"Me gusta ser punta de lanza": Una charla con Jesse Baez

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Música

"Me gusta ser punta de lanza": Una charla con Jesse Baez

Hace exactamente dos años empezó el vertiginoso camino al éxito de Jesse Baez, con un cover y una aparición en un festival. Hoy, charlamos con él sobre cómo han cambiado las cosas y el gran futuro que se avecina.

Podemos argumentar que la fase actual que vive Jesse Baez en su carrera comenzó el momento en que se subió una tarde soleada de sábado al escenario Vans, en la edición 2016 del festival al que regresa este fin de semana, Ceremonia.

De un proyecto que se daba a conocer de manera independiente a un regreso como el primer artista firmado en el subsello Broke Kids, de MLKMN, con Universal y, por ende, como uno más de los artistas que pertenecen a Universal Latino. De ser un cantante de R&B con un EP y un cover, a ser la voz autorizada para el género en español, y con colaboraciones bajo el brazo con gente de la trayectoria de Fuego o C. Tangana, sin mencionar el crossover trapsoso y bien romántico que se aventó con Paty Cantú. De ser un acto solista, a ser parte de Broke Kids con el propio MLKMN y Álvaro Díaz. De haber girado en México a girar en Latinoamérica, Estados Unidos y Europa. Un recorrido que lo llevó de residir en la ciudad de Guatemala a vivir en Monterrey, de ahí a Ciudad de México y finalmente a su actual paradero, Los Ángeles.

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La voz de Jesse Baez es uno de los elementos más reconocibles de la música en español actualmente. Un poderoso trabuco de sentimientos que enchinan la piel, pasados por el magistral registro del guatemalteco. Como si el hermano menor, rebelde y mariguano, de la Diva de El Quinto Elemento hubiera regresado en el tiempo para reivindicar el lugar de los afro-latinos, sin querer hacerlo, sino porque se le resbala, como hobby, porque es más sencillo cantar un dolor aunque cantes de tennis si tienes en el ADN la memoria correcta.

La voz de Jesse es una insignia de este momento en la música alternativa en español, como podría ser el sonido con vocación de identidad en Café Tacvba en los años noventa o los solos melancólicos de guitarra de Zoé en la década pasada. En una época donde el Auto-Tune remplazó a la guitarra eléctrica como la moneda corriente del gusto popular, y donde, como genialmente me dijo el mismo Jesse Baez en esta entrevista, “el público Pitchfork hizo la transición a Complex”, el papel que juega este guatemalteco en el cambio de narrativa es como protagónico.

Un volante de contención que tira pases a gol a quien se ponga enfrente, posición que le viene natural por ser el más acabado y legítimo artista de R&B, en una época donde por primera vez el R&B tiene un papel en la música en español, sin la necesidad de ser pasado por agua y blanqueado para ser otra cosa, como le sucedió a Luis Miguel, José José, Napoleón o Miguel Bosé. Pero no se equivoquen: Jesse pertenece a esa jerarquía de cantantes en español en la gran trama de la vida.

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Ahora que este sábado regresa a Ceremonia, charlé con Jesse sobre su paso de Guatemala a Los Ángeles, sobre ser afro-latino, sobre el papel del R&B y de los covers en la música actual, y sobre el cambio de estafeta entre artistas y públicos. Checa lo que me dijo y no te pierdas de los Broke Kids en el Escenario Corona. Están a las 5 de la tarde, y es un show que no te quieres perder.

NOISEY: He visto que creciste en Guatemala, pero ninguno de tus papás es guatemalteco.
Jesse Baez: Mi mamá. Digamos, sus papás son guatemaltecos, pero ella se crió en Estados Unidos. Y cuando yo tenía seis mis abuelos, mi mamá y y nos mudamos a Guatemala. Entonces yo me crié en Guatemala, y mi mamá es guatemalteca de familia. Mis abuelos son guatemaltecos. Luego mi papá es dominicano a full.

¿Y tú te ves a ti como chapín?
Sí, chapín 100%.

La familia de mi mujer, por el lado de su mamá, es de Guatemala.
¿Ah en serio? ¿Y has ido o no?

Sí, sí he ido.
¿Y de dónde son?

Guatemala City. Le tengo mucho cariño.
Es muy buena gente todo. La gente es muy amable.

Sí, hay una cierta estabilidad que no hay aquí que me resulta interesante.
Órale. ¿En serio?

