Conoce el sexy y sudoroso pop gay de Tonicamo
Foto cortesía de la banda

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Música

Conoce el sexy y sudoroso pop gay de Tonicamo

Esta banda ecuatoriana transgrede todos los prejuicios de la escena alternativa ecuatoriana.

Quito es una ciudad que se digna en hacerse llamar "La Carita de Dios". Una ciudad a la que todavía se le pone el adjetivo de "franciscana" con orgullo cada vez que la gente canta su himno durante las fiestas. Una ciudad en la que el pasado 14 de Octubre se realizó una marcha multitudinaria bajo el eslogan "Con mis Hijos No te Metas", liderada por un puñado de grupos conservadores, respaldados por la arquidiócesis municipal, para protestar por unos rumores mal infundados sobre reformas de ley que tenían que ver con la ideología de género y los grupos LGBTI.

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En medio de esa urbe confusa toca Tonicamo, la banda que tus papás no quieren que escuches, la banda que se mete con tus hijos, con tu vecina y con tu abuela. Tonicamo es la banda de Pop-Gay (antes Pop-Gay Cristiano), que sigue explorando su propia identidad sexual y musical desde que nació, y que busca meterle una cachetada (o una nalgada) a todo el que la escuche para que deje de ser mojigato y se cague de la risa ante sus complejos.

¿Qué mierda es el Pop-Gay?, se preguntará cualquiera. Según ellos, es un estilo de vida que influye en todo, desde tu higiene personal hasta tu dieta, y es la etiqueta que eligieron para darse a conocer en un medio lleno de contradicciones, en el que han tenido que abrirse camino entre el amor y el odio del público. En la realidad, adoptaron ese eslogan a raíz de una mala experiencia que Pablo Dávila, su vocalista, guitarrista y fundador, tuvo con otra banda con la que trabajaba antes. Según cuenta, cada vez que llegaba a proponer una canción en los ensayos recibía comentarios de rechazo extraños: "ese acorde es muy gay", o "eso está muy pop". "Claro, yo no sabía que los acordes tienen preferencia sexual", pensó él cuando escuchó estas críticas. Y tampoco sabía que en ese entonces el pop era algo así como el diablo para los músicos independientes y alternativos. Cosa extraña, considerando que hoy por hoy, las bandas que más han pegado en la escena ecuatoriana llevan etiquetas como "pop-platónico" o "micro-pop depresivo".

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Inspirado en la rabia que le generó ese desencuentro, decidió juntarse con Ernesto Torres (guitarra y voz) y dar a luz a Tonicamo para hacer gala de su sentido del humor agudo y burlarse de lo que había vivido. A ellos se fueron uniendo otros músicos y amigos cercanos, con los que compartían el mismo sentido del humor. Así, en poco tiempo, a la banda se unieron Javier "El Flaco" Masache en los teclados, Rubén "Ruby" González en el Bajo y César, o "Sexitar", Mena en la batería.

"A riesgo de sonar poco humilde, sí creo que nosotros fuimos los primeros en decir: 'hagamos pop-gay'. Nosotros somos una banda de pop, porque eso hacemos. Música popular, pegadiza, que te hace querer bailar", dice el Flaco. "Nuestro show tiene mucha piel, movimientos sensuales, movimientos pélvicos, líquidos, sustancias, aceite, sudor, roce", agregan entre todos.

Su propuesta es un vórtice caliente y húmedo. Atravesados hasta la médula por una ideología llena de cinismo (que según dice se inspira en artistas como Silverio) que comprende el homo-erotismo, la estética pop y el kitsch, han parido un disco de "indie-disco-pop", por así decirlo, llamado Mario López. Para acompañarlo, a lo largo de sus cinco años como banda han ido trabajando en una puesta en escena llena de matices, que siguen refinando poco a poco y que por momentos ha sobrepasado a su música a la hora de darlos a conocer.

De izquierda a derecha: Sexitar, Ernesto, Pablo, Ruby y El Flaco

Tonicamo entró pateando al perro desde el inicio, Full Monty. Pablo admite que cuando se lanzaron eran "muy jóvenes" y que no tenían una idea muy clara de lo que hacían. Desde sus primeros shows entendieron eventualmente que tal vez no era buena idea subirse al escenario ebrios, y bajarse los pantalones para quedar en pelotas al cien por ciento (ahora solo se desnuda El Flaco, y solo hasta quedar en tanga).

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"En los shows de Toni puede pasar cualquier cosa, y de pronto eso es lo que tiene que esperar la gente. Tal vez estemos con ganas de hacer chistes, tal vez estemos enojados y validos respecto a todos", dice César. Un concierto es una experiencia impredecible, hasta para ellos mismos. Sea en escenarios grandes o chiquitos, buscan hacer notar su postura de alguna manera, a veces más enfáticamente que otras, según las posibilidades del lugar. Su primer concierto, por ejemplo, fue una especie de talk-show improvisado en el que Pablo y Ernesto se sentaron en un bar como presentadores, invitando a pasar al público y tomándole el pelo, mientras amenizaban todo con "intermedios musicales" de temas que no habían ensayado del todo bien. "El dueño estaba desesperado porque todas las semanas contrataba una banda para que toquen. Y de repente llegamos los dos con una computadora, una guitarra y un bajo a sentarnos en un sillón y hablar huevadas, y no tocábamos. Al final nos pagó la mitad porque dijo que nunca había visto algo así", cuenta Pablo. "Tal vez hubiéramos botado la toalla, pero era chistoso porque hubo gente que entendió la idea, aunque no estuvo bien hecha", confiesa después.

