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Música

Barras en banda ancha: Breve historia del Internet y el hip hop en México

El Internet y el hip hop aterrizaron en México de manera casi simultánea, cimentando de la mano una de las industrias musicales más sólidas del país a través de foros, blogs y salas de chat.

Este artículo forma parte de nuestra Semana del Hip Hop. Reportajes, entrevistas, conteos, tutoriales y más, en un especial sobre el hip hop latinoamericano.


Al imaginarse las primeras décadas del hip hop en México es sencillo pensar en alguien bailando break y rayando la pared de alguna esquina del ex-D.F. Y por el contrario, es casi imposible visualizar a un OG pegado al monitor de una computadora escribiendo en un foro. Sin embargo, ninguna de las dos imágenes es del todo errónea.

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Por más cliché que suene, la naturaleza del hip hop mexicano ha sido esencialmente callejera. Ya sabes, improvisando en las banquetas y cambiando discos. No obstante, existe otra cara de la moneda en la que Internet ha sido la block party donde se cimentó la escena y pudo llegar al siguiente nivel, comercial y estilísticamente. Así que también podría decirse que el rap mexa, como todas las escenas de nicho en Latinoamérica, es un nativo de Internet.

Foros, blogs, salas de chat y redes sociales permitieron generar vínculos y comunidades entre diversas sedes de la geografía nacional, en un momento de vital relevancia para la construcción de una historia de los cuatro elementos.

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Explorar la historia del rap en México a través de Internet es entrar en un terreno pantanoso que carece de mapas y apoyos bibliográficos que faciliten su ingreso. Solo aquellos que estuvieron ahí décadas atrás ––los headz de antaño que vieron surgir y evolucionar al movimiento–– son capaces de recorrer el camino en sentido contrario y guiarnos a través de esa ciénaga olvidada.

La reconstrucción cronológica de esas voces no representa un punto de partida preciso para la llegada del hip hop al país, pues se trata de un bien cultural importado a través de microfrentes particulares (que han sido analizados hasta el hartazgo), traducidos en esos primos/amigos que vivían al otro lado de la frontera, o esas visitas a Disney, o un sinfín de circunstancias similares que conjugaron físicamente las herramientas evangelizadoras de este lado de la frontera.

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Lo que es un hecho es que las primeras células del hip hop ya habían sido formadas cuando Internet comenzó a ser comercializado de manera formal en México a mediados de los noventa.

El espacio en Internet que recibió “la primera generación” de artistas y consumidores de rap en México fueron las salas de chat generales, específicamente mIRC y ICQ, plataformas creadas en 1995 y 1996 respectivamente, como servicios de mensajería que permitían una comunicación entre pares sin la necesidad de un lenguaje de programación.

Tanto mIRC32 como ICQ fueron pioneras en el intercambio de mensajes a distancia, sin que existiera necesariamente una relación o contacto previo entre usuarios. Era tan sencillo como registrarse y entrar a una sala, cuyo símil fuera del mundo digital podría ser una plaza pública. Un lugar repleto de desconocidos con los que interactuar de manera casi aleatoria.

En ese sentido, era realmente complicado encontrar a otra persona cuyos gustos e intereses se acercaran a los propios, fueran estos el macramé, coleccionar tazos, o el gusto por el fresco movimiento hip hop.

No obstante, mIRC32 implementó en su plataforma lo que a la postre se convertiría en una de las técnicas millennial más avanzadas para hacerse el interesante y, de paso, dar pie al inicio de una conversación casual: la capacidad de reproducir música de manera simultánea, mientras los datos de esta aparecían anunciados en las ventanas del chat.

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Es decir, si querías escuchar alguno de tus gustos culposos mientras chateabas, tu amigo/crush/desconocido-al-que-apenas-tratabas vería al otro lado del chat un mensaje tipo “Reproduciendo: Pablito Ruiz - Orgullosa Nena.mp3”, elemento que otros programas como Messenger retomarían posteriormente.

Por más insignificante que parezca, ese detalle fue clave para comenzar a generar comunidades musicales (incluidas las raperas) en línea. “Era como cuando ibas a Tower Records o Mixup y veías de reojo al de a lado viendo un disco de Cypress Hill y naturalmente te surgía la curiosidad de hablarle”, me cuenta Monky, parroquiano del boom bap desde espalda en el día. “Te dabas cuenta que alguien en mIRC estaba escuchando hip hop, y te acercabas a chatear con él”.

