FYI.

This story is over 5 years old.

Música

Moe Tucker: instantáneas de Velvet Underground

El rock n' roll salvó su vida una vez que escuchó a los Rolling Stones en el radio de un coche. Moe estuvo ahí. Como la primera baterista de una de las bandas de rock más revolucionarias de todos los tiempos.

Ilustraciones de Brian Wallsby

Moe Tucker ocupó un asiento de primera fila en la historia del punk rock siendo concebido ante sus propios ojos. Estudiante de preparatoria procedente de Levittown, Long Island, el rock’n’roll salvó su vida cuando escuchó a los Rolling Stones en la radio del coche. De Velvet Underground a Andy Warhol, Nico y Edie Sedgwick, Moe estuvo allí, haciendo historia como la primera baterista en uno de los grupos más revolucionarios de todos los tiempos.

Publicidad

Corrieron rumores de que Maureen se había unido al Tea Party en el estado del sur al que ahora llama hogar, pero gracias a Dios la entrevisté antes de que el Tea Party se hubiera concebido. Detesto hablar de política.

ORÍGENES

Empecé a tocar la batería cuando aparecieron los Rolling Stones. ¡Para mí eran lo máximo! Estaba conduciendo a casa desde el trabajo y en la radio sonó "Not Fade Away". Casi me muero. En serio, tuve que orillarme en la carretera. Estaba en la Hempstead Turnpike, en Levittown, y me salí, no podía creerlo. Verga, pensé. ¿Qué es esto?

Me fui directamente a casa de la mujer de Sterling Morrison —era mi mejor amiga— y a su hermana también le encantó. Irrumpí directamente en su casa y dije, “¡Kathy! Escucha lo que acabo de oír. ¡Vamos a buscarlo!”

Fuimos a los almacenes locales, compramos el disco, y fuimos a casa y lo estuvimos oyendo hasta tarde. Estábamos en plan, “Dios mío, ¡esto está bien chingón!”

Luego, un poco más tarde, dije, “Bueno, ya no me divierto. Tengo que hacer algo mientras estoy oyendo esto”, así que compré una caja de batería. Yo tenía unos 19 o 20 años. Más o menos una semana después de hacerme de la caja, la hermana de Dot Parker me compró un pequeño plato con un pequeño soporte que podías acoplar a la caja. Así que tenía ese plato y esa caja y, chico, me sentaba ahí durante horas, como unas ocho horas, no es broma, tocando esa cosa una y otra vez. Y la tocaba y la tocaba. Así fue como empecé.

Publicidad

No sabía de ninguna otra chica que tocara la batería, pero nunca se me ocurrió que me debiera importar. No era un problema. Nunca nadie me hizo preguntas. Nunca hubo un comentario o una observación por parte de nadie, ni siquiera de otros músicos. Nadie dijo nunca, “Oh, una chica tocando la batería, eso está chingón”. No era para tanto. Parece que hoy le dan a eso más importancia que antes.

UNIÓN A VELVET UNDERGROUND

En realidad no hice ninguna prueba para el puesto en Velvet Underground. ¡No sé si lo llamaría prueba! Mira, conocía a Sterling Morrison desde que yo tenía doce años, y Sterling era amigo de mi hermano, y mi hermano había hecho amistad con Lou Reed en Syracuse. Los dos iban a la universidad de Syracuse.

Así fue también cómo Sterling conoció a Lou. Y Sterling llevaba entre seis meses y un año tocando con Lou Reed, John Cale y Angus McLise. Entonces les salió un jale en el que les iban a pagar y Angus pensó que eso no estaba bien, así que lo dejó. Así que tenían ese jale y necesitaban rápido a un batería. Sterling sabía que yo aporreaba la batería en mi habitación, y dijo, “Oh, la hermana de Tucker toca la batería…”

Yo había visto a Lou Reed una o dos veces antes de que viniera a casa a verme tocar. Estaba esperando a mi hermano o algo así, haciendo tiempo en la sala de estar. Pero yo nunca me senté a hablar con él. Cuando vino a verme tocar, no había tenido tiempo suficiente para decidir si me gustaba o no. Pero terminé queriendo mucho a Lou.

Publicidad

En Syracuse, Lou y mi hermano, Jim, eran grandes amigos. Se pasaron sus años universitarios yendo a un sitio llamado el Orange, bebiendo cerveza y haciendo el imbécil, ya sabes. Allí fue donde conocieron a Delmore Schwartz, y a un par de otras personas, como Garland Jeffries. Pero yo nunca fui allí a visitarlos, porque todavía iba al instituto. ¡Ja, ja!