Como esta, tuvieron algunas otras experiencias desastrosamente memorables, como la vez que tocaron en una fiesta del ministerio donde trabajaba Ernesto, en la que el público eran sus compañeros de trabajo con sus familias, vestidos de gala, pidiéndoles temas de Maná. Tampoco se olvidan del show en el que Pablo se besó con un travesti (amigo suyo) en el escenario, y que les costó ser vetados de por vida en el bar donde se llevaba a cabo el toque. O, aquella ocasión en que el mismo Pablo fingió un ataque epiléptico en medio de una canción y causó la histeria colectiva del público, entre el cual coincidencialmente habían trabajadores del 911 que se subieron a darle primeros auxilios en el escenario, antes de que siguiera cantando desde el piso.

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Entre sus experiencias más recientes está el LiveStream de Facebook que hicieron en un bar para un programa radial de rock, para Distrito FM, una de las estaciones más mainstream de Quito. Pese a que Rubén chocó su camioneta contra el bar cuando llegó y a que el Flaco puso incómodo al presentador con su sex-appeal, consideran que fue una experiencia exitosa, porque se dieron a conocer en un canal en el que rara vez tocaría una banda independiente de nuestro medio.

Su actitud sin duda les ganó unos cuantos detractores, entre público y periodistas que les dieron reseñas negativas. No obstante, podrían considerar que eso fue bueno de alguna manera, porque también los impulsó a cuestionarse a sí mismos y a entender que estaban cruzando una línea que los convertía justamente en lo que querían criticar. El tiempo les obligó a replantear su discurso para hacerlo más refinado, y reconstruir su imagen para evitar caer en la vulgaridad por la vulgaridad nada más. No obstante, han buscado mantener la irreverencia viva, simplemente un poco más madura.

Hoy por hoy hablan con más propiedad de su discurso y por eso pueden decir que detrás del Pop-Gay sí hay un afán de profanar la idiosincrasia de su medio, que muta constantemente para mantenerse vigente. Incluso se atreven a afirmar que "el Pop-Gay es más punk que el punk". Como lo ven, el sentido del punk ya caducó, punk is dead. "Ser transgresor tiene una caducidad. Eres transgresor hasta que de verdad transgredes y todo el mundo te acepta. Entonces dejas de ser transgresor. Nosotros estamos subiendo peldaños y nos toca cambiar nuestro discurso para seguir en lo mismo", afirma El Flaco. En ese sentido, su discurso "punk" no es una cuestión estética ni de género, sino de ideología y de discurso. Para Tonicamo, el Pop-Gay es punk en nuestro medio, porque le da duro a nuestra estrecha visión sobre el género y sobre la música alternativa, y al ser "pop" puede alcanzar a más gente en el proceso.

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"¿Cuál es el chiste de ser una banda underground y estar esparciendo un mensaje a la gente que ya escuchó, qué ya sabe eso y que está pensando igual que tú?", se pregunta Pablo. "Por eso, nuestra idea al menos es ser más masivos". Quieren ser Pop, en todo el sentido de la palabra, en su dimensión más popular. Poco les importa ser aceptados en el círculo de otros músicos alternativos. Saben que son observados por ellos, y por lo mismo también se burlan de ellos de alguna manera. Quizás la manifestación más notoria de esto se ve en los sketches torcidos que producen para promocionar sus conciertos. En ellos han mencionado con nombre y apellido a otros músicos, llegando al extremo de imitarlos y provocando que en más de una ocasión dichos músicos publicaran indirectas subliminales en sus contenidos, según dicen.

"No nos complicamos por qué dirá la gente o qué pensará de la etiqueta pop. Tal vez por eso tienes la idea de que es bien hechito, bien light, y que somos flaquitos guapos bien peinaditos, ¡pero no somos eso!, ninguno es así", agrega César ante las risas de todos. Incorporando al kitsch como otra rama de su discurso, utilizan el pop como una herramienta para que su música y su performance pueda trascender a los nichos de la escena local. Dado que tocan algo que se le parece al indie, y consideran que ese es un género elitista, buscan que su música también aparente ser "de mal gusto" para romper esa barrera con saña.