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Aztek 732

De esta forma, comenzaron a crearse vínculos que se hacían más fuertes gracias a que mIRC32 también fue uno de los primeros servicios de intercambio de archivos peer to peer, por lo que era relativamente sencillo ––dentro de las capacidades que ofrecía el Internet telefónico en aquella época–– compartir música. “Chateabas, platicabas de discos, te pasabas canciones, etc. Básicamente te convertías en amigo de la otra persona gracias al rap”, dice Aztek 732, uno de los tlatoanis del hip hop en México y avezado DJ encargado de las tornamesas en la Vieja Guardia, crew que comenzó en los años noventa en la capital mexicana.

Las reuniones en el tianguis, en la esquina, o abajo del reloj de una estación del Metro para intercambiar cintas y puntos de vista cobraron otra dimensión, no solo debido a la sustitución de la interacción física, sino a la posibilidad de expandir el universo de allegados a cualquier latitud del planeta.

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Así fue como se creó un mapa de puntos que comenzó a unirse progresivamente. Uno de esos parajes seminales fue Gómez Palacio, Durango, casa de los Caballeros del Plan G y de Serko Fu, otro de los auténticos Maestros Jedi del rap nacional, gracias a su rol como uno de los MCs que más ha viajado en Latinoamérica, y un pionero que ha hecho prácticamente todo y es otro almacén necesario de sabiduría para la escena.

“Íbamos en bola a conectarnos al Telmex para chatear y meternos a los foros. En mIRC conectamos con toda la banda que hacía rap en el Noroeste y en el Centro. Así nos acercamos al Elote y a Dilettantes en Sonora, a la Vieja Guardia cada que bajábamos al D.F. Así comenzó a generarse un circuito nacional”.

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Serko Fu

El contacto, que solía tardar en la conversión de lo digital a lo físico, terminó por permitir un tránsito de contenidos musicales locales mucho más libre, a la vez que abrió las puertas a la generación de un mayor número de eventos gracias al poder ser conocido y hospedado en otras ciudades.

“Sin duda la primera vez que yo viajé puedo decir que fue gracias al Internet. Me hablaron de Sonora para que fuera a tocar allá, pagué mi camión y me pusieron en el flyer. Es más, mi música empezó a sonar fuera de mi ciudad antes que en mi ciudad”, confiesa Danger, originario de Tijuana y parte esencial del movimiento al adoptar un rol de mentor gracias a su vasta experiencia como letrista e improvisador.

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Aún con todo ello, las salas de chat seguían siendo espacios donde era complicado mantener una comunidad estable porque, para bien o para mal, seguías formando parte de una masa heterogénea. Sin embargo, no pasó mucho tiempo para que alguien ––de nuevo influenciado por lo que sucedía en EEUU–– decidiera generar un esfuerzo unificador.

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“Familias que se forman gracias al Laboratorio, y emeces me odian porque los uso de mingitorio”.
––Simplee

Carlos Ibarra llegó a Ciudad Obregón, Sonora, en 1999. Había pasado gran parte de su vida en Estados Unidos, donde se empapó por completo de un hip hop que ya gozaba de un éxito artístico y comercial rotundo.

Al llegar, se interesó en la escena local, aunque seguía leyendo únicamente los medios y foros en inglés que conocía de su estancia al otro lado del muro. La razón detrás de ello era simple: No existía ningún espacio específico para hablar y conversar sobre rap mexicano en Internet.

“Como siempre me han gustado las computadoras y el Internet pensé yo en abrir algo. Lo que hice fue un foro. No había artículos, no había reseñas, no había nada. Lo único que podías hacer era entrar, registrarte y postear”.

El Laboratorio, ese fue el nombre con el que bautizó al foro que alojó por más de siete años en geocities.com/eltranza. “Piensan que se llama así porque era un lugar donde se cocinaban ideas, pero realmente tenía que ver con un estudio de grabación, con un lab”, cuenta Carlos, quien rapeaba bajo el alias de Dictador como miembro de uno de los grupos de avanzada del hip hop sonorense, Dilettantes.

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Caballeros del Plan G y Sekreto

El foro, que sirvió como primer punto de encuentro específicamente sobre rap en México, daba libertad de que se hablara de diversas cosas, desde comentarios sobre el nuevo disco de Wu-Tang, hasta recomendaciones musicales de talentos españoles o latinoamericanos.

