Andrew W.K. intenta explicar el nuevo álbum de Andrew W.K.

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Música

Andrew W.K. intenta explicar el nuevo álbum de Andrew W.K.

El Dios de la Fiesta escribe una sincera descripción de su nuevo disco, cuenta cómo se enamoró del piano cuando tenía 5 años y por qué vale la pena vivir para la música.
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traducido por Elvira Rosales

Mi primer álbum desde hace más de una década, You’re Not Alone, salió a principios de este mes. Como suele hacerse, concedí muchas entrevistas para promover el disco. Me preguntaron lo básico: mi proceso, el significado del álbum, qué me inspiró a escribir las canciones y por qué tardé tanto en sacar un nuevo disco.

La última pregunta es fácil. Desde el principio de mi aventura en la fiesta, en 1999, adopté como estrategia consciente decir sí a casi todas las oportunidades que “me hicieran sentir bien”. Incluso si una invitación en particular no tenía mucho sentido o aunque pareciera mala idea, si mis instintos más profundos me decían que esto era lo que tenía que hacer, seguiría el camino a donde me llevara. En especial durante los últimos diez años, este enfoque me llevó a sitios muy lejanos de la música y me sacó de mi zona de confort. Estas proposiciones crearon otras y esas aún más. En realidad nunca terminaron. En los últimos diez años, he escrito una columna de consejos, tuve un programa de radio, aparecí en TV, presenté un programa de concursos para niños, trabajé en un libro, ayudé a romper un récord mundial, produje a otros artistas, toqué en bandas de otras personas, participé en un tour de charlas que me llevó por los 50 estados y otra docena de cosas. Ha sido increíble. Pero antes de darme cuenta, había pasado una enorme cantidad de tiempo, y casi todo sin saberlo, grabar nueva música de ANDREW W.K. no formó parte de esa época. Justo cuando iba a comenzar nuevas y divertidas aventuras, en verdad comencé a preguntarme si volvería a grabar música.

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Pero los Dioses de la Fiesta alinearon las estrellas y me golpearon con un rayo de inspiración misteriosa y después de dos años grabando y mezclando, You’re Not Alone por fin salió al mundo. Y esto nos recuerda las preguntas sobre el álbum, y mi intento por explicar cómo lo hice, preguntas que me parecen muy difíciles de responder. Pero voy a intentar dar mi mejor, más noble y honesto esfuerzo para decir sobre qué trata el álbum, lo que significa para mí y cómo lo hice. Y para hacerlo, debo viajar en el tiempo, hasta cuando tenía cinco años.

Fue entonces que la música me enganchó. Entonces fue que me enamoré de la sensación que la música me provocaba. Era una emoción del alma tan cataclísmica y explosiva, nada que hubiese sentido antes —o desde entonces— tenía comparación. Esta sensación la conocí gracias a mi profesora de piano. Había tomado clases de piano durante varios meses, luego de mostrar un interés real en el instrumento un año atrás. Mi papá había tomado algunas clases y teníamos un piano en casa desde que nací. Verlo y escucharlo manipular esa máquina tan grande de madera con teclas blancas y negras, me ponía en trance.

Mis padres lo notaron, y pronto descubrieron un curso de piano para niños pequeños llamado programa de pedagogía. La belleza de este programa era que mi principal profesora de piano era una estudiante también, aunque 20 años mayor que yo. El programa de pedagogía era impartido en cooperación con la Escuela de Música de la Universidad de Michigan. Parte de los estudios de los graduados era enseñar a niños pequeños a tocar el piano. Yo era uno de esos niños.

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Esta profesora de piano me introdujo a un reino de sensaciones el cual no sabía que era posible. De vez en cuando, durante una de mis clases, mi maestra Michelle tocaba obras en las que estaba trabajando para sus recitales y tocaba sólo para mí. Durante estas improvisaciones privadas, pude ver destellos del éxtasis y alegría holística que la música podía liberar. Pero no fue sino hasta un día memorable que Michelle tocó una canción particularmente dramática de J.S. Bach, que experimenté las ondas inmensas de emoción y movimiento creciente, tanto así que sentí náuseas.

El escalofrío que me recorrió la espalda, las mariposas en mi estómago, las lágrimas en mis ojos; todos signos de euforia asociados con algo muy malo, pero en el corazón de ellos había una bondad brillante que me decía que todo (yo incluido) estaba bien. Todo bien. Bien incondicionalmente en todas y cada una de las formas. Un bien a nivel cósmico. La música era el sentimiento de pura comprensión; un resplandeciente nivel de claridad, en términos inciertos, de que había un espíritu benévolo que estaba en el corazón de todos. Una diosa que desafiaba la lógica y la comprensión racional. Una diosa que no podría ser articulada o explicada, sólo experimentada. Y acababa de experimentar esa bondad a través del poder de la música.