No sé.
[Risas] Puede ser, porque es más pequeño.

No lo digo como algo necesariamente bueno. Dije interesante. Y no lo sé desde el punto de vista político e histórico. Más bien como dices, es más pequeño.
Sí, eso sí.

Entonces te fuiste para allá a los seis años.
Me fui a los seis a una granja que se llama San José Pinula. Ahí sí no hay exponentes de nada. San José Pinula es un pueblo. No sé cuánta gente habrá en San José Pinula, unas cuarenta mil personas. Está como a media hora de la ciudad y ahí me crée. Ahí estudié casi toda la primaria, y la secundaria. Y luego me acerqué un poco más a la ciudad, a los suburbios de Guatemala, y ahí estuve por diez años más hasta que me mudé a México el año antepasado.

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Pensé que llevabas más tiempo fuera de Guatemala.
No, me mudé en marzo justo antes del Ceremonia [2016]. Ahora vivo en Los Ángeles, pero sigo viniendo seguido para acá.

Jesse Baez en Ceremonia 2016. Foto por Daniel Patlán.

También he visto que comenzaste con una banda que se llamaba Easy Easy. ¿Cómo lo ves a la distancia?
Pues yo creo que ahí fue donde me calé. Fue mi primera prueba, para ver si en realidad era algo a lo que me quería dedicar. Me la pasaba bien. Éramos cinco mejores amigos, literalmente. Entonces todo era hot, todo era con gracia, todo eran payasadas. E hicimos como tres giras en México y eran toures de Ciudad de México hasta los lugares más randoms del país: tocamos en Navojoa, en Hermosillo, en Los Mochis, en todos lados. Y me gustó mucho. Como que me calé ahí y sí me di cuenta que era lo que me gustaba. Y mi “despegue” de ellos [hizo Jesse un gesto en este momento con los dedos como de comillas], sucedió sin querer. Yo empecé a hacer canciones solo y eso comenzó a tener más atracción que la banda y empezó a requerir que viniera más y más hasta que me tuve que mudar. Fue una época muy buena. Definitivamente fue mi época de formación más importante y los aprecio mucho a los cuatro.

Y si tuvieras que decir qué es lo que más extrañas, qué dirías, porque es un tipo de esquema diferente.
A mí me gustaba la camaradería porque, digamos, a la hora de hacer todo, era con otros cuatro, entonces todo era más chistoso. No es que ahora no lo sea, pero o sea…

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Hay más presión…
Ajá, exacto. Si íbamos a tomar un vuelo, éramos cinco y el roadie y el manager; entonces éramos siete cabrones en la peda y todo era más alegre. Pero eso también nos limitaba en muchas formas porque los costos de todo son más caros, y las oportunidades se miraban como reducidas porque no podíamos movernos tantos como puede ser moverme a mí, a un DJ y un manager, digamos.

Entonces te viniste formalmente a México en el Ceremonia de 2016. ¿Ahí comenzó también formalmente tu relación con Finesse?
Bueno, comenzó antes. Tal vez en noviembre del año anterior, 2015, en Monterrey. Ahí grabé mi EP y luego de grabarlo me fui a Guatemala. Estuve como dos meses en Guate; ahí grabé “Decile”. Y ya me vine para el Ceremonia. Me regresé todavía otra vez, estuve como un mes o dos de nuevo allá. Y luego vine y estuve todo el año en México, regresé a Guatemala en diciembre, estuve todo el año acá. Ya solo he ido como tres veces para allá en los últimos dos años.

Y ahí está tu familia.
Ahí está mi mamá y mis abuelos.

¿Cómo comenzó tu relación con Finesse?
Fue al azar, más o menos. En Guatemala había una revista que se llamaba Folk que hacía fiestas y traía a artistas emergentes de Latinoamérica. Y siempre hacían eventos interesantes. Un día tocó Teen Flirt en una fiesta y recuerdo que me encantó el DJ set. Platicamos y nos quedamos de amigos y ya le conté que tenía un proyecto en una banda. Nos fue a ver tocar una vez, le gustó y él incluso tenía la idea de poder formar un proyecto en el que colaborara con alguien y donde no fuera él la cara. Y fue ahí como que empezamos a hacer canciones y ya fue cuando me fui a México, a Monterrey un mes a grabar el EP y ese EP me llevó a conocer a MLKMN, que es mi manager ahora. Y pues ya de la mano de MLKMN fuimos a buscar deals y él consiguió la disquera de Broke Kids, que está dentro de Universal Latin. Entonces fue una cadena de personas que fui conociendo desde Guatemala. Así que literal en Guatemala comenzó todo.