No obstante, su foco principal era otro con una esencia mucho más hip hop. “Te metías y dejabas tus rimas, y luego entraba un wey y te contestaba, y de repente unos se peleaban y se empezaban a tirar. Eran batallas escritas, literalmente”, platica Serko, quien era asiduo visitante del sitio.

Al escuchar los nombres de quienes frecuentaban el Laboratorio, es fácil darse cuenta del porqué es, aún a la fecha, uno de los esfuerzos más significativos que ha tenido el rap mexicano en su conformación como ente colectivo.

Muelas de Gallo de La Banda Bastön, Elote el Bárbaro, Indho y Serko Fu de Caballeros del Plan G, Mois de Rima y Razón, OMW, Drez, Terma, Eric el Niño, Underperros, Wordo, Super Dher, AskOne del 871 Crew, Iceegee, UHHA, Aztek 732 de la Vieja Guardia, Milton de Pobreza Records, y desde luego, la gente de Dilettantes y otros actos de Obregón, Sonora. Todos y cada uno de ellos fueron parte del espacio generado por Dicta durante el cambio de milenio.

“Me acuerdo de una batalla alguna vez con Serko o con Método, casi seguro fue con Método, y en una de las líneas que me escribió puso ‘Dictador, te propongo grabación’. Gracias a esa línea como al mes nos fuimos de Sonora a Durango, gracias a eso los conocimos. De hecho con Dilettantes tenemos una canción con los Caballeros del Plan G que está incluida en un disco que se llama Pocos Medios, Épocas de Miedo, y hay una línea de Super Dher en ella que dice ‘Familias que se forman gracias al Laboratorio, y emeces me odian porque los uso de mingitorio’”.

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A pesar de su inmensa relevancia, no existe ningún vestigio de existencia de El Laboratorio, una Atlántida como paraíso mítico del cual solo existe un futuro gracias al relato de sus protagonistas. “Tiene casi dos décadas de eso, y mucha de esa gente se mantiene activa. Quién sabe, igual y la primera batalla que tuvieron Muelas y Eric fue en el Laboratorio y nunca supimos”, concluye entre risas Carlos, quien ahora vive en Arizona alejado del hip hop.

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Recuerdo con mucha claridad mi ritual post-escuela de algunos ayeres atrás. Llegaba a mi casa, me tomaba un vaso de agua, aventaba mi mochila a la cama, y prendía la compu para clavarme en los blogs que seguía. Entre ellos, sin ninguna falta, estuvo siempre Cabezas Underground, medio referencia del hip hop mexicano que se ha encargado de cubrir de manera impetuosa la escena nacional.

Pero antes de Cabezas, hubo cientos de proyectos, algunos más sólidos que otros, que intentaron ampliar la cobertura mediática de un movimiento invisibilizado casi por completo por los medios tradicionales.

La realidad es que, al menos hasta el inicio de la década dosmilera, mucho de lo que se leía y se consumía sobre el género en cuestiones informativas, provenía directamente de revistas y fanzines gabachos, lo cual no era negativo en el sentido estricto una vez que la promoción del rap mexa aún no era necesaria del todo, debido a la poca producción de actos serios. No obstante, la panorámica cambió por completo tan pronto comenzaron a surgir los primeros blogs nacionales dedicados a la cultura de los cuatro elementos.

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Danger AK

Uno de los intentos iniciales por elaborar un sitio que pudiera albergar artículos, reseñas, entrevistas, y demás contenido alrededor del hip hop fue Abzurda Sonnora, creado en Guadalajara durante el apocalíptico año 2000.

Poco después, este fue sobrepasado por Rap.com.mx, cuyo nombre concentraba de manera muy básica el estatus casi monopólico que guardó en su momento. “Era una página predominante, ahí conocí a la mayor parte de mis compas. Muchos de los lazos que se hicieron entre raperos de diversas ciudades en México se hicieron ahí, esa es la realidad”, dice Danger.

Poco a poco el sitio se vio eclipsado por otros medios, y la página, gestionada desde su creación por gente de Mantequilla Récords, terminó por desaparecer en el 2007.

Uno de los blogs que llegó a ocupar su lugar fue Doble-H, que ya tenía un fondo y forma mucho más sólidos. Sobre todo a través de contenido informativo, pero también de productos multimedia y un podcast, que complementaban una entera biblioteca de discos en mp3 listos para ser descargados.

