Existe una forma de equilibrar el feminismo y el gusto por tus ídolos
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Música

Existe una forma de equilibrar el feminismo y el gusto por tus ídolos

Los ensayos en el libro "Under My Thumb" exploran la delgada línea que hay entre las ideologías personales y el fandom de las mujeres.
Lauren O'Neill
London, GB
DS
traducido por Daniela Silva

Ser "amante de la música" y "feminista" al mismo tiempo es un poco complicado. Lo sé no sólo porque ese es mi trabajo ahora, sino porque es un inconveniente que siempre he tenido en cuenta, como la menstruación, o tener que contestar el teléfono. Desde muy joven, he estado obsesionada con el rock, iba muy seguido a conciertos en mi ciudad natal siguiéndole el paso a mis amigos hombres. Me estiraba para poder ver la acción, sentía que me identificaba mucho, aunque también sabía que este tipo de música no era para mí de la misma forma que era para mis amigos. Muchas veces, las letras humillaban a las mujeres. O los hombres que hacían las canciones que me gustaban tenían reputación de abusadores. O el ambiente en los conciertos era hostil. O mis amigos varones asumían que nada más estaba fingiendo que me gustaban las bandas por socializar (sorprendentemente, nunca se acusaban de eso entre ellos).

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Si le preguntas a cualquier otra mujer fan de cualquier género, seguro te contará historias similares sobre la música pero también te dirá que hay un tipo de incertidumbre persistente. Al igual que el desagradable síntoma de una infección urinaria, con frecuencia, existe la sensación de que el amor que sentimos las mujeres por la música, no es recíproco. En casi todos los géneros, la misoginia es grande, muchas veces en las letras, pero también en el sentido de quién sí puede hacer música, y de quién se ríen cuando lo intenta (durante todo el año he estado escribiendo sobre varios aspectos de la industria de la música que también les falla a las mujeres en este sentido).

Ya que la música popular, como muchas otras formas de arte, ha excluido a las mujeres, su canon (los venerados e intocables grandes como 'Dylan' y 'The Stones', escogidos por críticos (en su mayoría hombres) y elevados a un estado de reverencia eterna) refleja ese sesgo de género. Como resultado, ahora la mayoría de las mujeres en sus veintes y treintas descubren que sus primeros gustos fueron en gran parte formados por música de hombres. Simplemente, porque era la más accesible en ese momento. Las adolescentes de hoy (con Spotify a la mano y el feminismo metido en la cultura pop de manera confusa) no enfrentan los mismos problemas. Desde entonces, muchas mujeres mayores, se desvían de sus primeros gustos, después de que descubren a las Björks, y a las Courtney Loves del mundo. Pero la mayoría de nosotras admitirá que hay algo sobre la música que nos gustaba que no nos podemos sacar del todo.

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Este es un tema que el libro Under My Thumb aborda, una colección de ensayos de mujeres que son fans de la música de cualquier género, editados por Rhian E. Jones y Eli Davies. Cada ensayo muestra a una mujer diferente lidiando con su artista masculino problemático, ya sea Combichrist, Pulp o Kanye West, y describen cómo llegaron a amarlos y cómo hicieron que el contenido sexista se llevara con sus propias ideologías personales. Under My Thumb no es el primer libro que habla de las mujeres que disfrutan la música sexista (académicos como Norma Coates, ensayistas como Roxane Gay y muchos otros pensadores han abordado el tema). Sin embargo, el amplio abanico de géneros y artistas del libro presenta una experiencia con la que seguramente muchas fans del género popular se sentirán identificadas.

En su reseña del libro de Frieze, la crítica Jessica Hopper escribe: "Estos escritores afirman que la doble conciencia que han desarrollado naturalmente como amantes de la música y feministas es una herramienta fundamental y que esta conciencia liminar es válida". Esta reseña me llamó la atención, porque cuando escucho a Weezer o a Early Saves the Day y lo disfruto, a pesar de sus actitudes poco amables hacia las mujeres, pienso en el feminismo y el fandom de la música como dos fuerzas a las que se les dificulta coexistir. Pero según los cálculos de Hopper, el feminismo se convierte en un instrumento analítico crucial, y eso es justo lo que prueba el contenido de Under My Thumb.