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El R&B es un género poco explorado en español. En parte creo que es porque hay una gran tradición de música romántica y por el otro, porque en las sociedades latinoamericanas, siempre vamos a preferir a Janis Joplin que a Aretha Franklin, por decirlo en esos términos. Hay un sesgo colonial, por decirlo así…
Y de no mostrar vulnerabilidad por parte de los hombres.

Mmmh, claro. ¿Cómo ves todo esto?
No sé. Cada vez que hay cosas así a mí me gusta porque significa que hay oportunidad de ser el primero o de ser parte de la primera camada que rompa eso. Entonces cada vez que hay un cambio generacional en forma de pensar y en formas de consumir, es un reto porque tal vez nunca se ha hecho de una forma así. Pero la paga a nivel de legacy es mejor, porque ya quedas en la camada de personas que hicieron esta cosa. Entonces a mí me gusta cuando no se ha explorado tanto algo. Obviamente los chances a perder son grandes, pero la recompensa es aún mayor, porque te ven como la punta de lanza de cosas. Entones a mí me gusta. Y cada vez es menos, siendo tan colonizados y tan americanizado todo, cada vez ven que en el gabacho no es tanto así el rollo, y cada vez hay mucha más influencia de música de afuera, entonces la gente ya no lo ve como algo malo.

Otra cosa donde te siento como punta de flecha es el cover. Y en una época como la nuestra, donde la música tiene que ver más con las vibes, es un espacio de creatividad que sirve no solo como trampolín, sino como una arena legítima.
A mí sacar “Decile” como primer sencillo me sirvió. Fue de las mejores decisiones que pude haber tomado. No fue de forma inconsciente, pero pudo haber sido fácilmente otra canción. Y creo que el hecho de que fuera esa canción hizo que fuera mucho más fácil de digerir para la gente, porque era algo que con lo que ya estaban familiarizados. Entonces fue de: “Ah, eso ya lo escuché, pero está más cabrón porque está en español; como que ya la entiendo más”. Como que ya estaba pre-aprobado por algo, digamos, y el hecho de que estuviera en español lo hizo mucho más fácil de digerir e inmediatamente te asocian con eso, ya sea con el género o con el artista, o con el tipo de música que haces, y esa etiqueta se queda. Es para bien o mal. O sea, si tu primer cover es algo con lo que no querías estar asociado desde el principio, sí te jodiste porque te van a etiquetar con eso. Pero por el hecho de hacer “Decile” fue mucho más fácil que la gente aceptara lo que hago, el género. Porque ya es algo que ya consumían. La transición fue de “Es lo mismo”, y creo que sí me dio un empujón mucho más rápido y que sí funcionó a nuestro favor.

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Qué chido. Y desde el punto de vista creativo, ¿cómo traduces un track de The Weeknd?
Eso fue chistoso. En el 2015 Fuego, que después lo conocí y sacamos una canción juntos, todo ese año sacó muchas Spanish versions. La más pegada fue la de “Hotline Bling”, pero también sacó la de “Rihanna” y a mí me mamaba. Siempre decía: “Cuando haya una que no sea tan trap, sino más cantada, la voy a hacer”. Y literal salió la de “Tell Your Friends” y dije: “Esta es”. Entonces solo tomé la instrumental y la grabé en mi casa, sin pensar tanto qué podía pasar y se la mandé a mis amigos de México y a los seis días estaba en México grabando el EP y a los seis meses vivía en México y al año estaba firmado. Sí fue una cadena de sucesos.

Muy vertiginoso.
Sí, definitivamente. Sí ayudó.

