“La presión de la gente empujándose hace que la cortina de metal se infle por dentro del antro hasta que sucumbe por la presión. Quienes se encontraban pegados a la cortina por la parte exterior son disparados sin control hacia adelante como corchos de botella de vino blanco espumoso y caen al piso sobre ellos quienes estaban algo más atrás. La gente es empujada sin remedio contra los muros del lugar. Dichos muros también son víctima de la presión popular y uno de ellos dejó como huella y para el recuerdo la marca de haberse movido 25 centímetros en la parte que lo conecta con el techo…
Uno de los organizadores puede escapar por una entrada de emergencia y encuentra como única solución tomar el altavoz de una patrulla para informar a la gente que el día siguiente se repetirá la función. Pero nadie hace caso.
Cuando empieza Paul Oakenfold todo es una locura. El techo y las paredes sudan, la gente baila, 12 sistemas EAW adicionales al sonido del lugar ensordecen a la multitud”.