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Música

Parménides: El rey criollo mexa

Recordamos una de las grandes influencias del rock mexicano, el escritor Parménides García Saldaña.
Parménides García Saldaña

A mediados de 1969, menos de un año después de la matanza de Tlatelolco, mi hermano, el cineasta independiente Sergio García, y varios amigos y colegas suyos, conformaron el grupo cultural semi clandestino Liberación con el que, además de filmar algunas cintas en formato Super 8, realizaban reuniones los fines de semana para escuchar música y discutir diversos temas políticos, sociales y culturales.

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Era un grupo más beatnik que hippie, más de corte existencialista e izquierdosón. Dichas reuniones se llevaban a cabo en el departamento donde vivían Sergio y su entonces esposa Guadalupe, en la unidad habitacional Lomas de Plateros, en Mixcoac, y normalmente invitaban a algún personaje para intercambiar puntos de vista con él. Por ahí estuvieron, entre otros, Alejandro Jodorowsky, el obispo Sergio Méndez Arceo, el sacerdote jesuita Enrique Marroquín, músicos como José de Molina y René Villanueva, actores como Carlos Ancira, July Furlong y José Alonso y escritores como José Agustín, Juan Tovar, Gustavo Sainz y Parménides García Saldaña.

Yo tenía 14 años, pero logré estar en varias de aquellas reuniones, como asombrado y callado oyente. Recuerdo la de Parménides muy especialmente, porque yo leía con fruición sus artículos en El Heraldo de México y en la revista Pop y por su actitud irreverente y desparpajada. Por ahí guardo una foto de esa sesión, en la que se le ve de cabello corto, barba y vestido como cualquier joven clasemediero y “normal” de aquel tiempo.

Volvería a verlo el 30 de junio de 1973, durante una comida dominguera en una casona de la calle Tezoquipa, en el centro de Tlalpan, y ese día “El Par” (como se le conocía) y José Agustín lamentaban frente a quienes ahí estábamos la muerte de Germán Valdés Tin Tan, acaecida un día antes, mientras veían la noticia en la sección de espectáculos del diario deportivo Esto. Yo tenía 18 años, pero no recuerdo haberme atrevido a hablar con Parménides. Era una figura que me imponía y más con todo lo que se contaba acerca de él y sus delirantes y en ocasiones violentas aventuras.

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Como cuando discutió con el escritor Ignacio Solares y terminó agarrándolo a patadas o aquella legendaria anécdota del día que irrumpió en las oficinas de la revista Plural con la intención de “romperle la madre” a Octavio Paz, porque éste no lo había incluido en una antología de literatura juvenil. Se cuenta que Paz tuvo que esconderse debajo de su escritorio, mientras la gente de la revista controlaba y echaba del lugar a Parménides. Hay quienes dicen que eso jamás sucedió, pero hay quienes afirman lo contrario.

Asimismo, en una celebración del Partido Socialista Unificado de México, increpó a gritos a su líder, Arnoldo Martínez Verdugo, además de que en una ocasión destrozó la casa de Ricardo Vinós y en otra hizo trizas varios discos de su gran amigo José Agustín. Eso para no hablar de la vez en que fue a dar al Reclusorio Norte por golpear a su propia madre. Estuvo encerrado un tiempo y al salir de ahí, lo primero que hizo fue buscar a su progenitora, no para pedirle perdón, ¡sino para tratar de golpearla otra vez! Por ello no fue extraño que pasara largas temporadas recluido en manicomios tlalpeños como La Floresta y el hospital San Rafael.

Parménides García Saldaña nació en Orizaba, Veracruz, en 1944. Estudió Economía en la UNAM y Ciencias Sociales en la Universidad Iberoamericana. Colaboró en publicaciones como Excélsior, El Heraldo de México, La Cultura en México, La Piedra Rodante, Pop, Diorama de la Cultura y la Revista de Bellas Artes, entre otras.

Escribió la delirante novela Pasto verde (1968), el divertidísimo libro de cuentos El rey criollo (1971), el legendario ensayo En la ruta de la onda (1972) y el poemario Mediodía (1974).

Pero fueron el blues y el rock sus más grandes y apasionados amores (con las mujeres no fue muy afortunado que digamos). Por eso la mayor parte de sus escritos tiene que ver con esa música, a la que abordaba con un estilo peculiarísimo y barroco, abigarrado y lleno de coloquialismos, con un sentido del humor que lo convertía en una especie de Mick Jagger–conoce a–Charles Manson de la literatura y el periodismo de rock.

Parménides no daba concesiones y desde su brillante y loca inteligencia aceptaba con gusto (creo que fue el único) que lo consideraran como un escritor de La Onda.

Falleció el 19 de septiembre de 1982, de una neumonía. Se dice que fue encontrado muerto, solo y su alma, en un cuarto de azotea de un edificio de la colonia Polanco. Tal vez se trata, también, de una mito más alrededor suyo… o tal vez no.