¿Te consideras a ti mismo afro-latino?
Sí. O sea, yo me considero latino. Definitivamente tengo rasgos africanos, porque la mitad de mi familia es dominicana, y mi abuela, aunque falleció, era negra. Entonces de que soy afro-latino, lo soy. Nunca lo digo tan así, porque yo me crié con mi lado guatemalteco y me consideraba siempre como un guatemalteco. Obviamente también hay gente negra en Guatemala. Pero es algo que he aprendido últimamente: que la gente sí me ve como eso también. Y no en mal pedo. Pero sí dicen eso. Estuve en Chicago y estaba con un productor y me decía: “Estás bien raro, porque pareces negro pero hablas español y cantas en español”. Y luego todos los dudes negros que conocía, me veían como ellos y entonces tengo esa carta: I got the black card, ¿me entendes? [Risas]. Y pues sí, tengo esos rasgos. No parezco guatemalteco. Pero sí soy afro-latino. El hecho de que no le pongo tanto énfasis a la parte afro es porque tampoco sé mucho de mi historia africana, familiar en específico, y no quiero que me agarren diciendo cosas que no sé ¿me entendés? Pero de que soy un cuarto negro y que por eso soy mulato, sí, definitivamente.

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Lo pregunto porque es algo que me parece una excepción y es una forma de visibilizar cosas. Además por la música que haces.
Y es algo que definitivamente se nota. Las melodías y la forma de cantar y hasta el tono, sí viene con eso. Es de ADN definitivamente. No es algo que se pueda imitar. Sí puedo mostrar varios ángulos de la misma historia de manera legítima.

La otra cara de la moneda, sería preguntarte si has visto o sufrido de algún modo racismo hacia tu música.
Fíjate que no. En mi vida nunca me sentí excluido. Guatemala, quiera que no, así como muchos países latinos, sí tiene una estructura clasista y es muy polarizante, en cuanto a tener gente que es rica y es ridículamente rica, y la gente pobre es demasiado pobre. Entonces yo creo que lo que uno más se topa en Guatemala es un clasismo disimulado, a ciegas, que sí, yo fui a un colegio de gente bien, pero mi familia siempre fue de clase media; entonces yo viniendo de Chicago, los niños discriminan. Usan la palabra “indio” como un insulto, y cosas con las que yo ni siquiera estaba familiarizado. Que me fui a topar en Guatemala. Y era raro porque por mucho tiempo yo no me sentía cómodo en mi identidad, pero no sabía qué sí era. Decía. “Esto es una mierda: me cagan aquí todos, pero no sé qué no me caga”. En países así no estas expuesto directamente a manifestaciones así.

Es todo velado.
Exacto. O digamos como en México. No es que no haya problemas de clasismo y racismo, pero aunque esté, va a haber un toquín mamón y puede que esa madre te abra los ojos para siempre y te ilumine y tengas tú tu momento de “Ajá” cuando estés muy chiquito. Y en Guatemala es mucho más complicado porque es un país que mucha gente se salta en general. Entonces el poder llegar a la base de tu persona es mucho más difícil. Es mucho Internet y si tenés la suerte de salir. Y esa cosa de que saliste un verano y conociste a este bato o a esta morra y te puso este disco o te llevó a este show, o te enseñó esta ropa, o lo que sea. Ahí como que empezás a alimentar, pero entre menos expuesto estás a eso, las comunidades underground o alternativas o de contracultura, se van reduciendo y son mucho más chiquitas.

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Así era un poco México en los años ochenta y noventa. Alguien te trajo la Source de mayo del 94 y la veías hasta aprendértela de memoria.
Exacto. O tu primo pocho que te traía tus tennis cabrones en Navidad. Como mi hermana de Chicago. Que era de un barrio de Chicago latino, entonces obviamente estaba expuesta a cosas mucho más cabronas que yo en el sentido musical. Así que cuando ella me inyectó eso, todo hizo click: “Esto es lo mío” ¿me entendés? Si no hubiera pasado eso, no sé qué hubiera sido de mí. Me hubiera tardado mucho más en llegar a ese momento.

Yo siempre le digo a todos que en Guatemala igual todos mis amigos son mis contemporáneos, o sea, de 25 a 30 años. Y yo los veo a todos con una capacidad muy buena, pero siento que las oportunidades que se nos dan nos llegan a una edad mucho más avanzada. Nuestro punto de maduración como personas profesionalmente llega más tarde que a una persona en un país primermundista, porque en un país así desde la escuela estás en contacto con cosas más cabronas: puede que tengas una clase de teatro que está cabrona, o puede que tengas una clase de pintura y que te lleven a este museo y ese museo es el más verga del mundo y ahí te abren los ojos. Llegas a tu epifanía a los 17 años y en Guatemala llegas a los 25, porque hasta esa edad te graduaste y hasta a esa edad te fuiste a hacer no sé qué fuera. Tenemos un desfase como de siete años respecto al primer mundo, pero siento que las capacidades son las mismas.

