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Música

Mandamos de rave a un intern y a la chica nueva al Ajusco y esto fue lo que pasó

Era su primer rave, y el primer rave de ella en una década. Terminaron hablando por teléfono con la novia de un Wolf and Lamb.

Era mi primer rave en el Ajusco y el primero de Andrea en una década. Tocaba un colectivo de DJs gabachos llamado Crew Love, aunque realmente no sabíamos qué chingados esperar.

La locación era en una cabaña en medio del bosque, que por patio trasero tenía un laberinto.

El reloj marcaba las 10PM y todavía nos aguardaba una travesía desde el centro hasta el Estadio Azteca. Dos horas de viaje por las venas subterráneas del DF. El metro estaba casi vacío, excepto por una que otra parejita caliente dirigiéndose a uno de los tantos moteles de Tlalpan, en pasillo del vagón solo deambulaba una biznaga compuesta de cabellos y pelusas.

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Arribamos al Azteca, River y Boca jugaron un partido “amistoso” y era la hora de la salida. La entrada del metro estaba atiborrada por ches que salían el partido y mentaban madres para poder entrar; a su paso dejaban una estela de latas de cerveza y cigarros a medio fumar.

Caminamos a la entrada del estadio para tomar el bus a la fiesta —, nunca apareció. Decidimos tomar un taxi y abrir la primer chela. El conductor repetía nerviosamente: “en el Ajusco asaltan jóvenes, ¿seguros que es cerca?”. De pronto divisó un sitio de taxis clandestino. Nos botó ahí mismo, en medio de la nada, claro no sin antes bajarnos cien baros.

Nuestro nuevo chofer era una taxista más cojonuda, . Ella portaba un impecable casquete corto y tenía una voz grave. El vehículo era a prueba de escapes, las ventanas no tenían manijas. “Permítame señorita, le paso la manija para que le baje el vidrio”, dijo, tomando su manija y pasándola para atrás.

Nos detuvimos en una tienda para comprar más chelas. Nos topamos a unos vatos que por horas habían conducían a ciegas por el Ajusco. Les dije que nos siguieran, aunque nos perdieron rápidamente.

Ya era de madrugada y apenas arribábamos, nos esperaban más de doce horas de música continua. En la entrada había una carpa donde se proyectaba una película francesa que hablaba de tomar ketamina o algo así. Pensamos quedarnos, peroel palpitar de la fiesta nos llamaba. Fuimos a ella.

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Llegamos al escenario, los DJs principales ya tocaban e inmediatamente entramos al backstage para ver si conectábamos chupe gratis.

Nuestra suerte comenzaba a cambiar: una de las organizadoras del evento nos regaló unos mezcales y un chingo de Redbulls. Decidimos soltar el cuerpo y ponernos a bailar.

El backstage era especial, podías cotorrear con todos los DJs. Continuamente se bajaban del escenario para escuchar el feedback de sus sets o pedir un cigarrillo, así que comenzamos a tomarnos fotos con cada uno de ellos.

Navid Izadi se fumó la mitad de nuestra cajetilla.

Fuimos a darnos una vuelta. Nos introdujimos a la multitud y nadie paraba de bailar. Parecía una gran comuna hippie, celebrando el comienzo de la cosecha.

Nos encontramos a Jocy, "la chica de fuego". Se disponía a hacer una suerte dancística que incluía un hula-hula, ocho bastones y fuego. Teníamos que verlo - en palabras de Andrea, esa morra estaba "bien cabrona".

A un costado de todo el desmadre estaba la camp zone. Aún había personas tratando de armar su casa. Pero por alguna razón que no pudimos descifrar — la borrachera, la falta de coordinación entre los constructores o la obscuridad total — la tarea primaria de un campista se tornó en un pedo de mecánica cuántica.

Regresamos al backstage y en medio de la audiencia nos encontramos a los vatos del coche perdido, diciendo que nuestra taxista conducía muy rápido y habían ido una hora en la dirección contraria.

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El compa sacó un jäger que habían contrabandeado en la entrada gracias a un soborno con botellas de agua, y llenó nuestro vaso hasta la mitad.

