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Música

No Wave, pero en tetas

Susanne Oberbeck no usa brasier. Nunca. Le gusta salir a la calle en calzones para enseñar sus piernas largas.

Susanne Oberbeck no usa brasier. Nunca. Le gusta salir a la calle en calzones para enseñar sus piernas largas. Las lleva forradas en unas medias de red probablemente rotas. Usa tacones y el pelo medio-güero-medio-rojo, larguísimo. Dice que no se lo ha cortado desde que tenía veintitrés. A veces usa un bigote como lo usaba Hitler. Alguna vez leyó el encabezado de una revista que acusaba a Rachel Stevens, una de las integrantes del equivalente británico a La Onda Vaselina, de no usar brasier. Le gustó el nombre. Ella dice que es como No Wave, pero en tetas. Y siempre sale a tocar en tetas. No es famosa por eso, al contrario. Oberbeck es un personaje incómodo. Tiene un proyecto que se llama No Bra.

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El Dance And Walk de No Bra se coló entre los temas de agenda musical por “Munchausen”. Una conversación entre dos tipos pretenciosos tratando de demostrar quién la tiene más grande mientras mean en el baño de hombres de un antro en Londres. En el infortunio de las relaciones obvias, “Munchausen” se etiquetó como la respuesta a ese track que inmortalizó a James Murphy como predicador y crítico de los niños del Internet: "Loosing My Edge". En esa rola, que sirvió de manifiesto para el resto del trabajo de LCD Soundsystem y DFA Records, Murphy señaló la sobrevaloración del refrito y el name-dropping cuando se vio a sí mismo desde los lentes de pasta de alguien más. Se dio cuenta de que cualquiera es un name-dropper potencial siempre y cuando tenga cerca una computadora con conexión a Internet.

Cuando apareció el sencillo “Munchausen” en 2007, a unos meses del lanzamiento del Sound Of Silver, las teorías de la conspiración en torno a esa próxima entrega de LCD Soundsystem no tardaron en salir de las cloacas. Y la relevancia del disco de No Bra se diluyó con el prejuicio de que era sólo una versión pedante de algo que ya se había hecho dos años antes.

Si se tratara de obviedades, podríamos encasillar a No Bra en los enredos de la teoría queer o en el archivo de performers herederos de Marina Abramovich o podríamos decir que es una versión europea de Liliana Felipe, pero creo que con Oberbeck es mejor mantener a distancia las etiquetas. El mensaje de Oberbeck es lo que es. El resto de las interpretaciones ya son cosa de name-dropping personal.

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A veces parece que las letras no tienen ningún sentido, pero en realidad sólo tienen un orden distinto. Finalmente, el caos es eso: un orden que no cabe en cierto concepto de orden. Sus canciones tienen un efecto muy plástico. Tal vez tiene que ver con que antes de hacer música hacía cine. En todas cuenta cosas con imágenes muy locas. Ficciones o no, son casi fotografías narradas. Muy seguido me recuerdan a algunas fotos de Nan Goldin.

En una entrevista para la revista GLU habló sobre su bigote. Dijo que hay que hacer un balance entre sacarse las tetas y dejarse un bigote para diferenciar su sus actos en vivo de un show de desnudo. Muchos medios la han etiquetado como “anarquista”. ¿Eso qué significa? Entiendo que andar en calzones y enseñando las chichis denota una postura política. La música transmite eso también. Una especie de orden radical. Pero ella nunca habla del poder público ni de filosofía política. Habla de la vida cotidiana desde un enfoque muy personal.

Hace unos días, Oberbeck sacó su segundo disco bajo el título de Candy. Es autobiográfico como el Dance And Walk. Tiene una mejor calidad de sonido. Ahora hay músicos colaborando en 5 de sus cortes. El disco es serio y a ratos es difícil, pero tiene mucho humor. En “Date With The Devil” tiene una conversación con el diablo en donde éste le cuenta sobre su historia de amor adolescente y le dice que por eso se convirtió en Satanás. Todo el tiempo genera imágenes como “all i wanna do is watch tv and squeeze sausages”.

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Mi favorita es “Super Subway Comedian”. En esta cuenta la anécdota de un tipo con el que platica en el metro. Usa su cuerpo como instrumento de improvisación. A ratos suena un poco a Patti Smith cuando hace pedacitos de spoken poetry. En todo el disco hay momentos muy esquizofrénicos. A veces sobrepone loops de su voz cantando letras distintas. Otras veces usa los loops como segunda voz.

El momento más extraño del disco es hacia el final, cuando canta “no me rompas el corazón y no me arranques mi playera de Ozzy” sobre un eco repetitivo de lo que seguro habría sido el sonido de Coney Island después del huracán Sandy. En “Construction Worker” duda ante la posibilidad de tirarle el pedo a un albañil.

No Bra estuvo tocando con las Savages en su gira más reciente. Igual y el respaldo de una banda de chicas enojadas que en tan poco tiempo se han ganado la admiración del público a pesar de la su imagen claramente andrógina reacomoda a No Bra en un espectro menos hostil de la opinión pública. Pero igual y no. En algún medio se le calificó despectivamente como “música hecha para evacuar cuartos y no para llenar pistas de baile”. Aunque al final resulta ser un buen cumplido, la música de No Bra va a seguir siendo la peor opción para llenar fiestas.

El disco completo ya está disponible en Spotify.