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Qué chida reflexión. ¿Cómo fue la transición de Finesse a Broke Kids?
A MLKMN lo conocí en 2016, el año del Ceremonia. En agosto. Yo estaba en Monterrey y MLKMN iba a grabar un video. MLKMN era rapero y estaba firmado con Universal y ese era su pedo. Y justo tuvo como un momento de: “Yo quiero manejar bandas”. Sintió que ya estaba en una posición en la que podía usar los contactos que había estado conociendo y direccionarlos hacia algo. Y él desde unos cuatro o cinco años atrás había estado con la idea de que quería poner su disquera. Pero nunca había conocido a alguien que quisiera firmar. Entonces cuando me conoció, nos llevamos muy bien. Creo que es de mis mejores amigos y tenemos una muy buena relación, y eso fue lo que hizo que él dijera: “No, pues es este bato”. Y me dijo: “Te vamos a conseguir algo”, porque ahora ya las cosas pasaron pero en ese momento, cuando suceden, son solo ideas. Entonces fue de que: “Vamos a conseguirte este pedo, ojalá se arme”. Y eso me lo dijo el año antepasado: “Vamos a conseguirte un deal con Universal, ¿te prendés? o sea, aquí no hay nada de estar culeándose”. Y fue un año de pláticas y se armó. Y en ese año MLKMN ha crecido mucho. Ha conseguido trabajos que lo han llevado a estar expuesto a mucha gente y se ha hecho de muchas amistades que está usando a beneficio de la disquera. Entonces a él lo conocí en agosto del 2016 y firmé con Universal justo un año después. Cuando yo firmé fue el día que él firmó para que le dieran su disquera.

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Jesse Baez en los camerinos del Lunario, el día que le abrió a C Tangana. Foto por Daniel

Y ahora, ¿cómo es el trabajo con Broke Kids?
Muy similar a antes, solo que ahora hay presupuesto. Es muy rico. Tenemos un estudio en Los Ángeles, unas oficinas de Broke Kids, y vamos literal cinco o seis días por semana. O sea, me levanto, desayuno y hago ejercicio o lo que sea, voy tipo cuatro de la tarde y me salgo a las dos, tres de la mañana y hago eso todos los días. Estamos ahí hasta que salgan las canciones. Entonces es la misma dinámica, pero ahora podemos contar con apoyo económico, que es lo que siempre hace falta cuando uno es independiente. Las ideas pueden hacerse de un modo más rápido y tal vez ya no se tiene que escatimar en ciertos costos que antes no podíamos hacer.

¿Cómo funciona tu catarsis emocional cuando estás en el booth? A veces lo siento muy cerebral, a veces lo contrario.
No sé quien dijo que las buenas ideas siempre están ahí, pero hay que pescarlas en el momento cuando aparecen. Porque no te van a aparecer de la nada. Tenés que estar pensando y de repente van a aparecer. A mí me gusta escuchar beats, o si empezamos de cero con un productor, decirle: “Ah mira, estaba pensando en una canción así, con un tempo algo así, me gusta esta nota, me gusta que no haya doble tiempo”. Por poner ejemplos. Hacemos como un moodboard, escuchamos algunas canciones, para que se vayan metiendo en eso. Y puede pasar eso o que mientras está el productor haciendo algo, se me ocurre alguna melodía y veo en mi teléfono si ya tengo algo apuntado de hace días que me gusta. O a veces es al revés y solo estamos en el estudio y llega alguien y dice: “Tengo beats”, y empieza ponerlos y uno siente el qué es. El que a ti te habla. Porque no es que sea siempre el mejor beat, sino es el que se acopla más a lo que a mí me gusta. Ya cuando es así, es lo mismo: melodía sobre base, escribir sobre la melodía, escucharla, cambiarle cosas y a estas alturas, me gusta involucrar a más personas porque siento que todos los trabajos buenos al final realmente nunca es de un productor y un cantante, por más que la gente quiera hacerse a la idea de que es así. No, ni de pedo.

