Radiohead en Colombia: La realización de una vida esperando
Todas las fotos por Camila Acosta.

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Música

Radiohead en Colombia: La realización de una vida esperando

Entre aplausos mojados y putazos de felicidad, Yorke y compañía conquistaron Bogotá por primera vez durante el Soundhearts Festival.

La sensación de estar frente a Thom Yorke por primera vez fue como la de encontrarse, después de muchos años, con un conocido de toda la vida, no con un ídolo lejano. Con el pasar de los años el frontman de Radiohead ha mutado montones de veces -tanto sonora como físicamente- y nosotros, como otras miles de personas alrededor del mundo, hemos mantenido su figura cerca escuchando con cuidado cada vez que publica algo, viéndolo haciendo de las suyas en videos o sencillamente fantaseando con lo que representa: una de las figuras epitomes en la historia de la alternativa o mejor, del rock.

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Por eso desde noviembre del año pasado, cuando se anunció el primer show de la banda de Abingdon en estas tierras en el marco del Soundhearts Festival, nos preparábamos para recibir uno de esos shows que marcan un hito, que representan la realización de un vida esperando. Ayer 25 de abril nos llegó finalmente la hora y en medio de una Bogotá tan bipolar como expectante, el Parque Simón Bolívar, escenario de tantas gestas legendarias para la música en Colombia, se fue llenando de a pocos para otra cita con la historia.

Entrando a la fila de la localidad de OK Computer nos recibía el famoso cerdo que se impuso sobre el monumento de Los Héroes a principio de esta semana -¿la confirmación oficial del concierto de Roger Waters?- y adentro, el sonido de xilófonos iban creando una atmósfera casi espacial desde los parlantes del festival. Y así fue hasta pasadas las seis de la tarde cuando Guetto Kumbé, la cuota nacional del encuentro, iniciaba su ritual de tambores africanos y beats selváticos con unos cascos fluorescentes al mejor estilo de Dengue Dengue Dengue. Punto para El Chongo, Guajiro y Doctor Keyta, que a pesar de tocar frente a un público distraído, impuso su trance a una parte que tan solo pudo cerrar los ojos y dejarse llevar.

Junun

Lo que siguió fue tal vez la joya escondida de la jornada: Junun, el proyecto de música hindú precedido por el genio de Jhonny Greenwood que como George Harrison alguna vez lo hizo, se dejó enamorar por los sonidos hipnóticos de esa parte del mundo. Y ahí, en medio de los músicos de The Rajasthan Express -el bloque instrumental del grupo- y sin ninguna pretensión de sobresalir estaba el multi instrumentista de Radiohead, tocando el bajo detrás de Shyne Ben Tzur y complementandose casi que tímidamente entre los golpes de dholaks y nagaras y las cuerdas de saragis y kamaichas. Un viaje de casi una hora al oriente medio que convirtió al Soundhearts en una especie de fiesta en una plaza de una película de Bollywood en cuyas últimas danzas, se escuchó claramente la influencia de Greenwood en las secuencias secas y aceleradas de percusiones digitales que sentaban las bases de cada composición.

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Al final de su show los xilófonos que ambientaban los intermedios se reemplazaron por las cuerdas de una kaimacha y en medio de la tarima apareció una cabina envuelta en telones transparentes. Era la base de operaciones del telonero principal de esta gira: Flying Lotus o como también es conocido, “el papá del hip hop experimental”. Y desde el segundo que comenzó a tocar, quedó claro que pocos espectáculos en el mundo integran de una manera tan magistral y estimulante las visuales con la música. Era como si un túnel caleidoscópico infinito fuera transportando a Flying Lotus entre diferentes dimensiones, mientras que él tiraba bombas sonoras al público con covers de Kendrick Lamar o Thundercat envueltos en un aire futurista y unos intermedios infernales, a los que apenas podíamos responder poniéndonos las manos en la cabeza y abriendo bien los ojos. Surrealismo en vivo de la mano de uno de los productores más avanzados de esta época en lo que fue la antesala a lo que vendría después…

Primero fue silencio absoluto y a los pocos segundos, una sensación de euforia, pero de esa que se inyecta en el cuerpo cuando una banda gigante está a punto de tirar sus primeros acordes en un país. Histeria colectiva del público a la banda, unos aplausos de vuelta por parte de ellos acompañado de un breve saludo en español y a lo que vinimos. Años de espera acabaron en un momento y sus escuderos de toda la vida quedaron congelados mientras Yorke tocaba el piano fantasmagórico antes de soltar las primeras palabras de un show de Radiohead en Colombia: “Dreamers they never learn”. Era “Daydreaming”, un sencillo de su último álbum.

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La nuestra fue la última parada de la banda en su show por Sudamérica y como bien se especulaba por sus shows pasados, sería un repaso bien nutrido por su discografía, como si fuera un premio a un público que llevaba esperándolos por décadas. Por eso después de “Full Stop” -la segunda canción y otro corte de A Moon Shaped Pool- comenzó el recorrido soñado: “15 Step” de In Rainbows, “Myxomatosis” de Hail to the Thief, “You And Whose Army” de Amnesiac, “All I Need”, “Pyramid Song”, “Everything In It’s Right Place” del Kid A… Disparo tras disparo, sin pausas largas, sin agradecimientos innecesarios, sin camisetas de la Selección Colombia, solo música interpretada como se esperaría por parte de un grupo de la magnitud de Radiohead y en la cara de la gente, una mezcla de alegría y llanto acompañado por uno que otro putazo al aire, “¡ que chimba hijueputa!”.

Cada canción se iba construyendo como un mundo aparte, así ha sido siempre con la obra de Yorke y cia. Un experimento tras otro interpretados linealmente que antes del primer intermedio, llegó a momentos cumbres cubiertos de nostalgia y una lluvia intensa con “No Surprises”, uno de los tantos hits del Ok Computer y “2+2=5” o “My Iron Lung”, momentos guitarreros de catarsis para cabecear, hacer air guitars o empujarse con las otras almas que integraron la masa del concierto de anoche.

“Se nota que están acostumbrados a la lluvia. Perdón por eso” fue de lo poco que se le escuchó decir a Yorke con una sonrisa medio traviesa. La misma que hizo mientras cantaba “Creep” en el cierre de la segunda parte del show, un tema que públicamente ha dicho odiar y que mientras la interpretaba con algo de humor, la mayoría de la gente en el público soltaba lágrimas que se fundían con la lluvia en sus caras. Una sección en la que también se destacaron temas como “Nude”, “Street Spirit (Fade Out)” y “Lotus Flower”, el famoso tema del bailecito de Yorke.

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El final, en una jugada que parecería atípica de Radiohead -una banda que decididamente se ha esforzado en no caer en lugares comunes- cerraron con dos temas fundamentales de su discografía: “Paranoid Android” y “Karma Police”. Por supuesto, al Simón Bolívar se convirtió en un coro gigante para la banda y la lluvia que ya caía fuerte solo hizo que se creara un marco completamente épico para un concierto que rápidamente se nos iba escapando de las manos. Al final, sin fuegos artificiales ni alguna despedida espectacular, los aplausos mojados de cientos de asistentes resonaron en el parque. Por parte de Radiohead, quedó una simple pero necesaria promesa: “nos volveremos a ver”.