Damon Albarn ha demostrado durante estas últimas dos décadas que lo suyo está más allá del britpop. Mucho más allá de ese movimiento que despertó a la juventud británica del coma del grunge y trajo de vuelta a David Bowie. Su variedad de registros figura por sobre el trabajo de tipos como Noel Gallagher o Brett Anderson; es decir, de ex frontman que parecieran estar contando una y otra vez el mismo chiste que tanto funcionó en los noventas. Como sea —y sin necesidad de comparaciones—, Damon es grande porque es discurso y práctica.Está el Damon celebridad y el Damon activista. El Damon obsesivo compulsivo que trabaja de lunes a viernes en horario inglés (de 9 a 5) y el Damon despistado que llega con resaca a una conferencia de prensa. El Damon de la ópera y el Damon del góspel. El Damon que triunfó con Gorillaz y el Damon que pasó desapercibido con la banda sonora de 'Ordinary Decent Criminal'. El Damon que está trabajando con Luc Besson y el Damon que está descansandoen su granja en Devon. El Damon digital que editó 'The Fall' en un iPad y el Damon análogo que fue a Garibaldi para buscar a un Mariachi que tocara canciones de los Beatles —para homenajear a Paul McCartney mediante un videomensaje— y que terminó encontrándolo en Hamburgo (Zona Rosa).
Damon, cantante, multiinstrumentista, compositor, productor, en Gran Bretaña es para los noventa lo que Dave y Ray Davies fueron en los sesenta y Paul Weller en los setenta y Morrissey en los ochenta. Y así: Ad eternum.‘Everyday Robots‘, el primer disco que firma con nombre y apellido, es la sumatoria de todo lo que ha ido desarrollando durante su carrera: desde Blur a Rocket Juice. Pasando por The Good , the Bad and the Queen y Gorrillaz. Se trata, no hay duda, de un disco autobiográfico. En sus palabras: «Todo lo que está en el disco ocurrió». Un álbum que va, también, sobre tener todo el tiempo una pantalla en la palma de las manos. De cómo nos estamos deshumanizando al vincularnos cada vez más con máquinas. La desconexión de la conexión.
En ‘Everyday Robots‘—que estuvo mostrando en el festival Bonnaroo— se da el lujo de despacharse un dúo con Brian Eno ("Heavy seas of love") —a quien conoció en un gimnasio— y también de rescatar y desordenar los pianos ("The selfish giant") del trabajo que realizó junto a Bobby Womack. Casi sin querer, también, trae de vuelta a Gorillaz ("Mr. Tembo") y toma prestado, nuevamente, el góspel que adquirió de rebote de la iglesia Pentecostal que estaba al final de la calle donde creció en Londres.Damon es, así las cosas, es un robot que no para de actualizarse. Un outsider condenado a rehacerse para adaptarse.
El viernes 11 de julio se presentará en el festival barcelonés Crüilla —a celebrarse en el Parc del Fòrum los días 11, 12 y 13 de julio— y compartirá espacio con Band Of Horses, Vetusta Morla, Violadores del Verso, Calle 13, Macklemore & Ryan Lewis, Emir Kusturica & The No Smoking Orchestra y Jack Johnson. Se trata de un festival donde los conciertos tendrán una extensión de más de una hora y se desplegaran de forma estratégica para evitar topes. Estaremos allá para informarles cómo suena lo último de Damon Albarn y si es cierta la teoría que detrás de sus 23 discos registrados lo que se encuentra es un androide maniático que cuando se siente solo pulsa play.
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