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Música

La Barranca: Eternidad y muerte, brillo y sombra

Desarrollar un rock que suene mexicano, ahí el propósito que José Manuel trazó hace tiempo.
Imagen por Mauricio Santos.

De los muchos nombres que se han anotado en la lista de contribuyentes al rock nacional, el de José Manuel Aguilera está subrayado debido a su destacado desempeño. Desde que fundó ese combo cerril y osado llamado Sangre Azteka, el músico jamás ha ocultado su principal afán como creador, ese objetivo que ideó bien temprano y que, para la mayoría, se ha traducido en esfuerzos estériles, pero que en las manos de Aguilera ha generado un cancionero, por definirlo a secas, excepcional. Desarrollar un rock que suene mexicano: ahí el propósito que José Manuel trazó hace tiempo y que al mando de La Barranca ha cumplido con cada álbum que edita; el más reciente, titulado Lo eterno.

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“No habíamos hecho un disco de canciones desde 2013, cuando salió Eclipse de memoria”, repasa el músico; “porque habría que apuntar que grabamos uno de música instrumental, Fatális, en 2015”. El cantautor habla en plural pues desde hace tiempo sus aliados son Ernick y Adolfo Romero, Yann Zaragoza y Navi Naas, precisamente el cuarteto que a su lado hace sonar las once canciones que Lo eterno contiene y que, su propio autor confirma, pueden escucharse en vinil, disco compacto, casete y, claro, también en plataformas digitales. El preámbulo para llegar a la presentación oficial de la obra en directo, el próximo 18 de agosto, en el Auditorio BlackBerry.

¿Qué tanto has cambiado desde que hiciste Fatális?, le pregunto a Aguilera, quien al otro lado del teléfono raspa la garganta antes de contestar. “Sobre todo creo que he envejecido mucho”, me dice el guitarrista. Tras la respuesta hay risas y de inmediato viene un “no; me siento muy bien, en realidad”. Sin embargo, quien esto escribe se queda atorado con el tema mientras la charla prosigue.

Regresa La Barranca con un disco cuya portada es un escarabajo.
Mi hija estudia Biología y un día apareció con una colección de bichos hermosísimos, vi ese escarabajo y me pareció acertado que en la portada estuviera éste, un animal de vida breve. El álbum se titula así porque hay una canción con el mismo nombre, aunque su letra en algún punto dice que nada es eterno. Esta vez me la pasé especialmente bien haciendo el álbum. Encontramos una manera de fluir y refrescar a la banda. Para mí, como creador, es fundamental encontrar cosas que me emocionen, que me hagan sentir que la música sigue siendo vital. Ese es el gran reto para quienes, como yo, ya hemos hecho muchos discos; pensar de qué manera reencontrarse con una emoción primigenia. Es imposible reinventarse totalmente, pero sí hay formas nuevas de decir más o menos lo mismo que se dijo treinta años atrás.

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Hablemos de algunos temas incluidos en Lo eterno . Vive México hoy día, como es su costumbre, tiempos convulsos. Supongo que al respecto, en “Brecha” apuntas: “se disuelve tu país, tu identidad se disuelve”.
Esa frase se me ocurrió en un viaje a Acapulco. Tenía mucho rato que no iba y acudí a una invitación a la parte vieja de la costa. Fue lamentable lo que vi, el estado de abandono en el que se encuentra no sólo esa zona, sino todo el puerto. Lo peor es que Acapulco no es la excepción en este país, esa playa sólo opera como un ejemplo. Para mí, “Brecha” es una canción política.

“¿Y cómo te sientes?”, preguntas en el mismo tema, refiriéndote a quien ha perdido la capacidad de conmoverse.
Hablo de la apatía que viene del desconcierto, del desconocimiento.

Contrastan esos sentimientos con los que expones en “Cuervos”. Una canción sombría a nivel instrumental, aunque brillante en el terreno lírico.
“Cuervos” es un exhorto. Hablo como lo hacen quienes dicen: que Dios los bendiga. Esa es la idea: pedir que no le sucedan ciertas cosas a una persona. Por otro lado, me remitiré a un aforismo que tengo por ahí y que va más o menos así: no creo que exista música sombría, lo sombrío sería que no existiera la música.

Recurriendo a lo que contabas, sobre buscar nuevas formas para decir cosas, ese deseo porque la situación de un querido mejore lo expusiste hace tiempo muy bien en “El síndrome”, una composición incluida el álbum debut de La Barranca.
Ándale… Mira. Me lo estás haciendo ver. No me había dado cuenta. Es esa la idea de “Cuervos”, cantar pensando que las cosas se pondrán bien.

