastreado al lanzamiento del álbum de 2010 del pianista Austin Peralta, de 21 años: Endless Planets, bajo el sello Brainfeeder, de Flying Lotus. A pesar de la trágica muerte de Peralta dos años después, las grabaciones que él dejó en sociedad con el sello de Flying Lotus fueron un punto de giro en la presencia del género en la Costa Oeste al lograr exponer a nuevas generaciones al jazz, así como al sentar un precedente para colaboraciones similares entre el hip-hop y la música electrónica de la ciudad, y las comunidades jazzeras.

Lo que era un movimiento creciente se convirtió en una explosión completa en 2015, cuando el saxofonista oriundo de South Central, Kamasi Washington, lanzó su álbum debut, The Epic. Impulsado por la fama que ganó gracias a su trabajo con Kendrick Lamar en To Pimp a Butterfly ese mismo año, y coincidiendo con el salto al estrellato de su colega de toda la vida, el fusionista de jazz y funk Thundercat, las reacciones exuberantes que recibió el álbum de Washington no solo lanzó al jazz de LA de vuelta a la consciencia colectiva, sino que ayudó a engendrar un renacimiento del jazz que se ha visto incrementado en la visibilidad y popularidad del género. El hecho de que Washington, junto con Thundercat, Badbadnotgood, y otros hayan pasado los últimos años tocando en festivales de música mainstream, inyectándole jazz a eventos que son típicamente de pop, hip-hop, rock, o dance como el Pitchfork Music Festival y Coachella, dice mucho sobre su rol colectivo que ha intentado traer al jazz de vuelta al frente del escenario cultural.

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Washington y Thundercat pueden ser los dos modelos a seguir del Southland jazz, pero definitivamente no son los únicos angelinos haciendo un jazz ejemplar. La siguiente lista es una pequeña muestra de los músicos que han ayudado a impulsar este renacimiento del jazz de LA, y que están preparados a contribuir con música increíble en la escena resurgente de la ciudad.

Ryan Porter

Mucho antes de que el jazz de LA llamara la atención, el colectivo de músicos que acompañaba a Kamasi Washington en su debut ya estaba conectado con la escena jazz. Se les conocía como los West Coast Get Down, y estos prodigios habían estado tocando juntos desde la secundara, desarrollando un vínculo musical casi telepático que estuvo dejando boquiabiertos por más de una década a promotores de clubes de jazz de LA, a las audiencias del City Hall, e incluso a residentes de casas para jubilados. Tras el éxito del revolucionario The Epic, muchos de los miembros del West Coast Get Down han salido de la sombra de Washington, con álbumes propios y probando ser mucho más que simples colaboradores.

Todos los integrantes del Get Down tienen un currículum impresionante, y el trombonista Ryan Porter no es la excepción. Porter fue por mucho tiempo un músico de sesión destacado, prestando sus servicios a artistas como Herbie Hancock, Stevie Wonder, Rihanna, Kanye West, Snoop Dogg y Mariah Carey, y uniéndose a varios de sus colegas de WCGD para tocar en To Pimp a Butterfly de Kendrick Lamar. Pero con el lanzamiento de The Optimist, su álbum debut en 2018, Porter dejó claro que su talento —de la más alta categoría— también se extiende a la composición y los arreglos musicales.

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Aunque The Optimist no causó un terremoto mediático tan caótico como el desatado por The Epic, su brillantez no es menos que impresionante. Las grabaciones de Porter, que se hicieron entre 2008 y 2009, lograron capturar la esperanza incipiente que se sentía en muchas comunidades negras a inicios de la presidencia de Obama. Cada canción contiene una paleta compleja y vívida de emociones, transmitidas con experticia por un grupo de intérpretes que incluye a los miembros del WCGD Miles Mosely, Cameron Graves, y el mismo Washington.

