Beak> Nrmal Bristol Billy Fuller, Geoff Barrow, Will Young

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Música

Fui a tomar cerveza con Beak> antes del Nrmal y estuvo… normal

Nocierto. Fue el mejor día de mi vida.

Nos sentamos en una mesa chiquita en un rincón, al fondo de un restaurante familiar. Pidieron cerveza comercial, solo de escuchar artesanal se retorcieron en sus sillas. Le entraron al mezcal excepto Geoff Barrow. Intenté comenzar con una preguntita mamalona, así bien inteligente. Traía un libro sobre el cineasta norteamericano Stan Brakhage y quería comparar la música de Beak> con la imagen en movimiento y una referencia bien acá, bien elegante. Con toda la intención de dirigir la conversación hacia allá, prejuiciando sus pretensiones en lugar de poder ver las mías:

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“¿Bdghsgfhgggggaaaaaawwwakwwaagh?”

Pobre. Me dieron mi primera lección sobre cómo entrevistar a una banda respetable. Estos tipos hacen música inteligente y, sobre todo, no se van con mamadas. No necesitan enredarse en ningún cuento de rock de galería (véase Girl In A Band de Kim Gordon). De inmediato, con toda sinceridad, Billy Fuller respondió: “nosotros solo hacemos la música que nos gusta”. Claro. Mi libro de Brakhage se derritió sobre la mesa y empezó a escurrirse gota a gota sobre mis pantalones.

“Evitamos el blues”, dicen siempre en entrevistas. Esta vez Billy trató de explicármelo a mí, dispuesto a enfrentarse a la posibilidad de que tal vez tendrían que hacer la misma entrevista que hacen desde 2009. “El mundo occidental está muy acostumbrado al blues y al rock n' roll”, dijo Will Young. "Especialmente ahora que el jazz, el soul y el blues están de moda de nuevo. Si te fijas en los headliners de festivales como el Primavera Sound, ves a Solange, a Erykah Badu, Janelle Monáe…” continuó Billy. Se pusieron a hablar de cómo hasta el hip-hop más popular está sampleando las melodías viejas de blues y soul otra vez. Billy mencionó “Like sugar”, un tema del último disco de Chaka Khan. “Eso es fatback band”, dijo. “Pero nadie lo mencionó. Como si nadie se diera cuenta”. Pueden googlear qué es fatback band, amigos.

Geoff habló sobre la estructura tradicional de la canción; verso-coro-verso-coro. Pareciera que Beak> de entrada evita un esquema tan obvio. Pero esto cambia por completo en su último disco, titulado elocuentemente >>>. Asumo (de nuevo, prejuiciosamente) que este acercamiento a la canción tradicional se debe a la incorporación de Will en 2016 a la banda. Les digo que el último track del disco, “When We Fall”, es una canción de esas. “Claro, también ‘Brean Down’ es una canción,” dijo Will. “‘King of The Castle’ en una canción, ‘Harvest es una canción’… Hay muchas canciones en el disco.” añadió Billy. Se nos acababa el tiempo, hacía calor y todavía no llegaban las cervezas. Me levanté a pedirlas de nuevo. “El problema es que nos aburrimos,” dijo Geoff. “Nos cansamos de tocar lo mismo una y otra vez”. Will asintió. “Tocar lo mismo durante diez minutos puede volverse aburrido después de un rato,” dijo. Mientras yo volvía a mi asiento, Will mencionó haberse entrevistado a sí mismos mientras yo me perdía de lo que hubiera sido, probablemente, lo más jugoso de la entrevista. No estaba bromeando. Todos lo sabían. “Pasó todo lo mejor mientras no estabas,” dijo Billy, sin mentir ni un poco. “No te preocupes,” dijo Geoff, “todo está grabado”. Malditos listillos.

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Will cuenta qué cambió en esta ocasión a la hora de meterse al estudio. “Cuando estamos en el estudio tocamos sobre una idea espontánea y se desarrolla durante diez minutos. Ya hemos hecho eso, ya hemos estado ahí, y no nos resulta emocionante. Más bien nos estamos convirtiendo en una banda progresiva, básicamente, sin tocar todo lo…” y Billy terminó la frase al unísono diciendo, “sin tocar todo lo largo y aburrido.” Los que tomábamos mezcal nos reímos. Geoff más bien hizo la pregunta que yo debí de haber hecho: “escribir estas canciones que ahora tocan en la radio fue… extremadamente difícil, ¿no?” Los tres están de acuerdo en que la dificultad está realmente en que la gente tiende a fijarse en el lado menos experimental de su trabajo. Para ellos, escribir canciones fue arriesgado, decidieron probar algo nuevo.