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Y las cosas buenas, obviamente si es con gente que uno respeta su criterio, porque si me meten a alguien que considero malo, no va a salir algo bueno. Pero digamos con alguien como Álvaro Díaz: me gusta mucho escribir con él, porque es muy rápido y es muy bueno con las palabras, entonces me gusta mucho a estas alturas colaborar con gente porque te da un rango más amplio, porque a veces quiera que no, uno tiende a repetir ciertas cosas, no solo en palabras sino en formas de cantar que puede que uno repita bastante o formas en las que uno dice las cosas y luego alguien te las canta de otra forma y dices: “Ah no, me gusta esto, pongámoslo de este modo”. Entonces creo que los procesos han ido cambiando, se vuelven un poco más complejos, y la estructura es mayor. Pero el producto se siente más congruente, o tal vez no más congruente pero más pulido.

Y emocionalmente cómo funciona, ¿te acuerdas de una pareja? ¿te conectas con tu infancia?
Es más del día a día. Me gusta escuchar a mis compas decir cosas. Con cualquier cosa empieza una canción. Entonces si alguien dijo: “Me llama más veces mi mamá que tú”. Boom, eso está cabrón. Y ya es cosa de cantarlo: [Cantando]: “Me llama más veces mi mamá…” Eso es así, literal. Y luego ya me gusta ir metiendo cosas mías dentro de los detalles. Para hacerlo personal. Entonces si me gusta usar [pantalones] Dickies, que me gusta usarlos, lo meto en mis canciones porque eso lo hace mío. Si me gusta tomar cold brew, voy a hablar de cold brew. Entonces siempre es una base así y ya los detalles en especifico los voy metiendo yo.

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Es una ética muy hip hop.
Sí, definitivamente.

¿Lo primero que hiciste con Universal fue la colaboración con Fuego?
Sí, fue “Swoosh”.

Y cómo siguió la cosa después de eso, ¿cuál es el estatus actualmente?
La semana pasada salió el sencillo con C. Tangana, “No eres tú”. [La semana pasada salió] un sencillo que saca Paty Cantú, “Miento”, que hicimos hace como cinco meses. Ese es curioso. Yo no sabía quién era Paty, y luego me dijeron que estaba en Lu, y ya entendí quién era, sí sabía quién es. Y sí es como una mezcla que yo nunca hubiera considerado, pero lo que me gustó era ella queriéndose venir a este lado. Entonces se me hizo un reto bueno, y aparte quieras que no, a ella la han escuchado más gente que a mí, entonces uno puede ir agarrando público de todo mundo hasta tener tu público ideal, y nos llevamos muy bien. Es muy aterrizada, le mete un chingo de ganas, y siempre está trabajando, me sorprende. Siempre está haciendo promo o haciendo algo.

Y luego el siguiente mes, en abril, sacamos un mixtape con Fuego, que grabamos. Y estoy muy emocionado de ese porque siento que está muy bien. Siento que no hay tantas colaboraciones de artistas en este rubro. Al menos en Latinoamérica no pasa tanto. No hay un disco de Arcángel y Bad Bunny o cosas así. Y con Fuego me llevé muy bien, creo que somos muy parecidos, en el sentido que somos muy tranquilos. A Fuego le gusta fumar y le gusta estar en el estudio y no le gusta andar chupando y eso. Y yo soy así bastante también. Entonces como que nos llevamos muy bien, y la idea de hacer el mixtape para mí fue algo genial, porque aunque somos bien compas yo lo veo a él como Fuego, o sea, este bato es el de “Una vaina loca” hasta Fireboy Forever II, o sea, tiene mucha trayectoria. Y el bato está igual de emocionado que yo, entonces me da mucha emoción eso. Y en mayo ya sale el primer EP con Universal, y ese también estamos muy emocionados. Vamos a sacar dos EPs este año y el otro será en la segunda mitad del año y ambos nos tienen muy emocionados. Estamos armando gira en México y a seguir sacando canciones.

¿La canción con C. Tangana la grabaron aquí, en España, en Los Angeles…?
Lo de Tangana lo grabamos en Madrid. Julio o agosto.

¿Tocaste allá o solo fuiste a grabar?
No, tocamos. Tuve cuatro fechas en Madrid, en Barcelona, en Marbella y en San Sebastián. Y les gusta mucho, como que ha pegado bastante.

