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Música

'Like a Prayer' fue la primera obra maestra de Madonna

Para cuando salió en 1989, Madonna ya era una superestrella. Treinta años después, revisamos el álbum que la estableció como una artista significativa.
madonna like a prayer 30 años
Foto de Time Life Pictures; Ilustración de Dessie Jackson 

Madonna ya era una superestrella antes de lanzar Like a Prayer, que cumple 30 años esta semana. Ya había producido al menos media docena de hits que moldearon la década (“Holiday”, “Like a Virgin”, “Material Girl”, “Into the Groove”, “Papa Don’t Preach” y “La Isla Bonita”), y su álbum anterior, True Blue de 1986, había vendido más de 25 millones de copias. Pero, en cierto sentido, Madonna seguía siendo subestimada. Cuando Like a Prayer llegó a los estantes en 1989, seis años después de que se inaugurara con su sencillo debut, "Everybody", los críticos la elogiaron por cambiar la idea hasta el momento de cómo debía presentarse y dirigir su carrera una cantante de pop femenina. Pero no necesariamente la consideraban una "gran artista".

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"Los críticos se abarrotan ante su producto desigual como los artistas acuden en masa a la banca de inversión", escribió Robert Christgau, el autoproclamado "Crítico decano del rock gringo", en su reseña de True Blue. "Están tan desesperados por conectar con un zeitgeist que no tiene nada que ver con ellos, que deciden que un poco de glamour y los números correctos suman los elementos para un trabajo significativo o, al menos, 'divertido'".

Y claro que Like a Prayer confirmó el talento de Madonna para pasarla bien. Con sus letras como de kínder sobre "elefantes rosas y limonada" y su melodía dulce y psicodélica, como de los Beatles, “Dear Jessie” sigue siendo uno de sus sencillos más agradables. Pero el álbum como un todo, su primera obra maestra indiscutible, también demostró de una vez por todas que era una artista significativa, no solo una estrella pop con habilidad extraordinaria. Nos enseñó el ombligo en la portada del disco, y el alma en sus canciones.

Incluso tres décadas después, es difícil separar este disco del escándalo que rodeó su lanzamiento. Cuando el increíble y provocativo video para "Like a Prayer" debutó en febrero de 1989, justo un día después de que saliera un comercial de Pepsi de alto perfil de Madonna, el Vaticano y varios grupos religiosos, condenaron el video por incluir imágenes supuestamente blasfemas. Las imágenes de Madonna bailando frente a cruces en llamas, besando a un Santo Negro y mostrando lo que parecían estigmas en sus palmas, siguen siendo canon del pop.

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Mientras el video continuaba causando conmoción, Madonna se mantuvo firme y le dijo al New York Times que "el arte tendría que ser controversial, y eso es todo". Los jefes en Pepsi estaban tan decididos a distanciarse de la cantante, que sacaron del aire el comercial sin ni siquiera intentar recuperar los $ 5 millones de dólares que le habían pagado.

Hoy en día, Madonna sigue fabulosamente despreocupada por todo el asunto. Celebró el aniversario de "Like a Prayer" en Instagram a principios de mes con un: "Feliz cumpleaños a mí y la controversia". Genia.

Y si la controversia del video de "Like a Prayer" capturó a Madonna en su momento más frontal y descarado, el álbum que siguió a las semanas reveló nuevas profundidades de honestidad, vulnerabilidad y emoción catártica. "Oh Father", una de las ocho canciones de Like a Prayer que coescribió con su colaborador habitual Patrick Leonard, es una balada gloriosa y clásica sobre recuperar el control de las figuras de autoridad masculinas, como su padre. En ella canta: "I lay down next to your boots and I prayed for your anger to end / Oh father, I have sinned [En español: "Me acosté junto a tus botas y recé para que terminara tu ira / Oh, padre, he pecado"], extendiendo la mezcla de religión y experiencia de vida que tiene el título del tema.