Al principio, pensé que sólo había sido un golpe de suerte. Pero en nuestra siguiente clase, cuando le pedí a Michelle que tocara la canción de Bach otra vez, me sentí arrastrado aún más hacia el mismo torbellino de euforia. Entonces me di cuenta, esto es música: un punto de acceso a un tipo genuino de Verdad perfecta. Un choque completo con la vida, un encuentro íntimo de almas con la quintaesencia de la existencia. La música es uno de los pocos fenómenos que puede penetrar sin esfuerzo las profundidades de nuestra alma y llevar a la superficie sus cualidades más sublimes. Es, aprendí en ese entonces, un encuentro emocional íntimo con lo divino.

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Cuando me di cuenta de que la música podía traerme este placer primordial, no tuve duda de que la música —o más específicamente, la sensación que ésta me provocaba— sería el centro de todas mis actividades a partir de entonces. Y así nació mi propósito en la vida. Esta sensación se convirtió al instante en mi objetivo y mi única ambición. No sabía exactamente qué o cómo me dedicaría a ella, sólo podía decir que dominaría mi vida sin importar si lo quería o no. Así que decidí aceptarla y servirla con todo mi ser.

Durante la última década, hubo momentos en que me permití disfrutar de los placeres inversos del olvido. No me di cuenta, pero perdí mi habilidad de conservar esa sensación. Ignoraba la sensación que había prometido servir en favor de la confusión y el atractivo de la desesperanza sádica. A través de la gracia de los Dioses de la Fiesta, me detuve en el límite con mi calvario internalizado y absorbido. Y ahora, You’re Not Alone compensa el tiempo perdido.

Quiero que mi música haga sentir a las personas como el primer día de las vacaciones de verano. Como ir por una pendiente de la montaña rusa. Como el repartidor de pizza llamando a la puerta, justo cuando empiezas a perder la esperanza. Como cuando un equipo de novatos gana el partido. ¿Cómo creo esta sensación? ¿Cómo tomo esas partes de la vida que son sobrecogedoras y alegres para hacer música que se sienta, donde cada emoción confluye? ¿Cómo crear una obra que te ponga tan feliz que llores, y te sobrecoja tanto que no puedas parar de reír? Es una sensación cruda más allá de toda definición. Y eso es justo mi meta. De eso se trata ir de fiesta.

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Quiero que mi música sea maximalista. Más es más, no sólo porque sí, sino porque permite construir y pasar al siguiente nivel de intensidad. Me di cuenta de que este enfoque no es el favorito de muchos; a algunos les parece extenuante y muy pesado. Pero espero que haya otras personas allá afuera que estén buscando exactamente este tipo de sensación sobrecogedora e impactante, y entonces podremos encontrarnos e ir de fiesta juntos.

Concedido, todo parece muy intenso. Es un encuentro confrontacional con un poder sensitivo recargado. Y eso exige mucho. No podemos mantener la guardia en alto y entrar a esta zona de alegría. El poder de la fiesta es tratar de derribar tus muros como el lobo en los Tres Cerditos. Y es por tu propio bien. Debes dejar ir y arriesgarte a verte ridículo. Las personas son escépticas, y con razón, a cualquier fenómeno capaz de alcanzar la consciencia sobre el mundo y explorarla desde dentro hacia afuera con ondas de sensación. Pero la música, como sus primos en las artes visuales y las letras, es benévola por naturaleza. Existe una diosa esencial que desafía hasta los esfuerzos más sádicos de los humanos para corromper su belleza esencial.

No necesitamos escudos de la gloria de esta diosa. Podemos desconfiar del mensajero, pero sin duda necesitamos el mensaje. Sólo nos estamos engañando cuando contenemos la alegría. Si no recibes esta sensación conmigo, en verdad espero la encuentres en alguien más. La sensación es provocadora, directa y contundente, y no puede oscurecerse. Es la sensación de la vida y lo único que haces si la niegas, es estar un poco menos vivo.

De esto se trata mi nuevo álbum. De esto tratan todos mis álbumes. A esto he enfocado todo lo que he hecho en mi vida. Quizá todavía no doy en el blanco, pero al menos sé a qué le estoy disparando. Y nunca dejaré de disparar… o salir de fiesta.

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