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En el ensayo de Stephanie Phillips del libro The Two Sides de Phil Spector, Phillips analiza las voces exuberantes y brillantes de mujeres jóvenes negras exhibidas en gran parte del catálogo de Spector. También está muy consciente de los crímenes de Spector y de sus tendencias altamente abusivas, pero aún así se siente atraída por las voces de "heroínas" como Darlene Love y Ronnie Spector. Como ella lo expresa elocuentemente, "quiero apreciar la música de la que él era parte y al mismo tiempo estar consciente del dolor que le causaba a los demás". Por otra parte, la editora Rhian E. Jones aborda la música que tiene un lenguaje sexista, como "Like a Rolling Stone" de Bob Dylan. Y aunque Jones no va a dejar de escuchar a Dylan por esa canción, su feminismo alimenta su crítica (y su admiración) hacia él, y reflexiona sobre lo que le ha enseñado el hecho de ser fan de Dylan: "Canciones como esta nos recuerdan la razón por la que necesitamos cambiar el mundo y que también las formas en que tratamos de cambiarlo necesitan ajustes", escribe.

Ambos ensayos tienen comentarios inteligentes y son útiles porque muestran la manera en que la crítica feminista de una canción o de artista puede formar debates más amplios sobre la interseccionalidad y el activismo. Sin embargo, muchos de los ensayos, no llegan tan lejos; al contrario sus autores hablan de que los elementos sexistas de la música con los que crecieron los animaron a moverse a cosas similares que se ajustaban mejor a sus ideales, o simplemente dicen: “me gusta esto, y estoy consciente de que tiene cosas que no me gustan, pero no me importa". Y eso también está bien: está bien disfrutar de cosas con las que no necesariamente estamos de acuerdo. Cuando era joven me encantaba el emo, un género que históricamente ha permitido que los niños proyecten fantasías violentas sobre las niñas. Y aunque no me enorgullezco de las letras en álbumes como Take This To Your Grave de Fall Out Boy, eso no me impide escucharlos, o cantar borracha esas canciones en un Karaoke.

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No soy la única. Mientras escribía este texto, le pedí a algunas fans de todos los géneros que me contaran sobre sus experiencias de amor a la música que, por algún motivo, tiene una ideología que nunca sería la suya. Las respuestas que recibí confirmaron la necesidad de que haya más espacios como Under My Thumb, donde las fans feministas y críticas puedan florecer. Las fans citaron a músicos y bandas desde Glassjaw hasta Eminem y Buckcherry, y las críticas fueron muy variadas, desde el contenido lírico hasta los músicos (una fan planteó el ejemplo de que se decepcionó deJesse Lacey, de Brand New, por sus acusaciones de abuso sexual) y los grupos sociales que se forman debido a diferentes géneros.

De hecho, algunas mujeres describieron que se sentían rechazadas con algunos géneros en particular: una fan señaló que "ser queer y estar involucrada en la escena del hip hop de Reino Unido en general me ha traído problemas”. Y por experiencia propia, estoy consciente de que algunas comunidades de la música también pueden intimidar de manera física. En conciertos de punk hardcore, por ejemplo, literal empujan a las mujeres a los lados para evitar que las lastimen por los movimientos violentos y machistas que se producen mientras las bandas tocan. Y con la música electrónica, muchas veces se burlan de las mujeres Dj’s y se les considera menos capaces de manejar el equipo técnico y el software.

Entonces, cada género, tiene sus problemas individuales. De hecho, muchos de los problemas que he citado no son exclusivos de las escenas que he mencionado. Por lo tanto, es un área que está ganando mucho impulso dentro del estudio académico. La investigadora Jenessa Williams señaló que la disonancia cognitiva de muchas mujeres cuando se trata de disfrutar la música que nos resulta problemática es "una dicotomía que todavía estoy tratando de descifrar, tanto que estoy dedicando mi maestría a averiguar por qué es tan fácil abandonar nuestras creencias sociopolíticas cuando sacan una canción cool".

Para muchas de nosotras y para muchas de las ensayistas de Under My Thumb, se trata de elegir y decidir tus propios límites, así como de confiar en las intersecciones para que nos guíen. Si bien los artistas que disfrutamos pueden tener sus caídas políticas en cuanto al género, es casi seguro que nos han ayudado de otras maneras, ya sea emocionalmente o con algún otro aspecto de identidad, como la sexualidad o la raza. Es una red complicada, y aunque es algo de lo que se ha estado hablando desde hace tiempo, Under My Thumb lo aborda con humor, inteligencia y un amplio alcance digno de elogio que le da luz a los muchos niveles en los que el sexismo juega un papel en la música que amamos a pesar de todo.

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