El pedazo de funk para hacer aeróbics "Keep it Together", uno de los dos temas que coescribió con otro colaborador frecuente, Stephen Bray, explora cómo los lazos familiares son sofocantes y reconfortantes al mismo tiempo. En "Promise to Try", otra balada estelar, Madonna lidia con el recuerdo de su madre, que murió cuando ella tenía cinco años. "She's a faded smile frozen in time" [En español: "Es una sonrisa descolorida congelada en el tiempo"], canta dolorosamente . "I'm still hanging on, but I'm doing it wrong" [En español: "Todavía espero, pero lo hago mal"].

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En cambio, la triste y perfumada "Pray for Spanish Eyes" es un aparente elogio por las vidas perdidas ante el empeoramiento de la crisis del SIDA en Estados Unidos. El hombre que Madonna aún describe como su BFF, el ex barman de Studio 54 Martin Burgoyne, había sucumbido a la enfermedad en 1986. Vale la pena recordar que Madonna incluyó un libelo sobre el SIDA en Like a Prayer, con el fin de reducir el estigma y la ignorancia que rodeaba a la enfermedad, una que el ex-presidente Ronald Reagan ignoró la mayor cantidad de tiempo posible. "Las personas con SIDA, independientemente de su orientación sexual, merecen compasión y apoyo, no la violencia y la intolerancia", decía la hoja.

Pero la canción más impactante del álbum probablemente es "Till Death Do Us Part". Apuntalada por un riff de tecladito engañosamente alegre, la letra insinúa abuso doméstico ("The bruises they will fade away / You hit so hard with the things you say" [En español: "Los moretones se desvanecerán / golpeas tan fuerte con las cosas que dices"]) y escenas violentas ("He starts to scream, the vases fly" ["Él empieza a gritar, vuelan jarrones"]), que ofrecen un resumen devastador de una relación disfuncional. Coincidiendo con el final del primer matrimonio de Madonna con Sean Penn (de quien solicitó el divorcio en enero de 1989), la canción es uno de los momentos más impactantes de la discografía de Madonna, aunque más tarde negó públicamente que hubiera violencia intrafamiliar en su relación.

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Aún así, el álbum nunca es tan introspectivo como para funcionar al nivel de pop de estadio. "Cherish", con sus referencias a Romeo y Julieta, es una gema retro melódica en la vena de "True Blue". El misil de funk inspirado en Sly and the Family Stone "Express Yourself" ofrece un grito de convocatoria feminista que inspiró a generaciones futuras: Christina Aguilera y las Spice Girls lo han aclamado como influencia. Cuando "Born This Way" de Lady Gaga debutó en 2011, muchos fanáticos del pop y críticos musicales notaron que se parecía mucho a "Express Yourself". Madonna dijo que la canción de Gaga sonaba "familiar" y se sentía "reductiva", pero Gaga insistió en que no hizo referencia al himno de Madonna intencionalmente. Incluso le dijo a NME en 2011: “Si pones las canciones una junto a la otra, lo único que tienen en común es la progresión de acordes. Es la misma progresión que ha estado en la música disco desde hace 50 años".

Extrañamente, el momento más penoso del álbum es probablemente "Love Song", una colaboración con uno de los pocos artistas de la época al nivel de Madonna: Prince. Es un coqueteo que se extiende demasiado, vagamente experimental, que principalmente resulta notable ahora porque Madonna luego reutilizó las letras del puente para su banger de reaparición del 2005, "Hung Up".

Por otra parte, tal vez no debería sorprendernos que la canción más ambiciosa en papel del Like a Prayer, resultara la menos lograda en la práctica. Like a Prayer es una extraña bestia: un álbum icónico de pop que conserva su capacidad de sorprenderte, utilizando escritura evocadora y rica en sus letras, para explorar temas profundamente personales, a veces espirituales, a veces socialmente conscientes, desde la perspectiva de una mujer. Con ello, Madonna remodeló una vez más las expectativas de la gente sobre lo que una cantante de pop femenina podía lograr. Décadas antes de Lemonade de Beyoncé, y el Thank U, Next de Ariana Grande, Madonna sentó las bases para que pudiera haber discos comercialmente importantes de personalidad profunda, hechos por una mujer fuerte en la cima de sus poderes creativos.

Este artículo se publicó originalmente en Noisey US.

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