Así que Lou vino para ver si yo sabía realmente tocar algo y se suponía que sería sólo para ese concierto, en la Summit High School, en Nueva Jersey. Y yo fui un manojo de nervios en ese concierto. Nos habían permitido tocar tres canciones y las habíamos ensayado en el loft de John Cale. Tocamos “Waiting For My Man”, “Heroin” y me parece que la tercera fue “Venus In Furs”. Tocábamos con otra banda, los Myddle Class, que eran un grupo de chicos realmente buenos, y el local estaba lleno porque eran una sensación a nivel local. Pero el público estaba estupefacto después de nuestra actuación.

Nuestro concierto duró 15 minutos cuando mucho, y en cada canción se rompió algo mío. ¡Todo mi equipo se desmoronaba! En una canción se rompió el pedal, la pata de uno de los timbales empezó a soltarse. “¡Oh, mierda, voy a echar esto a perder!", pensé.

Lou probablemente ni se dio cuenta. Estoy segura de que no. Estoy segura de que él ya estaba bastante nervioso, no por estar tocando sino por hacerlo en un comedor de la escuela. El público estaba sentado en asientos acolchados. Y yo tocaba esa batería espantosa. Cuando empecé a tocar sólo tenía una caja. Más tarde mi madre vio en el periódico local un anuncio de una batería por 50 dólares, y me la compró. Yo sólo tonteaba con ella, pero podrás imaginarte qué catástrofe de batería era aquella.

Publicidad

Aun así, seguí tocando. ¡Ja, ja!

ANDY WARHOL

Dimos ese concierto e inmediatamente nos salió chamba en el Café Bizarre, donde no dejaban tocar con batería porque hacía mucho ruido. Lou me dijo: “Bueno, tú vente con nosotros y toca la pandereta…”

Así que fui y toqué la pandereta en “Heroin”. Fue un poco complicado, ¡ja, ja! A partir de ahí, yo era la que estaba ahí. Pero nunca nadie dijo oficialmente "Ok, eres parte del grupo…"

Creo que fue Barbara Rush la que trajo a Andy Warhol a vernos tocar en el Café Bizarre. Era la tercera o cuarta noche que tocábamos allí y Andy me impresionó. Sabía quién era; por supuesto, sabía que era muy famoso en aquel momento. Andy siempre salía en la revista Time. Y pensé, "Oh, esto es chingón, ¿sabes?"

No estoy muy metida en el arte. De hecho soy bastante mala con el arte, no tengo ni idea. Sé lo que me gusta, y me parecía que lo de las latas de sopa de tomate estaba buena, pero en realidad eso era todo lo que sabía de Andy. Por lo visto había estado buscando un grupo que tocara en una idea suya de un espectáculo multimedia. Y Barbara Rubin pensó que nosotros encajaríamos.

A Andy le gustamos de inmediato y hablamos de su idea de un espectáculo multimedia, que, por entonces, era solo una idea. Nos preguntó si queríamos hacerlo y le dijimos que sí.

El Café Bizarre nos despidió poco después. El director, o el propietario, dijo, “¡Si tocan otra canción como ‘Black Angel’s Death Song’ están despedidos!” Nosotros nos lanzamos a por otra canción por el estilo y nos echaron. Y por mí bien, porque era la semana de navidad y no quería pasar la Nochebuena en el Café Bizarre. Me alegré de que nos despidieran.

Publicidad

Yo vivía en Long Island e iba a la ciudad todos los fines de semana a pasar el rato en la Factory. Era estupendo. Era como un bar, ¿sabes? Un buen sitio para alternar con toda clase de gente interesante, como Ondine, Gerard Malanga, Ronnie Cutrone y todos los demás, que eran la hostia de divertidos. Me quedaba tumbada por ahí y veía a Andy hacer dibujos, ¿sabes? Andy era estupendo. Me gustaba mucho, mucho. Lo pasábamos muy bien. Me lo pasaba muy bien en la Factory.

Yo era una completa ingenua. Nunca había ido a ningún sitio ni había hecho nada y ahí estaba, sentada en la Factory con Andy Warhol. Era muy tímida e insegura. Por eso llevaba gafas de sol, ¡porque me daba vergüenza! Y Andy podría muy fácilmente haberme hecho sentir como una mierda simplemente no hablando conmigo. Solo con eso, ¿sabes?