Vimos pasar a dos personas que llamaron nuestra atención: un pintor holandés disfrazado de conejo y una osita de lo más hot.

Fuimos a explorar el laberinto con ellos.

El laberinto tenía una estructura similar a la de un caracol, pero con caminos que conducían a ninguna parte. Seguimos al conejo hasta perdernos irremediablemente.

Cuando volvimos al backstage, la gente estaba más prendida, aplaudía cada canción. Entre foto y foto con los músicos, conocimos a Richy, un personajote, que portaba un impermeable amarillo. Tenía una sorpresa para todos: una máscara de gas adaptada como bong.

Este artefacto hizo feliz a más de uno.

Deambulamos por toda la fiesta buscando nuevos amigos. Pasamos por el camp y fuimos testigos de los estragos causados por la fiesta. La gente empezaba a salir de los escombros de su casa de campaña. La mañana se aproximaba y los gallos empezaban a salir.

De día el lugar parecía ser otro.

El laberinto nos llamaba de vuelta. Nos dimos cuenta con la luz del día que era enorme. Por fin llegamos al centro del laberinto, donde nos encontramos con unos morros que nos recibieron con cigarros y más chupe.

De la nada, llegaron los headliners del evento: Soul Clap

Después de 10 horas en el escenario, bajaron a explorar y nos brindaron una pequeña sesión de yoga matutino.

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Buen pedo los Soul Claps, hasta nos rolaron su contacto.

Salimos del laberinto y nos topamos una vez más a Richy, presumiéndonos su calavera con incrustaciones de cristales Swarovski.

Richy es un fashion victim.

El vato nos llevó a los cimientos de un castillo a medio construir que irónicamente operaba como una gran zahúrda, los dominios de una cabra que nos miraba fijamente.

Eran las 10 AM y la gente comenzaba a partir.

Sólo los más forevers continuaban bailando frente al escenario.

Nos habíamos quedado sin batería, pero el dude de Wolf and Lamb se ofrecio para cargarla. Fuimos a un food truck de comida vegana, era timepo de munchear. A nuestras espaldas unos policía smiraban cómo estaba el pedo. Llevaban sus metralletas bien puestas.

Con las pilas recargadas regresamos a buscar a nuestro nuevo crew. Nos topamos a un vato de Coyoacan que invitó a Andrea a "montar su cuerda floja".

Nos encontramos al otro wey de Wolf and Lamb y hablamos con su morra, brevemente, por celular.

Para este punto ya estábamos muy enfiestado y haciendo un poco el oso.

Decidimos emprender el regreso.

Caminamos un kilómetro hasta percibir rasgos de civilización. Llegamos a un paradero donde una pareja esperaba transporte, acordamos subirnos a un taxi y compartir los gastos.

En el camino el wey empezó a sentir un dolor agudo en el pecho, diciendo: “creo que me está dando un paro. Me comí unas tachas y tomé Redbull a lo pendejo”. El conductor nos llevó al Centro Médico de Tlalpan. Después concordó con nuestra teoria: "al carnalito le tronó bien cabrón en el taxi".

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Llegamos a la entrada de mi casa, donde nos esperaban chelas suficientes para mantenernos semi-despiertos.

Trasheadísimos, nos pusimos a repasar los hechos de las últimas 12 horas, y ahí mismo caímos muertos. Abrimos los ojos 18 horas después y nos fuimos a chambear como si nada hubiera pasado.

Un agradecimiento al staff de POP.CORN, los músicos de CrewLove, sobre todo a Zev Eisenberg de Wolf + Lamb por cargarnos la pila, a Tanner Ross por se un chingón, a Soul Claps, Nick Monaco y al guapo de Navid Izadi (según Andrea).

Sigue a Andrea Noel y Dave Zepeda en Twitter:@metabolizedjunky @Dave_Zepeda1

[Aquí hay una nota más sobria que hicimos para THUMP.](http:// http://thump.vice.com/es_mx/photos/crew-love-is-true-love )