Despacio y con espacio se desliza hacia su destrucción. Podríamos hablar de las ––Dios no lo permita–– posibles guerras que en Oriente y Occidente amenazan las fronteras y las realidades de distintos pueblos. Podríamos hablar de cómo a medida que las redes sociales continúen carcomiendo la democracia, como en Brasil, como en India, llegará el punto en que alguien le clave una estaca en el corazón a nuestro Skynet y ocasione que en 20 años veamos y pensemos, “¿recuerdas cuando el Internet, los grupos de WhatsApp de padres de escuela y la nicotina eran legales”?
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Podríamos recordar que la última conjunción Plutón-Saturno se dio en 1982 y si eres argentino o libanés o fuiste entonces Primera Ministra Gran Bretaña seguramente no olvides nunca ese año. En fin, porque nada nos asegura -y menos en Argentina, hermanos- que mañana no amanezcas hipotecado o nombrado nuevo presidente del Banco Central, nos avocamos a la bíblica tarea de destacar, para la posteridad, para el Nuevo Mundo sin pecado ni campo VIP, a los Lados B de Babasónicos.Bíblica decimos porque es así: Adrián Dárgelos no se arrodiló ante una zarza en llamas que le reveló un mandato celeste. Adrián Dárgelos habrá contemplado un puesto de periódicos en llamas que era el de su padre y que indirectamente terminó por ponerlo de cara a un mandato celeste. No fue en las faldas del Sinaí; fue en Lanús, provincia de Buenos Aires, exoplaneta bonaerense con 10.200 habitantes por kilómetro cuadrado, un lugar donde una tarde cualquiera, sales a tomar un helado con tu guasita y encuentras esto.De ahí proviene Babasónicos y ahí inicia nuestro recorrido, con esta belleza intitulada:Faltan árboles en Chingolo, amigo. Hace calor. Siempre que vuelvo de donde mi amiga Luci, hay un sol que abre el asfalto y esa inmensa avenida que es Centenario Uruguayo pareciera cruzar la tierra, hundirse en el océano y salir en Cabo Verde, donde hace la misma temperatura africana que en Chingolo, pero hay más árboles. Habiendo experimentado el Chingolo Zenith en pleno verano me pregunté cuántas veces habrán cruzado los Babasónicos esta localidad lanusense en los lomos de un bus 266 y se si hubieran refugiado del sol en los toldos de las tiendas como nosotros: belleza. Si El Gran Pez es la Odisea millenial, “Chingolo Zenith” es la banda sonora de su versión bonaerense con una psicodelia hecha para y seguramente desde un Peugeot 504. “Born in Lanús in the first ‘70 / run with the drugs of the late ‘80 / culo mojado de dormir en fango /de billar, de chorros y de mucho tango / play for the cholos everytime…”. Vengan a Lanús cuando estén en Buenos Aires y entiénndanlo. O quédense en Palermo y paguen 200 libras esterlinas un vaso de cerveza.
Chingolo zenith
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