Pero él nunca fue así. Andy me hizo sentir no sólo bienvenida, sino muy bienvenida, y eso para mí significaba mucho. Me gustaba mucho Andy. Solía llamarle “cariño”. Andy tenía fama de tacaño, los fines de semana yo tenía que conducir desde Long Island y necesitaba dinero para gasolina para volver a casa. En aquellos días llenar el tanque costaba dos dólares, y el domingo por la tarde le decía a Andy, “Bueno, cariño, necesito algo de dinero…”

Andy se ponía, “Oye, oye, espera un momento…”

Andy tenía unos globos plateados que estaba haciendo. Supongo que era arte, algo de lo que yo no sabía una mierda. Fui a la Factory el fin de semana en que justo los estaba acabando, había cuatro o cinco flotando por ahí, entré y Andy dice “Oh, Mo, mira mis hermosos globos…”

Publicidad

Yo dije, “¿Quién crees que va a comprar esta mierda?”

Y Andy, “Oh, oh, oh, oh, no, a la gente le va a gustar…”

Entonces, al día siguiente, o una semana después, ¡los vendió por tres mil dólares!

Andy trabajaba como una mula. Siempre estaba trabajando, aunque no fuera directamente creando arte; al teléfono, planeando algo. A Loy y John les decía: “Tienen que componer una canción cada día”. No creo que dijera que cada día, pero lo recuerdo como una broma que no era en realidad una broma. Ya sabes, “¿Cuántas canciones han compuesto hoy, Lou?”

Ellos decían, “Dos”.

Y Andy, “¿Sólo dos?”

Andy Warhol, Maureen Tucker y Lou Reed

NICO

Nico entró bastante pronto, la razón de que diga esto es que tenemos fotos de ella cantando con nosotros en The Factory cuando todavía estábamos haciéndonos tontos. Y eso fue muy, muy pronto, en la vieja Factory. Andy no me impuso a Nico a mí en particular. No nos la impuso a ninguno, porque nosotros no íbamos a dejar que nadie nos impusiera nada. Estoy segura de que simplemente dijo, "Hey, quizá ella podría cantar una canción…"

Y a eso dijimos, “Bueno, vamos a probar…”

Creo que las canciones que cantó Nico era estupendas, y ninguno podríamos haberlas cantado como ella, ni de lejos. Pero Nico y yo no teníamos nada en común. No es que no me gustara, pero nunca nos sentamos por ahí a hablar. Venía de un mundo totalmente diferente del mío. A ver, yo era esa tipa rara de Levittown, ¿sabes? ¿Cómo puedes ser cool siendo de Levittown? ¡Y ella era una belleza nórdica!

Publicidad

Hace unos diez años, bueno, probablemente fueron de doce a catorce años, yo vivía en Arizona y tocaba con unos chicos, teníamos un pequeño grupo y nos salió un concierto en California. Y cuando llegamos allí, vi el nombre de Nico en la marquesina del Whiskey a Go Go y me dije, “Vaya, ¿debería ir?”

No la había visto en casi 20 años y, como he dicho, nunca fuimos grandes amigas, no éramos enemigas pero tampoco amigas. La verdad es que no sé si alguna vez me dedicó un aburrido “Hey, ¿cómo estás?”

Pero me dije, “Tal vez debería ir a saludarla…”

Así que volví al Whiskey cuando sabía que estaría ella para dar el concierto y se emocionó un chingo cuando me vio. Estuvo muy bien. Me alegro mucho de que sucediera. Se puso contentísima de verme. Después de su concierto —y del mío— nos volvimos a reunir. Nico, yo y un par de su gente y un par de mis chicos, sentados en círculo bebiendo cervezas y charlando. Y estuvo muy bien.

Justo después de que Nico entrara en los Velvets fue cuando tocamos en la Convención de Psiquiatría del hotel Delmonico. Eso fue bien pinche divertido. Por qué quisieron que tocáramos, eso no lo sé. No era como un concierto; era como una cena con doscientos psiquiatras y nosotros, los raros esos de The Factory. Tocamos puede que dos canciones o algo así, y más tarde gente como Gerard Malanga y Barbara Rubin asaltaron al público con sus grabadoras y cámaras, yendo de mesa en mesa haciendo preguntas ridículas. Y los psiquiatras estaban atónitos. Yo me senté en la parte de atrás diciéndome, “¿Pero qué demonios estamos haciendo aquí?”