“Ahí subía mis discos y llegué a bajar varios de otras personas. Era una forma de compartir para que otros te pudieran escuchar. Conocías a la gente y les pedías su Messenger para chatear por ahí. Yo creo que al Eptos, al T-Killa los conocí por ahí. Como no había nada, esa se convirtió la guarida del hip hop”, platica Danger.

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Aunque a la fecha sigue funcionando, Doble-H cada vez parece estar menos activo, pasando su estafeta como informantes del rap mexa desde hace bastantes años a Cabezas Underground.

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Headz MX, como se ha rebautizado al proyecto, surgió en Torreón a inicios del 2008 bajo el ente protector de La Flama, colectivo del que forma parte el 871 Crew, acto insignia del hip hop de la Laguna.

Cabezas Underground es la muestra más clara de lo que los medios digitales especializados en el género han representado con el paso de los años. Lugares autogestivos generados por miembros de la propia escena, cuyo fin es un bien colectivo que, más allá de los problemas particulares entre sellos, crews y marcas, termina por elevar el valor comercial de lo que es el rap mexicano como producto cultural.

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En épocas pre-redes sociales, muchos de los actos independientes del circuito nacional solían buscar servicios de hosting gratuitos que permitieran la elaboración básica de un sitio web del proyecto, a través del cual se compartiera mayormente información de la banda/artista/rapero, y flyers de eventos en puerta.

Esa manera tan primitiva de generar promoción digital fue una forma de “adelantarse” a la revolución que las redes sociales causarían años después, y que modificarían por completo no solo al hip hop, sino también el modelo de negocios de la música.

Más allá de las aplicaciones y sitios que destaparon el agujero de aquello que se vende bajo el concepto de “democratización de la música” (Napster, LimeWire, The Pirate Bay y un largo etc.), se tiene que hacer mención de una red social que fue clave en procesos regionales y globales.

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MySpace llegó a México apenas entrado 2007. Desde luego, captó la atención de actos y MCs interesados en publicitar su producto gracias a que era la primera red de conexión entre amigos (y entre artistas y fans) que permitía subir contenido multimedia de todo tipo, incluida música que podía ser escuchada de manera gratuita.

El rap mexicano acogió la herramienta de inmediato, en un esfuerzo que fue fundamental para dejar atrás el halo de obscuridad subterránea alrededor del género, cambiando además la manera de comercializar la música hacia un modelo que resultara más rentable.

“Era súper práctico MySpace. Todos los proyectos serios debían tener uno en ese momento. Colgabas tus temas e ibas generando tu red de gente. Fue la primera red social que te permitía subir contenido de todo tipo, incluido sonoro”, recuerda Serko Fu.

Un dato dado a conocer por Expansión en 2009, establece que ese año el MySpace de Niña Dioz promediaba un aproximado de 98 mil ingresos semanales. Más allá de la veracidad de la cifra, el número sirve como una vaga referencia para entender lo importante que resultaba MySpace para los actos independientes.

El sustituto natural de MySpace fue Facebook, que no permitía en primera instancia compartir contenido musical, al menos no en la forma en que su predecesor lo hacía. “Cuando llegó Facebook no me gustaba, yo tardé mucho en hacerme uno porque yo decía ‘wey, ahí no puedes subir tu música, no tiene sentido, nomás es para chismear’ [risas]”, cuenta Danger. “Hoy en día es mi oficina principal”.

Las redes sociales, complementadas por plataformas actuales como SoundCloud, YouTube o Spotify, han formado nichos en el hip hop nacional a través de la concentración de puntos diversos de la geografía en un solo lugar. Ha elevado la oferta, la competencia, y por lo tanto la necesidad constante de generar mejores proyectos. Y, sobre todo, ha permitido que después de un par de décadas, por fin exista una industria alrededor del movimiento.

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El Internet fue creado, en su sentido más romántico, como un puente que permita la comunicación sin limitaciones en cuestiones de espacio, de fronteras, de distancia, y de sociedades. En ese sentido, el hip hop mexicano ha sido uno de sus más eficaces ejemplos.

Ha aprovechado las ventajas que el Internet ofrece para distribuir música –a través de plataformas de streaming, de tiendas de música digital, e incluso de blogs de descarga gratuita–, y aún con ello, su aportación más importante puede no ser en términos comerciales o artísticos.

Todo parece llegar a la misma conclusión: comunidades. Esas que existen en parques públicos llenos de improvisadores, esas que habitan en eventos de rap, esas que se juntan en la esquina grafiteada, esas que lograron conectarse a través de foros y salas de chat.

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