El gran mito sobre el primer álbum de Beak> reza que se metieron a improvisar durante doce días en el estudio, e hicieron un disco. La leyenda es cierta, pero lo que implica para lo que sucede en los shows es confuso. De pronto uno creería que estos tipos solo salen a tocar al escenario y experimentan durante una hora. “Y sucede todo lo contrario,” explica Billy. “Si saliéramos a improvisar estaríamos muy jodidos,” confezó Will. La dinámica de sus shows está completamente estructurada. Para tocar ese primer disco en vivo, tuvieron que aprenderse sus propias canciones. Se convirtieron en una banda de sus propios covers. No es nada nuevo. Muchas bandas lo han hecho antes. Lo inteligente no viene de ahí. “Mostrar nuestro profesionalismo haciendo sonar todo perfecto no es nuestra meta final,” explica Geoff. “A nosotros nos suena perfecto cuando suena a que lo estamos tocando nosotros. No estamos tratando de sonar como Kasabian, o lo que sea.” La improvisación es solo parte del proceso, y todos los micrófonos del cuarto participan de ello sin dejar ningún detalle fuera.

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Foto: Hollin Jones

En el trabajo de Beak> hay un dejo de azar que no está en la improvisación, sino en todo lo que los micrófonos perciben en la sesión y que no necesariamente deberían tener en el disco. “Pero no puedes bajarle el volumen a un canal en específico porque tocamos los tres juntos a la hora de grabar, entonces hay pedazos de esos silencios en cada micrófono.” Todos esos errores son, según dice Billy, “como el pegamento que hace que todo amarre.” Les pasa mucho con las voces, por ejemplo. De pronto Geoff improvisa algo, les gusta, y deciden que esa se queda. Pero dos minutos después tiene una mejor idea y baja los decibeles de la voz anterior para grabar algo nuevo, y el resto de los micrófonos todavía lo tienen. Lo que termina pasando es que se quedan ambas partes.

Seguimos bebiendo. Les pregunto qué significa Beak> en sus vidas profesionales. Todos tienen otros proyectos, pero me responden que para ellos, ese es el que más les interesa. Supongo que si no estás buscando el éxito comercial, terminas haciendo lo que te gusta por diversión. Geoff supo decirlo de la manera más linda: “Lo que hacemos está guiado por nuestro estómago, por algo que se siente ahí dentro. Cuando haces algo chido, te emocionas.” Algo que se siente en el estómago siempre lleva una suerte de impulso salvaje. Pero en el caso de Beak> lo realmente feral es lo que les hace sentir a ellos cuando sacan algo chido. Al final, su única pretensión, es hacer algo que “no se vaya con mamadas”.

En cuanto a sus dimensiones dentro de los estándares de éxito en la industria musical, la realidad es que no cumplen con las expectativas de negocio. Los tres han estado inmersos en la industria durante años, la conocen bien, y no les interesa lo que tiene que ofrecer. En lugar de hacer dinero, eligieron hacer lo que se les da la gana. No dependen de una disquera grande porque están en Invada, el sello de Geoff. No tienen a nadie de su lado. Spotify no promueve sus rolas, no hay una sola estación de radio en Inglaterra a excepción de BB6 music que los apoye, y aún así, pueden venir a tocar a México a pesar de nunca haber imaginado que eso estaría en el panorama.

“Nuestros videos tienen como 2,000 reproducciones en YouTube,” dice Geoff, como para que me entere de lo poco populares que son. Y es el ejemplo perfecto para entender su nula estrategia comercial. Nadie quiere ver videos de Beak> porque no están marketeados de esa manera. No están pensados igual que personajes como Beyoncé, o Bruno Mars o eso. Si te gusta Beak> hay dos posibilidades: o eres un teto y sabes todo sobre ellos, o solo pones “ese proyecto alterno del güey de Portishead” cuando te estás dando un toque en la carretera y no te interesa saber mucho más al respecto. Les digo que nunca en mi vida he visto un video de Beak>. Me recomiendan ver el de “Brean Down”, en donde baila un breakdancer ruso. Está hecho en una sola toma. Producirlo todo entero les costó nada más lo que costó hacer bailar al ruso. No fue mucho, la verdad. Es el primero en la nota.

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