Publicidad

Supongo que todos esos loqueros pensaron que quizá deberían tomar notas o algo, ¡ja, ja, ja!

No obtuvo mucha publicidad, salió un pequeño artículo, era algo como, “¡LOS LOCOS DE WARHOL VAN A LA CONVENCIÓN DE PSIQUIATRÍA!” Y salió mencionado en el New York Times, pero no fue una gran cosa. A ver, sólo estaban celebrando una convención e imagino que necesitaban algo de entretenimiento, así que tuvieron a todos los raros de la Factory, ¡ja, ja, ja!

EL DOM

Solíamos tocar en el Dom, en St. Marks Place, y lA pasamos muy bien allí porque sólo éramos nosotros. Alquilamos el espacio y tocábamos tres o cuatro veces por noche durante media hora, y entre actuaciones poníamos discos. Lo que quisiéramos. Por supuesto, llevábamos nuestras propias colecciones de discos. Lou tenía una colección de sencillos estupenda, cosas de las que nunca habías oído, pero en las que en todas había un maravilloso solo de guitarra, o un puente o un gancho maravilloso. Recuerdo poner River Deep Mountain High a tanto volumen que no lo puedo describir. Era increíble porque era grande y, oh, poníamos hacer lo que quisiéramos. Así que nos pasábamos toda la noche oyendo la música que amábamos y cuando no estábamos haciendo eso, estábamos haciendo música.

Tocamos en el Dom durante cosa de un mes, y todos nuestros amigos de Long Island venían el fin de semana y montábamos nuestra propia fiesta de Levittown, ¡ja, ja! Tocamos cada noche y siempre había gente en el Dom. Siempre estaba lleno. Y los fines de semana, por supuesto, estaba abarrotado. Y Andy estaba en el balcón con sus luces y sus cosas y entre actuaciones corríamos allí y nos metíamos con él, ¡ja, ja!

Publicidad

Era divertido, lo pasamos bien.

Pero entonces me robaron la batería, la batería de 50 dólares que me había comprado mi madre. Vamos allí a tocar y la batería no estaba. Alguien me la había robado, así que yo y nuestro ayudante, que tenía una camioneta, condujimos por ahí buscando robar unos cuantos botes de basura para usarlos como batería. Encontramos un par, pero estaban bastante asquerosos y dije, “No, sigamos mirando…” Encontramos el par más limpios que pudimos y los robamos y eso fue lo que utilicé tres o cuatro noches, puede que una semana. Pero eso fue lo único que he robado en toda mi vida, y esto es un hecho.

Eso sí, los botes de basura sonaban estupendos. De verdad que sí. Utilizaba mazas y teníamos unos pequeños micros de contacto para cada pieza. La primera noche, mi tambor acabó debajo de un montón de porquerías que se habían desprendido de los lados del cubo. Lo limpiamos, por supuesto. Y a la siguiente noche el montón era un poco más pequeño, y a la siguiente noche, más pequeño aún. Cada noche desprendía con mis golpes más mierda del interior del bote, así que noche tras noche el montón se iba haciendo más pequeño.

Después Andy empleó nuestras ganancias del Dom en comprarme otra batería de segunda mano. Siempre me tocaba la mierda. A los baterías siempre les toca la mierda, ¡ja, ja, ja! Pero lo pasamos bien de verdad en el Dom. Era como estar sentada en tu propia sala de estar.

Publicidad

Después de lo del Dom nos fuimos de gira. Creo que hasta fuimos a California y nos quedamos en el “Castillo” Aquello fue muy divertido, pero California no. No nos gustaba toda esa mierda de la paz y el amor, ¡ja, ja, ja! No nos gustaban los hippies. Y no éramos grandes fans del sonido San Francisco. No estábamos en ese rollo, ¿sabes?

Para nada.

Cuando tocamos en el Trip, en LA, el sheriff encerró nuestras cosas en el local. La verdad es que no sé lo que pasó, no era algo que hubiéramos hecho, era algo que había hecho el club. Sólo sé que, cuando fuimos a recoger nuestras cosas, estaba cerrado y no podíamos entrar. Eso se resolvió al cabo de unos días, pero mientras tanto, estuvimos en el “Castillo” un par de semanas, esperando para ir a tocar en el Fillmore en San Francisco.