A diferencia de las composiciones inmensas y maximalistas que hicieron de The Epic un disco tan, pues bueno, épico, el álbum de Porter es más suave en general, más sensual —es un sonido que se presta a la perfección para el estilo de Porter. Ese estilo es encarnado en los primeros momentos de "Déjà vu", donde Porter impregna una serie de notas con lo que se siente como todo el espectro de sensaciones humanas; alegría, nostalgia, satisfacción, perseverancia y mucho más, todo inefablemente equilibrado en cada exhalada. El debut de Porter —que aunque limpio es implacable, y aunque complejo es accesible—es una verdadera proeza, un clásico moderno que representa a lo mejor de esta floreciente escena del jazz de LA.

Natasha Agrama

Desde la primera nota que sale de sus labios, es obvio que la vocalista Natasha Agrama es un talento particular. Su linaje jazzístico —siendo la hijastra del legendario bajista Stanley Clark— sale a relucir en su manejo experto de fraseo y musicalidad. Esa innata maestría musical luego se filtra en una voz tan suntuosa —con calidez, intimidad y claridad— que cada nota que produce se siente como una avalancha de seda.

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En su primer disco, The Heart of Infinite Change, Agrama demuestra ser tan talentosa narrativamente como lo es en el canto. Al crear sus propias letras para standards de jazz, y al modificar tonadas clásicas con florituras melódicas que sirven para enaltecer sus narrativas emocionales, Agrama logra hacer un disco que se siente atemporal y fresco. Las hábiles voces son respaldadas por un elenco de primera con músicos de todas las generaciones, incluyendo a Clarke, al teclista George Duke, al fallecido prodigio del piano Austin Peralta, y a los miembros del WCGD Ronald Bruner Jr. y Stephen Bruner (más conocido como Thundercat) en la batería y el bajo respectivamente.

Al igual que The Optimist, The Heart of Infinite Change fue lanzado bajo World Galaxy Records, un sello que opera dentro de la gran disquera de música electrónica Alpha Pup. Ambos son manejados por el DJ, productor, e ingeniero Daddy Kev. La labor de Kev como ingeniero de masterización, dueño de disquera, y facilitador, encarna la polinización entre la música electrónica, el hip-hop, y el jazz; uno de los elementos fundamentales en el jazz contemporáneo de Los Ángeles. Aunque el trabajo de Natasha Agrama tiene una vibra de jazz más pura que la de otros artistas de este género que han sido apadrinados por Kev, sus particulares interpretaciones y su emocionante presentación sí logran capturar la esencia tanto del legado de jazz de la ciudad, como de las innovaciones musicales modernas.

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Cameron Graves

Cameron Graves, otro miembro fundador del West Coast Get Down, posee el mismo nivel de maestría sobrenatural en los teclados que Washington y Porter en sus respectivos metales. Graves logra casar con éxito su formación como pianista clásico con influencias que van del funk al hip-hop y al rock progresivo, lanzando con una premura cinética esta mezcla de sonidos a los oyentes.

El debut discográfico de Grave, Planet Prince, fue grabado en una sesión de 11 horas y es una explosión frenética de virtuosismo, pero nunca se desvía al mundo de la autoindulgencia. En el álbum lo escuchamos pasar de tocar líneas melódicas que van de arriba a abajo en el piano, a mantener la estructura percutiva del beat para permitir a sus colegas músicos colorear sus composiciones. Incluso en sus momentos más complejos, los riffs de Graves suelen ir anclados a hermosos motivos, que son los núcleos sobre los cuales orbitan sus planetas de sonido.

Josef Leimberg

Después de haber contribuido a las notas iniciales de "How Much a Dollar Cost", de Kendrick Lamar, es posible que ya hayas escuchado al trompetista Josef Leimberg en acción. Leimberg, quien es desde hace algún tiempo un personaje insignia en el circuito de grabación de Los Ángeles, pasó décadas perfeccionando su arte como músico de sesión antes de grabar su primer disco, Astral Progressions, lanzado en 2016.