Tu proyecto es de los pocos que he visto hecho de este lado que tiene éxito en España.
Sí. Y de allá para acá también. Antes escuchabas bandas de rock tal vez y a los Violadores y cosas así, pero más boom bap. Pero a un nivel así, Tangana y ahora Nathy Peluso, Kinder Malo y Pimp Flaco, Rels B… Ya hay como una camada de artistas que tanto aquí como allá, aprovechamos el público. Por eso es bueno hacer colaboraciones allá, y tener fechas no siempre es tan fácil por cuestión de costos, pero mientras más gente llega se vuelve más accesible, entonces creo que sí es como una buena movida esa interacción entre países.

Claro, es una camada de artistas en español a nivel internacional. Es un momento particular en el que este tipo de música ha remplazado mucho la música de guitarras.
Eso se me hace loco, porque hace siete años Foals era gigante, Franz Ferdinand, eso era ley, era lo cool. Y ahora la misma banda que escuchaba ese tipo de cosas, el público Pitchfork, que le llamo yo, hizo la transición a Complex. Y hace mucho sentido, es música más social, es música para estar en grupo. Es más amigable que estar escuchando unas guitarras y una batería que no es que esté mal, digamos, pero siento que abrazas más este tipo de música. Pero también todo es un ciclo y no tarda el resurgimiento del rock, pero ahorita definitivamente es el tiempo de eso.

Yo creo que tambié tiene mucho que ver con la manera en cómo ahora socializamos, a través de la pantalla de un teléfono, que lo vuelve más impersonal o desechable a veces.
Es más fácil que una presentación salga bien cuando es solo un DJ y un micrófono. Hay muchas cosas que pueden salir mal en una presentación en vivo de una banda que se ahorra al momento de cantar con un micrófono y unas tornamesas.

Y siento que es un soundtrack más honesto.
Y aparte, lo jodido para las bandas, es que de todos modos eso no limita a que artistas como yo podamos usar una guitarra en tu live o a que no puedas meter una guitarra en tu canción o a que no samplees unas baterías. Es más fácil que este género tome de otros a que una banda de rock meta unos redobles de trap. Hace más sentido de esta forma que de la otra. Creo que eso también tiene ventajas.

Y también siento que este público Pitchfork que mencionas, ahora Complex, está más dispuesto a consumir en español que en inglés. Puede haber mayor relación con Jesse Baez, C. Tangana o Fuego que con The Weekend, etc. Como si regresáramos a los ochenta.
Yo siento que antes lo que pasaba es que era muy notoria la diferencia visualmente de un artista que cantaba en español a uno que cantaba en inglés. Se sentía la versión en español, no en un buen sentido. Sino que: “Se ve más chido aquél, se escucha más chido, su video está más cool, ¿por qué voy a escuchar al otro si es una copia?” Entonces creo que la identidad de la nueva generación salió de ellos mismos entonces es muy auténtica y la gente no la ve como una copia. Lo ve como un producto que nació de sí mismo, y creo que eso hace que la gente lo perciba de un modo más legítimo. Y no que digan: “Es una pinche copia de algo”, que sí pasaba más antes. Quiera que no, aunque el trap sea trap y el trap es de Atlanta, de todos modos el trap en español es de cierta forma, y usa ciertas formas de melodía, usa ciertos tempos, no habla de vender drogas sino que es trap de amor, ¿me entendés? Y puede que los gringos sí lo vean como: “Ah qué pinche está”, pero de todos modos Bad Bunny están pegados. Vas en LA y suenan en la radio. Entonces de que están moviendo la cosa para irse metiendo, definitivamente.

Por último, vi en muchas entrevistas que has dado que querías hacer un disco de punk.
[Risa loca]. Definitivamente.

Pensé en Lil Wayne.
[Risas]. No sé si de punk en específico, pero sí tengo como demasiados amigos. Sí, sin pedos haría un proyecto, no anónimo, pero bajo otro alias, que sea así. La sensación de tocar en una banda así es otro rush, es menos meticuloso, menos pensado y aparte tengo muchos compas que vienen de eso y siempre he querido colaborar con ellos. Viéndolo más como una forma, como una pieza de arte, digamos, sí me gustaría poderlo hacer. Nunca le voy a decir a mi disquera: “Ahora punk, métanlo a la radio”. Pero sí me gustaría armar una bandita y tocar en showcitos, definitivo. Sí lo pienso hacer, ya más adelante.

Feli Dávalos está en Twitter –@feligres