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Mirando atrás, en ciertas canciones has aludido a estimulantes (bacanora, mezcal). En ese rol, conozco a alguien que asegura que El fuego de la Noche es un álbum cuya fuente de inspiración fueron la experiencias vividas por Don Juan en la saga de libros firmados por Carlos Castaneda.
¿Alguien jura eso? Una vez me encontré a un tipo en San Francisco que me dijo que ese mismo disco se sincroniza con la película de El Topo, tal como algunos, cuentan, ocurre con The Dark Side of the Moon y The Wizard of Oz. Aquella persona decía estar segura de eso mientras yo pensaba, no, espérate, cálmate.

Bien. Le diré a quien me dijo aquella barbaridad que se calme.
No, no. Su lectura es tan válida como la mía; sino es que más. Todo es valido. Es bueno que la gente haga con mi música lo que quiera, que le dé el sentido que desee.

Mariguana, peyote, alcohol… ¿Cómo es tu relación con esas sustancias?
Hablas de compañeros de la humanidad desde el inicio de los tiempos. ¿Cómo es que el hombre llegó al punto de producir vino, o de qué forma se le ocurrió tragarse un botón de peyote? El ser humano tiene la necesidad de trascender, desde siempre ha sido así. Y todas las culturas han encontrado en la naturaleza sustancias que les han ayudado a salir de la realidad para mostrarles otras posibilidades de ver el mundo. Mi relación con las sustancias que enlistas es sana. Claro que las conozco. Pero hay momentos en la vida para acercarte a ellas. Actualmente, por lo que venimos hablando de la edad, uno tiene que ser cuidadoso.

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Decías al comienzo de la plática que has envejecido mucho últimamente, pero te retractaste pronto.
En realidad estoy envejeciendo desde que hice El Fuego de la Noche.

¿Te preocupa el tema?
No hay que preocuparse por envejecer, es inevitable.

¿Sueles pensar en la muerte?
No, no pienso mucho en eso. Conforme se ganan años, uno se va acercando al destino, uno comienza a pensar más y más en la meta, como que la vas visualizando. Sabemos que todo tiene un fin, aunque no se debe olvidar que la vida es misteriosa y por eso mismo resulta encantadora. Eso. Naturalmente la idea de la muerte gana relevancia en tus pensamientos de forma cada vez más seria, pero no hay que agobiarse.

Sin agobios: la industria del rock, dicen, esta vez agoniza en serio. Algunos ya cavan su tumba. Incluso Gibson está en bancarrota.
Lamento lo que le pasa a Gibson, una institución creada a mitad del siglo pasado que está viviendo una sacudida tremenda porque la industria con la que se relaciona directamente, que es la disquera, ha sufrido bastante. En realidad, el rock a nivel mundial está en crisis. Éste ya no ocupa el lugar preponderante que tenía, incluso, en la década pasada. Ahora existen muchos otros géneros y también bastantes cambios tecnológicos que afectan al rock y la forma en que la gente se relaciona con él.

Al hacer Lo eterno , ¿pensabas en todo esto?
Sí, lo tomaba muy en cuenta. Y más porque en el mundo se produce mucha música. Ahora prácticamente cualquiera puede grabar un disco en su casa, y esta sobreoferta, ya sabemos, afecta la demanda. A mí me cuesta encontrar discos producidos recientemente que en verdad me emocionen, de manera que, idealmente, procuro hacer yo mismo esa clase de discos. Ahí mi consigna.

¿Cómo te cae esa tendencia de una parte de la escena “rockera” mexicana que se empeña en hacer pop con tantita distorsión, pop con unos cuantos gritos rebeldones, así, como con ganas de caernos bien?
En primera te diría que no me siento capacitado para juzgar a la escena de rock nacional porque no estoy tan al tanto de ella como alguna vez lo estuve, justo cuando empezaba, que sí conocía a todas las bandas y a todos los músicos. No puedo compartir tu juicio. Pero sí existe un viraje hacia cierto pop, uno muy limitado temáticamente. Lamentablemente esa es la música que más se consume en este país: el pop tibio que se pasa de meloso

Recomienda tres discos que no anden por esos rumbos antes de que colguemos los teléfonos.
Jaime López tiene un sencillo de 45 RPM que se llama “Bonzo”. Ese disco, en su momento, abrió una puerta para mí, una puerta en medio del desierto. Ahí está uno. Simplemente, de El Tri, seria otro; cuando Alex Lora deja atrás al Three Souls in my Mind hace este discazo, importante para entender al personaje que representa su autor. Por último, hablaría del disco que acaba de hacer Gerardo Enciso, Es por ti.

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