Es fácil vender Astral Progressions, otro producto de World Galaxy, a quienes se han enamorado del sonido de Washington. Al igual que The Epic, este es un disco de jazz espiritual lleno de composiciones que desbordan energía y asombro. Pero la fusión de influencias dispares es mucho más pronunciada en Astral Progressions, y Leimburg considera que ese proceso es una parte integral de mantener fresco al jazz, así como de mantenerse fiel a su identidad musical ecléctica.

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"Para mí, el jazz es cualquier cosa que trascienda y rompa barreras musicalmente", dijo Leimburg. "Siempre y cuando uno siga fusionándolo con otros géneros mientras que mantiene algunos de los elementos rudimentarios, uno puede seguir innovando y trascendiendo". Astral Progressions es el ejemplo perfecto para mostrar eso. La explosividad del tema traspasado por rock progresivo "Interstellar Universe" hace una transición perfecta al groove preciso de hip-hop que estructura "As I Think of You", y logra todo eso mientras mantiene ese elemento de jazz espiritual que florece para hacer que álbum se sienta cohesivo y al mismo tiempo pueda demostrar las habilidades de Leimburg en su instrumento.

The Breathing Effect

Hay pocos proyectos que logren diluir las líneas entre géneros con tanta gracia como lo hace The Breathing Effect. Desde el lanzamiento de su EP homónimo en 2014, el teclista y productor Eli Gross, junto con el baterista y bajista Harry Terrell lograron encontrar ese punto exacto donde se mezclan la música electrónica, el funk, el hip-hop, el rock progresivo y el jazz y lo equilibran con tanta maestría que es difícil discernir cuándo se muestran esas influencias específicas en las canciones. Aunque es claro que el sonido de The Breathing Effect se ve influenciado por una compilación de diferentes estilos, hay que anotar que Gross y Terrell han fundido una aleación musical tan convincente que su genealogía de inspiraciones se ha vuelto algo secundario en comparación al resplandor que generan.

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Con sus LPs Mars is a Very Bad Place For Love (2015) y The Fishman Abides (2017), ambos bajo Alpha Pup, The Breathing Effect ha seguido cultivando su particular identidad sonora. Hay voces ubicadas con cuidado en la pista, patrones complejos de baterías —tanto programadas como orgánicas— y melodías sugestivas que trabajan en conjunto para crear canciones que son tan cinemáticas como entretenidas. Aunque The Breathing Effect está lejos de ser un proyecto de jazz tradicional, ellos representan el jazz fusión de vanguardia, llevando más allá la definición de lo que esa distinción puede abordar.

Miguel Atwood-Ferguson

Miguel Atwood-Ferguson es uno de esos músicos que ha logrado niveles estratosféricos de éxito sin volverse un nombre reconocido. El multiinstrumentista, compositor, arreglista, director musical, DJ, y productor ha tocado violín para Lady Gaga en los Premios Oscar, viola para Big Boi en los Kid's Choice Awards de Nickelodeon, y ha acumulado una lista de créditos demasiado larga e ilustre como para nombrarla toda.

Además de ayudar a otros a llevar a cabo sus visiones musicales, Atwood-Ferguson tiene su propia lista de logros importantes. Tal vez el más importante de ellos es la composición del tributo orquestal a la leyenda del hip-hop J Dilla, "Suite for Ma Dukes", que sigue conduciendo en varias ciudades de todo el mundo.

Y como si todo eso no fuese suficientemente impresionante, la habilidad de Atwood-Ferguson en el violín de cinco cuerdas le ha ganado un lugar de reverencia en el mundo del jazz. Su álbum debut de jazz, "Les Jardins Mystiques", está planeado para salir bajo el sello Brainfeeder más adelante este año, y si las grabaciones en vivo de Miguel Atwood-Ferguson Ensemble Live in Los Angeles July 23 —que incluye interpretaciones de Flying Lotus, Kamasi Washington, Bilal, Dontae Winslow, Chris Dave, y muchos otros — son indicación de algo, el álbum de Atwood-Ferguson seguro dejará su marca en la escena de jazz de LA.

Ben Grenrock es un escritor radicado en LA. Síguelo en Twitter.