Y ninguno nos llevamos bien con Bill Graham, el propietario y promotor del Fillmore Auditorium, fue un mierda con nosotros. Primero expulsó a Sterling, y cuando nos pusimos a tocar, dijo algo como, “¡Ojalá les vaya de la mierda, mamones!”

Nos odiaba porque éramos de la Costa Este. No le hicimos nada para que él nos odiara. Simplemente no le gustamos desde el principio, y él tampoco nos gustaba a nosotros, así que estaba bien.

Por desgracia se le conoce como el inventor de los espectáculos de luces y todo eso, perdón, pero nosotros ya lo estábamos haciendo antes. No es que me importe una mierda, excepto que su reputación es la de que él empezó con los espectáculos de luces cuando todo lo que tenía eran dos focos y puede que un estroboscopio.

Publicidad

Pero él no empezó todo eso, lo hizo Andy.

Cuando estábamos en la carretera, todos respetaban completamente que los domingos fuera a la iglesia católica. A ver, me tomaban el pelo y hacían bromas, pero cada domingo por la mañana yo decía, “Necesito un coche para ir a la iglesia…”

Y me tomaban un poco el pelo pero respetaban mucho eso y nunca tuve ningún problema al respecto. Y cuando Andy iba a ponerse a hacer una película, decían, “Oh, Mo, ahora vamos a hacer una peli…”

Y yo les decía, “Bueno, ya nos veremos”, porque yo no quería ver esa mierda, ¡ja, ja, ja!

El primer disco lo hicimos con nuestro propio dinero. Y luego lo llevamos a las tiendas. Lo grabamos y la idea era que luego, eso esperábamos, alguna compañía de discos lo comprara. No es tuviéramos la hostia de tiempo; el primer disco nos llevó ocho horas. Y luego, cuando lo compró Verve, nos dieron un poco más de tiempo de estudio, unas cinco horas o así en California.

Nuestra compañía, Verve, nunca nos pagó derechos ni nos distribuyó. Íbamos a tocar a algún sitio, Filadelfia o Boston, y la gente abarrotaba el lugar y le encantaba y luego nos decía, “¡No podemos encontrar su disco!” En todas partes, lo mismo. No sé, ¿por qué nos contrataron? ¿Para mantenernos fuera de las calles? Era un misterio. A ver, ¿por qué nos ficharon? ¿Por motivos fiscales? ¿Para poder cambiar al grupo?

Verve nos jodió bien.

LA CARRETERA

En esos tiempos también daba miedo ir de gira por el centro noroeste de EU. John Cale llevaba el pelo hasta los hombros y le gente le decía cosas por la calle. Un tipo le pegó en Chicago, de todos los lugares posibles sólo por llevar el pelo largo. La gente no estaba nada en la onda.

Publicidad

Nuestro autobús se quedó una vez parado en Ohio y, por suerte, había una gasolinera cerca. El autobús, que era grande, se estacionó allí y de él salieron trece lunáticos, y el encargado llamó inmediatamente a la policía. De modo que nos bajamos y enviamos a la persona más normal, Sterling Morrison, para hablar con el tipo: "Oye, ¿tienes un distribuidor?"

Todo el mundo se había bajado del autobús para estirar las piernas y lo siguiente que sabemos es que la policía del estado nos tiene rodeados, diciendo, “¿Quién está al mando?”

Alguien dijo, “Andy…”

Algún otro dijo, “¡No, no manden a Andy!”

Les dijimos a los polis, “¡Hey, está averiado, estamos parados! ¿Qué podemos hacer?"

Todavía no estaba oscuro, pero estaba claro que no lo iban a arreglar antes de que se hiciera de noche. El tipo tenía que enviar a alguien a Detroit para conseguirnos un repuesto, así que nos íbamos a quedar allí esa noche. Y los polis nos dijeron, "Bueno, ¡para mañana a mediodía ya se tienen que haber ido!"

Y no habíamos hecho absolutamente nada malo. Nos fuimos a un motel y rentamos dos habitaciones. Las chicas en una habitación y los chicos en la otra. Allí estábamos, sentados en medio de ninguna parte, y había un bar honky-tonk calle abajo, así que Sterling y yo nos fuimos por una cerveza. Cuando volvimos, nos fuimos todos a una de las habitaciones a beber cervezas y ver la televisión —y el gerente llamó para protestar— porque estaban muy molestos porque las chicas estuvieran en la habitación de los chicos.