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Con una mayor conciencia de su imagen, han intervenido en su performance desde la ropa que han incorporado a sus shows recientemente: licras de colores chillones con camisetas que tienen impresas portadas de álbumes de Juan Gabriel, El General o Las Chicas del Can. No se preocupan por verse bonitos, porque saben que no lo son, y tampoco por pegar entre la gente bonita. Entre risas, pero con convencimiento, dicen que su sueño es sonar duro en las radios de vallenatos y bachatas que musicalizan los viajes en bus por Quito, o dar un show en una salsoteca, por ejemplo. Para alcanzar esas metas han comenzado a hacer colaboraciones con figuras como Delfín Quishpe, el ídolo que concibió el hit viral de "Las Torres Gemelas", o Máximo Escaleras, referente máximo de la tecnocumbia local que aparecerá en su nuevo disco. Incluso han adaptado su repertorio, incluyendo en él un cóver de "Mi Gente", de J Balvin, hecho recientemente para un programa de sesiones en vivo de bandas independientes.

A todo esto, ¿dónde queda la diversidad de género? Ya ha sido explicada la onda pop, pero son pop-gay al fin y al cabo, ¿no? Podríamos decir que esta rama de su discurso se ha reforzado en el último mes con la incorporación de un guitarrista bisexual a la banda: Efrén Astudillo. Esto, a raíz de que Ernesto se fuera del país a seguir una maestría. Efrén se siente como un pez en el agua en Tonicamo. Comparte todo con ellos, desde la afinidad musical hasta la ideología de género. "Todo es divertido hasta que cruzas cierta línea que se traza la gente y ahí ya les comienza a cabrear lo que haces. La cosa es cruzar esa línea para hacerlo transgresor", afirma en cuanto a su posición sobre lo que hace la banda.

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Al haber llegado tarde goza de un punto de vista algo distinto, casi como outsider, y eso combinado con su orientación sexual le ha permitido aportar al refinamiento ideológico de la banda sin problema. "La línea que divide el decir 'me estoy burlando de ti', de 'estoy poniendo algo de mí en esto' es muy fina", dice. "Sí hay que refinar el acto para que no sea una burla porque ahí caes en lo típico, en entender la homosexual como una rareza". Para él, el afán de incomodar que tiene Tonicamo tiene que ver también con generar una especie de autodescubrimiento en el público: que al cagarse de risa, también entienda un poco mejor su identidad y su postura en el mundo.

Cabe añadir aquí que Tonicamo ya había cosechado una fanaticada fiel entre los grupos LGBTI de Quito, gracias a la amistad del Flaco con algunos gestores y performers que luego se convirtieron en colaboradores de algunos videos. Este vínculo incluso les permitió tocar en la última Marcha del Orgullo. Pese a todo esto, sospechaban que los miembros de la comunidad tenían un problema con saber que todos en la banda eran heterosexuales. Ahora que llegó Efrén como la cereza en el pastel, respiran tranquilos porque todo está en paz.

Tonicamo no es la banda más popular de Ecuador ni de su ciudad, pero sin duda es una de las más pintorescas. Después de cinco años de trayectoria aproximadamente, una de sus primeras presentaciones "grandes" se dio este año, cuando abrieron el Quitofest, el festival de música independiente más grande de la ciudad. No obstante, tienen la mira puesta mucho más lejos. Su música es como un híbrido salvaje que quiere hacerse notar en todas partes, desde las fiestas de la gente cool hasta las peñas bailables de los barrios bajos.

Su música convive con su imagen en lo que parece una versión criolla de Moulin Rouge, conformada por hombres sudorosos. En ella se gozan su sexualidad y su sentido del humor retorcido para criticar a las contradicciones de su entorno. No obstante, ellos mismos son una contradicción de alguna manera, aunque buscan llevarlo con gracia: mientras siguen descubriendo su sonido, retocando sus atuendos y buscando diversificar a su audiencia, también tienen que esconderse de su familia. César, que ya es casado, comenta que no le puede contar a su familia política de lo que hace con la banda, que solamente le mostró un video a su suegra una vez y ella le dijo que era "lindo". Pablo le hizo jurar a su hermano que nunca le iba a mostrar a su mamá nada que tuviera que ver con Tonicamo. Rubén se ganó un pase libre al prostíbulo, invitado por su propio papá, una vez que mostró uno de los videos que habían hecho. Efrén, siendo uno de los miembros más jóvenes es la excepción y por eso se ríe ante los demás, porque entre él y su familia no hay rollos. No obstante, la historia del Flaco es, quizás, la que más sintetiza a la esencia de la banda.

El Flaco tenía recelo de desnudarse en un inicio, hasta que la presión de los demás integrantes le hizo descubrir y gozar su sex-appeal. Ahora no puede parar de mostrarse en tanga en los conciertos y en los videos, cual mariposa que sale del capullo. Su mamá está consciente de lo que hace y, al igual que su novia, ha aprendido a aceptarlo con amor pero de mala gana. Su testimonio es una muestra del poder liberador de Tonicamo y de todas las etapas de su proceso. Con él como referente piensan que poco a poco irán logrando enganchar a más gente para que se ría de todo lo que le incomoda. Hasta mientras, siguen siendo la banda que tus papás no quieren que escuches y se cagan de la risa. Al menos dos de sus integrantes ya lograron traspasar todas las barreras.

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