Publicidad

Era una locura.

Cuando volvimos de California, el mánager de Bob Dylan, Albert Grossman, nos había robado el arrendamiento del Dom y lo había rebautizado como Electric Circus. Se suponía que era nuestro y, mientras estábamos fuera, de alguna manera Grossman había intimidado al dueño para que se lo cediera a él. Dijo, “Oh, se han ido de la ciudad”, o algo así. Cuando volvimos lo estaba dirigiendo él. O sea, que tampoco es que Albert Grossman nos gustara mucho, ¡ja, ja!

Fuimos Velvet Underground con Nico durante alrededor de un año, cuando estábamos haciendo el rollo de Andy. Yo diría que fue un año, puede que año y medio. No creo que nadie renegara cuando alguien dijo, "Nico está fuera del grupo…"

Simplemente seguimos y a otra cosa…

Esto es pura especulación por mi parte, pero no creo que en ese momento Nico pensara en sí misma como en una cantante. Creo que se veía como alguien del cine y como modelo. Cantar con nosotros era simplemente algo que hacer. Y puede que, habiendo cantado con nosotros, pensara: "Hey, esto está bien, ¡soy bastante buena en esto!" Y siguió haciéndolo un poco más, pero es sólo mi opinión.

Por esa misma época fue cuando rompimos con Andy. Era el momento de dejarlo y dejar de hacer el tonto. Ser un verdadero grupo, ¡ja, ja, ja!

Tampoco sé lo que pasó entre Lou Reed y John Cale. Creo que chocaban —no a cada momento—, pero hacia el final simplemente había demasiadas peleas. Eran por la música, pero no sé exactamente si John quería probar esto y Lou no, o qué. Pero me dolió que John dejara el grupo. Me resultó muy doloroso. Me gusta mucho John, no sólo a nivel musical. O sea, que era una situación de mierda.

Publicidad

John seguía queriendo tener un grupo; imagino que pensó: "Ahora haré mis propias cosas…" Así que no fue una cuestión de, “¿Deberíamos estar en el grupo de John? ¿O en el grupo de Lou?" No fue así. Fue más bien: “Bueno, de acuerdo, seguiremos adelante como grupo…”

Pero la vida es un asco cuando sucede eso.

Durante todo el tiempo que estuve tocando con los Velvets, jamás pensé en ello como en una carrera. Nunca pensé en ser músico como una carrera. Era sólo que nos estábamos divirtiendo y haciendo buena música. Una vez se acabó el grupo, era el momento de buscarse un trabajo.

Andy me contrató para transcribir cosas. Iba a The Factory en Union Square, escuchaba las cintas y las escribía a máquina. Andy estaba haciendo películas, había muchas cosas en marcha, y ahí estaba yo, pasando cosas a máquina. Al cabo de unos tres días, Paul Morrissey vino a ver cómo lo estaba haciendo y se percató de todos los espacios vacíos que había en las páginas. Estaba dejando espacios en blanco.

Paul dijo, “¿Esto qué es?”

Y yo, “Oh, no voy a poner todas esas palabras desagradables”.

A ver, en las cintas Bridget Polk soltaba maldiciones y otra gente decía palabras sucias, y eso me fastidiaba, ¿sabes? Así que dejaba espacios en blanco donde iban las palabrotas. Dejaba vacío el número de letras exacto para que ellos lo pudieran rellenar más tarde.

Paul fue y se lo contó a Andy, y él viene corriendo y dice, “Oh, oh, oh, Mo, ¿no estás poniendo las palabras fuertes?”

Le dije, “No, no, ya sabes que no me gusta esa forma de hablar”.

Y él, “Oh, oh, bueno, ¿puedes poner la primera letra?”

Yo, “No, no, tendrán que revisarlo y figurarse lo que dice”.

Andy, “Oh, ok”.

Y tuvieron que revisarlo todo y rellenarlo con las palabrotas.

En 1975, Legs McNeil fue el cofundador de Punk Magazine, y esta es en parte la razón de que tú sepas qué significa esa palabra. También es el autor de Por favor, mátame, lo que le convierte en algo así como en el Studs Terkel del punk rock. Además de su columna para VICE sigue escribiendo en su blog personal, pleasekillme.com. Síguelo en Twitter - @Legs__McNeil